[Invocación]

Señor presidente,
Señor secretario general de las Naciones Unidas,
Señoras y señores,

Nos encontramos reunidos aquí, como consecuencia de la Conferencia de Durban Contra el Racismo y la Discriminación Racial, para ponernos de acuerdo sobre líneas prácticas en el marco de nuestra campaña sagrada y humanitaria. Durante los últimos siglos, la humanidad ha padecido inmensos sufrimientos y penas. En la Edad Media, los pensadores y científicos eran condenados a muerte. Vino después un periodo de esclavitud y de compraventa de seres humanos, durante el cual millones de inocentes eran capturados y separados de sus familias para ser llevados a Europa y América. Fue una época sombría que se caracterizó también por las ocupaciones [de tierras], el saqueo y las masacres contra inocentes.

Muchos años transcurrieron antes de que las naciones se sublevaran y lucharan por su libertad. Tuvieron que sacrificaron millones de vidas para expulsar a los ocupantes y proclamar su independencia. Pero los poderes autoritarios rápidamente impusieron en Europa dos guerras mundiales, que devastaron además parte de Asia y de África y causaron la muerte de cerca de 100 millones de personas, dejando tras de sí una devastación sin precedentes. Si tan sólo hubiésemos aprendido algo de la opresión, del horror y de los crímenes cometidos durante aquellas guerras, un rayo de esperanza habría iluminado el porvenir. Pero las potencias victoriosas se proclamaron conquistadoras del mundo, ignorando o reduciendo al mínimo los derechos de las demás naciones mediante la imposición de leyes y componendas.

[Tres miembros de la Unión de Estudiantes judíos de Francia disfrazados de payasos (ver video en el enlace), que se habían introducido en la sala con ayuda de la delegación diplomática francesa, insultan al orador antes de ser evacuados por el servicio de seguridad de las Naciones Unidas.]

Señoras y señores,

Echemos una ojeada al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que se encuentra entre los legados de la Primera y la Segunda Guerras Mundiales. ¿Qué lógica tenía la autoatribución del derecho de veto por parte de las grandes potencias? ¿Cómo puede esa lógica estar en armonía con los valores humanitarios o espirituales? ¿Pudiera acaso estar en correspondencia con los principios reconocidos de justicia, de igualdad ante la ley, del amor y de la dignidad humana? ¿O más bien con los de la discriminación, la injusticia, la violación de los derechos humanos o la humillación de la mayoría de las naciones? Ese Consejo es el centro de decisión mundial más importante para la defensa de la paz y de la justicia internacionales. ¿Cómo podemos esperar el advenimiento de la paz y la justicia cuando la discriminación está legalizada y el origen de las leyes se encuentra bajo el predominio de la coerción y la fuerza más que bajo el de la justicia y el derecho?

A pesar de que numerosos defensores del racismo condenan hoy la discriminación racial con palabras y slogans, unas pocas grandes potencias han sido autorizadas a tomar decisiones en lugar de las demás naciones, basándose en sus propios intereses y en su propio criterio. Esas potencias pueden fácilmente ridiculizar y violar todas las leyes y valores humanitarios, como ya lo han demostrado.

Después de la Segunda Guerra Mundial, recurrieron a la agresión militar privar a toda una nación de su propia tierra, utilizando como pretexto los sufrimientos de los judíos y los abusos cometidos durante el Holocausto. Enviaron emigrantes de Europa, de Estados Unidos y de otras partes del mundo para establecer un gobierno integralmente racista en la Palestina ocupada y, de hecho, como compensación por las graves consecuencias del racismo en Europa, ayudaron a poner en el poder en Palestina a los individuos más crueles y a los racistas más represivos.

El Consejo de Seguridad contribuyó a la estabilización del régimen sionista y apoyó a los sionistas durante los 60 últimos años, dándoles luz verde para proseguir sus crímenes.

[Los embajadores de los Estados miembros de la Unión Europa abandonan la sala mientras se escuchan aplausos y abucheos.]

