De los 70 al fin de la guerra fría [1]
Los años setenta del siglo XX marcan un punto de no retorno en la reconstrucción del orden capitalista. Su desarrollo no puede ser integrador. La exclusión social, económica y política es parte de su estructura. Las batallas de los trabajadores abriendo espacios democráticos y conquistando derechos laborales y civiles se truncan y sufren un proceso de involución que continua abierto. Sólo por razones ideológicas en tiempos de la guerra fría, en el mundo occidental, se realizan concesiones a fin de contrarrestar la influencia de los partidos obreros y la fuerza del socialismo y el comunismo en lo político y social.
Al concluir la segunda guerra mundial, el enemigo para la nueva civilización judía, apostólica, romana y católica dejo de ser el nazi-fascismo. El peligro real, vuelve a ser el socialismo, la revolución proletaria y los partidos de izquierda. Si por un breve período en la historia del capitalismo, la lucha contra el holocausto, suscita la unión de voluntades, ese espejismo se desvanece, tras el juicio de Nuremberg. En el siglo XXI la recuperación de las prácticas económicas del Reich, la economía de mercado, permite su renacer sin necesidad de la esvástica. La economía de mercado se impone con su ideología de la globalización destruyendo la quimera del capitalismo como un sistema de integración social, pleno empleo y redistribución de la riqueza. Asimismo se evapora en el aire la ideología socialdemócrata que la sustenta.
Si la lucha contra el nazi-fascismo es un instante de sensatez, el triunfo sobre las fuerzas del Eje desata la locura en el orbe capitalista. La presentación ideológica del nazi-fascismo como una degeneración de modernidad y no como parte integral de su desarrollo es el máximo exponente de esta corrupción de la historia [2]. Una interpretación ad-hoc unirá fascismo, socialismo, nazismo y comunismo. Tardará décadas en acoplarse; pero se consigue gracias a los millones de dólares invertidos y los muchos ideólogos dedicados a imponerla.
Violencia, muerte, y campos de concentración se asocian a la disidencia, los Gulag, la revolución bolchevique y los comunistas. Se trata de dar vida a una explicación del socialismo fundada en la destrucción de la persona, la inteligencia, la iniciativa privada y creadora de la vitalidad humana. La Unión Soviética y desde 1949 China son junto a sus llamados satélites, los enemigos de las libertades y del mundo occidental. Mundo que pasa a representar los valores de la cultura y civilización cristiana frente al comunismo ateo, icono de la muerte [3].
Este relato construye un capitalismo sin explotación ni desigualdad cuyo éxito se debe al buen hacer del mercado y del acceso de los trabajadores al consumo de bienes. Quien sintetiza esta postura es W.W. Rostow, asesor de Kennedy y redactor por petición del departamento de Estado y del presidente de la obra básica de la ideología del desarrollismo: Las etapas del crecimientos Económico un Manifiesto no Comunista. Y de esta forma Marx-y Engels- terminan teniendo una idea algo desilusionada del obrero industrial con el que contaban para hacer realidad su dialéctica: el trabajador se conformaba con un poco de progreso bastante estable; tenía la sensación de que las cosas estaban mejorando para él y para sus hijos y de que en general, estaba recibiendo una parte justa de lo que producía la sociedad en su conjunto; estaba dispuesto a luchar por lo que él deseaba dentro de las reglas de la democracia política, en un sistema de propiedad privada; tendía a identificarse con su sociedad nacional más que con el mundo abstracto de obreros industriales supuestamente oprimidos de todos los lugares; estaba dispuesto, a pesar de los conflictos y de la falta de equidad, a vivir con sus semejantes, los hombres, en lugar de conspirar para asesinarlos. Y es ahí donde comienza la historia de Lenin y del comunismo moderno [4].
A pesar de esta visión maniquea, las clases sociales explotadas del mundo occidental ven en el socialismo y el comunismo, una respuesta a sus problemas y luchan por superar las estructuras de explotación capitalista. En este contexto, la revolución anti-colonial en Asia, África y América latina toma cuerpo en movimientos de liberación nacional durante las décadas cincuenta y sesenta del siglo XX.
