Después de huir a Estados Unidos, Gonzalo Sánchez de Lozada y su ministro de Defensa Carlos Sánchez Berzaín trataron de frenar el juicio de responsabilidades por la masacre de octubre de 2003. Pero su estrategia ha sido derrotada una y otra vez y el proceso avanza. ¿Es casual que después de estas derrotas aparezcan los bombazos desestabilizadores?
El 15, el 17 y el 24 de noviembre, La Paz fue remecida por tres dinamitazos. Los blancos elegidos hablan por sí mismos: el Colegio Militar, el canal del Presidente (PAT) y el Ministerio de Defensa. Materialmente, los efectos de las explosiones fueron mínimos, algunos vidrios rotos, algo de susto en los vecinos y nada más. Bombas que no buscaban que dañar físicamente sino provocar, por eso también no merecieron ninguna repercusión propagandística ni anterior ni posterior, su efecto máximo trató de ser psicológico: las víctimas elegidas debían navegar en la incertidumbre y en la desesperación preguntándose: ¿Quién pone las bombas? ¿Quién es mi enemigo?
Generalmente, los atentados dinamiteros que vienen de la izquierda tienen un fin propagandístico -por eso todos los grupos reivindican sus atentados- o tratan de dañar la infraestructura física de la institucionalidad estatal. No es éste el caso. Y, además, como explica el analista Álvaro García Linera, “la izquierda boliviana actualmente participa de un escenario político abierto por ella misma con la insurrección de octubre. Qué razones habría para pasar a la lucha armada si tiene dispuesto el escenario político legal donde está ‘imponiendo’ su programa: Revisión de la ley de hidrocarburos, Asamblea constituyente y juicio a Gonzalo Sánchez de Lozada”.
Las sucesivas derrotas del MNR
Entre todos los actores políticos de la Bolivia postoctubre uno sólo se debate en un escenario adverso, el MNR:
– Derrotado en las calles en octubre de 2003.
– Derrotado el programa económico y político que impuso cuando Carlos Mesa llamó al Referéndum y abrió la posibilidad de que las petroleras que llegaron con la Capitalización vean mermado su negocio, no hay que olvidar que Sánchez de Lozada masacró a 67 bolivianos protegiendo los intereses de las transnacionales en la “Guerra del gas”.
– Derrotada su estrategia jurídica el 30 de julio, cuando Carlos Mesa prácticamente interviene el Poder Judicial y nombra a un nuevo fiscal; el mismo fiscal que hace el requerimiento ante el congreso para que se autorice el juicio de responsabilidades.
– Derrotada su estrategia parlamentaria para impedir que el congreso autorice el juicio contra Goni.
¿Es casual que después de estas contundentes derrotas aparezcan las bombas desestabilizadoras?
Los movimientos de los gonistas
Un diputado emenerrista -que pidió mantener su nombre en reserva por temor a represalias de sus compañeros gonistas- explica lo siguiente: “Casi todos los dirigentes leales a Carlos Sánchez Berzaín y Gonzalo Sánchez de Lozada han viajado a EEUU ha recibir órdenes políticas que luego trataron de poner en práctica aquí. Es evidente que estas órdenes pasan por la desestabilización del actual gobierno”.
Según esta fuente, Gonzalo Sánchez de Lozada habría pasado por momentos de mucha depresión ante la posibilidad de que prospere el juicio de responsabilidades. Incluso habría llegado a decir que antes de enfrentar un juicio y terminar en la cárcel terminaría sus días como Germán Busch (el presidente que se suicidó).
Altos dirigentes emenerristas habrían viajado a Estado Unidos para coordinar con Goni tres estrategias posibles para frenar el juicio de responsabilidades:
– 1) Sepultar el jucio en la fiscalía: esta estrategia dio resultado mientras ejercía el fiscal General de la República Óscar Crespo -ligado el gonismo-, luego con el nombramiento de César Suárez como nuevo fiscal general la situación cambia.
– 2) Parar el juicio en el Congreso: durante las sesiones previas a la votación y en la votación misma el ex presidente Sánchez de Lozada y Carlos Sánchez Berzaín iban monitoreando por teléfono celular el comportamiento de ciertos diputados emenerristas, ucesitas y miristas, pero, como explicó el Presidente de la APDHB, Sacha Llorenti, “en un momento de desorientación política, temerosos de las presiones populares, los parlamentarios ex aliados de Goni terminaron votando a favor del juicio de responsabilidades”. Así se frustraba la segunda estrategia gonista, quedaba la tercera y la más dura.
– 3) Cambiar las condiciones políticas como hizo Banzer el 79 para impedir que prospere el juicio de responsabilidades. Esto, significa golpe de Estado, así sin más.
¿Quiénes son los leales a Goni?
Según el diputado del bloque renovador, José Luis Ríos, hay dos bloques dentro del MNR que han luchado intensamente para impedir el juicio de responsabilidades:
– Los gonistas: que incluyen a una parte de la bancada parlamentaria (Chichi Siles, Desiree Bravo, Óscar Arrien, William Paniagua), al yerno de Goni, el “Loro” Álvarez Plata, Mauricio Balcázar, el viejo dirigente emenerrista Franklin “Panka” Anaya -un operador político de mucha confianza de Goni, quien declaró a La Razón que Carlos D. Mesa también debería entrar en el juicio de responsabilidades-, y algunos intelectuales allegados, como Irving Alcaraz.
– Los sanchezbersainistas: los diputados Julio Leigue, Miguel Majluf, Norma Cardona, Enrique Urquidi, Juan Luis Choque, a este bloque se suma el poderoso bufet de Sánchez Berzaín y otros personajes que hoy mantienen altos cargos en el poder judicial, como tres de los magistrados del Tribunal Constitucional que han sido identificados como hombres del ex ministro de Defensa.
Una revisión rápida de los medios de prensa revela que muchos de estos personajes, después de que el Congreso autorizó el juicio de responsabilidades, tuvieron apariciones públicas en las que trataron de imponer la sensación de que Bolivia marcha a un crisis insalvable. Por ejemplo, Óscar Arrien trató de enfrentar al gobierno de Mesa con la opinión pública denunciando, insistentemente, un impuestazo y la imposición de nuevos tributos en el presupuesto general de la República. Este grupo también trata de amplificar cualquier posición discordante con el gobierno de Mesa -como el beligerante pedido de autonomía de las élites de Santa Cruz- bajo la idea de que una suma de disconformidades generaría un ambiente de ingobernabilidad, forzando así el ansiado “cambio de las condiciones políticas” que sepultarían el juicio contra Goni.
Desprestigiar a Carlos Mesa
La hipótesis de que el sector gonista del MNR está embarcado en afanes conspirativos ha sido sostenida en los medios por el propio José Luis Harb, viceministro de Gobierno de Goni hasta el día de su fuga. “Yo creo que desde el momento mismo en que Goni y Sánchez Berzaín salen del país hay un plan político para inviabilizar el juicio de responsabilidades”, dice José Luis Harb.
Sin embargo, luego de varios meses de vacilación, Gonzalo Sánchez de Lozada y su ex ministro de Defensa habrían decidido pasar a la “ofensiva”. Primero decidieron retomar la conducción de su partido. Desalojaron a Javier Campero Paz de la jefatura y colocaron a Mirtha Quevedo, una dirigente de confianza del ex presidente.
Luego ihabrían identificado -mediante estudios y encuestas elaboradas por Mauricio Balcazar- un punto geográfico -“una cabecera de playa”, dice una fuente del actual gobierno- para actuar. Se escogió Santa Cruz, debido al descontento que muestran los sectores empresariales contra Mesa y desde ahí se agitó -coincidiendo con las aspiraciones autonomistas de la población- a la opinión pública para ponerla contra Carlos Mesa. “El resultado ha sido positivo para esa estrategia. En Santa Cruz lo han hecho polvo al Presidente, su popularidad apenas llega a 35% en esa ciudad, cuando en el resto del país se mantiene por encima del 60%”, repite esta fuente del gobierno.
Sin embargo, los gonistas no urdieron una estrategia política para enfrentar las elecciones, en casi todo el país van divididos y en plazas fuertes como La Paz entregaron la candidatura a una figura irrelevante como Virgilio Apaza, y su campaña mediática es casi inexistente. ¿Entonces qué sentido tiene traer asesores norteamericanos para la campaña electoral? Según la misma fuente del gobierno, la llegada de estos asesores de la empresa Grenberg -la misma que dirigió la guerra sucia contra Manfred Reyes Villa- tendría la intención de organizar un equipo conspirativo eficiente, para abrir brechas en la popularidad del presidente y generar una psicosis en la población.
Estos últimos tiempos se desató una verdadera guerra sucia en contra de Carlos Mesa y su entorno, aparecieron denuncias sobre la moralidad del presidente, se deslizeo rumores sobre deudas, supuestos pagos de gastos reservados y algunas redacciones circularon informes sobre la situación financiera de PAT, pero los grandes medios no difundieron esta información. Luego vino el atentado dinamitero contra PAT.
El objetivo de esta guerra sucia sería golpear a Carlos Mesa en sus puntos más fuertes: su credibilidad y su popularidad, dos factores centrales que le dieron estabilidad en el gobierno.
Otro objetivo de esta guerra sucia sería causar división en las Fuerzas Armadas, fomentando el protagonismo de los sectores conservadores y evidenciando un cierto radicalismo en los altos mandos que rechazan la desestabilización y un posible golpe de Estado. Hace pocos días aparecieron pintas y graffitis callejeros que decían “General López inmoral”, “General López corrupto y traidor”, haciendo alusiones al jefe del Alto Mando. Se trataría de un grupo encabezado por unos cuatro militares de alat graduación, ligados a Sánchez Berzaín, cuyo ascenso estaría en duda precisamente por este pasado.
Hasta el cierre de esta edición, fuentes del ministerio de Gobierno deslizaron que el dinamitazo al Ministerio de Defensa podría haber sido preparado por algún grupo que obedece a estos militares.
Carlos Sánchez Berzaín, y los hilos de la conspiración
De acuerdo a fuentes del propio MNR, Mauricio Balcázar sería el cajero de la conspiración emenerrista y Carlos Sánchez Berzaín el estratega. Durante los últimos años de su actividad política, Goni dependió casi completamente de estos dos personajes. Sánchez Berzaín era su abogado personal y su hombre de confianza; en el exilio esa situación no ha cambiado.
Carlos Sánchez Berzaín vive en Miami, donde trabaja como abogado en un bufet del ex embajador de Estados Unidos en Bolivia, Manuel Rocha. El ex ministro boliviano mantiene excelentes relaciones con la jerarquía más conservadora del partido republicano y, según se sabe, durante la campaña de George W. Bush dictó conferencias como un experto en cuestiones de terrorismo y narcotráfico.
El Juguete Rabioso tuvo acceso a un parte de inteligencia en el que se afirma que Carlos Sánchez Berzaín habría venido al país en más de una ocasión, sin embargo las coordinaciones con los líderes emenerristas que actúan bajo su mandato las hace principalmente desde Miami y por teléfono.
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