El complejo generador de Necaxa, que empezó a operar el 6 de diciembre de 1905, es –junto con la hidroeléctrica Tyssu I, construida en la población de Tyssedal, Noruega, en 1900, y la central termoeléctrica Vucje, de Serbia, puesta en funcionamiento en 1903– de las instalaciones más antiguas del mundo. Su importancia en el siglo pasado fue tal que se le llegó a considerar el sistema hidroeléctrico más importante de América Latina. El valor histórico que representan estas plantas en Europa les ha valido ser elevadas a la categoría de patrimonios industriales de la humanidad. Rango que merecidamente debería otorgar también el gobierno mexicano a la hidroeléctrica Necaxa, pues no debe olvidarse que de ésta surgió la electricidad que hizo posible la iluminación, por primera vez, del Palacio Nacional y los edificios públicos de la Ciudad de México en los albores del siglo XX.

En la mesa de negociaciones con la Secretaría de Gobernación en las oficinas de Bucareli, el SME no sólo presentó el diagnóstico exacto que guarda la planta de Necaxa y sus sistemas hidráulico y eléctrico; también propuso soluciones y acciones inmediatas que permitan la recuperación integral de su funcionamiento, que en las mejores épocas de su generación llegó a tener un rendimiento superior al 95 por ciento de su capacidad instalada, es decir, 1 mil 200 millones de kilovatios-hora. Hoy, apenas mantiene un nivel de generación de electricidad del 37 por ciento.

Es pertinente que la opinión pública se entere de que bajo la conducción de la CFE (“empresa de clase mundial”), se cometió en las instalaciones de la hidroeléctrica un indiscriminado saqueo de piezas metálicas, robo de cobre y desmantelamiento de generadores, así como un nulo mantenimiento en canales, túneles y presas del sistema hidráulico. Montones de scrap (fierro viejo) aparecen como mudos testigos del descarado robo. Por si fuera poco, en la planta de Necaxa, de los 10 generadores que conforman su sistema eléctrico, únicamente funcionan cuatro; en Patla, Puebla, trabajan dos al igual que en Tepexic, mientras que la hidroeléctrica Tezcapa se encuentra abandonada y fuera de servicio.

El planteamiento del SME a las autoridades federales contempla, además de la recuperación y un mantenimiento general a las centrales generadoras, la atención urgente para evitar que se colapse el sistema hidráulico, a través de medidas tales como: la rehabilitación y el desazolve de canales, túneles y presas, así como los trabajos necesarios de albañilería, pintura y plomería, dando de igual forma un mantenimiento general a los caminos de acceso; y un programa integral de reforestación y saneamiento de ríos y presas bajo la premisa de que un sistema hidráulico es el corazón mismo de un sistema hidroeléctrico.

A la vez de permitir la contratación de trabajadores del SME aprovechando su mano de obra altamente calificada, la puesta en marcha de este plan de rescate traería aparejada una derrama de beneficios para el desarrollo económico de los nueve municipios del estado de Puebla a los que la planta de Necaxa abastece de electricidad, así como a otros 10 del vecino estado de Hidalgo. Área de influencia donde viven 612 mil habitantes y se atiende a 152 mil usuarios.

De igual forma no únicamente se mejoraría la calidad del servicio terminando con las constantes fallas (apagones) que desde hace años afectan a la economía de la Sierra Norte de Puebla, sino también a los estados circunvecinos; además, se estaría haciendo un acto de justicia social con los trabajadores despedidos en 2009 y que junto con sus hijos y esposas sumaron una afectación de 10 mil personas en la región.

El proyecto del SME también fundamenta expectativas claras tanto de rendimiento como de ganancias, de tal modo que una vez concluidos los trabajos de rehabilitación de la hidroeléctrica de Necaxa, la planta podría generar, en una conservadora estimación de un 60 por ciento de su capacidad, 1 millón 72 mil 224 megavatios, mismos que, tomando en cuenta el precio de 54 centavos el kilovatio-hora, generarían recursos anuales por 579 millones de pesos, muy superiores a los 359 millones que actualmente se obtienen con una producción de apenas 665 mil 760 megavatios.

La generación de energía mediante las hidroeléctricas, además de ser de las más baratas, tiene la ventaja de que no contamina; no por algo países como Noruega obtienen el 60 por ciento de su electricidad de este tipo de plantas. Por eso el rescate de Necaxa sería además una alternativa viable para bajar las tarifas a los usuarios. Expectativa que puede patentizarse a los consumidores de otras entidades, incluido el Distrito Federal, si el planteamiento del SME se hace extensivo a otros centros como Lerma, Fernández Leal, Lechería y Juandhó, por desgracia también dejados a la deriva por la incompetencia de la Comisión Federal de Electricidad.

En el actual contexto debe extraerse de la gloriosa y patriótica memoria histórica del SME un elemento que reafirma la fuerza moral de la lucha de resistencia sostenida estos años por una organización que, en su momento, no dudó en apoyar con los propios fondos de sus agremiados la consolidación de los proyectos de la infraestructura eléctrica del país, lo que de manera indirecta le generó al Sindicato Mexicano de Electricistas derechos de copropiedad con el Estado mexicano.

En la cláusula 64 del Contrato Colectivo de Trabajo de 1936, la dirigencia y los miembros del Sindicato acordaron destinar una cantidad de sus ingresos para apoyar al gobierno mexicano con recursos que le permitieran realizar la electrificación del territorio nacional. Este gesto nacionalista debe ser conocido por el pueblo de México, ya que le permitirá entender las razones que impulsan al SME a defender lo que es propiedad de la nación y de sus propios miembros.

En diciembre próximo, la hidroeléctrica de Necaxa cumplirá 109 años de haber entrado en operaciones, y el Sindicato Mexicano de Electricistas llegará a sus 100 años de orgullosa existencia, con un contrato colectivo de trabajo vigente y con renovadas propuestas para rescatar a la infraestructura eléctrica del centro del país en la justa recuperación de nuestros empleos y a favor del pueblo de México, con la disminución de las tarifas y la prestación de un mejor servicio. Con un poco de voluntad política, el gobierno federal tiene la palabra.

Fuente
Contralínea (México)