Posesión del Presidente de la República del Ecuador, Rafael Correa.

Estimados colegas de nuestra América y del
mundo entero:

I.- INTRODUCCIÓN

Como habrán observado, en el Gobierno de la
Revolución Ciudadana el orden habitual de los
vocativos se ha invertido y nos dirigimos en
primer lugar, al soberano: los pueblos del
mundo, de nuestra América y, particularmente
en nuestro caso, el pueblo del Ecuador. Más
aún, mientras menos autoridad y
representación tenga un ciudadano del mundo,
más importante será para nuestra revolución.

Ellos son los mandantes, los dueños de nuestros
países, los dueños de nuestras democracias,
mientras que nosotros, queridos colegas
mandatarios, somos tan solo los primeros
servidores. De ahí la lógica de los vocativos
revolucionarios, que refleja los cambios que
buscamos en la estructuras de poder.

II. LA VICTORIA ELECTORAL

Un saludo cariñoso a todas y todos los
Presidentes y Jefes de Estado cuya autoridad,
como la mía, no es un atributo personal, sino la
consecuencia de un mandato que nos hace
responsables ante quienes nos lo otorgaron con
su voto.

El 26 de Abril pasado en esta tierra hermana no
triunfó el baratillo de ofertas, los tecnicismos, el
listado de obras y proyectos, más de lo mismo,
más de lo peor. Lo que volvió a triunfar fue un
sueño, el sueño de una Patria Nueva. Fue la
lucha de todo un pueblo, del pueblo de la Costa,
de la Sierra, de la Amazonía, de la región
insular, y de esa quinta región siempre
postergada, la de los migrantes. El Ecuador
votó por sí mismo. Gracias a Dios pudieron
robarnos todo, menos la esperanza.
Jamás defraudaremos ese mandato recibido, y
pondremos para ello todo nuestro esfuerzo y
capacidades, sin claudicaciones, sin cobardías
muchas veces disfrazadas de prudencia; de
manera clara y frontal, sin los estereotipos de
estadistas que nos quieren imponer nuestras
oligarquías.

Estamos de fiesta porque la Patria está
renaciendo del caos mercantilista; ha sido
arrebatada del baratillo privatizador. A nuestras
hermanas y hermanos ecuatorianos les decimos
hoy, con el mayor fervor y la mayor humildad:
hemos triunfado gracias al compromiso de
ustedes con la Patria, porque lo único que
anhelamos y la razón de nuestra lucha es esa
Patria de equidad, de igualdad de
oportunidades, sin racismo, libre de
analfabetismo, un país donde las carreteras
sirvan para transportar equidad y no pesares,
un país cuyos hospitales, escuelas, colegios y
universidades no sean escenarios del discrimen
social y económico, sino verdaderos centros de
dignidad y de desarrollo colectivo.

Sin embargo, es necesario que entendamos que
la victoria popular no ha sido más que el primer
paso de un proceso revolucionario, cuyo
objetivo es la construcción de una sociedad
incluyente, solidaria y equitativa. Nosotros
buscamos el buen vivir, el sumak kausay, el
desarrollo equitativo, el bienestar común, la
libertad basada en la justicia, la paz.
Precisamente para alcanzar estos objetivos a
plenitud, era necesario alcanzar el poder
político, para transformarlo en poder popular, el
único capaz de cambiar las estructuras de
oprobio que aún prevalecen en nuestra región.
Que nadie se engañe ni caiga en veleidades: el
verdadero desarrollo solo es posible con un
cambio en la relación de fuerzas dentro de la
sociedad. Si esto es cierto en cualquier parte
del mundo, lo es mucho más en la región más
inequitativa del planeta, la cual lastimosamente
es y ha sido ya por demasiado tiempo nuestra
América.

Hermanas, hermanos ecuatorianos: Lo que
hemos hecho juntos, es imposible. Antes de
nuestro gobierno, ninguno de los tres últimos
gobiernos electos había acabado su período, al
ser derrocados por los ciudadanos por traicionar
el mandato popular; en diez años habíamos
tenido nada menos que siete presidentes; se
nos acusaba por ello de ingobernables, cuando
tan solo éramos objeto de traición. El pasado
26 de Abril, no obstante haber estado en medio
de la mayor crisis del capitalismo planetario de
los últimos setenta años; no obstante del
ataque feroz del poder informativo, económico,
social y hasta religioso; no obstante haber
estado todos los demás candidatos contra
nosotros; no obstante a que los vencedores de
la primera vuelta electoral ganaban con un
promedio de apenas el 25% de la votación;
viene este pueblo rebelde y nos da una victoria
en una sola vuelta, algo absolutamente inédito
en la historia contemporánea de nuestro país.
Lo que hemos hecho es imposible, y demuestra
que la revolución ciudadana es irreversible, y
nada ni nadie la podrá detener.

