Señor Presidente,

Nos dirigimos a esta magna Asamblea en su 72° período en nombre del Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, y, en consecuencia, en nombre de un pueblo soberano, amante de la Paz, el respeto entre las naciones y el cumplimiento de los principios más puros del Derecho Internacional, el Pueblo Bolivariano de Venezuela.

En el siglo XIX, el ejército libertador de Simón Bolívar, salió de territorio venezolano, no para conquistar o dominar, sino para ayudar a pueblos hermanos a alcanzar su independencia, para luego regresar a casa con la satisfacción de haber sido útil a la causa de la Libertad y la Igualdad. Ese es el espíritu que caracteriza a nuestro pueblo y al accionar de nuestro gobierno revolucionario en tiempos tan difíciles para la humanidad. Por eso siempre nos aferramos a la Diplomacia Bolivariana de Paz.

Precisamente, estamos en la casa de la Paz, en el hogar de las soluciones pacíficas, en el territorio del derecho internacional y sus principios. Nos abraza y nos protege, la Carta de las Naciones Unidas, noble instrumento multilateral para evitar las guerras y las injusticias.

Este podio, por lo tanto, debería ser respetado, protegido, cuidado por todas las naciones. Una tribuna casi sagrada para los pueblos que apuestan por la paz y el entendimiento. Sin embargo, esta casa, la del multilateralismo y el respeto a la igualdad entre los pueblos y Estados, ha sido profanada, irrespetada y ofendida, una y otra vez, por poderes arrogantes, que pretenden imponer sus reglas de juego unilaterales, las reglas de la guerra, del sufrimiento y el dolor. Ya lo denunciaba, en este mismo sitio, con voz altisonante y estilo inigualable, el Comandante Hugo Chávez en 2006, tratando de encender las alarmas para generar la contención necesaria para enfrentar las entonces ya graves amenazas unilaterales a la paz mundial.

No obstante, hace una semana, esta sala y el mundo, a través de los medios de comunicación, fueron testigos de otra peligrosa profanación a los principios y fines de las Naciones Unidas. Cual emperador mundial, el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, usó esta tribuna construida para la paz, para anunciar guerras, destrucción total de Estados miembros, aplicación de medidas coercitivas unilaterales e ilegales, amenazando y juzgando a placer, como si tuviese poderes dictatoriales absolutos sobre los Estados soberanos miembros de nuestra organización [1]. Paradójicamente, en un alarde de descaro e hipocresía política, Donald Trump, fundamentó sus ataques a la humanidad, sobre los valores de la paz y la prosperidad.

En nuestro caso, recordemos que ya el ex Presidente Barak Obama, con un estilo diferente, pero con el mismo objetivo, había definido mediante orden ejecutiva a la República Bolivariana de Venezuela como una amenaza inusual y extraordinaria, para la seguridad nacional de Estados Unidos el 9 de marzo de 2015.

“Hoy tenemos la obligación de denunciar ante el mundo, que nuestro Pueblo ha sido amenazado directamente por el Presidente de Estados Unidos con el uso de la fuerza militar”
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Hoy tenemos la obligación de denunciar ante el mundo, que nuestro Pueblo ha sido amenazado directamente por el Presidente de Estados Unidos con el uso de la fuerza militar más poderosa que haya existido en la historia de la humanidad, el 11 de agosto de este año.

Como complemento a semejante anacronismo y ofensa a nuestra soberanía y a la paz que ha caracterizado a nuestra América latina y caribeña, la administración Trump impuso sanciones económicas ilegales a nuestra economía el 25 de agosto, con la finalidad de hacer sufrir a nuestro pueblo, para forzar cambios no democráticos en nuestro sistema de gobierno. En su discurso de hace una semana, Donald Trump apeló a la trasnochada retórica ideológica de la guerra fría, al mejor estilo inquisidor de Richard Nixon y del Senador Joseph McCarthy, para reiterar sus amenazas contra nuestro país y contra la hermana República de Cuba. Venezuela siempre procurará el diálogo con respeto mutuo con el gobierno de Estados Unidos. Sin embargo, como pueblo libre que somos, estamos dispuestos a defender nuestra soberanía, nuestra independencia y nuestra democracia en cualquier escenario y bajo cualquier modalidad.