Resulta más deplorable aún el que cierto número de gobiernos occidentales, junto a Estados Unidos, se hayan comprometido a defender a esos individuos racistas, culpables de genocidio, mientras que el despertar de la conciencia y las mentes libres del mundo entero condenan los crímenes sionistas, como la agresión, las masacres y otras brutalidades cometidas durante los bombardeos contra civiles perpetrados en Gaza. Esos gobiernos han apoyado siempre o han mantenido en silencio ante los actos infames del régimen sionista. Desgraciadamente, la razón de su apoyo y de su silencio es que el sionismo egoísta y bárbaro ha logrado penetrar profundamente las estructuras políticas y económicas de esos gobiernos, lo cual incluye sus legislaciones, sus medios masivos [de difusión], sus empresas, su sistema financiero y sus agencias de seguridad y de inteligencia. Han impuesto su dominación al extremo de impedir que se pueda hacer algo que no corresponda a sus deseos. En ciertos países ni siquiera los cambios de gobierno logran disminuir el apoyo a los sionistas, aunque todos estén concientes de sus crímenes, lo cual es muy lamentable.

Mientras exista la dominación sionista, numerosos países, gobiernos y naciones nunca serán capaces de gozar de libertad, de justicia y de seguridad. Mientras [los sionistas] se mantengan en la cima del poder, la justicia nunca triunfará en el mundo y la dignidad humana seguirá siendo ultrajada y pisoteada. Es hora ya de acabar con el ideal del sionismo, que es el paroxismo del racismo.

Estimados delegados, señoras y señores,

¿Cuáles son las causas profundas del ataque estadounidense contra Irak o de la invasión contra Afganistán? ¿Cuál era el móvil de la invasión contra Irak, aparte de la arrogancia de la administración estadounidense de aquel entonces y de la presión creciente, ejercida por quienes detentan riqueza y poder, tendiente a ampliar su esfera de influencia mediante la defensa de los intereses de los fabricantes de armamento, a aniquilar una noble cultura de historia milenaria, a eliminar una amenaza potencial y concreta de los países árabes hacia el régimen sionista usurpador, a controlar y saquear los recursos energéticos del pueblo iraquí? ¿Por qué fue que cerca de un millón de personas fueron desplazadas y perdieron sus casas? ¿Por qué ha sufrido el pueblo iraquí enormes pérdidas que se elevan a varios cientos de miles de millones de dólares y por qué ha sido despojado el pueblo estadounidense de cientos de miles de millones de dólares como consecuencia de esas acciones militares? ¿Acaso no fue la acción militar contra Irak planificada por los sionistas y sus aliados de la administración estadounidense, con la complicidad de los grandes fabricantes de armamento?

¿La invasión contra Afganistán restauró acaso la paz, la seguridad y el bienestar económico en ese país? Estados Unidos y sus aliados no sólo han fracasado en limitar la producción de droga en Afganistán. Los cultivos ilícitos de narcóticos se han multiplicado durante su presencia. La pregunta esencial es: ¿En qué consistían la responsabilidad y el trabajo de la administración estadounidense de aquel entonces y de sus aliados? ¿Representaban acaso a los Estados del mundo? ¿Les habían otorgado éstos algún mandato? ¿Fueron acaso autorizados, en nombre de los pueblos del mundo, a intervenir en cualquier lugar del planeta y, por supuesto, específicamente en nuestra región? ¿No constituyen esas medidas un claro ejemplo de egocentrismo, de racismo, de discriminación o de violación de la dignidad y la independencia de las naciones?

Señoras y señores,

¿Quiénes son los responsables de la actual crisis económica? ¿Dónde comenzó la crisis? ¿En África? ¿En Asia? ¿O más bien comenzó en Estados Unidos, extendiéndose después a Europa y a sus aliados? Por largo tiempo han impuesto, mediante su poder político, sus propias reglas económicas injustas a la economía internacional. Han impuesto un sistema financiero y monetario desprovisto de un mecanismo regulador internacional adaptado a naciones y gobiernos que no disponen de ninguna influencia sobre sus orientaciones y políticas. Ni siquiera han autorizado a sus ciudadanos a supervisar y controlar su política financiera. Han impuesto todas sus leyes y reglamentaciones, en detrimento de todos los valores morales, sólo para proteger los intereses de quienes ostentan riquezas y poder. Incluso dieron una definición de la economía de mercado y de la competencia que priva a numerosos Estados de las posibilidades que a otros se ofrecen a través del mundo. Incluso transfirieron a otros sus propios problemas, infectando sus economías con miles de millares de millones de dólares de déficit presupuestario en plena crisis. Y ahora inyectan cientos de miles de millones de dinero proveniente de los bolsillos de su propio pueblo en los bancos, empresas e instituciones en quiebra, complicando así más aún la situación de su economía y de su pueblo. Sólo piensan en proteger su poder y su dinero; no se preocupan en lo más mínimo por los pueblos del mundo, ni siquiera por el suyo propio.

