En momentos en que el periodista Frederic Taddei acaba de abrir en Francia un debate sobre la posibilidad de una discusión sobre los atentados del 11 de septiembre, Thierry Meyssan responde a las preguntas del importante diario argelino Echorouk sobre este mismo tema.
Echorouk: Ocho años después del famoso 11 de septiembre, los expertos parecen cada vez más escépticos ante la versión oficial estadounidense de los atentados. Usted fue uno de los primeros en denunciar esa versión y en pronunciarse por una investigación independiente que aclarara los hechos y en exigir verdad y justicia. En aquel entonces, usted era una voz discordante. Pero actualmente muchos expertos apoyan la tesis que usted expresó en aquel momento. ¿Qué fue lo que cambió haciendo que la versión oficial americana haya dejado de inspirar confianza hoy en día?
Thierry Meyssan: En primer lugar, la palabra del gobierno de los Estados Unidos, respetada en 2001, ha perdido su credibilidad. Después del escándalo de Colin Powell mintiendo descaradamente ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, después del escándalo de George W. Bush inventando las armas iraquíes de destrucción masiva, es lógico que la opinión pública cuestione lo que esos mismos personajes dijeron sobre otros temas.
En segundo lugar, al día siguiente de los atentados todas y cada una de las agencias estadounidenses ofrecieron informaciones fragmentadas sobre los atentados. Yo subrayé que todos aquellos elementos del discurso se contradecían entre sí, pero yo era el único que los comparaba en aquel entonces. En 2004, ante la presión de las familias de las víctimas, el presidente Bush nombró una comisión investigadora. Esta, por supuesto, se dio a la tarea de darle la razón al presidente. Pero se vio obligada a redactar una versión única de los atentados. Al no poder resolver las contradicciones oficiales, lo que hizo fue evitar todo lo que fuera problemático. Son esos defectos flagrantes de ese informe los que provocaron la cólera de las familias de las víctimas y suscitaron la creación de numerosas asociaciones en pro de la verdad.
Finalmente, el tiempo disipó el choque emocional. Hoy en día resulta más fácil debatir serenamente sobre ese tema y, por lo tanto, albergar dudas.
Echorouk: Según las investigaciones que usted mismo ha realizado y el cúmulo de estudios realizados por numerosos expertos, ¿qué fue lo que realmente sucedió el martes 11 de septiembre de 2001?
Thierry Meyssan: Nuestra memoria es selectiva. Recordamos tal o mas cual hecho de aquel día, pero también hemos olvidado muchos de ellos. Todos recordamos que dos aviones chocaron contra el World Trade Center, que un tercer avión explotó en vuelo sobre Pensilvania, que hubo una explosión en el Pentágono y que las Torres Gemelas se derrumbaron. Generalmente se olvida que hubo «gente informada» que especuló en los días anteriores [al 11 de septiembre] en base a una [futura] caída de las acciones de las compañías aéreas y de las compañías de seguros implicadas, que un incendio devastó el anexo de la Casa Blanca, que en la Casa Blanca se recibió una llamada de los atacantes en la que se usaron los códigos presidenciales, que hubo un tercer edificio que también se derrumbó en la zona del World Trade Center, que Israel cerró todas sus embajadas, que el Servicio Secreto desplegó equipos especiales para impedir un ataque aerotransportado en Washington y que la marina de guerra estadounidense puso dos portaviones en estado de alerta para impedir un desembarco naval en la costa de Washington.
En definitiva, esa operación es un choque interno de las élites estadounidense, una forma de golpe de Estado. A partir de aquella fecha, el presidente Bush no fue más que una marioneta en manos de una facción del complejo militaro-industrial.
Echorouk: ¿Y los presuntos organizadores… «Al Qaeda»?
Thierry Meyssan: La idea de que un grupúsculo de una veintena de fanáticos pudiera infligir tanto daño al país más poderoso del mundo es digna de los comics estadounidenses. De ser así, las armas clásicas ya no tendrían utilidad alguna. Esos son cuentos de niños.
Echorouk: El grupo de Ben Laden sigue siendo un enigma en cuanto a su creación y su financiamiento, así como su propagación por el mundo islámico y sus objetivos. ¿Es posible que exista un vínculo entre los Estados Unidos, la CIA o el Mossad y otros servicios secretos con «Al Qaeda»?
Thierry Meyssan: Osama Ben Laden era un financista. Había sido reclutado por la CIA en 1977 y enviado a Afganistán para apoyar a la oposición de derecha contra el gobierno de izquierda. Cuando los soviéticos respondieron a las provocaciones con su apoyo militar al gobierno, se presentó a Ben Laden como un capitalista saudita que lo había dejado todo para luchar contra el Ejército Rojo. Hasta era miembro por aquel entonces de la Liga Anticomunista Mundial (WACL, siglas en inglés.), junto a varios dictadores proestadounidenses.
