1 de abril de 2001
Esa mujer de casi sesenta años, de 162 centímetros de altura, envejecida, vestida con el medio luto de invierno que acostumbraba, entrando a la cárcel de la ONU en Holanda visitaba por segunda vez a su marido como presidiario.
La primera se situaba 110 días antes en una helada tarde del mes de abril de 2001, entrando en la bien defendida Prisión Central de Belgrado. Se la vio sin adornos amarillos en sus cabellos para que no le trajeran mala suerte. Fetichista, en su dedo anular el anillo de piedra de la luna tampoco había faltado a la cita porque "la Luna es un planeta que protege".
Un guardián la escoltaba, ayudándola a llevar una pesada maleta con ruedecillas transportando artículos imprescindibles: ropa, pijamas, medicinas, cepillo de dientes y, probablemente, otras cosas que alguien podría necesitar al encontrarse lejos de su casa. Se hubiera podido pensar que era el mínimo equipaje para cualquiera que emprendiera un viaje.
La valija estaba destinada para quien ya había estado más de 24 horas detrás de las rejas, cuyo laberinto consistía en fatigar los recintos espirituales y materiales de la incertidumbre.
Desde luego, esa visita particular en un extraordinariamente frío día primaveral, ni siquiera se habría notado si el preso no hubiera sido el ex presidente de la República Federal Yugoslava, Slobodan Milosevic y su primer visitante la ex Primera Dama Miriana Markovic. ¿Qué le habría deparado el horóscopo a esa mujer en aprietos, que creía en las estrellas para resolver lo que un gobierno o un ministro no podían?
Milosevic fue arrestado al alba del domingo 1 de abril de 2001, por presuntas infracciones de malversación de fondos, abuso de poder y resistencia a la autoridad. La historia abrió así un nuevo capítulo para 9 millones de habitantes de ese país europeo en medio de los Balcanes, incluyendo a Milosevic y su familia, sus hijos Marija y Marko, que fueron arrastrados a los lodazales de la deshonra.
Aunque los años de gobierno quedarían marcados por altibajos a través de las sacudidas entre crisis, conjuras y agresiones, el naufragio final era predecible. No había sido fácil asegurar su supervivencia como presidente y le fue imposible neutralizar el desmoronamiento. Postergando lo inevitable, pasó casi tres meses en la Prisión Central de Belgrado, sin alcanzar a doblegar el argumento de que si le otorgaban la libertad provisoria no había riesgo de fuga, y que entre sus planes no estaba buscar el exilio en el extranjero.
En ese contexto intervino el TPIY consiguiendo extraditarlo a su sede en La Haya. Fue saca-do de Belgrado en un helicóptero serbio hasta Tuzla, en Bosnia-Herzegovina, donde lo subieron a un avión militar británico que lo depositó en Holanda, al despuntar la madrugada del viernes 29 de junio de 2001.
La caída de la pareja fue inapelable. Ante todo electoral, pues la coalición de los partidos de Slobo (los socialistas del PSS) y Miriana (los neocomunistas del JUL) mordió la derrota en las urnas el 24 de septiembre de 2000 por el DOS, una alianza opositora que congregó al SPO de Vuk Draskovic, al DS de Zoran Djindjic, al GSS de Vesna Pesic y al PDS de Vojislav Kostunica. Milosevic intentó torcer el escrutinio, convocando a una segunda vuelta para el 8 de octubre siguiente.
La movilización popular le cerró el paso tomando el Parlamento el 5 de octubre, empujándolo a dimitir solemnemente el 6 de ese mes en una alocución televisiva. Conservó el liderazgo de su desprestigiado partido, mediante un congreso extraordinario celebrado en diciembre de 2000, pero no pudo soportar el peso de los cargos provenientes del TPIY, que forzaron su arresto del 1 de abril de 2001.
Su entrada en la prisión de Belgrado puso en evidencia que tergiversó la promesa de no entregarse vivo. La decisión de extraditarlo tres meses más tarde a La Haya, reflejó el impacto demoledor de las gravísimas violaciones a los derechos humanos de las que se lo responsabiliza. Una resolución del Tribunal Constitucional de la Federación Yugoslava bloqueando su deportación, fue barrida por el gobierno serbio encabezado por Zoran Djindjic quien, con el apoyo de 21 de sus 23 ministros, no consultó al presidente yugoslavo Vojislav Kostunica, arrojando a Milosevic a la jurisdicción penal dispuesta por las Naciones Unidas.
Carla del Ponte, la fiscal del TPIY, tiene registrado a Milosevic en sus actas por "instigar, planificar, ejecutar y ayudar" brutales violaciones a los derechos humanos de albanokosovares, croatas y musulmanes bosnios entre 1991 y 1999.
Miriana no es ajena intelectualmente a que su marido, en el afán de construir la Gran Serbia, haya sido el artífice "de una empresa criminal colectiva", presunto culpable de medio millón de homicidios, entre ellos millares de ancianos y niños. La lista de sus víctimas la completan miles de deportados, torturados, ejecutados, añadiéndose decenas de miles de mujeres abusadas sexualmente, y el arrase de viviendas y edificios de interés cultural. En el horizonte judicial se distingue la pena máxima: cadena perpetua.
7 de septiembre de 1944
Miriana Markovic nació el 10 de julio de 1942 en los suburbios de Pozarevac, un pueblo de la parte central de Serbia, donde también vino a este mundo Slobodan Milosevic el 29 de agosto de 1941. Allí se conocieron, cuando ella tenía 16 años, y el destino los mantendría unidos hasta que la cárcel los separó.
El retrato de la mujer más poderosa de la historia serbia, cargada de riqueza, aparente felicidad y sucesos literarios tiene sus zonas grises. Ella misma se abocó a promover esos contrastes desde que irrumpió en los ambientes políticos y universitarios, a horcajadas de las décadas de los ochenta y de los noventa. Apodada "Baca" entre los íntimos, diminutivo de Miriana en serbio, antes había sido "Alicia en el país de las maravillas" por la sobreprotección que le brindaran sus abuelos maternos durante la niñez y la adolescencia.
Recibió elogios por Día y noche (Dani i Noci), parte de su diario íntimo anticipado por entregas en el semanario serbio Duga (Arco Iris), convertido en best-séller en 1994. Modeló una figura de feminista devota del hogar, entregada a su vocación militante y siempre rodeada de hombres. Las fotos captan su mirada angustiada y, muchas veces, con una llamativa flor blanca anidada en sus cabellos.
La mujer dirigente se distinguió por arropar hábilmente el nacionalismo serbio con un internacionalismo antinorteamericano, tendiendo un nuevo puente con la ex URSS, de la cual el patriarca yugoslavo, Josip Broz, Tito, supo alejarse distanciándose de José Stalin en 1948, justamente el 28 de junio.
La leyenda oficial insiste en que Miriana es una presa eterna de la melancolía. Incluso en su apogeo político, un velo hilado por un dolor profundo ha cubierto permanentemente sus rasgos. Ese manto contra el que han luchado en vano siquiatras a los que ha consultado con asiduidad, pasando incluso alguna temporada internada en un hospital para enfermedades nerviosas, no se ha despegado de su tumultuosa existencia política.
Las trágicas peripecias de su nacimiento prosiguieron en una sufrida niñez y adolescencia al cuidado de sus abuelos maternos. Desde ese período la embarga un anhelo insatisfecho: vincularse con algo intangible de su madre, quien murió en extrañas circunstancias dos años después del parto. La versión atribuida a Miriana sobre los dramáticos acontecimientos abre una brecha de misterio en Pozarevac, el pueblito donde continúan arcanos los secretos familiares.
El férreo hermetismo del aguerrido comunismo de los suyos no ha permitido, todavía, que emerja la verdad. En el abigarrado círculo áulico sobresalía su padre legal, Moma Markovic, que se unió a los partisanos, siendo por ello ungido héroe nacional después de la guerra, y que llegó a ser director general y redactor en jefe de Borba, un famoso diario de Belgrado. Lo secundaba su tío, Draza Markovic, reconocido como un notorio comunista, antes y después de la guerra.
