El TLC es para imponer, es para controlar. El 18 de mayo en Cartagena, la protesta de miles de colombianos rechazándolo fue reprimida. Una semana después, las palabras del Presidente Uribe no dejan duda: "Con Estados Unidos hemos tenido una alianza por la democracia y contra el enemigo de cada coyuntura, ahora contra el terrorismo. Este tratado debe ayudarnos a eliminar el terror de los violentos". Las negociaciones a puerta cerrada, sin permitir que todos los colombianos conozcan cuál será su futuro inmediato, resaltan su carácter impositivo. Todos estos hechos marcan el rostro real del TLC con los Estados Unidos.
La "negociación" del TLC continúa. La reunión de Atlanta (segunda ronda de negociaciones del TLC Andino con los Estados Unidos) va dejando claro lo que nos deparará el futuro próximo. La primera ronda estuvo rodeada de manifestaciones populares de protesta y de una creciente y visible inconformidad de la opinión pública. Los primeros pasos de las conversaciones han puesto de relieve que la confidencialidad y el secreto se constituyen en malos presagios para el futuro nacional como consecuencia de este tratado.
El gobierno ha declarado que las conversaciones serán confidenciales, es decir que no se informará a la opinión pública sobre su contenido, ni sobre las posiciones de Estados Unidos, ni las del equipo colombiano. El ministro Botero declaró que se conocerá la selección que jugará pero no lo que defenderá ni cómo lo defenderán. Se instaló un "cuarto de lectura" en el Ministerio de Comercio, en el cual algunas personas podrán consultar en pantalla -por tiempo limitado- algunos documentos, siempre y cuando se comprometan a no divulgar su contenido ni siquiera entre los sectores que representan. Si se suministra alguna información a alguien se limitará, en el mejor de los casos, al estado de la negociación en su respectivo sector, pues nadie tendría intereses legítimos para conocer el contenido integral del proceso. De esta forma lo sustancial de lo "negociado" se mantendrá en secreto hasta que se divulguen los resultados finales en la última ronda.
El 18 de mayo, durante la pasada ronda, los participantes en el "cuarto de al lado" se entretuvieron jugando maquinitas y divagando sobre qué asuntos podrían tratar para matar el tiempo.
De esta forma ha quedado desvirtuada toda la fraseología sobre la participación de la sociedad civil, de las regiones y del Parlamento. La relación de los negociadores con la población se limitará a lo que ha sido hasta el momento: la defensa por parte del gobierno, sin mayores estudios previos, de la conveniencia de la firma del tratado basada en una fe ciega en las bondades del libre comercio.
Como el resultado de los otros tratados suscritos por Estados Unidos ha sido calamitoso para países como México, el gobierno ha salido a replicar a los contradictores que para aprovechar el libre comercio se requiere una "agenda interna" complementaria, procediendo a nombrar -hace unos días- a un ilustre desconocido al frente de dicha "agenda". Esta no se contempló en el Plan de Desarrollo y el gobierno la está improvisando a la carrera, a pesar que -según la propaganda oficial- constituye la garantía de que el tratado beneficiará al país.
La inconformidad cunde entre los empresarios, los arroceros protestan, los algodoneros presagian una debacle, los palmeros desconfían, los productores de medicamentos y agroquímicos genéricos levantan la voz al filtrarse el borrador de la propuesta norteamericana en el tema de propiedad intelectual que aspira a "quedarse con todo". La población mira con desconfianza el tratado.
En la ronda de Atlanta se comenzarán a plasmar acuerdos sobre la arquitectura general del tratado, en la cual todos están identificados y que representa una estructura normativa lesiva para los intereses nacionales como lo demostraron los tratados con Chile y Centroamérica. El regateo sobre los detalles se dejará para el final.
Esta situación de falta de transparencia y la decisión de mantener el secreto, revelan la magnitud del atentado que se va a cometer y exigen la intervención de los organismos de control del Estado, la Procuraduría y la Contraloría, y el efectivo control del Parlamento.
Reclamamos que se divulgue el contenido del borrador norteamericano, de las posiciones del equipo negociador colombiano y se suprima la confidencialidad.
Trasnacionales buscan afianzar el monopolio mediante normas legales
Con base en la intervención del Senador Jorge Enrique Robledo en la Comisión Quinta del Senado
En materia de propiedad intelectual, el TLC también es un caballo de Troya. Valiéndose de presiones legales, beneficios económicos a pequeños sectores industriales del país y otras artimañas tipicas de los mercaderes, las empresas multinacionales ahondan su control y su monopolio.
No contentos con las ventajas que le garantiza la OMC, los Estados Unidos prosigue su cruzada. En el año 2003 logró concesiones de fondo del gobierno colombiano , una de ellas, el decreto 502 , mediante el cual le otorgó protección por cinco años a los datos de prueba, en beneficio de las empresas de capital extranjero, norma impugnada por Asinfar, la agremiación que reúne a los laboratorios nacionales. "En este litigio, la Cámara de la Industria para la Producción de Cultivos de la Andi, supuestamente el gran vocero del interés colombiano, no respaldó la posición de Asinfar, sino la de Afidro, que agrupa a las trasnacionales foráneas. Hechos como este son los que me permiten aseverar que nada bueno puede salir de la negociación de Cartagena".
