¡Clown-Estado, ministro mediocre, ira por las calles y corrupta Odebrecht!

Ningun gobierno, puede enfrentar un evento, como el acontecido ayer en Puente Piedra, que es 90% ira y 10% lógica.

Si a eso se agrega la feraz –mediocrísima- imaginación del ministro Carlos Basombrío, que ve terroristas hasta en la sopa, nos aproximamos al esplendor del clown-Estado.

Los miedos de comunicación también nos mostraron a forajidos y delincuentes vulgares a los que colocaron el mote de violentistas del terror o cosas por el estilo.

Vivimos en una sociedad republicana ociosa, mentirosa, ladrona. La insurgencia moral es un derecho urgente porque NO necesitamos mentirosos, ni ociosos y menos ladrones, de cuello y corbata, con camisetas de mil colores o con lemas desafasados, anacrónicos, palurdos, en tiempos que se desmorona un país carcomido hasta su última célula por el virus infeccioso y cancerígeno de la corrupción.

¿De qué gobierno municipal viene el tema de la delictiva Odebrecht? Aquél es el que quiere mantener los tratos pendencieros con la empresa brasilera, ergo, “está” atado de manos por el “contrato”. El libre tránsito es un derecho del ciudadano. No necesitamos de impuestos ciegos pero tampoco debemos soportar a mudos pícaros y desvergonzados.

El valor de la calle, la expresión espontánea de la multitud que intuye por dónde va el rechazo y lo expresa, es más grande que cualquier sambenito de “terrorismo” o monsergas por el estilo. Los generales de escritorio, de libracos o folletitos, los intelectuales de quiosco o de ONG bien financiada, sólo han producido instantes supremos de estupidez aguda. ¿O no hemos oído al ministro y sus tristes decires?

Las contradicciones son hoy por hoy económicas más que ideológicas. Pero en esas mismas antinomias hay energía insurgente, capacidad creadora e iconoclasta como para enterrar bajo 100 mil toneladas de concreto a la casta política y burocrática entera, sin excepción alguna.

¡Hasta los coimeros criollos, sus primos y parientes dentro y fuera del Perú, son pedigueños de sexta categoría! ¡Son mendicantes de sentina! ¡Recibir coimas por US $ 29 millones de dólares por US$ 16,000 millones de dólares en obras es apenas un 0.2% y si la ganancia fue de US$ 250 millones es un 12% de las utilidades. Entonces es ¡not big deal!

¡Gorgetas, nao mais! ¡Propinas, no más! (en portugués para ponernos a tono con los fautores del delito, Odebrecht).

¡Deberíamos “avergonzarnos” de nuestros delincuentes! ¡Son bufones y peseteros y son felices robando minucias! Y eso es bosta cultural. ¡Ni siquiera son buenos coimeando!

Hay un border que está siendo trasvasado mundialmente y es el border de la estafa, con las universidades, las redes y los populismos (Trump/Castañeda, localmente). Como dice Bauman, todo el mundo pasa a la cloaca cultural y los diálogos son cualquier cosa y no hablemos ¡de aromas!

El nivel de los miedos de comunicación enriquece la pobreza cultural y política de la gente común. En lugar de educar, estupidiza. Al hombre y mujer de la calle, le cae desde que amanece hasta que anochece sangre, crimen, bajos fondos, violaciones, acuchillamientos con herramientas descritas morbosamente frente a cámaras o micrófonos sucios, etc.

El clown-Estado sienta sus reales en el imaginario nacional y a nadie extraña que el legislador de un grupo político u otro, diga una imbecilidad más aguda que otra. Bien recomendaba Manuel González Prada que el Congreso debería considerar muy seriamente la posibilidad de cancelarse y poner un candado gigante en Plaza Bolívar.

Pautas libres y modestas que deberían hacer pensar y repensar al presidente Kuczynski a ver si por instinto natural comprende que el país se le escurre de las manos para ir a parar al fango en que pirañas, banqueros, poetas del desastre y bardos y augures reinan, siempre y cuando cobren cada fin de mes, exprimiendo, con cada gobierno, las cansadas ubres del Estado peruano.

Ate mais.