Completaban el cerrado núcleo Vera Miletic, madre de Miriana, integrante del grupo de partisanos de Pozarevac, y su tía segunda, Davorjanka Paunovic, alias Zdenka, prima-hermana de su madre. Dragomir Miletic, padre de Vera y abuelo de Miriana, era hermano de Bisenija, madre de Davorjanka, la mítica secretaria personal de Tito durante la guerra, y que fuera su amante hasta su muerte, marcándolo sentimentalmente para el resto de su vida.
Con padres y tíos guerrilleros y comunistas luchando en la clandestinidad contra la ocupación nazi, también resulta épico el relato incompleto acerca del nacimiento de Miriana. Cuando la dio a luz, su madre era estudiante de literatura francesa y lenguas. La apodaban "Mira" como nombre de guerra, diminutivo de Miriana.
El parto se sitúa en un bosque cercano a Pozarevac, asistido por un joven estudiante de medicina, Moma Markovic, dado por padre del bebé. Separada de la madre, sin conocerse a ciencia cierta quién se hizo cargo de inmediato, correrán meses de sombras hasta que la niña quede en manos de sus abuelos maternos. Ascendida a secretaria general del Partido Comunista, en Belgrado, en agosto de 1943, Vera fue capturada por la Gestapo el 5 de octubre de 1943, un año y cuatro meses después del parto.
Fue torturada en el campo de concentración de Jajinci, en Belgrado, donde se registra su muerte por fusilamiento el 7 de septiembre de 1944, a tan sólo un mes de la liberación de la capital yugoslava por las tropas soviéticas. Tenía apenas 24 años.
El reconocimiento de la paternidad de Miriana por parte de Moma Markovic se concretó recién diez años después, y quien nunca confirmó su presencia en el parto, abriendo un signo de interrogación sobre la identidad de su verdadero progenitor.
El enigma se ensancha con la ausencia de Miriana a la ceremonia fúnebre que precedió al entierro de Moma, en agosto de 1992; el cual nunca quiso exculpar a Vera de los rumores que la ha-cían colaboracionista de los nazis, al ser aprehendida y torturada por la Gestapo. Tampoco esclareció si pudo ser arrancada de las garras del ocupante alemán por los partisanos, quienes se habrían negado a socorrerla por traidora. A su vez, perdura otro bronco entresijo.
No se sabe por qué Miriana no ha podido entablar relaciones normales con sus tres medio hermanas y con su medio hermano Branko, frutos de matrimonios posteriores de Markovic ahondando el abismo con quien es tenido por su padre.
Estas miserias familiares se inscriben en la tormenta de recelos que señalan a Markovic como testaferro del padre real de Miriana, que no sería otro que el propio Josip Broz, Tito. Al menos, ésta es la hipótesis que ha planteado Vidosav Stevanovic, en su biografía política de Slobodan Milosevic. En línea con su relato, el mujeriego Tito, amante de Davorjanka Paunovic, habría dejado embarazada a la prima-hermana de ésta y su gran amiga, Vera Miletic.
La madre de la niña le habría otorgado otra identidad, por las funciones del padre real y porque el vitalicio presidente yugoslavo vivió maritalmente con Davorjanka hasta la muerte de ella en 1946, sin dejar descendencia. Fue enterrada en el parque de Beli Dvor (Templo Blanco), la residencia oficial de Tito en el barrio de Dedinje en Belgrado, el antiguo palacio del reino unido de los monarcas de Serbia, Croacia y Eslovenia. Stevanovic resume que Miriana nació en el campo de concentración nazi de Jajinci, en los alrededores de Belgrado, donde la madre cautiva fue seducida por uno de sus verdugos, huyendo ambos a Alemania, rehaciendo sus vidas con otras identidades.
La narración confirma que la niña habría sido entregada a sus abuelos maternos. Su nombre significa, "la que aspira a la paz". Vera le dejó una carta fechada algún día de junio de 1944, donde dice: "yo espero que mi hija esté viva... quisiera que en recuerdo mío llevara una flor en su pelo en memoria de su madre... Siempre pensé en esa idea de que la flor pudiera ser una conexión, un pensamiento común más entre ambas...".
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