En efecto, en su edición de agosto de 2005, fustiga la creación de Omidelac (Organización de militares por la democracia, la integración y la liberación de América Latina y el Caribe), calificándola como una «...de las más interesantes y bien planeada operación de guerra política que se condujo desde la Unión Soviética: la Declaración de Buenos Aires de abril de 1986». Según su desinformada opinión, de esta operación, financiada por los soviéticos, salió Chávez.

La función de las Fuerzas Militares

La verdad es que por los años 80s, el continente estaba infestado de dictaduras. Las Fuerzas Armadas de muchos países habían sido desviadas de sus funciones históricas, traduciéndose en enemigas de sus pueblos, a quienes debían servir. Argentina y Chile aún vivían bajo dictadura, y Perú, Bolivia, Ecuador, Brasil y otros también las habían padecido. Algunos como Colombia habían sufrido, de hecho, una modalidad de dictadura civil. Pero además, en conjunto, todas las Fuerzas Armadas habían sido impregnadas por la Doctrina de la Seguridad Nacional, orientada por los Estados Unidos: de cuerpos de defensa se habían traducido en fuerzas de ocupación.

Fuerzas Militares que tenían un legado, una historia de lucha anticolonial, de sentimiento latinoamericano, fundado en el pensamiento bolivariano.

Retomar este legado fue la decisión de un importante grupo de oficiales de todo el continente. Empeño liderado con vocación de servicio y recursos propios, por oficiales retirados como el Brig. Carlos R. French (Argentina), Cap. Gerónimo Cardoso Ch. (Uruguay), Gral. de Brig. Humberto Cayoja (Bolivia), Cnel. de Fuerza Aérea Alfredo R. Daudt (Brasil), Cap. de la Fuerza Aérea Raúl Vergara (Chile), Gral. de Div. Richelieu Levoyer (Ecuador), Gral. de Ej. José J. Matallana (Colombia), Cnel. Adolfo Majano (Salvador), Gral. Elio García Barrios (Venezuela), y muchos más. Sin olvidar, en su primera época, el impulso que le brindaron con su acción y pensamiento, los Generales Omar Torrijos (Panamá), Iván Velasco Alvarado (Perú), Juan José Torres (Bolivia), Alberto Bachelett y Carlos Pratt (Chile), además de oficiales y suboficiales de otros continentes.

Toda una generación de militares, actuando de manera deliberatiba, en conferencias reiteradas, como la de Quito, Lima, Montevideo, algunas de las cuales contaron con la presencia de ministros e incluso los Presidentes de turno.

Las palabras del presidente Chávez (ver recuadro), a un soldado en su reciente visita a la Argentina, retoma este sentimiento y refuerza la vigencia de una organización como Omidelac.

Hoy más que nunca, cuando los Estados Unidos amplía su control militar en la región, el llamado de estos oficiales bolivarianos tiene total vigencia:

«Nosotros, latinoamericanos, que optamos por la profesión militar como forma de servir a nuestros pueblos, inspirados en los ideales de los próceres de la primer independencia, planteamos la necesidad de continuar la obra inconclusa de la liberación de toda forma de dependencia externa y dominación interna».

Objetivos y propuestas

Los objetivos sentados en sus actas, no dejan dudas de su pensamiento y vocación:

  Recoger el legado histórico de los libertadores y retomar el rol militante unidos con nuestros pueblos por la liberación de América.

  Asumir a los Estados Unidos como al principal enemigo actual.

  Abandonar la Doctrina de la Seguridad Nacional.

Sus propuestas, así lo reafirman:

  Reestructurar el Sistema Interamericano por otro que considere un organismo Latinoamericano.

  Estructurar un Sistema Latinoamericano de defensa, en reemplazo de las actuales relaciones militares interamericnas-

  Apoyar las justas proposiciones de los gobiernos que exigen la renegociación de la deuda externa.

  Apoyar la demanda de los pueblos Latinoamericanos para obtener su integración económica.

  El reintegro de a la soberanía de América Latina de los enclaves coloniales.

  Exigir el desmantelamiento de las instalaciones militares extranjeras en Centro América, el Caribe, Las Malvinas, etcétera.

«...vi al soldado con el fusil al hombro, rindiéndome honores y me paré frente a él, y frente a otro y les di un saludo y le dije a uno, calladito, ‘No te olvides que ese fusil que tienes al pecho es para defender al pueblo argentino, para defender la soberanía del pueblo argentino y la dignidad del pueblo argentino’. Y vi en los ojos de ese soldado el brillo, el brillo de la conciencia. Yo estoy seguro de que en la medida en que los pueblos sigan avanzando, construyendo el camino de la liberación definitiva de nuestra América, serán cada día más acompañados, seremos cada día más acompañados de nuestros soldados que son y deben ser siempre parte del alma de un pueblo, del alma de un pueblo como lo fue San Martín, el General mestizo; como lo fue Bolívar, el General Libertador, como lo fueron ellos, generales libertadores, soldados libertadores, porque se trata aquí de una segunda independencia. Unamos también nuestras Fuerzas Armadas para asegurar nuestra soberanía, para definir nosotros mismos nuestros conceptos de seguridad y de defensa y de soberanía y no seguir dependiendo de los mandatos (como se ha dependido mucho tiempo) del Comando Sur de Estados Unidos. Independencia, decía Martí; independencia, decimos hoy en este III Congreso de los Pueblos. Hugo Chávez