El bloqueo económico, financiero y comercial oficializado por el gobierno norteamericano contra Cuba desde el siete de febrero de 1962, no solo es el más prolongado de la historia, sino también el más abarcador.
Los detallados y argumentados informes presentados cada año por la Isla ante la Asamblea General de Naciones Unidas, demuestran que no existe prácticamente un solo aspecto de la vida de la sociedad cubana que escape a esa enfermiza obsesión del Imperio.
La conexión a la red de redes no resulta la excepción. Desde octubre de 1996, cuando la mayor de las Antillas quedó enlazada a la red informática internacional de computadoras, Washington le ha creado obstáculos diversos.
El más sobresaliente de estos se relaciona con los soportes técnicos para garantizar el libre flujo de datos, pues la abundante legislación estadounidense sobre el bloqueo no permite la incorporación de Cuba al cable de fibra óptica administrado por ellos y por el cual viaja la casi totalidad de Internet.
Este cable rodea el archipiélago antillano pero no puede tocar sus costas, y como lógica consecuencia el acceso a la red se ha visto seriamente afectado al quedar como única opción la satelital, mucho más lenta, de menor calidad y capacidad y, por supuesto, mucho más costosa.
A esa modalidad de agresión se añaden otras restricciones establecidas a partir del monopolio operacional de la red de redes ejercido desde centros localizados en el territorio de Estados Unidos.
Todo es discreto y sutil, pero no menos efectivo que otras restricciones. Para lograr sus propósitos se valen de la propia tecnología digital, que permite identificar, mediante un código asignado a cada máquina conectada a la red, la ubicación geográfica de esta.
En diciembre del 2006 el gobierno norteamericano se dirigió a todas las compañías proveedoras de servicios de Internet, con el objetivo de prevenirlas de ofrecer servicios a Cuba. Como resultado de ello se ha visto seriamente limitado el acceso de los cubanos a determinadas bases de datos y páginas web.
Particularmente afectados han sido los estudiantes y profesores y las bibliotecas, que no pueden acceder a fuentes con información sobre tecnología estadounidense, tal como hace el resto del mundo.
Los usuarios de Internet en la Isla tampoco pueden entrar al buscador Google Herat. Al intentarlo, se recibe el aviso "This product is not available in your country" (Este producto no se encuentra disponible en su país).
De igual modo ocurre con la actualización de los programas antivirus. Si desde Cuba alguien desea actualizar el programa antivirus McCaffe, se genera una respuesta automática en inglés que, traducida al español significa: "Lo sentimos, pero al parecer usted se encuentra ubicado en un país al cual no podemos exportar de acuerdo con la legislación de los Estados Unidos."
El más reciente escándalo en este terreno, al menos conocido, se destapó en Brasil donde la filial local de la fábrica estadounidense de ordenadores Dell, exige a sus clientes firmar un documento en el cual se comprometen a: "No transferiremos, exportaremos o reexportaremos, directa o indirectamente, cualquier producto adquirido de Dell para:
Cuba, Irán, Corea del Norte y Siria..." No resulta difícil entonces comprender las negativas consecuencias de tales prohibiciones para el desarrollo de los programas educacionales en centros universitarios y politécnicos y la red de bibliotecas del país.
En esta rama, como en otras muchas igualmente bloqueadas, el pueblo cubano no se deja vencer, desarrolla su iniciativa y recurre a habilidades adquiridas por el enorme capital humano creado en virtud de su amplia red educacional.
En tal sentido se ha emprendido el estudio del sistema operativo GNU/Linux, para reemplazar gradualmente el Windows por este software libre, y evitar posibles exigencias legales de la poderosa Microsoft, sujeta a las regulaciones norteamericanas.
Otras ventajas del Linux son los bajos precios de comercialización, la compatibilidad con el equipamiento usado en el país y la inmunidad a la mayoría de los virus informáticos.
Este bloqueo digital contra Cuba no debe escapar a nadie, deviene un peligroso precedente que es preciso denunciar, pues mañana puede ser igualmente aplicado contra cualquiera que decida escoger un camino independiente, sin la tutela del Washington imperial.
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