Ante semejantes actitudes, Naciones Unidas debe generar mecanismos efectivos de neutralización de las pretensiones guerreristas y de las intenciones de suplantar el multilateralismo, que tanto esfuerzo ha costado consolidar, por el unilateralismo dictatorial de quienes pretenden imponer con el uso de las armas y el chantaje económico, la destrucción y el pensamiento único en nuestra diversa y heterogénea humanidad.

En este sentido, el pasado martes, por unanimidad de sus 120 miembros, 2 tercios de esta augusta Asamblea General, el Movimiento de Países No Alineados aprobó la Declaración Política de Nueva York, como herramienta de denuncia, condena y acción conjunta contra las medidas coercitivas y unilaterales que determinados actores internacionales imponen en franca violación de la Carta de las Naciones Unidas. En nuestra intervención en nombre de la Presidencia del Movimiento de Países No Alineados en la plenaria del G77 más China del pasado jueves, propusimos hacer extensiva a este grupo de países que se centra en los asuntos económicos, la declaración de Nueva York, pues los despiadados ataques unilaterales contra las economías de nuestros pueblos, forman parte esencial de esas medidas ilegales, unilaterales y coercitivas. Debemos procurar con urgencia respuestas multilaterales para evitar la imposición de medidas coercitivas e incluso para que los gobiernos que las hayan impuesto ilegalmente, tengan la obligación legal de compensar a los pueblos que han sufrido sus efectos. Al respecto, condenamos todas las acciones unilaterales contra pueblos hermanos como Rusia e Irán, y especialmente la extensión del criminal bloqueo que contra la hermana República de Cuba que ha sido impuesto por más de 5 décadas, y que en esta oportunidad refleja la clara demostración de los nuevos aires del unilateralismo estadounidense.

Venezuela se opone tajantemente a la existencia de armas nucleares en nuestro planeta. Su posesión, somete a la humanidad a angustias y riesgos injustificables e inimaginables. Por ello, hemos firmado el pasado miércoles el Tratado de Prohibición de Armas Nucleares. Debemos hacer un esfuerzo supremo, para que las crisis nucleares desescalen y desaparezcan (ojalá con sus armas) por la vía del diálogo y la racionalidad humanista.

En materia de Derechos Humanos, Venezuela, país que en los últimos años ha hecho un esfuerzo supremo por garantizar la más amplia inversión social, redistribuyendo con justicia la riqueza nacional entre los venezolanos y venezolanas, precisamente para garantizar sus derechos humanos y sociales, también ha sido señalada y acusada por el gobierno de Estados Unidos.

Si algún país no merece pertenecer al Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, es precisamente los Estados Unidos de América. Se trata del principal violador de derechos humanos, no sólo en su territorio, sino en todo el mundo. Guerras injustificadas, bombardeos a población civil, cárceles clandestinas con aplicación de métodos de tortura, imposición de medidas unilaterales ilegales contra economías de varios países, presiones económicas diversas, y temerarias políticas migratorias. Es el único país que se ha atrevido a utilizar armas nucleares contra otro pueblo, generando centenares de miles de muertes. Un país que, violando la institucionalidad esencial de la ONU, lideró la invasión de Iraq en 2003, bajo el argumento de la búsqueda de armas de destrucción masiva, que jamás encontraron, a pesar de las más de un millón de muertes que generó esa cruenta operación militar. Estados Unidos construye el muro en la frontera con México y hay propuestas de ley para pecharle 7% a las remesas de los inmigrantes, no para su seguridad social, sino para financiar la construcción del indigno muro.