Con la firma de un TLC, aspiran a más. Pretenden que el gobierno colombiano les aumente las gabelas a las trasnacionales norteamericanas en cuanto a plazos y registro de las patentes. Pretensión aún con más posibilidades de lograrse, si tenemos en cuenta que la inversión pública en ciencia y tecnología va cuesta a bajo: en el año 2003 solo representó el 0,23% del PIB. La inversión respectiva del Ministerio de Agricultura-incluidos Corpoica, ICA, Incora, INAT, DRI, INPA e Incoder-bajó de 101.190 millones de pesos en 2000 a poco más de 74 mil millones de pesos. Corpoica redujo la planta de investigadores de 516 en 1994 a 309 en 2004. El número de investigadores Ph.D bajó de 75 en 1994 a 29 en 2004. En inversión en actividades investigativas con respecto al PIB agropecuario entre 1976 y 1996, Colombia está incluso por debajo de países como Panamá.
No hay que olvidar que en la actualidad solo seis gigantescas corporaciones controlan el 70% del mercado mundial de plaguicidas y fármacos. Son ellas la DuPont de Estados Unidos, la Bayer de Alemania, la Monsanto de Estados Unidos, la Sygenta de Suiza, la Dow de Estados Unidos y la Basf de Alemania. Al ir venciéndose los términos para nuevas patentes, disminuyendo el margen de ganancia y aumentando en forma exorbitante los costos en investigación, las grandes compañías están buscando consolidar el monopolio por la vía de las normas legales. Cobra ahora mayor importancia el abogado que el químico, el inciso, que el desarrollo de la ciencia, como se viene poniendo en evidencia en las negociaciones que acaban de iniciarse en Cartagena.
Texto del TLC propone patentar plantas y animales
EL TIEMPO, 2 de junio
Estados Unidos destapó sus cartas en propiedad intelectual y tiene algo sorprendido al gobierno colombiano, que no esperaba tanta «agresividad» de su futuro socio en el TLC.
Estados Unidos busca romper las barreras legales que en Colombia le impiden patentar animales y plantas y, en general, cualquier ser vivo diferente a un microorganismo.
Así se ve en el capítulo sobre propiedad intelectual del proyecto de tratado de libre comercio (TLC), que entregó la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos, Robert Zoellick, a los tres gobiernos andinos que participan en la negociación del acuerdo.
En el artículo 8 de dicho capítulo dice:
«Cada parte (cada país que firme el TLC) deberá permitir las patentes para las siguientes invenciones: a) plantas y animales, y b) procedimientos diagnósticos, terapéuticos y quirúrgicos para el tratamiento de humanos y animales».
En caso de que Estados Unidos logre que este artículo haga parte del tratado, se podrían patentar genes y partes de la materia viva tal como se lo permiten sus leyes de protección de los derechos de propiedad intelectual.
Si se permite el patentamiento de seres vivos, advirtió Margarita Flórez, de Ilsa, se abre la posibilidad para que el titular de ese derecho sea el propietario de una especie, una raza, de individuos y hasta de un híbrido.
Una patente se define como la concesión y protección que otorga un gobierno a un inventor para que explote de manera exclusiva durante cierto tiempo, usualmente 20 años, el producto de sus investigaciones.
Un ejemplo de un animal inventado es la especie de ratón propenso al cáncer desarrollada hace 14 años en la Universidad de Harvard.. Este animal fue patentado en Estados Unidos y Europa y hoy, previo el pago de unos derechos a la entidad educativa, es usado por los laboratorios privados y centros de investigación para realizar estudios que conduzcan a aliviar o curar este mal.
Derecho a patente
Para obtener la patente se exige que el producto sea nuevo, que tenga altura inventiva y que tenga aplicación industrial. Por esto, para Margarita Flórez, la descripción de un ser vivo no puede considerarse una invención y, por lo tanto, no tiene derecho a patente.
Para ella, sería un «retroceso enorme» permitir el patentamiento mencionado y dar al traste con los esfuerzos de más de 10 años de los países andinos por defender la biodiversidad.
Sin embargo, como las normas que rigen la materia en Colombia son de carácter andino, nuestro país no puede modificarlas unilateralmente, ya que sería una flagrante violación al ordenamiento regional..
Excluir los animales y las plantas del patentamiento está permitido por la Organización Mundial de Comercio (OMC), pero Estados Unidos quiere ir mucho más allá de las normas de esta institución sobre protección a la propiedad intelectual y por esto busca que sus intereses queden plasmados en el TLC.
Más protección
El documento confidencial de la Oficina del Representante Comercial de E.U. tiene 10 extensos artículos que abarcan la amplia gama de intereses de este país en propiedad intelectual y que espera sean incluidos en el TLC.
– En primer lugar, obliga a Colombia a suscribirse a diferentes tratados sobre patentes y protección de variedades vegetales que, según fuentes consultadas, supera lo establecido por la OMC.
– En patentes, como lo previó el Gobierno en su mapa de negociaciones, Estados Unidos busca ampliar el espectro de las invenciones patentables, pues además de las plantas y los animales también busca patente para los procedimientos diagnósticos, terapéuticos y quirúrgicos para el tratamiento de humanos y animales.
– Plantea aumentar la vigencia de una patente (en Colombia es de 20 años) «para compensar retrasos injustificados que ocurran en la aprobación de la patente». Lo mismo en el caso de productos farmacéuticos por demoras en el proceso de autorización de su comercialización.
– Ninguna Parte usará la divulgación pública como motivo para no otorgar la patente por falta de novedad o de actividad inventiva, si la divulgación (a) fue hecha o autorizada por, o deriva de, el solicitante de la patente; y (b) se produce dentro de los 12 meses anteriores a la fecha de presentación de la solicitud.
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter