Estados Unidos y la Unión Europea se disponen a completar el objetivo de la guerra que desataron contra Serbia en 1999. Después de haberle arrancado Kosovo, van a quitarle la provincia autónoma de Voivodina. Y para ello están modificando actualmente la populación de esa provincia serbia, instalando en el poder un nuevo equipo de gobierno en la vecina Croacia y comprando los medios de prensa en Serbia.
Si la Unión Europea y la OTAN logran sus fines, la provincia serbia de Voivodina seguirá el mismo camino que Kosovo, arrancado a Serbia por la Unión Europea y la OTAN para convertirlo en un Estado étnicamente albanés gobernado por los terroristas del Ejército de Liberación de Kosovo (UCK), como próxima falsificación de Estado independiente en los Balcanes.
Después de haber visto como las tropas de la OTAN le arrancaban la provincia de Kosovo como resultado de las maniobras de la Unión Europea, Serbia está a punto de perder también la fértil provincia de Voivodina –en la cuenca del Danubio– en provecho de los amputadores de fronteras que ofician en Bruselas.
Si los recientes comentarios de la ex secretaria general adjunta de la OTAN a cargo de la «diplomacia pública» y futura presidenta de Croacia Kolinda Grabar-Kitarovic son un indicio de lo que está en preparación, Croacia pasará a desempeñar el papel de bastión en los planes de la OTAN para arrebatarle a Serbia la provincia de Voivodina. Esta última será proclamada provincia multiétnica y plurilingüe, «patria» independiente de los húngaros, roms, eslovacos, croatas y rumanos así como de los refugiados albaneses recientemente enviados allí en autobuses por la Unión Europea desde el sur de lo que fue Yugoslavia.
Los medios de prensa y las ONGs financiadas por George Soros ya designan Voivodina como el «Kosovo húngaro», a pesar de que el 66% de su población es serbia. Con 25 grupos étnicos se trata de una de las regiones étnicamente más diversas de toda Europa. Para los estrategas de la OTAN y los ingenieros en demografía de George Soros, Voivodina constituye un terreno fértil para los conflictos étnicos y la continuación del plan de fragmentación de los Balcanes.
Los húngaros representan sólo un 13% de la población de Voivodina, los croatas totalizan un 2,7% y los eslovacos un 2,6% mientras que –como ya señalamos anteriormente– el 66% de la población de esa provincia es serbia. Sin embargo, Soros y los medios neoconservadores de manipulación han llamado a convertir Voivodina en la patria de los roms –pueblo «gitano». Pero los roms son solamente, cuando más, un 2,1% de la población. Las aspiraciones de los rumanos sobre esa provincia de Serbia son ridículas, teniendo en cuenta que sólo representan un minúsculo 1,3% de la población de Voivodina. Por su parte, los bunjevci –asimilados a los croatas– y rusianos representan una fracción aún mucho menos importante de la población total.
Después de una estrechísima victoria sobre el presidente croata Ivo Josipovic, por un margen extremadamente dudoso del orden de 50% contra el 49% –algunos dirían un porciento al estilo de Soros– la señora Kolindar Grabar-Kotarovic no perdió tiempo para retar a Serbia en su discurso postelectoral. Declaró que luchará por la autonomía de los croatas en Voivodina, lo cual significa que apoyara la secesión de esa provincia serbia. También anunció que piensa restablecer las estrechas relaciones con Alemania, lo cual no sorprende a nadie cuando se conocen los lazos históricos de su partido, la Comunidad Democrática Croata (HDZ) –partido de los ustachis croatas, quienes crearon un Estado títere bajo el «Tercer Reich». El irredentismo de Grabar-Kitarovic en lo tocante a los croatas de Voivodina, sobre todo en el distrito de mayoría croata de Srem y en Herzegovina, en la actual Bosnia Herzegovina, representa lo que se designa en la actual Croacia como neoustachismo (nazismo).
Grabar-Kitarovic también ha reaccionado negativamente ante la reciente decisión de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya que rechazó la moción que acusaba a Serbia de haber cometido un genocidio durante la guerra de 1991-1995 entre Croacia y lo que era entonces la República Federal de Yugoslavia bajo control de Serbia. La Corte Internacional de Justicia también descartó la moción de respuesta que Serbia presentó contra Croacia basada en la acusación de genocidio cometido por las fuerzas croatas, respaldadas por los mercenarios de Estados Unidos, durante la operación «Tempestad». Aquella guerra relámpago de las fuerzas croatas y sus consejeros estadounidenses contra la República serbia de Krajina, en Croacia oriental, tenía como objetivo la realización de la limpieza étnica contra la población serbia de las regiones orientales de Croacia.
Y para citar un nuevo ejemplo de los estrechos vínculos existentes entre neonazismo y sionismo, la consejera política de la señora Grabar-Kitarovic y jefa del poder de transición es la realizadora de documentales Jadranka Juresko-Kero, otra infiltrada estadounidense en las estructuras gubernamentales de Europa oriental e infatigable defensora de Israel y de la causa sionista.
