El pasado 7 de octubre se realizó el referendo sobre el TLC con los Estados Unidos. Contra todo pronóstico, valiéndose de los grandes medios de comunicación, de la manipulación, y del miedo infundido en la población, la campaña por el SI, vence por un pequeño margen. Triunfo pírrico que divide a Costa Rica y deja grandes enseñanzas para la región.
“La calunnia è un venticello…”.
El barbero de Sevilla
Hace escasos tres años, algunos ciudadanos sacudidos por la artera, intempestiva inclusión de las telecomunicaciones y los seguros en el clausulado del TLC, nos interesamos en conseguir y estudiar el texto de dicho convenio, sólo conocido entonces por el círculo cerrado de sus negociadores.
Hace una semana, el rechazo al TLC era sostenido por un millón de costarricenses. ¿Cómo explicar este fenómeno prodigioso de un movimiento que carente de recursos financieros, arrinconado, saboteado, descalificado, invisibilizado por el grueso de la prensa escrita y de los medios televisivos y radiales, enfrentando campañas multimillonarias del gobierno y la oligarquía nacional y transnacional, crece exponencialmente hasta aventajar en doce puntos porcentuales a sus privilegiados contrincantes?
Durante el último año presenciamos el ascenso incontenible de la oposición popular al TLC. Usando las encuestas publicadas por el periódico La Nación, que fueron las más favorables a la aprobación del TLC, tenemos que en diciembre de 2006, la oposición no alcanzaba al 30% de los electores; pero el 1º de agosto de 2007 los resultados eran del 51.5% de apoyo al TLC contra 42.1% de parte de sus impugnadores; y el 28 de setiembre de 2007 La Nación declara un “empate técnico” entre ambas tendencias. Pero veamos lo que acontece en la semana previa a la celebración del referéndum del domingo 7 de octubre.
Miércoles 3 de octubre. La encuesta publicada por La Nación, coincidiendo por primera vez con algunas de las elaboradas por la Universidad de Costa Rica, nos revela que el N0 ha alcanzado el 55% , mientras que el Sí ha descendido al 43%. Son doce puntos porcentuales de ventaja para el movimiento del NO, muy difíciles de revertir en los pocos días que quedaban. Pero entonces el gobierno y sus aliados de la oligarquía, con la ayuda cómplice de la administración Bush, montan el gran fraude mediático.
En otro escenario, la noche de ese día, el senador Sherrod Brown (de Ohio), coincidiendo con lo ya expresado al Gobierno de Costa Rica el 28 de setiembre anterior por Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes y Harry Reid, líder de la mayoría en el Senado de los Estados Unidos, aseguró en un discurso ante el Senado que la Iniciativa de la Cuenca del Caribe no corría ningún riesgo si Costa Rica rechazaba el TLC; elogió la oposición costarricense, criticó duramente los términos de este convenio; y propuso que EEUU celebrara un tratado de comercio justo con Costa Rica.
Pero ni La Nación ni ninguna de las televisoras ni radioemisoras importantes publicaron ese discurso ni la carta de los líderes del congreso.
Jueves 4 de octubre. Este día, el último antes de la “tregua legal” que antecede a la celebración del referéndum, La Nación reproduce en grandes titulares unas expresiones de Susan Schawb, diz que Ministra de Comercio Exterior de los Estados Unidos, en las que afirma que no podrá haber otro TLC si Costa Rica decide rechazar el actual, y enfatiza la precariedad de las ventajas actuales de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe. La noticia se acompaña de una foto de archivo en la que se ve a la Schawb con Bush, lo que sugiere intencionadamente el respaldo de éste a lo dicho por ella.
Otra noticia destacada ese día en el periódico La Nación es la afirmación del presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio en el sentido de que el sector textil desaparecerá en Costa Rica si se rechaza el TLC.
Viernes 5 de octubre. La Nación vuelve a publicar en grandes titulares nuevas y reiterativas declaraciones de la mencionada Susan Schawb, machacando sus argumentos de que no habrá otro TLC si el NO triunfa en el referéndum, y que la Iniciativa de la Cuenca del Caribe pende de un hilo. Y sobre esa base, dicho diario anuncia que el gobierno de los Arias acogió con satisfacción las declaraciones de Schawb, y publicó de inmediato un boletín de prensa titulado «Estados Unidos no renegociará un TLC con Costa Rica, si es rechazado».
Ese mismo día los congresistas norteamericanos Charles Rangel (presidente del Comité de Medios y Arbitrios) y Sander Levin (presidente del Comité de Comercio) emitieron un comunicado desmintiendo las declaraciones de la Schawb, y reafirmando que «una renegociación del TLC corresponde al Congreso, y no al Presidente de los Estados Unidos»; y que la Iniciativa de la Cuenca del Caribe no corre peligro si el TLC es rechazado en Costa Rica.