El capitalismo emprende su cruzada. La guerra de Vietnam y el mayo francés en 1968 son puntos de inflexión. Hay un cambio en los análisis realizados por la derecha y la izquierda sucumbe ante la socialdemocracia que arremete con fuerza en Europa occidental buscando la domesticación política de los partidos comunistas cuando no su desarticulación [5]. Tampoco la izquierda radical supo enfrentar el debate y se vio sumida en una fuerte crisis de identidad. Por otro lado, los partidos comunistas con influencia teórica y política, el francés, italiano y mas tarde el español tras la muerte de Franco, prefieren las mieles del poder institucional y disfrutar de sus regalías, antes que aplicarse a la lucha anticapitalista, ello acaba por disolver su identidad.
Mientras tanto, en América latina la izquierda sufre suertes contradictorias. Brasil inaugura la época de las dictaduras de la seguridad nacional en 1964. Su izquierda es llevada a la clandestinidad, la muerte y el exilio. México, país que nunca sufrirá una dictadura desde su revolución en 1910, ve como la matanza en la rebautizada plaza de Las Tres Culturas en octubre de 1968 cuestiona la institucionalidad de la revolución. Ese mismo año dos acontecimientos, uno en Perú y otro en Panamá, transforman la historia de las intervenciones militares en la región. Por primera vez unas fuerzas armadas intervienen para derrocar gobiernos oligárquicos y buscan apoyos en la izquierda acosada y clandestina.
Omar Torrijos y Velasco Alvarado serán sus representantes. En 1970, Salvador Allende gana en Chile las elecciones presidenciales y una coalición de partidos políticos marxistas, junto a cristianos y laicos podrán gobernar el país, hasta el golpe de Estado de septiembre de 1973. Es la experiencia de democracia radical mas importante vivida en la región en la primer lustro de los años setenta [6]. Posteriormente el Cono Sur sufre el embate de las tiranías. Argentina, Uruguay, Brasil, Chile, Bolivia y Paraguay. Muerte, represión y exilio. La operación Cóndor de lucha anti-comunista expresa la unidad de las tiranías [7].
En países donde la izquierda política es legal o semi-clandestina y tiene una presencia limitada en esferas universitarias e intelectuales, es reprimida cuando traspasa las cotas de lo tolerable y se adentra en la acción directa, en el trabajo sindical y de organización obrera. Si su presencia se hace notar es atacada sin contemplaciones hasta la desaparición de sus militantes. La guerra sucia, forma parte de esta política desarticuladora de la izquierda política en la región.
Nombres como Carlos Andrés Pérez, José Figueres, Luis Echeverría, Frondizzi, Pacheco Areco, Bordaberry, Siles Suazo, Balaguer, Jorge Alesandri, Belaúnde Terry, Arnulfo Arias, Lleras Restrepo, López Michelsen, incluido Óscar Arias de Costa Rica, Velasco Ibarra todos presidentes electos y constitucionales consintieron la tortura a militantes de izquierda y practicaron la guerra sucia anti-comunista en sus respectivos países. Costa Rica y Venezuela viven la farsa. Colombia un Estado de sitio permanente hasta fines del siglo XX. En República Dominicana Balaguer domina a sus anchas.
La represión constante y el exilio es la norma. En Centroamérica las tiranías son hegemónicas y las guardias nacionales y los ejércitos reprimen todo movimiento democrático. La izquierda esta fuera de la ley y su lucha es clandestina . La revolución sandinista rompe esta dinámica a fines de los años setenta. En Paraguay el General Stroessner controla el país desde 1954 y la represión sobre la izquierda política perdurara hasta bien entrados los años ochenta del siglo XX. En Ecuador la lucha anticomunista de Velasco Ibarra, se mezcla con dictaduras militares. La izquierda casi siempre en la clandestinidad tiene poco desarrollo, La elección del presidente Roldós en 1979 abre la esperanza; pero su muerte en accidente de aviación en extrañas circunstancias en 1981 hace retroceder la izquierda a los tiempos del oscurantismo anti-comunista. Esa es la tónica general en la mayoría de los países de América latina [8].
