Opinión

Lo primero a destacar es que la gran mayoría de casas encuestadoras fallaron con mucho. Especialmente las que auguraban un triunfo de Enrique por más de dos dígitos: arriba de 15 puntos en relación con Andrés Manuel López Obrador. Entre ellas se encuentran las de El Universal, Excélsior, El Sol de México y Televisa. También GEA/ISA, la cual hizo un seguimiento diario, que dejó muy mal parado al grupo Milenio.

Es importante reconocer a ese respecto que Ciro Gómez Leyva salió a “explicar” lo ocurrido (Milenio, 3 de julio). El comentócrata incluso dijo que se retirarían de hacer este tipo de ejercicios para recabar la opinión pública.

Consulta Mitofsky, en voz de Roy Campos, simplemente no pudo explicar nada ante Denise Maerker. Fallaron, ya que pronosticaron un margen casi del doble que el ocurrido oficialmente entre el primero y el segundo lugar: 6.5 puntos.

Incluso ni siquiera las encuestas de salida fueron aproximadas. Ponían una distancia de 10 puntos entre los abanderados del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y del Partido de la Revolución Democrática.
Hay algunas que se salvan y son, curiosamente, las que fueron más satanizadas: Covarrubias y Asociados, Berumen, María de las Heras y Reforma.

Tampoco, por fortuna, resultó cierto que el PRI tendría mayoría absoluta en las cámaras de Diputados y Senadores. Por lo tanto, deberá negociar las iniciativas que proponía en campaña el mexiquense, entre otras, las leyes laboral, fiscal y energética, impulsadas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, el Banco Mundial y los financieros internacionales; es decir, mayores beneficios a las empresas y empobrecimiento de la población. Ahora necesitarán tomar en cuenta a la izquierda, que ha obtenido una buena cantidad de espacios que no se esperaba.

Los triunfos son resultado del movimiento Yo Soy 132, de la campaña de López Obrador (con varios desaciertos) y de millones de personas que se movilizaron ampliamente contra las dos instituciones que nos han gobernado y llevado a la ruina: los partidos Revolucionario Institucional, y Acción Nacional.

El gran derrotado, obviamente, es el panismo. Perdió en toda la línea. No obtuvo triunfos importantes. Queda en el tercer lugar entre los legisladores y únicamente salió airoso en Guanajuato, donde El Yunque manda.

El más dañado es Felipe Calderón. Su forma de manejar al partido, de imponer un candidato, de boicotear a Josefina, de pelearse con Manuel Espino y Vicente Fox, de intentar dejar como herencia a su sucesor la estrategia de la guerra fallida y despreciar cualquier opinión ha traído este resultado. Bien lo dice Roberto Zamarripa: “no sólo perderá el gobierno, sino el partido e incluso el país” (Reforma, 2 de julio).

El priísmo sólo en apariencia está contento. El festejo en Insurgentes Norte el 1 de julio fue más bien un acto protocolario. Las masas acarreadas gritaron, bailaron y escucharon música, pero no eran las que saborean la victoria, ni siquiera esperando la chamba después de la torta.

¿Será que la tecnocracia ya no se conmueve con el bullicio de la prole?, para recordar a una “teórica” del peñismo. O es que realmente entendieron que están en condiciones económicas y políticas que no les permitirá cumplir lo firmado. La frialdad y la rapidez del acto fue un viento que arrasó con el optimismo.

López Obrador ha impugnado la elección. Antes y el día de la votación hubo todo lo conocido anteriormente y más: exceso en el gasto, inducción del voto, un coro que repetía lo inevitable del triunfo del esposo de la Gaviota y mil repartos. Incluso el pasado 2 de julio miles acudieron a las tiendas Soriana para hacer efectivas las tarjetas que les dio el PRI. Todas esas anomalías jamás las vio el Instituto Federal Electoral, quien ahora asegura que tuvimos las elecciones más limpias de la historia…, mundial les faltó agregar, pero yo lo añado como estrellita en su frente.

Sólo que Alianza Cívica reportó que hubo anormalidades en infinidad de casillas y coacción del voto al por mayor. Y, para utilizar las enseñanzas del narcotráfico, se utilizaron halconcitos el día de los comicios, es decir, niños que vigilaban a los adultos para que sufragaran por el PRI y el Partido Verde Ecologista de México, cuando menos en cuatro estados. Una nueva aportación mexicana en la historia de la transa.

Hay más de estas singulares elecciones, las cuales no son para echar las campanas al vuelo. Destaca, empero, que no obstante las dificultades y las manipulación informativa, millones salieron a votar contra lo establecido. Hoy es urgente limpiar, hasta donde sea posible, unos comicios que nuevamente tienen una mancha que ni el detergente más eficaz logrará borrar.

La prensa internacional ha señalado que Peña Nieto es un enigma sin experiencia en política exterior (The Washington Post). Página 12 de Argentina dice que llegará a un país ensangrentado por Calderón, quien ahora le hace “la corte”. Y no olvidar que The Guardian insiste en la relación de Enrique con Televisa y la forma en que desprestigió hace tiempo a sus posibles adversarios.

¿Realmente tuvimos comicios libres, democráticos y participativos?

¿Realmente tenemos comicios libres, democráticos y participativos?

*Periodista

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Fuente
Contralínea (México)