Las negociaciones para el establecimiento de un Tratado de Libre Comercio de EEUU con Perú, Ecuador y Colombia se iniciaron manteniendo en secreto las propuestas de Washington, lo que cuestiona el proceso desde su primera ronda.
La policía reprimió salvajemente a los manifestantes e incluso a periodistas independientes.
Los gobiernos de Perú, Ecuador y Colombia en Cartagena de Indias, iniciaron las negociaciones con Estados Unidos de un Tratado de Libre Comercio (TLC), tras el reiterado fracaso de Washington por imponer el Alca.
A pesar del despliegue publicitario y la trascendencia de las cuestiones en juego, que afectarán integralmente a la economía y a las sociedades de los tres países, los asuntos fundamentales de las negociaciones fijados en las propuestas del Departamento de Comercio de EEUU, se han mantenido en secreto, por expresa disposición del gobierno del presidente Bush. El hecho denuncia la negativa al escrutinio público de sus pretensiones y la subordinación de las delegaciones de los países andinos a sus imposiciones, dibujando un cuestionable mal comienzo.
Venezuela y Bolivia, a pesar de conformar el mismo bloque comercial, la Comunidad Andina, no participan en las rondas promovidas por EEUU, lo que expone contradicciones y como el coloso del norte abre fisuras en el proceso de integración regional.
El secreto, que ha dominado el inicio de la primera ronda del TLC, está asociado a los ataques que su configuración implica al proceso de integración que en 1969 dio origen al Pacto Andino con la participación de Chile, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela, que pese haber sufrido la deserción de Chile bajo la dictadura de Pinochet, ha contribuido significativamente al incremento del comercio interregional, favoreciendo la interconexión por el mercado de sus sectores productivos.
En la actualidad la Comunidad Andina, constituye un avanzado sistema de integración comercial, que será demolido con la intervención de una economía de gran escala con niveles de productividad decenas de veces superiores a los de los tres países en su conjunto, lo que amenaza la estabilidad de sus aparatos productivos que operan para la demanda interregional y de su participación en sus propios mercados, a cambio de la posibilidad de participar en el de EEUU en evidentes condiciones de extrema desigualdad.
La imposición de EEUU de que todos los sectores entren en la negociación, advierte los peligros que se ciernen sobre las áreas productivas que trabajan para los mercados locales que en su mayoría absoluta no tienen término de competencia con las mercancías estadounidenses. De igual forma pone en riesgo a las importaciones de los otros países del continente, como las provenientes del Mercosur, Europa, Asia y el mundo en su conjunto, a favor de las corporaciones de EEUU.
Ramas del extenso árbol de problemas de las negociaciones aparecieron en las manifestaciones de repudio al TLC que se extendieron por Colombia, las que incluyeron un foro de organizaciones sociales en Bogotá contra el tratado y sus denuncias de que implicará la liquidación de la producción nacional, una mayor pobreza para los pueblos y la eliminación de su soberanía económica, como ha ocurrido en México y empieza a suceder en Chile.
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