En 1990, cuando los soviéticos salen de Afganistán, Osama Ben Laden recibe una nueva misión. Bajo las órdenes del príncipe Bandar, se le ordena utilizar a los antiguos combatientes árabes de Afganistán en la realización de diversas operaciones de desestabilización en otros países. Pero los muyahidines habían luchado contra el Ejército Rojo en defensa de un país musulmán, no para servir a los Estados Unidos, y sólo estaban dispuestos a emprender nuevas aventuras si se les proponía un objetivo que les pareciera noble, no para servir al príncipe Bandar y a la monarquía saudita. Fue en ese momento que Ben Laden adoptó la retórica antioccidental y antisionista. Pero siempre actuó como un títere de la CIA y de Bandar.
Hay que saber que todos esos personajes eran amigos íntimos. Salim, el hermano mayor de Osama [Ben Laden], era socio de George W. Bush en Houston (Texas), en la sociedad petrolera Harken. La familia Ben Laden creó con la familia Bush el fondo de gestión de acciones conocido como Carlyle. Bandar se convirtió en una especie de hijo adoptivo de Bush padre, lo cual le valió el sobrenombre de «Bandar Bush». Pero Osama Ben Laden estaba gravemente enfermo y tenía que someterse constantemente a hospitalizaciones y tratamientos de diálisis. Su huella se pierde en octubre del año 2001. Desde entonces nos han estado alimentando con casetes groseramente falsificados, como lo demostró el instituto suizo Dalle Molle, la principal autoridad mundial en materia de autentificación de grabaciones de audio y de video.
Echorouk: Paradójicamente, ese grupo golpea fuertemente en los países musulmanes, como Arabia Saudita, Irak y Argelia, cuando se supone que su objetivo es «defender las tierras del Islam contra la cruzada occidental». ¿No existe duda alguna sobre el papel que desempeña para favorecer una injerencia americana en esos países?
Thierry Meyssan: Al Qaeda no es una organización estructurada. Es una firma que está siendo utilizada para la realización de diversas operaciones por parte de diferentes agentes. Cuando se trata de terrorismo, no se juzga a la gente por su retórica sino por sus actos. Y esa firma ha sido utilizada para desestabilizar a numerosos países, nunca para atacar a Israel y liberar la Palestina ocupada.
Echorouk: ¿Puede realmente el «presidente del cambio» –Barack Obama– cambiar los Estados Unidos de George Bush y cambiar a los neoconservadores construyendo un Estado de derecho que tenga en cuenta el porvenir de la humanidad en vez de los caprichos de las transnacionales?
Thierry Meyssan: Barack Obama es el presidente del cambio de apariencia, no del cambio de fondo. Los neoconservadores se unieron a él durante su campaña electoral. Ahora se han hecho más discretos para que se produzca la ilusión, pero siguen ahí. Se ha olvidado que esa gente cambia de partido político como de camisa. En su juventud eran trotskistas. Se hicieron republicanos con Reagan y con Bush padre, con Clinton se convirtieron en demócratas, volvieron a ser republicanos con Bush hijo, y ahora vuelven a ser demócratas con Obama. Son como las veletas, que indican la dirección del viento.
Pero su visión política sigue siendo la misma: extender los intereses estadounidenses a través del mundo mediante la guerra y la utilización de Israel. El nuevo secretario general de la Casa Blanca, Rahm Emanuel, es mucho más peligroso que los anteriores porque no está gastado.
Echorouk: Usted se exiló de Francia desde hace algún tiempo. ¿Cuáles son las razones de ese exilio?
Thierry Meyssan: Estados Unidos puso precio a mi cabeza desde el año 2002. Mi país me protegió durante años. Las cosas cambiaron con el fin del mandato de Jacques Chirac y con la llegada de Sarkozy [al poder]. Recibí información sobre lo que se estaba preparando contra mí y tuve que tomar rápidamente el camino del exilio. Todos mis colaboradores se exilaron también. Actualmente estoy viviendo entre Damasco y Beirut.
Echorouk: Usted ha denunciado la falta de libertad de expresión en Francia. ¿Cómo es posible cuando todo el mundo sabe que Francia es sinónimo de libertad personal y profesional?
Thierry Meyssan: La libertad nunca es definitiva. Es un ideal que se conquista día a día. Francia ha cambiado mucho en dos años. Hoy en día sus medios de prensa se han hecho monolíticos. Permiten expresar muchos matices pero no la expresión de opiniones disidentes. La presión es extremadamente fuerte cuando se trata de tres temas en particular: la OTAN (lo cual incluye el 11 de septiembre y la guerra en Afganistán), Israel y el presidente Sarkozy. Para citar un ejemplo, por decisión del Consejo Superior Audiovisual las cadenas de radio y televisión tienen prohibido dejarme hablar sobre el 11 de septiembre, y por consiguiente sobre ninguno de los grandes temas de política internacional. Otro ejemplo, el año pasado los seis principales sindicatos de periodistas denunciaron la omnipresencia de la censura en todo lo que tenga que ver con el presidente Sarkozy. Dijeron que la libertad de prensa nunca ha sido tan limitada en los últimos 60 años, incluyendo el terrible periodo de la guerra de independencia de Argelia.
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