Desde su constitución que tiene su antecedente inmediato en la Revolución del 28 de mayo de 1944 que puso fin al régimen autoritario y fascistoide de Carlos Alberto Arroyo del Rio, la CTE ha sido el baluarte de las luchas de los trabajadores ecuatorianos en la defensa de sus derechos y por las mejores causas del pueblo ecuatoriano.

La CTE fue construida desde las bases mismas del movimiento obrero, campesino e indígena del Ecuador, con el apoyo y simpatía de estudiantes e intelectuales y bajo las banderas de clase, por la construcción de una nueva sociedad socialista.

Su primer presidente fue Pedro Antonio Saad, posteriormente dirigente máximo del Partido Comunista del Ecuador PCE, ya fallecido, asambleísta de la Constituyente de 1944-1945 y varias veces Senador Funcional por los Trabajadores de la Costa en la década de los años 50 y 60, figura descollante de la política ecuatoriana que dio lustre al parlamento nacional y al movimiento "sindical. Junto a él, recordamos a los cofundadores ya fallecidos Ricardo Paredes, Primitivo Barreto, Miguel Ángel Guzmán, Dolores Cacuango, Jesús Gualavisí, Tirso Gómez, Modesto Rivera, Manuel Agustín Aguirre, César Endara, Nela Martínez, Enrique Gil Gilbert, Juan isaac Lovato, Luisa Gómez de la Torre, Rubén Rodríguez, Luis F. Álvaro...

Por su posición firme de clase, su clara tendencia de izquierda y su filiación internacional a la FSM-Federación Sindical Mundial, la CTE ha sido combatida duramente por los grupos oligárquicos, por los gobiernos de turno, especialmente las dictaduras que han asolado al país, como lo fue durante el gobierno militar de 1963 a 1966 que clausuró sus locales, empasteló su prensa, persiguió y encarceló a sus dirigentes, muchos de los cuales fueron conducidos al exilio y hasta el asesinato de uno de sus más consecuentes abogados el doctor Newton Moreno.

En la década del 70 hasta bien avanzados los años del 80, la CTE presidida por Edgar Ponce junto a la CEDOC y CEOSL conformaron el Frente Unitario de Trabajadores, movimiento sindical que cumplió un papel protagónico en la lucha de los trabajadores y el pueblo, el extraordinario poder de convocatoria, varias huelgas nacionales contra los gobiernos de acendrado corte neoliberal como los de Hurtado y Febres Cordero, tuvieron que enfrentar el embate de los trabajadores organizados y sus centrales sindicales y mas de una vez el poder tuvo que ceder posiciones.

La globallización, el neoliberalismo, la flexibilización laboral, las reformas al Código del Trabajo a través de la Ley 133, la maquila, el aumento del número de afiliados para conformar los sindicatos, entre otros, además de factores endógenos y exógenos, han terminado por hacer mella y causar estragos en las filas sindicales, casi al borde de su desaparición, pérdida de organizaciones, disminución de afiliados, reducida capacidad de convocatoria y de negociación, escasa influencia política, a lo que se suma la falta de análisis serios, educación y capacitación alrededor de los fenómenos que han aparecido en país y en el mundo.

La gran pregunta es si podrá la CTE desarrollar el nuevo sindicalismo del siglo XXI, con el viejo discurso anquilosado en el pasado huérfano de contenido, estructuras obsoletas, viejos métodos de conducción, sin liderazgo, sin planes de acción, sin estrategias sindicales, sin visión política.

Fuerzas laborales de base han levantado la candidatura de Eduardo Alcívar, actual vicepresidente nacional de la CTE, militante revolucionario de larga data, identificado con la ideología y propuesta de la clase trabajadora y candidato a Asambleísta Constituyente. Importantes organizaciones de los trabajadores eléctricos, de la FEI, de la salud, de los servidores públicos, de mujeres, de campesinos de la Costa y de la Amazonía, han saludado esta candidatura.

Eduardo Alcívar expresa así el propósito de los trabajadores al congregarse en "un congreso histórico y en un momento histórico":

"Aspiramos a que se produzcan cambios profundos en la CTE -Confederación de Trabajadores del Ecuador a partir del XXIII Congreso, que vuelva a tener la influencia y la fuerza que antes tuvo, que recupere su capacidad de convocatoria y dirección política y sindical, una central ágil, moderna, eficaz para enfrentar los nuevos retos cara al siglo XXI y al nuevo milenio.

Con nuevos dirigentes capaces, honestos, visionarios y comprometidos también con el cambio y la transformación política, económica, social, ética y laboral que los trabajadores y el pueblo ecuatoriano demandan y que el nuevo sindicalismo del siglo XXI no solo sea en las palabras, sino en los hechos y en la acción permanente, mucho mas aún cuando está a la orden del día la Asamblea Nacional Constituyente.

En la elaboración de la nueva Constitución lucharemos cerrando filas para recuperar y restituir los derechos de los trabajadores, conculcados por las diversas leyes que se implementaron en el proceso neoliberal de flexibilización laboral, muchas de ellas irresponsablemente aprobadas con la venia de algunos dirigentes sindicales en contubernio con los empresarios y gobiernos de turno, actos de entreguismo y traición a su clase, por lo que tendrán que dar cuenta a los trabajadores y al país."

"Los importantes momentos históricos en el proceso de liberación nacional que vive la Patria, deben ser acompañados de actos de justicia social. La construcción de un ESTADO SOCIAL DE DERECHO Y JUSTICIA, soberano, laico y digno, en la Constituyente, será posible si los trabajadores de la ciudad y del campo, junto a las demás fuerzas democráticas y patrióticas, se organizan y movilizan. La responsabilidad de levantar una Patria Nueva es de todas y todos."

"Los nuevos aires que soplan en América y el Ecuador, deben llenar de esperanza y coraje a los asistentes al XXIII Congreso."

"Una CTE renovada, rejuvenecida, plena de solidaridad y futuro, necesita urgente la Patria Soberana que camina hacia un horizonte sin miseria ni coloniaje", concluye el dirigente sindical.