El debate sobre la construcción de Europa habría ganado de haber tenido lugar antes de la ampliación a 25 miembros (algunos pensarían, no sin razón, ¡antes de la entrada del Reino Unido!). De ahí el trastorno inherente a una consulta sobre una situación de facto y sobre un proyecto tan avanzado... pero que quedaría por definir. El Sur sigue con atención ese debate habida cuenta de los violentos cambios geopolíticos que atraviesa el mundo al sur del Mediterráneo.
Históricamente, el Mediterráneo es una sola entidad desde la Alta Antigüedad. Los bereberes tuvieron contactos ininterrumpidos con los pueblos del Norte, intercambiando «golpes» es cierto, pero también mercancías, conocimientos, culturas y civilizaciones. La geopolítica y la historia hacen de Europa nuestro socio natural más evidente.
El proceso de integración política de la Unión Europea fascina a los magrebíes y brinda a la aspiración unitaria del norte de África una referencia muy valiosa. Debemos saber inspirarnos en esta experiencia para compensar nuestros retrasos, capitalizando un pasado multimilenario de mezclas, una continuidad a la vez territorial, étnica, lingüística y cultural. En el fondo, lo esencial de nuestras diferencias sólo se debe a la diversidad de nuestros itinerarios coloniales respectivos. Sin embargo, los fracasos sucesivos por los intentos de unificación han agravado el pesimismo magrebí. En el Magreb sucede como en Europa. La vía real de la integración transita por la modernización institucional.
La hiperpotencia ha mostrado sus límites y hasta que China, Rusia o la India no pesen de manera significativa, sólo Europa es capaz de poder constituir a mediano plazo ese contrapeso tan necesario de más equilibrio y seguridad en el mundo. Europa no podría escapar a un triple reto: reunir las condiciones de la Unión política, acompañar a los países del sur del Mediterráneo en la instauración del Estado de Derecho y en la vía democrática auténtica, contribuir, por último, a detener el riesgo real de «medio orientalización» del norte de África.
Hay que reactivar el proceso de discusión euromediterránea y magrebí. Ello tiene que tener en cuenta, por nuestra parte, la instauración previa de prácticas de buena gobernabilidad. Por su parte, Europa debe transformar su gestión exterior que suele confundir la no injerencia y la complacencia, sacrificando los valores en el altar del «corto plazo» comercial. Esta actitud va contra la idea y el combate democráticos en el resto de los países musulmanes. Las cláusulas relativas a las libertades democráticas y a la buena gobernabilidad, ¿acaso no figuraban en el Artículo 2 de los acuerdos de asociación sólo en la forma? La complacencia para con los socios que no los respetan es tan chocante como la injerencia. Es una falta de lealtad entre socios.

Fuente
Le Figaro (Francia)
Difusión: 350 000 ejemplares. Propiedad de la Socpresse (creada por Robert Hersant, hoy es propiedad del constructor de aviones Serge Dassault). Es el diario de referencia de la derecha francesa.

«La Europa que vemos, la que esperamos», por Sid Ahmed Ghozali y Mohamed Mzali, Le Figaro, 19 de mayo de 2005.