Para los intelectuales orgánicos de los partidos comunistas de los países occidentales la revolución y la toma del poder político había dejado de ser un objetivo. Los problemas de la izquierda europea tienen otros horizontes: el eurocomunismo, la alianza con la socialdemocracia, el apoyo a la disidencia en los países del Este y el distanciamiento con los movimientos de liberación nacional en los países del tercer mundo. Una reconversión de fondo y forma.
Se reformula la teoría del partido, la militancia y la acción política, y se cuestiona la perspectiva del mundo construido bajo las estructuras de explotación. Así, la lucha anti-imperialista y las banderas de la liberación nacional se abandonan por un lenguaje menos comprometido. Lentamente se produce un acercamiento en los países occidentales del mundo libre. Sus partidos políticos institucionales, realizan un nuevo pacto de Estado [9].
Derecha, izquierda y socialdemocracia configuran un partido transversal cuyo principio supone la aceptación de la economía de mercado sobre el fundamento de los valores de un sistema asentado en un Estado liberal y social de derecho. La izquierda anti-pacto queda fuera pasando a ser denominada izquierda extra-parlamentaria. Los partidos comunistas se institucionalizan, pierden sus principios y su ética. Es la izquierda domesticada, y el fin de la lucha anti-imperialista y anticapitalista. Ese fue el camino seguido en Europa occidental y confluye con el emprendido años mas tarde en América latina.
Jorge Castañeda con su Utopía desarmada representa esta concepción ideológica [10].
Reivindica una articulación al orden político por la vía de la creación de una socialdemocracia al estilo europeo con la desarticulación de la izquierda política transformadora y anticapitalista en América latina. Construir gobernabilidad apoyada en fuerzas políticas proclives a las nuevas formas de acumulación de capital dependientes de la división internacional del trabajo, los mercados y la producción y del proceso de las formas de explotación y colonialismo global.
Así, los países de América latina entraron en una dinámica de involución política. Se pierden espacios de participación ciudadana y derechos sociales adquiridos en dos siglos de luchas sindicales y políticas. Los golpes de estado ya no buscan reconstruir el poder tradicional, fundan un nuevo orden. Las fuerzas armadas se enfrentan ideológicamente a los partidos políticos de la derecha tradicional y crean las bases para un sistema donde todo debe ser nuevo. La izquierda política es desarticulada. En los años ochenta América latina se ve inmersa en la marea de la contrarrevolución. Un lenguaje ad-hoc allana la transición de un capitalismo keynesiano a una economía de mercado.
Conceptos como gobernabilidad, flexibilidad laboral, racionalidad y eficiencia, corrupción pública, recursos humanos, liberalización, privatización, descentralización, fondos privados de pensiones, falsa sustitución de importaciones, reconversión industrial, desregulación, crisis del Estado, de la izquierda, de las ideologías, de la historia, del comunismo o del socialismo se tornan comunes en el vocabulario de los políticos y los medios de comunicación. Un conjunto de categorías y planteamientos teóricos emergen a medida que el poder los necesita para cubrir su agenda. La nueva derecha se apropia de la realidad en un contexto donde la lucha anti-imperialista y la revolución disminuye sus adeptos tras años de propaganda anti-comunista y la caída del muro de Berlín. Poco queda de la visión romántica de los años sesenta de la izquierda revolucionaria, el Che Guevara, la guerrilla, crear un, dos, tres Vietman y el mayo francés.
Los procesos políticos de hondo calado como la Revolución Sandinista en Nicaragua sufren el desgaste de una novedosa estrategia lanzada por los Estados Unidos: las guerras de baja intensidad (11). Nicaragua se transforma en un campo de batalla ideológico-político donde la nueva derecha, con Reagan en el poder, plantea la total destrucción de la izquierda emergente en Centroamérica y de los movimientos populares. Su experiencia debe ser aniquilada, de lo contrario se propagaría por el mundo desestabilizando el equilibrio entre bloques. La izquierda podría retomar fuerzas y cambiar la correlación de fuerzas.