III. BICENTENARIO

Ecuador también está de fiesta porque hoy
celebramos el Bicentenario del primer grito de
libertad en América. Fue la revolución del 10 de
agosto de 1809 una revolución que se propuso
alcanzar la meta soñada de la libertad. La
historia recoge a algunos actores de este gesta,
normalmente vinculados a las clases
acomodadas del Quito de ese entonces, pero
fueron muchos los que protagonizaron esta
lucha libertaria, muchos los que regaron su
sangre sobre las piedras el 2 de Agosto de
1810, muchos los que acompañaron después, a
través de los llanos y las alturas andinas, la
épica marcha de Bolívar.

Durante todo este tiempo, y aún antes, desde la
insurgencia de los Barrios de Quito y las
memorables rebeliones indígenas del siglo
XVIII, junto a los criollos se encontraron los
mestizos, los indios, el cholerío numeroso; los
artesanos que pasaban en vela para preparar la
vitualla y los pertrechos de improvisados
ejércitos, las mujeres que cosían sus vestuarios;
las guarichas, sobre todo las inolvidables y
aguerridas guarichas, que acompañaban a sus
soldados a lo largo de todas las campañas,
alimentándoles con amor y alentándoles con su
esperanza, cuidando las heridas y poniendo
comida para que la fuerza libertaria no se
pierda.

Tenemos que herir de muerte al olvido: desde el
10 de Agosto de 1809 hasta el 24 de Mayo de
1822 ocurrió, ante todo, una gesta popular, una
gesta de gente enamorada de su tierra tanto
como de su ansiada libertad, una gesta que
siempre luciría incompleta si junto a los grandes
próceres, a los estrategas, a los políticos
visionarios, aunados en una misma voluntad, no
estuvieran los pueblos de todas las regiones de
esta Patria grande que es la Patria Americana.
Tuvo que transcurrir un siglo desde el 10 de
Agosto de 1809, para que se buscara que
aquella libertad política alcanzada por los
patriotas de la primera hora, fuera libertad real
para todos.

Esa fue la concepción extraordinaria del Viejo
Luchador, Don Eloy Alfaro Delgado, general de
hombres libres. Aunque invocó las mismas ideas
liberales que animaron a los caudillos de la
Independencia, la revolución que promovió y
llevó a la victoria fue sobrepasándolas en su
realización histórica. Por eso, la obra visionaria
de Alfaro no pudo menos que chocar con los
intereses del capital bajo su forma conservadora
y santurrona, pero también bajo su forma
liberal–mercantilista, cuyos defensores se
encontraban fuertemente vinculados a los
intereses de la propiedad terrateniente, el
comercio y sobre todo la banca, y así el Viejo
Luchador se convirtió en un precursor de las
nobles causas de la transformación social, la
hermandad latinoamericana y el socialismo, al
entender que, sin justicia, lo que algunas
ideologías entienden por libertad es lo más
parecido a la opresión.

De nuestros primeros patriotas, de los Espejo y
los Mejía, de los Olmedo y Rocafuerte, de los
Montúfar y Morales, de los Salinas y Quiroga, de
los Riofrío, Villalobos, Manuela Cañizares,
recogemos la bandera de la soberanía y la
autodeterminación que ellos valientemente
levantaron con sus escritos, con su oratoria, con
el primer gobierno de Agosto de 1809.
De Alfaro, reivindicamos la consigna de un país
liberado de las ataduras eclesiásticas, de la
ignorancia y el oscurantismo; formado por
hombres y mujeres dotados de una conciencia
enriquecida por los beneficios del saber e
incorporados a una América solidaria,
responsables de una Patria que se vio a sí
misma grande e integrada.

De las grandes luchas de nuestro propio tiempo,
tomamos el ejemplo de los pueblos que resisten
por la igualdad, en contra de la discriminación,
contra todas las formas de exclusión, contra los
poderes fácticos que han capturado y asfixiado
al Estado para beneficiar a las minorías
privilegiadas; tomamos el ejemplo del pueblo
de Martí, del pueblo de Sandino, de Morazán, de
nuestros pueblos ancestrales, de nuestros
pueblos afroamericanos y de todos los pueblos
del planeta que se han decidido por la vida; que
han elegido la paz; que han optado por la
solidaridad.

Nosotros, somos bolivarianos y alfaristas, pero
también martianos, sandinistas, morazanos.

Con revoluciones auténticas, con el despertar de
nuestros pueblos, los próceres recuperan el don
de la palabra, recobran el mando, la calidad
fecunda de capitanes libertarios.

IV.- LOS EJES DE LA REVOLUCION

El Viejo Luchador decía algo que creemos debe
ser invocado ahora, en este tiempo en el que la
Revolución Ciudadana se hace carne en cada
ecuatoriano: cuando un pueblo despierta, cada
palabra es una esperanza, cada paso es una
victoria.

Hoy, se trata precisamente de eso. El pueblo ha
despertado, hablamos esperanzados,
caminamos victoriosos. En la primera etapa de
la revolución ciudadana propusimos cinco ejes
de acción. El primero de ellos, la Revolución
Constitucional. Dijimos el 15 de enero de 2007
que la institucionalidad política había colapsado,
algunas veces por su diseño anacrónico y
caduco, otras por las garras de la corrupción y
las voracidades políticas. Y por ello impulsamos,
desde el primer día, la Asamblea Nacional
Constituyente, la misma que, venciendo toda
absurda oposición, logró el respaldo casi
absoluto de ecuatorianas y ecuatorianos.
Lo paradójico del caso fue que, quienes desde el
pasado de oprobio se opusieron a su
convocatoria, fueron los primeros en inscribirse
para participar en la misma, cual lobos
disfrazados de corderos, pero fueron vencidos
por la decisión mayoritaria de los patriotas. Al
final, esa Asamblea Nacional Constituyente en
que tuvimos una amplia mayoría, aprobó la
nueva Constitución, ese canto a la vida que hoy
ampara y protege los Derechos Civiles y los
Derechos Humanos de ecuatorianas y
ecuatorianos. Pero no olvidemos, no dejemos
que la amnesia colectiva les sirva a los
depredadores de siempre, recordemos cómo los
mismos de siempre quisieron engañarnos al
decir que era una Constitución confiscadora,
que eliminaba la libertad de culto, que
atentaban contra principios morales del pueblo
ecuatoriano, entre muchas otras tonterías.

Ahora lo sabemos todos: nada de eso era
verdad. Felizmente, pese a todas esas falacias
aupadas muchas veces por una prensa corrupta,
nuestra nueva Constitución ya es una realidad,
y la piedra fundacional del cambio de época, de
este nuevo tiempo de la Patria.

Ahora, estamos liberándonos de las taras, de las
malas prácticas en el escenario político; creen
que no tenemos memoria, que no nos
acordamos de cómo funcionaba el Congreso
cuando era la junta de negocios de la
partidocracia, junta donde se rifaban el botín del
Estado: el petróleo, las telecomunicaciones, los
impuestos, donde se repartían los órganos de
control y regulación y los ponían al servicio de
minúsculos y poderosos grupos oligárquicos.
Incluso el lenguaje cambia, en una
sorprendente doble moral. Cuando tenían la
hegemonía los de siempre, los que de acuerdo a
los poderes fácticos debían seguir ganando las
elecciones, las “buenas” relaciones entre el
Congreso y la Presidencia se denominaba
gobernabilidad. Ahora el trabajo coordinado
entre la Asamblea y el Ejecutivo resulta que es,
para la mediocracia, la “subordinación del
legislativo al Ejecutivo”.

Queridas compañeras y compañeros
asambleístas: Tenemos confianza en que la
Asamblea Nacional será un instrumento
invalorable y positivo para alcanzar los cambios
que nuestra sociedad está exigiendo en forma
perentoria. Lo grave, lo verdaderamente grave,
sería que los intereses inconfesables de las
minorías privilegiadas provoquen acciones
destinadas a obstruir el camino de la
transformación, la justicia y la libertad. Ojalá
recuerden lo que dijo el propio Presidente
Kennedy: “cuando se bloquea el paso hacia los
cambios pacíficos, se está propiciando la
violencia, puesto que la historia no puede
detenerse, y los cambios habrán de llegar por
un medio o por otro”.