Representantes de numerosos países felicitan al ministro de Exteriores de Venezuela después de su intervención ante el plenario de la Asamblea General de la ONU.
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Utilizando datos verificables de los organismos y relatorías de la ONU, podemos concluir que:
 Estados Unidos no ha ratificado el 62% de los principales tratados en materia de Derechos Humanos;
 en Estados Unidos no existe institución independiente para la defensa y promoción de los Derechos Humanos;
 el Relator Especial de la ONU sobre ejecuciones extrajudiciales y arbitrarias denuncia la falta de independencia del poder judicial en Estados Unidos;
 el confinamiento solitario es una práctica extendida en este país;
 la cifra de personas sin hogar alcanza los 3,5 millones, 1,5 millones de niños y niñas entre ellos;
 el 28% de las personas en pobreza no cuentan con cobertura alguna en salud;
 la tasa de mortalidad materna ha aumentado vertiginosamente en los últimos años;
 10 mil niños están alojados en prisiones para adultos;
 los niños pueden ser condenados a cadena perpetua (70% de ellos son afroamericanos);
 el Relator Especial para la Educación ha denunciado el uso de descargas eléctricas y medios físicos de coerción en centros de estudio;
 Estados Unidos es uno de los 7 países del mundo que no ha ratificado la convención para la eliminación de la discriminación contra la mujer;
 en Estados Unidos la licencia remunerada por maternidad no es obligatoria;
 las denuncias sobre abusos policiales, especialmente contra la población afroamericana, son comunes;
 más de 10 millones de afroestadounidenses siguen en situación de pobreza, la mitad de ellos en situación de miseria;
 en un país donde la esclavitud se supone abolida, la decimotercera enmienda admite la esclavitud como modalidad de condena penal;
 una de cada tres mujeres indígenas estadounidenses es violada a lo largo de su vida;
 se trata de un país donde la discriminación racial no sólo no está superada, sino que recrudece con las posiciones supremacistas del gobierno actual.

Disculpen el detalle, pero hay datos e información que los medios ocultan y que el mundo entero debe conocer.

Venezuela rechaza el terrorismo en todas sus modalidades, bien sea de grupos violentos anárquicos que amenazan hoy la paz y la estabilidad mundial, como también el terrorismo por parte de Estados que se arroga el derecho de intervenir a placer en todo el mundo, procurando el control de recursos naturales estratégicos, utilizando para ello la fuerza militar sin compasión contra civiles inocentes. Vemos con dolor como el Mar Mediterráneo se ha convertido en un inmenso cementerio, muchas veces ante la mirada ciega e inclemente de Estados corresponsables de las crisis generadas en los países de origen de los migrantes, a través de la combinación de ambas variantes de terrorismo. Guerras inducidas y sangrientas como las prefabricadas contra Siria y Libia, sólo dejan desolación a su paso. Afortunadamente, el heroico pueblo y gobierno sirios, con el apoyo de justos aliados internacionales, está cada día más cerca de una victoria definitiva sobre los grupos terroristas. Venezuela hace votos por el éxito en los trabajos que está acometiendo el Secretario General Adjunto de la Lucha Contra el Terrorismo como jefe y coordinador general de la Estrategia Global de las Naciones Unidas. Venezuela espera que esas labores condenen, igualmente, el terrorismo de Estado.

Venezuela alienta al reinicio de las negociaciones de paz entre Palestina e Israel, cuyo proceso debe conducir al logro de una paz firme y duradera entre ambos Estados, reconociendo como fronteras de Palestina las existentes en 1967, de conformidad con el Derecho Internacional, así como al establecimiento de Jerusalén Oriental como su capital. Creemos que Naciones Unidas debe asumir un rol mucho más protagónico en la resolución de este conflicto histórico e injusto.

Agradecemos al Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres, sus sinceros esfuerzos por facilitar la aplicación del Acuerdo de Ginebra mediante el mecanismo de Buenos Oficios, para procurar una solución práctica y satisfactoria para las partes, en el caso de la controversia territorial que mantenemos con nuestros hermanos y vecinos de la República Cooperativa de Guyana.

La Venezuela Bolivariana siempre estará dispuesta para ayudar a abrir caminos de la paz. Por eso felicitamos la aplicación de los Acuerdos de Paz entre el Gobierno de Colombia y las FARC, a los que tanto esfuerzo y energía le dedicaron, tanto el Comandante Chávez, como el Presidente Nicolás Maduro. Igualmente, seguiremos acompañando y facilitando las conversaciones entre el gobierno de Colombia y el ELN, que se desarrollan en la República del Ecuador.

Venezuela no es un país productor de drogas. Las instituciones internacionales así lo certifican. Colaboramos de manera soberana con todos los países vecinos y no vecinos en la lucha contra el narcotráfico. Manifestamos nuestra preocupación por el aumento de la producción de drogas en nuestra vecina Colombia. Sin embargo, siempre hemos denunciado que son los países consumidores los principales responsables, al constituir poderosos polos de atracción, tanto de la producción, como del tráfico de drogas, y deben asumir el control real de la entrada y distribución de estupefacientes en su territorio.