El desembarco en la Isla de Granada por los Marines de los Estados Unidos fue el comienzo de la acción de guerra que continúa con la invasión de Panamá en diciembre de 1989 y no termina hasta la total desestabilización del gobierno Sandinista de Nicaragua, la financiación del ejercito Contra y el apoyo a la oposición en las elecciones de 1991, bajo la egida de Violeta Chamorro [11].
Todo un proceso desestabilizador estuvo destinado a evitar el renacimiento de una izquierda política en América latina con nuevos valores y perspectivas en las formas organizativas. Desde 1979 hasta 1991 con la derrota electoral de los sandinistas, los Estados Unidos financian la contrarrevolución. Su éxito, por méritos propios y ajenos significa un duro golpe a la izquierda latinoamericana.
Es la última experiencia por la vía armada que se dará en la región durante la guerra fría [12].
Años 80 y 90: panacea del neoliberalismo y la izquierda anti-globalización
La refundación del orden neo-oligárquico se realiza desarticulando a la izquierda política y social, ademas de ejercer una fuerte represión sobre la sociedad civil. El cierre de espacios para la acción reivindicativa y la clausura de los derechos civiles evidenció una nueva etapa del capitalismo en América latina. Los cambios sociales transforman el quehacer de los partidos y las organizaciones en el ámbito de lo político.
Los años ochenta son claves para entender el nacimiento de formas de protesta social que acompañan una redefinición estratégica de la izquierda latinoamericana. Por una parte el discurso neoliberal se afianza y proyecta una imagen sobre la cual se solicitan esfuerzos comunes. La mayoría de los países son gobernados por coaliciones o por partidos políticos cuyos fundamentos no difieren en sus líneas estratégicas.
Desde México hasta Chile, existe un denominador común: la economía de mercado, la reconversión industrial, la privatización e inserción al llamado proceso de globalización. Acuerdos y tratados de libre comercio, apertura comercial y financiera, fin de los aranceles y flexibilidad en el mercado laboral, acompañan la reforma del Estado. Un conjunto de medidas, se dirá, para salir del subdesarrollo. Una panacea donde se promete un mundo feliz. La euforia se apodera de las élites económicas y políticas en el poder, borrachas de su victoria sobre el comunismo [13].
Mientras tanto, la izquierda sufre depresión y crisis de identidad. Solo resiste. La capacidad de enfrentamiento al neoliberalismo no se acompaña de proyectos ni programas. Las alternativas se congelan y la izquierda política entra en periodo de pesimismo acompañado de una crítica auto-destructiva y fuera de lugar.
Otro acontecimiento favorece el discurso neoliberal. Las fuerzas armadas retornan a sus cuarteles y dejan el poder formal, la modernización neoliberal viene de la mano de gobiernos cuya legitimidad en las urnas le confiere un grado mayor de credibilidad política. Se acercan países que en los setenta no podían ser comparados. Chile, México, Argentina, Brasil, Perú, Bolivia o Costa Rica [14]. Desde Alwyn y De la Madrid hasta Alan García y Sánchez de Lozada, Collor de Mello y Óscar Arias gozan del reconocimiento institucional para emprender las reformas. Ya nadie puede dudar de los beneficios de una economía de mercado que se construye sobre la libertad política y la democracia representativa [15].
Sin embargo, la resistencia en los años setenta y ochenta a las reformas neoliberales dan como resultado la emergencia de movimientos sociales con nuevas señas de identidad. Son la contrapartida a una izquierda expulsada de los espacios públicos, declarada ilegal y muy mermada. Durante este período cobran un protagonismo nunca visto en América latina. Los movimientos pro-derechos humanos, las madres de la plaza de Mayo, de género, culturales, étnicos y ecológicos.