Nuestro país, nuestra gente, no resisten más la
oprobiosa desigualdad que hemos heredado del
pasado. Por eso, toda la Patria profunda ha
empezado a sacudirse, a desenmascarar la
discriminación, la exclusión y la violencia
solapada y cotidiana contra los pobres. Hemos
declarado ante el mundo nuestra voluntad
inquebrantable de poner fin a la injusticia. Este
es un nuevo tiempo, vamos a mantener vivo lo
alcanzado, vamos a sostener este despertar
gigante, sublime, construyendo palmo a palmo
este camino hacia una vida digna.
Compañeras, compañeros:

El segundo eje de acción, la Lucha contra la
Corrupción, ha sido y es una práctica
permanente y hasta obsesiva de nuestro
gobierno. El único caso de corrupción en las
altas esferas fue investigado y denunciado por
nosotros mismos; y, por ello, gozamos de la
credibilidad del pueblo. Pero, la corrupción no
está solamente en el manejo inescrupuloso de
los fondos públicos, también está enraizado en
el modelo perverso y egoísta que engendró el
neoliberalismo, a través de privatizaciones,
deshonestos endeudamientos y saqueos
institucionalizados, como el permiso para robar
que dio a los banqueros corruptos la
Constitución de 1998, aprobada precisamente
por quienes tratan hoy de sabotear a la
Revolución.

La ciudadanía, el pueblo ecuatoriano, sabe que
no son iguales los cinco dedos de una mano,
sabe que a todos nos toca pasar un trago
amargo, alguna vez, por acciones u omisiones
de gente querida, cercana, familiar.
En el gobierno de la revolución ciudadana
prevalecerá siempre la voluntad política de
sancionar los abusos, la corrupción, hasta las
indelicadezas, independientemente de quién las
cometa y del dolor personal que aquello nos
pueda causar. Nuestra mayor fidelidad siempre
será con nuestras conciencias. Somos gente de
manos limpias y ética profunda. En el Ecuador
de hoy y de mañana no habrá más impunidad.
El fin de aquellos tiempos nefastos empezó con
las sanciones a los banqueros corruptos, con las
incautaciones que nadie –excepto nosotros- se
atrevió a hacer. Bajo la nueva Constitución, se
acabó otra forma generalizada de corrupción:
la colusión entre poder informativo y poder
financiero. O banqueros, o periodistas, nunca
más las dos cosas. Así que señores banqueros
dueños de medios, elijan a qué negocio se
dedican de hoy en adelante.

También dijimos que los servicios públicos
mejorarían para hacer posible la deseada
trasparencia. Ahí tenemos el Servicio de Rentas
Internas, el Registro Civil, la CAE, las compras
públicas electrónicas, el sistema de información
para la gobernabilidad –SIGOB-, el sistema de
información financiera –SIGEF-, tecnología e
información puestos al servicio de los
ecuatorianos. Además, para nosotros la
rendición de cuentas es algo sagrado. Por ello,
cada sábado, a lo largo de más de dos años, y
desde todos los rincones de la Patria, hemos
ejercido nuestro derecho y nuestro deber de
informar a nuestro pueblo.

Mil gracias a todos quienes nos recibieron con
los brazos abiertos, desde Macará hasta San
Gabriel, desde Santa Elena hasta Guamote,
desde Gualaquiza hasta San Lorenzo, y así,
cada uno de esos rincones hermosos de la
Patria. Un abrazo fervoroso a su gente, cálida,
hospitalaria, generosa, a su gastronomía, su
paisaje, su bondad y su cariño.

El tercer eje de acción fue el de la Revolución
Económica, para romper, y para siempre, con
los mandatos externos, con ese perverso
Consenso de Washington, con sistemas
económicos que solo generaron más miseria y
desigualdad, que torpemente destruyeron los
fundamentos de toda sociedad y toda
economía: el talento humano, negándoles a
nuestros ciudadanos hasta la educación y la
salud, y la cohesión social, al excluir de los
beneficios del progreso a las grandes mayorías.
Hemos priorizado una política digna y soberana
que no ha buscado la ingenuidad de liberar
mercados, sino liberar al ser humano de las
falacias y de los intereses nacionales e
internacionales que lo postraron durante
décadas.