Tal como lo hemos venido trabajando desde hace años con el PNUD, para Venezuela avanzar en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible es sencillo, pues nuestro Plan de la Patria en Marcha y la Agenda 2030, son instrumentos no sólo coincidentes, sino también complementarios. En cuanto a su financiamiento, bien saben ustedes que el 76% de los ingresos de Venezuela en los últimos 18 años se han destinado a la inversión social y seguirá aumentando. No hay ataque económico, ni sanciones ilegales, que impidan que el Presidente Maduro siga desarrollando políticas para garantizar los derechos sociales de nuestros compatriotas. Nos preocupa, eso sí, la inexistencia clara de fuentes de financiamiento para otros países hermanos que han expresado su voluntad de cumplir con la Agenda 2030, aunque carecen de los fondos necesarios para hacerlo. La ONU debe dedicarse a garantizar este noble financiamiento para el desarrollo integral y sostenible de todos sus Estados miembros.

Tal vez no sea coincidencia, que días antes y durante este 72 periodo de sesiones, los efectos del tantas veces advertido proceso de cambio climático, se demostraran a través de la devastación y la muerte causada por el paso de huracanes consecutivos de magnitudes antes nunca vistas. Esto ocurría no muy lejos de Nueva York. La furia inusitada de estos fenómenos naturales afectó a nuestros hermanos y hermanas de varios países del Caribe. Los Primeros Ministros de Antigua y Barbuda, Gaston Browne, y de Dominica, Roosevelt Skerrit, dirigieron dos extraordinarios discursos a esta Asamblea General, en los que expresaron con coraje y sentimiento, las verdades más absolutas y alertaron sobre la necesidad de acción conjunta concreta y urgente para evitar mayores estragos generados, indiscutiblemente, por el Cambio Climático.

Roosevelt Skerrit afirmó que estos países pequeños están poniendo las víctimas de una guerra que no escogieron, que no empezaron y de la que no son parte. Se trata de la guerra de los países desarrollados y el sistema capitalista contra nuestra Madre Naturaleza. Rescatamos hoy con mayor fuerza que nunca, la consigna de los movimientos sociales ambientalistas y ecologistas: no cambiemos el clima, cambiemos el sistema. La restauración de la infraestructura física y el uso de técnicas de construcción resistentes a los embates de nuevos fenómenos naturales, no puede recaer sobre los países y pueblos afectados, es una responsabilidad compartida y diferenciada, que deben asumir principalmente los países que más contaminan y aportan al cambio climático.

En este contexto, y ante las evidencias de las secuelas de las que hemos sido testigos, nos parece insólito y hostil, que el Gobierno de Estados Unidos, principal país contaminante, pretenda retirarse del Tratado de París, que, si bien no es una panacea, es un paso al frente colectivo para mitigar los efectos del cambio climático. ¿Cuántos huracanes, tifones, deslaves, procesos de subsidencia, sequías, cuántas muertes, cuántos heridos, cuántos países devastados hacen falta para determinar que el cambio climático, tal como lo han dicho los expertos de las propias Naciones Unidas, amenaza al planeta todo y es responsabilidad de todos revertirlo?

La República Bolivariana de Venezuela ofrece sus condolencias a los gobiernos y familias afectadas por los huracanes sucesivos en el Caribe y Estados Unidos, así como por las víctimas de los terribles terremotos en nuestra hermana México. Si bien hemos procurado atender de manera inmediata y solidaria las emergencias en nuestra región, el Presidente Nicolás Maduro seguirá facilitando el apoyo necesario, no sólo el que está a nuestro alcance, sino todo aquel que podamos ayudar a coordinar y a dirigir para ayudar a nuestros hermanos de América Latina y el Caribe.

El pueblo de Venezuela, como decíamos al principio de nuestra intervención, es sujeto de agresiones permanentes por parte de poderes hegemónicos, que pretenden apoderarse de nuestras riquezas naturales: la primera reserva de petróleo del mundo, una de las más importantes de gas, de oro, diamante, coltán, hierro, aluminio, torio, diversidad biológica, recursos hídricos, tierras fértiles, entre otras. Hemos sufrido ataques multiformes contra nuestra economía, nuestra moneda, nuestra capacidad de producción. Los ataques han incluido la generación inducida de violencia política interna, por parte de factores políticos que han tratado de llegar al poder por vías no democráticas desde el año 2002. Este año sufrimos 4 meses de violencia política dirigida una vez más a derrocar al Presidente Maduro. Tras la tensión y el dolor por las muertes injustificables, la violencia de la oposición fue neutralizada y aplacada por la gran demostración democrática y popular del 30 de julio, en la que más de 8 millones de venezolanos y venezolanas acudieron a votar por la Paz, para elegir una ciudadana, soberana y plenipotenciaria Asamblea Nacional Constituyente (ANC).