Brasil con el movimiento contra la Carestía de la vida, la reposición salarial y la amnistía son el primer antecedente. Lula su dirigente desde 1975.
El cambio se ha producido. Las transformaciones en las estructuras sociales y de poder afectan a la clase dominante, cuyas élites construyen formas de dominio y explotación desplazando a la burguesía desarrollista y sus sectores nacionalistas. Se desarticulan las relaciones socio-laborales, industriales y de negociación colectiva y se produce un ataque concéntrico al movimiento obrero tradicional.
Los sindicatos se ven afectados y con ello los partidos de la izquierda tradicional. Los movimientos sociales asumen un mayor rol frente a los partidos de la izquierda preocupados por mantener viva su militancia. Ello creo un espejismo: la sustitución de los movimientos sociales por los partidos políticos, abriendose un falso debate que enfrenta a movimientos sociales versus partidos políticos. Muchos ven en los movimientos sociales una propuesta alternativa para la creación de una nueva izquierda. Se olvida que hay movimientos sociales de derecha y reaccionarios y que en los populares se reproducen los mismos problemas que en cualquier organización. Los comportamientos autoritarios, corruptos o sectarios no son privativos de los partidos políticos.
La mitificación confunde sus reivindicaciones con la constitución de un proyecto político al poder y el orden neo-oligárquico.
La ilusión neoliberal tiene su máximo exponente con el Merco-Sur y el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos México y Canadá. Todos quieren participar de la fiesta. Pero con ellos aparecen los primeros síntomas de agotamiento y de promesas incumplidas. Venezuela abre el descontento. El 28 de febrero de 1989 Carlos Andrés Pérez, en su segundo mandato, impulsa las reformas y las políticas de ajuste acordadas con el Fondo Monetario y el Banco Mundial, provocando el descontento.
El estallido social conocido como el Caracazo, se produce en todo el país y deja mas de 1.500 muertos por represión del ejercito en los barrios populares. Es el comienzo del fin. Luego en todo América latina se amplia el malestar. El neoliberalismo no cumple y el resultado es contrario a lo esperado. La crisis en Argentina en 2001 con el gobierno De la Rua es el máximo del fracaso neoliberal. Sin embargo deja en evidencia una izquierda sin rumbo y sin propuesta alternativa.
Las tiranías de los años ochenta han mutado en gobiernos civiles. Con los militares en los cuarteles y la izquierda sin alternativa, las protestas son convulsas, aunque anuncian nuevos rumbos. Una excepción lo constituye Brasil. Desde el golpe de Estado de 1964 la izquierda política y social seguirá un camino diferente. La lucha sindical y la emergencia de movimientos sociales contra la carestía de la vida y la amnistía entre los años 1973 y 1974 durante los mandatos de Garrastazú Médici y de Ernesto Geisel producen un resurgir de las luchas sociales después de los primeros años de fuerte represión: Castelo Branco (1964-1966) y Costa e Silva(1967-1969).
Las huelgas en plena tiranía potencian la figura de Lula. Será durante el último gobierno militar de Joao Batista Figueiredo (1979-1985) cuando se consolide la propuesta de crear un Partido de los Trabajadores. La carta de principios de l 1 de mayo de 1979 es clara: la idea de formación de un partido exclusivo de los trabajadores es tan antigua como la propia clase trabajadora. En una sociedad como la nuestra, basada en la explotación y en la desigualdad entre las clases, los explotados y oprimidos tienen la necesidad permanente de mantenerse organizados por separado, para que resulte posible ofrecer resistencia a la desenfrenada sed de opresión y de privilegios de las clases dominantes.
Y concluye El PT no pretende crear un organismo político cualquiera. El partido de los trabajadores se define programáticamente como un partido que tiene como objetivo terminar con la relación de explotación del hombre por el hombre. El PT se define también como un partido de masas populares... El PT afirma su compromiso con la democracia plena ejercida directamente por las masas, pues no hay socialismo sin democracia, ni democracia sin socialismo. Estas señas de identidad quedan patentes en su manifiesto del 10 de marzo de 1980: los trabajadores quieren organizarse como fuerza autónoma.
