La polémica que sacudió a Francia y Argelia con relación a una ley francesa del 23 de abril de 2005 que reconocía el «papel positivo» de la colonización y la posterior publicación de un obra de Claude Ribbe sobre Le Crime de Napoléon al restablecer la esclavitud en las Antillas dieron pie a un profundo debate sobre el papel político de la representación que nos hacemos de los acontecimientos históricos.
Por ello, el presidente Jacques Chirac declaró que el Parlamento no debía tratar de definir la historia por medio de la ley y luego confió a su amigo Jean Louis Debré, presidente de la Asamblea Nacional, la tarea de reflexionar sobre el tema. No obstante, esta toma de posición implica implícitamente el cuestionamiento de la «Ley Gayssot» que reprime la negación de la solución final hitleriana.
Sin mucho esperar, el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, quien al mismo tiempo es el adversario personal del presidente Chirac y el principal elemento pro israelí en el seno del gobierno, nombró a un «sabio» para que llevara a cabo «un profundo trabajo sobre la ley, la historia y el deber de recordar»: el abogado Arno Klarsfeld.
En lugar de contribuir a la obtención de un consenso, esta nominación no hará más que aumentar la confusión y fortalecerá tanto la amalgama entre represión del negacionismo y elogio de la colonización como la jerarquía establecida entre las masacres masivas según la identidad de las víctimas. De hecho, el nuevo «abogado del recuerdo y de la verdad», según los propios términos utilizados por el Ministro, es partidario y actor de la colonización del Medio Oriente.
En 2003 se unió a los guardafronteras del ejército israelí, una unidad que participaba en la ocupación ilegal de los territorios palestinos.
Al pronunciarse recientemente sobre la retirada de la franja de Gaza, el abogado israelo francés declaró: «Se habla de colonización, ¿pero acaso los israelíes obtienen ingresos de las materias primas extraídas de una tierra por nacionales explotados como lo hacía Francia en Argelia o en Nueva Caledonia, o Inglaterra en la India o los portugueses en Angola? » (Le Monde, 30 de agosto de 2005).
Arno Klarsfeld no milita sólo a favor de la colonización de Palestina, sino también a favor de la de Irak.
A continuación reproducimos de manera íntegra la tribuna libre publicada en la edición de Le Monde del 12 de febrero de 2003.
A FAVOR DE LA GUERRA
por Arno Klarsfeld
Estoy a favor de la guerra contra Irak porque en el liceo me enseñaron que si Francia se hubiera levantado en 1936 para impedir que Hitler remilitarizara Renania no habría habido segunda guerra mundial.
Estoy a favor de la guerra contra Irak porque también me enseñaron que al regresar de Munich, donde había humillado a Francia al firmar la paz que sacrificaba a Checoslovaquia y al ver cómo lo aclamaba la multitud parisina, Edouard Daladier susurró al oído del secretario general del Quai d’Orsay: «¡Qué estúpidos!».
Estoy a favor de la guerra contra Irak porque si Sadam Husein contara con el arma atómica que trata de adquirir por todos los medios, la enviaría enseguida sobre Tel Aviv para destruir el Estado israelí y la entregaría a los terroristas para que la hicieran explotar en Nueva York.
Estoy a favor de la guerra contra Irak porque para las democracias reviste una importancia capital imponer la democratización al mundo árabe por la fuerza, como lograron hacerlo los aliados en Alemania y Japón.
Estoy a favor de la guerra contra Irak porque la paz entre israelíes y palestinos sólo podrá ser el fruto de una victoria total sobre el terrorismo y del inicio de la democratización del mundo árabe.
Estoy a favor de la guerra contra Irak porque las dictaduras agresivas y expansionistas como la de Sadam Husein dirimen sus conflictos externos de la misma forma que resuelven los internos: a través de la violencia. No puede existir alianza verdadera entre éstas y las democracias.
Estoy a favor de la guerra contra Irak porque Francia debería formar bloque tras de una nación que le permitió ganar la primera guerra mundial, no transformarse en nazi, pertenecer al campo de los vencedores al terminar la Segunda Guerra Mundial y no ser subyugada a continuación por el imperialismo soviético.
Estoy a favor de la guerra contra Irak en nombre de los derechos humanos porque Sadam Husein es también el verdugo de su pueblo y del pueblo kurdo, y ha sembrado el terror policial de manera tan eficaz que un derrocamiento popular o incluso un golpe de Estado parecen imposibles, salvo en caso de situación excepcional, como una guerra.
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