Señor presidente,
Señoras y señores,

El racismo tiene sus raíces en la falta de conocimiento sobre la verdad de la existencia del ser humano como criatura elegida de Dios. Es también producto del alejamiento del verdadero camino de la vida humana y de haberse apartado del deber de la humanidad en el mundo de la creación. La ausencia de veneración conciente de Dios, la incapacidad de reflexionar sobre la filosofía de la vida o sobre el camino hacia la perfección, todas esas violaciones de los principales componentes de los valores divinos y humanos han reducido el horizonte de la humanidad, convirtiendo intereses limitados e individuales en su única brújula. Es por eso que las células del poder maléfico han tomado forma, extendiendo después su control al privar a los demás de posibilidades equitativas y justas. El resultado ha sido la formación de un racismo desenfrenado que representa la más seria amenaza para la paz internacional.

El racismo es sin dudas el símbolo de una ignorancia profundamente enraizada en la historia, y se trata en efecto de un síntoma de frustración en el desarrollo de la sociedad humana. Es, por tanto, extremadamente importante resituar las manifestaciones de racismo en las situaciones o las sociedades en las que prevalece la ignorancia, la falta de conocimientos. Esa conciencia y esa comprensión generales de la filosofía de la existencia humana constituyen la principal forma de lucha contra tales manifestaciones. La clave para la comprensión de la verdad de que el género humano se centra en la creación del universo es un regreso a los valores morales y espirituales y, finalmente, a la voluntad de venerar a Dios, el Todopoderoso. La comunidad internacional debe iniciar acciones colectivas para suscitar la toma de conciencia en las sociedades que aún son víctimas de la ignorancia y del racismo, con el objetivo de poner fin a la propagación de esas maliciosas manifestaciones.

Queridos amigos,

Hoy en día, la comunidad se encuentra ante un tipo de racismo que ha empañado la imagen de la humanidad en el inicio del tercer milenio. La palabra «sionismo» personifica un racismo que recurre falsamente a la religión y abusa del sentimiento religioso para enmascarar su odio y su horrible rostro. Es sin embargo muy importante subrayar los objetivos políticos de ciertas potencias mundiales y de quienes controlan intereses económicos, enormes riquezas a través del mundo. Ellos movilizan todos sus recursos, incluyendo su influencia económica, política y mediática mundial para apoyar al régimen sionista y se esfuerzan particularmente por disimular el carácter indigno y el descrédito de ese régimen. No se trata solamente de una cuestión de ignorancia y resulta imposible contrarrestar tales fenómenos simplemente con mensajes culturales. Se hace necesario desplegar esfuerzos por acabar con esos abusos, cometidos por los sionistas y por quienes los apoyan, contra la voluntad política e internacional y, en respeto a la voluntad y las aspiraciones de las naciones, los gobiernos deben recibir aliento y apoyo en sus luchas por la erradicación de ese racismo bárbaro, por avanzar hacia una reforma de los actuales mecanismos internacionales.

Todos ustedes están informados, sin dudas, sobre los complots de ciertos poderes y de los círculos sionistas contra los objetivos y aspiraciones de esta conferencia. Desgraciadamente, muchas informaciones se divulgan de manera que sirvan para apoyar el sionismo y sus crímenes. Es responsabilidad de los honorables representantes de las naciones contribuir a que se sepa la verdad sobre esas campañas, contrarias a los valores y principios humanos.

Debería reconocerse que el hecho de boicotear este tipo de conferencia, de excepcional envergadura internacional, es un claro indicio del apoyo que se presta a este ejemplo manifiesto de racismo. En la defensa de los derechos humanos es de capital importancia que se defiendan también los derechos de las naciones a participar de forma equitativa en todos los procesos de toma de decisiones internacionales de importancia, fuera de la influencia de ciertas potencias mundiales. En segundo lugar, es necesario reestructurar las organizaciones internacionales existentes y sus respectivas agencias. Esta conferencia constituye por consiguiente una especie de ensayo y la opinión pública mundial nos juzgará, hoy y en el futuro.

Señor presidente,

El mundo está atravesando cambios fundamentales. Las relaciones de poder se han vuelto muy tenues y frágiles. Podemos oír hoy el crujido de los pilares de la opresión que se resquebrajan. Las grandes estructuras políticas y económicas están al borde del derrumbe. Las crisis políticas y de seguridad se intensifican. La crisis emergente de la economía mundial, sobre la cual resulta difícil hacer pronósticos halagüeños, demuestra con creces la realidad de los profundos cambios mundiales que se manifiestan con fuerza creciente. He señalado con insistencia la necesidad de corregir el rumbo equivocado que el mundo está siguiendo hoy en día. También he advertido sobre las duras consecuencias que tendríamos que enfrentar si aplazamos esta crucial responsabilidad.