El PT pretende ser la expresión política real de todos los explotados por el sistema capitalista. Somos un partido de los Trabajadores, no un partido para ilusionar a los trabajadores. Queremos la política como actividad propia de las masas que desean participar legal y legítimamente. El PT quiere actuar no sólo en los momentos de las contiendas electorales, sino principalmente en la práctica cotidiana de todos los trabajadores, pues únicamente así sera posible construir una nueva forma de democracia, arraigada en las organizaciones de base de la sociedad, y cuyas decisiones sean tomadas por la mayoría [16]. En Brasil, salvo el Partido comunista que se divide y mantiene su división en la actualidad, la izquierda política confluye desde la dispersión en una organización con dirección única. Pero la experiencia se muestra irrepetible.
Otra historia la representa el Frente Amplio en Uruguay, cuya fundación en 1971 expresa una coalición de fuerzas políticas cuyos cambios y trasformaciones han mantenido su estructura aunque han ido variando sus integrantes. Su triunfo en 2004 debe leerse bajo la crisis institucional del Estado uruguayo y el fuerte impulso para un cambio social identificado en una coalición política con arraigo en el país donde participan desde la izquierda tupamara hasta liberales y progresistas cuyo eje de unión lo constituye su lucha contra la tiranía y en defensa de la democracia y los derechos humanos.
Por el contrario, el triunfo en 1998 Hugo Chávez Frías en Venezuela en 1998 muestra el nacimiento de una propuesta articulada sobre la crisis de legitimidad del orden político y sus instituciones, entre ellos los partidos políticos tradicionales y de una izquierda domesticada que en los años noventa no duda en ponerse al lado de AD y Copei. Teodoro Petkoff y su Movimiento por el Socialismo (MAS) es el caso emblemático, ya que termina apoyando el golpismo contra el presidente Chávez y el Sí revocatorio en el referéndum de agosto de 2004. Sin embargo, el triunfo de Chávez se debe a la plataforma Movimiento Bolivariano 200, perseguida y semi clandestina en sus orígenes (1994) que lentamente gana adeptos, decidiendo en su Asamblea de Valencia de 19 de abril de 1997 participar en las elecciones de 1998.
Posteriormente, en el año 1999, durante el periodo de la Asamblea Constituyente se articula como Movimiento V República. Desde 2001, se decide relanzar el MB200 por medio de los círculos bolivarianos buscando trascender los partidos que apoyan el gobierno [17]. Así, Venezuela muestra como una parte de la izquierda se rezaga y se alía a la derecha. Algo similar ocurrirá en Bolivia con el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) cuyo dirigente Paz Zamora se coaliga con el dictador Hugo Banzer para ser gobierno. Ello supone la desfiguración total de la izquierda política.
El último decenio del siglo XX deja un mapa polít
ico en América latina sin tiranías. Haití se suma con la caída de Duvalier y el triunfo de Aristide [18]. Centroamérica entra en el llamado proceso de Paz y su izquierda, alzada en armas, redefine su estrategia en parámetros institucionales. En todo el continente se vive un período de reinserción y acomodo en condiciones de subordinación. La izquierda a pesar de jugar un papel determinante en los procesos democráticos retrocede y asume la auto-crítica proveniente de la nueva derecha y el neoconservadurismo quienes fijan el debate y la agenda. La globalización, la moder nización y la gobernabilidad, junto a la economía de mercado y las reformas básicas en el ámbito del Estado son puntos innegociables. La izquierda conversa acepta.