Los últimos actos de violencia de la derecha extremista venezolana, ocurrieron precisamente ese 30 de julio, para tratar de impedir que el pueblo saliera a votar. La paz política total retornó al país a partir del 31 de julio. Fuimos testigos de la Paz Constituyente. Nuestra Asamblea Nacional Constituyente, en convivencia y respeto con el resto de los poderes constituidos, se ha convertido, no sólo en pacificadora y protectora del pueblo, sino en instrumento por excelencia para el diálogo nacional y la legítima atención de los problemas más urgentes del país.

La nuestra es una democracia activa y popular. En Venezuela hemos organizado 22 procesos electorales en 18 años. De ellos la Revolución ha triunfado en 20 elecciones. Siempre hemos desarrollado el diálogo social, como método de profundización de nuestra democracia. Por eso, saludamos también que la oposición política venezolana haya decidido reencauzarse por el camino de la democracia y la Constitución al participar todos sus partidos en las elecciones de gobernadores del próximo 15 de octubre. Como celebramos que el Presidente Danilo Medina de República Dominicana, los ex presidentes Rodríguez Zapatero de España y Leonel Fernández de República Dominicana, hayan tomado y concretado la iniciativa de diálogo que el Presidente Maduro anunció justo después de la instalación de la ANC, y hayan convocado a las partes a un proceso al cual se han sumado Nicaragua, Bolivia, México y Chile. Agradecemos el sincero apoyo de estos países y gobiernos amigos, para propiciar la única solución posible: pacífica, constitucional y soberana, es decir, construida entre los venezolanos y venezolanas.

En estos tiempos de turbulencias en el mundo, queremos ver unas Naciones Unidas, realmente unidas. Cualquier proceso de reforma debe pasar por la participación e inclusión de todos sus miembros. Necesitamos una ONU que, como dijimos hace unos minutos, sea realmente efectiva para neutralizar las iniciativas violentas, hegemónicas y unilaterales. Que sea capaz de trabajar en conjunto con todos los Estados miembros, sin sesgos hegemónicos. Un sistema de Naciones Unidas que identifique y advierta las verdaderas causas de los grandes problemas que hoy sufre la humanidad, y se decida a atenderlas sin distracciones, ni presiones que valgan, respetando siempre los principios de nuestra Carta. Es tiempo de definiciones, la pugna histórica entre el sano multilateralismo y el perverso unilateralismo, está en punto máximo. Tomemos decisiones pensando siempre en los más humildes, en los excluidos, en los que más necesitan de nosotros, en nuestra madre naturaleza. Seamos capaces de ver a los ojos de nuestros hijos y nietos, con la satisfacción de haber detenido lo peor y haberles garantizado un futuro mejor, de paz, de salud y sonrisas. Construyamos, desde Naciones Unidas, lo que nos pidiera diseñar el Libertador en 1815, aquel sistema de gobierno que nos brinde la mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política.

Desde la casa del multilateralismo, decimos que viva el multilateralismo.

Desde el espacio del derecho internacional, que viva el derecho internacional.

Desde el hogar de la paz, que viva la paz mundial.

Desde el corazón de Venezuela, cuenten con el Gobierno Bolivariano del Presidente Nicolás Maduro, para cerrar filas en torno a la justicia, el humanismo y la paz.

Como le escribió el Libertador al entonces Presidente del Perú, José de La Riva Agüero, el 13 de abril de 1823, “me inclino a pensar que, si es indispensable, el AMOR a la PATRIA vencerá”.

Asimismo, tenemos nosotros la indispensable certeza, que en cualquier circunstancia el Amor por la Venezuela Bolivariana, soberana, de paz, el amor a nuestro pueblo trabajador, el amor a nuestra gente de bien, el amor a la Patria vencerá, triunfará, prevalecerá.

¡Siempre Venceremos!

Muchas gracias.

Nueva York, 25 de septiembre de 2017

[1«Discurso de Donald Trump ante la 72ª Sesión de la Asamblea General de la ONU», Donald Trump, Red Voltaire, 19 de septiembre de 2017.