La señora Jadranka Juresko-Kero vivió desde 1999 en el Upper East-Side, en Manhattan, y se casó en Domagoj Kero. Ya se sabe que si el HDZ gana las próximas elecciones legislativas, la señora Grabar-Kitarovic la designará como primera ministra, dando así a la nación un dúo gubernamental femenino. En sus tiempos como embajadora en Estados Unidos, Grabar-Kitarovic concluyó acuerdos comerciales entre la gran compañía de productos alimentarios Podravka y los distribuidores estadounidenses, acuerdos que incluían productos como la carne de res croata y el paté de pollo. Y resulta que quien dirige las operaciones de Podravka en Estados Unidos es precisamente el señor Domagoj Kero, marido de Jadranka Juresko-Kero y ex cónsul general de Croacia en Nueva York.
La señora Grabar-Kitarovic y sus aliados repiten la canción, que ahora tanto se oye en Voivodina, de que la región nunca fue históricamente serbia sino que antes de la Segunda Guerra Mundial era parte del imperio austrohúngaro. Y, en un remake de lo que sucedió en el este de Ucrania antes del putsch realizado conjuntamente por los sionistas y los neonazis contra el presidente democráticamente electo Viktor Yanukovich, la lengua serbia y el alfabeto cirílico se ven eclipsados en Voivodina por la pretensión de los no serbios de volver a transformar esa región en una nación germano-húngara en la que se usaría el alfabeto latino. Los separatistas de Voivodina cuenta para ello con el abierto apoyo del primer ministro húngaro Viktor Orban y del nuevo presidente alemán de Rumania, Klaus Iohannis.
Todo indica claramente que Voivodina es el próximo blanco de la alianza entre Soros y los neoconservadores. La Unión Europea está desplazando hacia esa región a los albaneses de Kosovo, de Macedonia y de Montenegro. Al llegar a Novi Sad, la «capital» de Voivodina, esos albaneses reciben 35 euros –entregados por enviados de la Unión Europea– para que tomen un taxi, se dispersen por la provincia y presenten una solicitud de residencia permanente. En el último censo se registraron solamente 3 360 musulmanes en toda la provincia. Pero la implantación de musulmanes albaneses provenientes de otras regiones de la antigua Yugoslavia tiene como claro objetivo echar leña al fuego para iniciar una rebelión independentista al estilo de lo que ya sucedió en Kosovo.
Las diferentes agencias de Soros y de los neoconservadoras están actuando intensamente en Voivodina. Entre ellas se cuentan la NED (National Endowment for Democracy) y el Open Society Institute de Soros. Bojan Pajtic, el presidente del gobierno provincial de Voivodina, personaje que domina a la perfección el húngaro y el inglés, se siente en su elemento en compañía de los cuadros de las ONGs financiadas por Soros y la CIA, cuadros que colaboran estrechamente con la secretaria de Estado adjunta para los Asuntos Europeos Victoria Nuland, quien a su vez organizó la victoria electoral de la señora Grabar-Kitarovic en Croacia y que ahora está dispuesta a provocar una guerra por la independencia de Voivodina con la complicidad de los provocadores profesionales recientemente llegados de Rumania, Hungría, Albania y de los campamentos de roms de los Balcanes.
Si en algo es Ucrania un ejemplo es precisamente el que la señora Nuland y sus neoconservadores tienen reservado para Voivodina, el que limpiará esa provincia de serbios y garantizará un país amigo a las compañías petroleras y gaseras occidentales para que puedan explotar las reservas de hidrocarburos existentes en una región llamada Banat, en el este de Voivodina.
Exactamente de la misma manera en que se le arrebató a Serbia la región de Kosovo para facilitar el paso del pipeline y garantizar a Estados Unidos una base militar permanente en la zona donde se encuentra Camp Bondsteel, una Voivodina “independiente” estaría destinada a alimentar la OTAN con recursos como el gas y el petróleo existentes en la región de Banat y con la fértil cuenca del Danubio para la producción de alimentos genéticamente modificados. Al igual que en Ucrania, el complejo militaro-comercial occidental ve en Voivodina un objetivo para la extracción de sus hidrocarburos y para el agrobusiness de Monsanto.
Lo que está sucediendo en Voivodina no es otra cosa que una manipulación demográfica, un intento de marginalizar a la población serbia, como se hizo con los serbios que viven en los enclaves de Zubin Potok, Zvecan, Kosovska Mitrovica y Leposavic, en el norte de Kosovo, completamente olvidados debido a la precipitación de la Unión Europea por convertir Kosovo en un Estado albanés independiente.
En este momento, la OTAN y los demás provocadores occidentales han puesto las ciudades de Lugansk, Donetsk y Mariupol en los titulares de la prensa mundial como zonas de conflicto. Si los demonios neoconservadores como las señoras Grabar-Kitarovic, Juresko-Kero y Nuland logran alcanzar sus fines, los recuentos sobre baños de sangre nos llegarán desde Novi Sad, Sremska Mitrovica, Kanjiza y Subotica, ciudades situadas en las líneas de separación étnica en Voivodina.
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