Hoy, en el marco de este solemne y beneficioso evento, me gustaría decirles a todos los dirigentes y pensadores presentes en esta conferencia y comprometidos con la causa de la paz, de la libertad, del progreso y del bienestar humano que el gobierno del mundo sin igualdad ni justicia está llegando al fin de sus días. Este resultado se hacía inevitable, sabiendo que la lógica de ese gobierno impuesto era de carácter opresivo. La lógica del control colectivo de los problemas globales se basa, en cambio, en nobles aspiraciones que se concentran en el ser humano y en la supremacía de Dios todopoderoso. Se opone por consiguiente a toda política o plan contrario a los intereses de las naciones. La victoria del bueno sobre el malo y la instauración de un sistema mundial justo son la promesa de Dios y de sus mensajeros, y constituye un objetivo común para los seres humanos de las diferentes sociedades y generaciones a través de la historia.

El advenimiento de ese porvenir depende del conocimiento de la creación y representa la fe en el corazón de todos los creyentes. El establecimiento de una sociedad global es, de hecho, el resultado de un sistema global común dirigido con la participación de todas las naciones del mundo en todos los niveles de la toma de decisiones y en progreso seguro hacia un sublime objetivo. Las capacidades científicas y técnicas, así como las tecnologías de la comunicación, han contribuido a la aparición de una comprensión común y amplia de la sociedad humana y han sentado las bases esenciales de un sistema común. Todos los intelectuales, pensadores y dirigentes del mundo tiene ahora el deber de asumir su responsabilidad histórica con la firme convicción de que es ése el camino correcto.

Deseo, por otra parte, insistir en el hecho que el liberalismo occidental, al igual que el comunismo, está en su ocaso porque no logró percibir la verdad del mundo y de la humanidad en su verdadera esencia. Impuso sus propias aspiraciones y su propia dirección a los seres humanos sin tener en cuenta los valores humanos y divinos, la justicia, la libertad, el amor o la fraternidad, redujo la vida a una intensa competición al servicio de los intereses materiales individuales y de grupo. Tenemos que sacar enseñanzas del pasado emprendiendo esfuerzos colectivos para enfrentar los retos actuales. Con esa perspectiva, y para concluir mi intervención, me gustaría atraer la amable atención de ustedes hacia dos puntos importantes:

Uno: Es perfectamente posible mejorar la situación mundial existente. Pero hay que señalar que sólo puede lograrse mediante la cooperación de todos los Estados para sacar lo mejor de las capacidades del mundo. Mi participación en esta conferencia se debe a mis convicciones en cuanto a estos importantes problemas y en cuanto a nuestra responsabilidad común en la defensa de los derechos de las naciones contra el sinistro fenómeno del racismo.

Dos: Ya comprobada la ineficacia de los actuales sistemas políticos, económicos y de seguridad internacionales, es necesario concentrarse en los valores divinos y humanos y en la verdadera definición de la humanidad, basada en la justicia y en el respeto de los derechos en el mundo entero, en la necesidad de reconocer lo que se hizo mal en la pasada gestión mundial, para emprender la adopción de medidas colectivas con el fin de reformar las estructuras existentes. En esa óptica, es esencial reformar rápidamente la estructura del Consejo de Seguridad, lo cual implica poner fin al discriminatorio derecho de veto y reformar el actual sistema financiero y monetario. Es evidente que la falta de comprensión del carácter urgente que revista la necesidad de cambio no tiene otro equivalente que los costos, muchos más importantes, de cualquier aplazamiento de esos problemas.

Queridos amigos,

Avanzar hacia la justicia y la dignidad humanas es como seguir la rápida corriente de un río. No olvidemos la esencia del amor y del afecto. El radiante porvenir del ser humano es un bien precioso que puede contribuir a nuestra causa al unirnos por la construcción de un mundo nuevo, pleno de amor, de fraternidad y bendiciones; un mundo sin pobreza ni odio, merecedor de la bondad renovada de Dios todopoderoso y de la justa dirección del ser humano perfecto. Unamos todos amistosamente nuestras manos cumpliendo con la parte que nos toca para concretar ese mundo mejor.

Traducción Red Voltaire

por HV.