También ese mismo día los congresistas norteamericanos Raúl Grijalva, de Arizona, y Linda Sánchez, de California, presentaron a la Cámara de Representantes de los Estados Unidos un proyecto llamado «Ley de Cooperación Comercial Estados Unidos - Costa Rica», que propicia un nuevo tratado entre ambos países corrigiendo todos los abusos contenidos en el actual TLC.
Pero ni el diario La Nación ni los otros medios confabulados publicaron esta noticia ni aquel comunicado, de enorme trascendencia para el destino de nuestro país.
Sábado 6 de octubre. Ese día se hace pública una carta de los señores Byron Dorgan, Sherrod Brown y Bernie Sanders, miembros del Senado de los Estados Unidos al presidente Bush, reclamándole por las falsas, malintencionadas e irrespetuosas declaraciones de su ministra Susan Schawb, y exigiéndole (a Bush) que aclare públicamente que los Estados Unidos no han querido amenazar a Costa Rica por ejercer su derecho al voto el domingo 7 de octubre.
También esta carta, que aclara la verdadera situación acerca de la iniciativa de la cuenca del caribe y la competencia para la renegociación del TLC, fue silenciada por los medios de comunicación más influyentes de Costa Rica.
Domingo 7 de octubre. Me parece que el cuadro que ha quedado esbozado nos ofrece una explicación plausible y clara de por qué los resultados del referéndum, terminaron siendo favorables al gobierno (aunque por un estrecho margen), a pesar de la clara ventaja del NO en la última encuesta.
1. La comunidad costarricense presenta, al igual que otras muchas en América Latina, un punto especialmente débil (porque también las buenas personas tienen su “talón de Aquiles”) que se localiza en la franja de población trabajadora más pobre e ideológica mente más vulnerable; crónica mente descorazonada y escéptica frente a las posibilidades de mejorar su situación mediante la lucha política; pero a la vez muy sensible a noticias que constituyan una amenaza adicional para su ya difícil subsistencia.
2. Y precisamente aquel ominoso cuadro pintado por el gobierno y la oligarquía, con la connivencia de sus aliados en la administración Bush y una astuta dosificación del instrumento mediático en los días que precedieron el referéndum, penetró lo suficiente en una parte de aquel sector de los trabajadores nacionales, como para finalmente inducirlos al voto que, en su atribulada percepción, les daría mayores seguridades.
3. Fue una conspiración infame, porque como lo reconoció el exdiputado Otto Guevara a TeleSur, fue el gobierno de los señores Arias quien le pidió a Susan Schwab pregonar los inquietantes embustes que sostuvo en aquellos precisos días anteriores a la consulta. Además del ilícito cometido por ella, a la luz del artículo 20, inciso b) de la Ley sobre regulación del referéndum, de nuevo sorprendemos la mano de costarricenses propiciando nuestro daño; los mismos que, en su momento, fueron a los Estados Unidos a entregar nuestros seguros y nuestras telecomunicaciones.
4. Por su parte, los influyentes medios al servicio de la aprobación del Tratado se encargaron de martillar aquellas falsedades en las cabezas de los menos informados y de los más temerosos; mientras que alevosamente silenciaban las palabras de los parlamentarios norteamericanos que desmentían aquella infamia y ofrecían a Costa Rica y a América Latina toda, el camino más promisorio que, en nuestras relaciones con Estados Unidos, nos ha sido dado vislumbrar. Todo ello a la vista y paciencia del Tribunal Supremo de Elecciones.
5. Me parece que el Tribunal Supremo de Elecciones, interpretando el sentido profundo de la función de sufragar como la esencia de la vida democrática (artículo 93 de la Constitución), debe asumir el papel de guía y protección de los grupos más carenciados de cultura y civismo: no puede contentarse con el manejo superficial de los procesos eleccionarios. Una práctica constante ha hecho al costarricense ducho en elecciones, pero está lejos de poseer una sólida formación democrática. Pienso que el Tribunal pudo, si no prevenir el atentado que lamentamos con oportunas previsiones normativas, al menos aminorar sus efectos, evitando enérgicamente su difusión y sancionando a los transgresores.
6. En cuanto a los señores Arias, fieles al memorando de sus llorados “delfines”, no dudaron en acudir a ultranza a su instrumento predilecto: el miedo, para perturbar y torcer la voluntad de los más humildes, ensuciando irremediablemente el proceso democrático que decían propiciar, y escamoteando el legítimo triunfo que el pueblo ya había logrado cosechar a través de una auténtica epopeya plena de ingenio, fraternidad y sacrificio.
La Patria se los demande.
Por: Walter Antillón
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