Una de las características más relevantes del
socialismo del siglo XXI, doctrina a la que
adhiere la revolución ciudadana, es
precisamente la supremacía del ser humano
sobre el capital. Para nosotros el ser humano
no es un factor más de producción, sino el fin
mismo de la producción. Lo que encontramos
en este sentido fue verdaderamente aterrador:
el ser humano convertido en un instrumento
más de acumulación del capital. No cabe duda
que una de las principales víctimas de la larga y
triste noche neoliberal fue la clase trabajadora.
Hoy, entre muchas cosas más, el Ecuador es un
país libre de tercerización laboral. De igual
forma, se subieron sustancialmente los sueldos
de los maestros, trabajadoras remuneradas del
hogar, artesanos, fuerza, policial y militar, etc.,
y por primera vez en la historia se redujeron los
precios de los servicios públicos: tarifa de la
dignidad, ICE de las llamadas telefónicas, costo
del internet y llamadas locales, nacionales e
internacionales, matrículas en las escuelas,
uniformes y libros escolares, consulta externa
de hospitales, medicinas gratuitas, además de
mantener congelados el costo de los
combustibles, gas, transporte, etc.

Sin embargo falta mucho más en este sentido.
En la radicalización de nuestra revolución,
buscaremos superar el mezquino concepto de
salarios mínimos, entendidos perversamente
como salarios justos. Los salarios mínimos son
precisamente aquello: mínimos para evitar un
mal mayor, que es el desempleo, pero a nadie
se le puede ocurrir que un salario que no
alcance siquiera a cubrir las necesidades de una
familia para salir del umbral de la pobreza,
pueda considerarse un salario justo. La meta
será entonces lograr que ninguna empresa se
considere rentable hasta no alcanzar para cada
uno de sus trabajadores un salario
verdaderamente digno.

Aquí un llamado a nuestros hermanos de
América Latina y particularmente de UNASUR:
la competencia ya es un principio bastante
cuestionado entre agentes económicos, pero un
verdadero absurdo entre países. No podemos
volver a caer en la trampa de competir entre
nosotros para atraer inversiones o vender más a
los mercados del primer mundo, precarizando
nuestra fuerza laboral. ¿Quiénes fueron los
beneficiarios? Los países ricos, con productos
más baratos a costa del sacrifico de nuestros
trabajadores. Tanto entre nuestros países como
al interior de los mismos, en lugar de tanta
competencia, debemos dar más espacio a la
acción colectiva, para, por ejemplo, armonizar
nuestras políticas laborales y no sacrificar a
nuestros trabajadores en el altar del mercado.
Precisamente esa es otra característica del
nuevo sistema económico y del socialismo del
siglo XXI: rescatar la relevancia de la acción
colectiva para el desarrollo. Frente a problemas
colectivos, debemos dar respuestas colectivas.
Por ello la importancia del rol del Estado,
representación institucionalizada de la sociedad,
a través del cual la sociedad realiza dicha acción
colectiva. Pretender minimizar el rol del Estado,
fue uno de los grandes absurdos de la larga y
triste noche neoliberal, así como pretender
maximizarlo, fue uno de los errores garrafales
del socialismo estatista. Lo incuestionable es la
necesidad de un estado eficiente y en función
del bien común, para lo cual hay que liberarlo
del secuestro de las clases dominantes. Hemos
trabajado arduamente para ello. Sin duda éste
ha sido el trabajo más duro y menos visible,
pero probablemente el más importante: la
profunda reforma del Estado ecuatoriano. El
camino recorrido es inmenso, ya que realmente
encontramos un estado deliberadamente
despedazado y repartido cual botín entre
piratas. Hoy tenemos en el Estado Central
planificación, organización sectorial y regional,
adecuados modelos de gestión, racionalidad
administrativa, rescate de las empresas
públicas, y un largo etcétera. Sin embargo,
todavía falta mucho por hacer, dentro de ello,
tal vez lo más difícil: el cambio de mentalidad
de cierta burocracia que sigue con sus
anacrónicos códigos, en función de las clases y
paradigmas dominantes, y no en función del
pueblo ecuatoriano y su diversidad. Prueba de
ello son las invitaciones enviadas para este
evento, donde se pide traje oscuro para los
hombres y traje sastre para las mujeres. Esto
puede ser un detalle irrelevante para algunos,
pero para mí es extremadamente significativo y
una muestra de cuánto nos falta por hacer.
Quiero pedir disculpas a los pueblos ancestrales
por esa barbaridad, ya que de cumplirse lo que
dicen esas absurdas invitaciones, no podrían
estar aquí con sus trajes típicos; quiero pedir
disculpas a los pobres de mi patria, nuestra
razón de ser, porque si hiciéramos caso a ese
absurdo, no podrían estar aquí al menos que
hayan prestado el dichoso traje; quiero pedirles
disculpas a todos los ciudadanos de la Patria,
porque pese a que nuestra Constitución nos
define como un estado plurinacional y
pluricultural, y nuestro Plan Nacional de
Desarrollo habla de respetar esa diversidad en
la unidad, para vergüenza de la revolución
ciudadana todavía tenemos burócratas que
tratan de imponernos los estereotipos y
snobismos más ridículos. Insisto, para mí este
hecho es muy decidor de todo lo que nos falta
por hacer.