Un caso atípico es Colombia donde una izquierda perseguida y en condiciones de fuerte represión no ha sufrido todavía un deterioro tan grande. Además cuenta con una arraigada guerrilla que lleva mas de treinta años de lucha. La violencia se expresa en forma pre-política y el poder sigue la lógica de liberales y conservadores por mas de dos siglos. El asesinato de dirigentes sindicales y políticos de la izquierda impide cualquier trabajo en el medio y largo plazo en un país donde las fuerzas armadas controlan el proceso real de toma de decisiones y los grupos para-militares son un ejercito eficiente para eliminar la izquierda política y social. En este paisaje sucinto, la izquierda sobrevive dentro de una política de aniquilamiento total.
Mientras la izquierda en Colombia sufre las condiciones de un estado de guerra permanente, el neoliberalismo se implanta al igual que en otros países. Sin embargo, el gran espejo donde todos miran su futuro es México. El tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá es un referente. El Gobierno de Salinas de Gortari presagia un siglo sin convulsiones y el fin de las miserias. En medio del discurso triunfalista y casi al fin de su mandato, el 1 de enero de 1994, la insurrección del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional viene a contradecir la lógica neoliberal. Su irrupción en el escenario político trastoca el devenir de la izquierda en México y en América latina [19].
El EZLN se configura en un referente contra el neoliberalismo y en defensa de la humanidad. Su propuesta y su convocatoria cobra vigor en un contexto donde el lenguaje, la alternativa y los contenidos suponen un cambio radical en la manera de actuar y de pensar. Nace una concepción diferente de la revolución, el poder, la acción política, la lucha armada, los partidos, la relación sociedad civil y organización política. La rebeldía se organiza y se convoca a participar en la construcción de una nueva sociedad donde quepan todos y la democracia sea un mandar obedeciendo. Desde hace once años el EZLN es el corazón de la izquierda latinoamericana y un referente teórico para el debate.
De allí los intentos de silenciar su propuesta. Para la izquierda institucionalizada se convierte en un problema. Supone cuestionarla y al mismo tiempo poner en evidencia sus métodos y sus articulaciones con el poder. No debe extrañar que su relación sea difícil con el Partido de la Revolución Democrática (P.R.D.) quien pretende arrogarse la representación de la izquierda mexicana.
En cada país latinoamericano una parte importante de la viaje militancia de izquierda emprende un viaje sin retorno abandonando principios y valores. El anti-imperialismo y anti-capitalismo dejan de ser señas de identidad. La transformación supone momentos críticos donde la izquierda social y política dejan de confluir. Perú ve como Izquierda Unida pasa de ser una alternativa de poder con Henry Pease a convertirse en una caricatura de si misma facilitando el triunfo de Fujimori, hoy va a la saga de Toledo. En Chile, el Partido Socialista reúne en su interior los restos de partidos de la Unidad Popular menos el partido Comunista crítico a la convergencia y su política de acuerdos con la derecha para salvaguardar el proceso de transición [20].
En este breve recorrido por los principales acontecimientos que han marcado la historia de América latina en el último tercio del siglo XX y principios del siglo XXI, nos encontramos con la muerte de la izquierda política tradicional y la emergencia de una nueva izquierda que busca su lugar con nuevos actores y sujetos sociales. Bolivia y el MAS o las reivindicaciones de autonomía de los pueblos indios son parte de esta configuración. Con sus diferencias y sus peculiaridades la izquierda latinoamericana se recompone en los extramuros. Aparece como anti-sistémica [21].
Sus referentes son las grandes mayorías excluidas y explotadas. Los marginados del campo y la ciudad. Sus luchas y reivindicaciones se articulan al interior de sociedades fuertemente excluyentes y represivas.
Sus actuaciones se muestran en todos los espacios macro y micro estructurales y responden a la defensa de lo nacional popular y lo nacional- estatal. Por ello se oponen a la desnacionalización y la venta de las riquezas básicas a manos de empresas extranjeras. Hoy la izquierda latinoamericana recupera su identidad sobre un anti-imperialismo nacionalista afincado en la lucha por la liberación nacional, el socialismo y la democracia [22].
[1] Artículo especial para el N° 12 de la Revista Barataria. La Paz Bolivia
[2] Véase Bauman, Zygmunt: Modernidad y holocausto. Sequitur, Madrid, 1997
[3] Véase Stonor, Frances: La CIA y la guerra fría cultural. Debate. Madrid 2002
[4] Rostow, W. W. : Las etapas del crecimiento económico. Un manifiesto no comunista. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Madrid 1993. pp 220 y 221
[5] Véase: Williams, Felicity: La internacional Socialista y América latina.
Una Visión Crítica. Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco, México, 1984
[6] Para todo este período consulte la obra colectiva: América latina Historia de Medio Siglo: González Casanova, Pablo: Coordinador. Siglo XXI, México. 1979. 2 vol
[7] Para todo este período y la estrategia reseñada consultar la obra de Garces. Joan: Soberanos e intervenidos. estrategias globales. Americanos y españoles. Siglo XXI, España, 2000
[8] Véase: González Casanova, Pablo (Coordinador): Historia del movimiento obrero latinoamericano. 4 Vol. Siglo XXI, México 1985
[9] Véase: Carillo, Santiago: Eurocomunismo y Estado. Crítica, Barcelona 1977
[10] Jorge Castañeda toma los argumentos de su utopía desarmada de quien fuera director de Asuntos latinoamericanos y del caribe en el congreso de Seguridad Nacional desde 1977 hasta 1981, Robert Pastor, quien publica con anterioridad : EL remolino: política exterior de Estados Unidos hacia américa latina y El Caribe. Publicado en castellano años mas tarde en la Editorial Siglo XXI México 1995
[11] Véase: Bermúdez, Lidia: Guerra de baja intensidad. Reagan contra Centroamérica. Siglo XXI, México 1987
[12] La mejor obra sobre la Revolución Sandinista , asi como sobre los movimientos populares en Centroamérica son: Vilas, Carlos: Perfiles de la Revolución Sandinista. Premio Casa de las Américas, 1984, La Habana Cuba y Camacho, Daniel y Menjivar, Rafael: Movimientos populares en Centroamérica. Educa, Costa Rica 1985. Puede verse también: Cabezas, Omar: La montaña es mas que una estepa verde. La habana Cuba
[13] Para una comprensión consultar la obra: EL Ladrillo: las bases de la política económica del gobierno militar chileno. Prologo de Sergio de Castro. Centro de Estudios Políticos. Santiago, 1992
[14] Véase: VV.AA. El desafío Neoliberal. Editorial Norma, México 1994
[15] Para una visión crítica consultar la obra: González Asanova, Pablo y Roitman Rosenmann, Marcos (Coord): La democracia en América latina. Actualidad y perspectivas. La Jornada UNAM, México 1994
[16] Harnecker, Marta: El sueño es posible. PT. Mepla, La Habana, 1994
[17] Hugo Chávez Frías. Un hombre un pueblo. Entrevista de Marta Harnecker. Gakoa. Bilbao. 2002
[18] Véase: Pierre Charles, Gérard: Haití: pese a todo la utopía. Siglo XXI, México, 1999
[19] Para una compresión del sentido del EZLN pueden consultarse: EZLN: documentos y comunicados 3 Vol. editorial ERA, México. La Guerra por la palabra. Editorial Rizoma. México 2002. Hernández Navarro, Luis: Chiapas: la guerra y la paz. ADN. Editorial. México 1995. Michel, Guillermo: Votán Zapata. Rizoma. México 2001. Y en el N1 1 Revista Barataria: Almeyra, Guillermo. AMéxico lo que se mueve tras la calma aparente. Paginas 64-71 Bolivia
[20] Véase: Moulian, Tomás: Chile Actual. Anatomía de un Mito. LOM. Santiago 1977
[21] Véase: Roitman Rosenmann, Marcos: El pensamiento sistémico. Los orígenes del socialconformismo. Siglo XXI, México 2003
[22] Para la comprensión de la nueva alternativa y la izquierda véase la obra fundamental de González Casanova, Pablo: Las nuevas ciencias y las humanidades. de la academia a la política. Anthropos- UNAM. Barcelona. 2004
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