El gobierno de la revolución ciudadana cree
firmemente en la fuerza productiva de todas y
todos los empresarios, no solo de los que se
arrogan su representación en cámaras que usan
el discurso del mercado y de la competencia,
pero que cada vez que les conviene rompen los
principios por ellos mismos invocados. Este
gobierno cree en la capacidad de miles de
productores asociativos, cooperativos,
comunitarios, autónomos, de los que
despectivamente el neoliberalismo llama los
informales, pero a los que nosotros les
llamamos los sujetos de la economía social y
solidaria que reconoce nuestra Nueva
Constitución, los productores del inmenso y
fecundo ámbito de la economía popular.
En estos meses de gobierno, tuvimos que
enfrentar la mayor crisis del capitalismo global
de los últimos ochenta años. Dicha crisis nos
golpeó por partida triple: además de los efectos
que todos los países sufrieron, esto es, pérdidas
de mercados de exportación y disminución de
financiamiento e inversiones; Ecuador también
enfrentó el desplome de las remesas de
migrantes y de los precios de petróleo, las dos
fuentes de divisas en que se sustentaba la
dolarización de la Economía. Pese a ello, con
capacidad y creatividad supimos enfrentar el
huracán, y hoy podemos decir que lo peor ya ha
pasado, sin haber jamás sacrificado el sector
social y el apoyo a los más pobres. Es más,
Ecuador muy probablemente será uno de los
pocos países de América Latina que crecerá este
año, y actualmente muestra una de las tasas de
desempleo más bajas de la región.
Vamos a continuar por la senda del manejo
digno e inteligente del problema de la deuda
externa. Con coraje y habilidad, por primera
vez en la historia el país logró vencer a los
especuladores financieros, comprado el 91% de
su deuda comercial externa en bonos 2012 y
2030 con descuentos de cerca del 70%, lo cual
significa un ahorro de más de 300 millones de
dólares anuales durante los próximos veinte
años, dineros que servirán ya no para los
bolsillos de los acreedores, sino para el
desarrollo nacional.

Un día, casi no se podrá creer que existiera un
proceso de monumental estafa que se hubiera
podido rodear de un halo de respetabilidad, de
secretismo “técnico”; que nadie, durante
décadas, hubiera sido capaz de destapar esta
olla de grillos; que, legiones de tecnócratas,
vende patrias, hayan podido vivir y lucrar del
cuento de la deuda, en contra de su pueblo; que
el asalto haya alcanzado tales niveles de
perfección e institucionalización; que los países
hayan continuado solicitando dinero para pagar
los intereses del dinero adeudado, perversión
solo comparable al concertaje de indios, esa
infamia insólita del sistema feudal colonial que
obligaba a asumir las deudas “hasta por dos
vidas” y que sobrevivió durante buena parte de
la república.

El desarrollo no es un balance financiero de
pérdidas y ganancias. Hay muchas cosas con
inmenso valor pero sin precio. De dignidad
también viven los pueblos. Por ello, este
gobierno jamás ha permitido que burocracia
internacional alguna venga a imponernos sus
políticas, e incluso se expulsó del país al
representante del Banco Mundial por los
chantajes que esa burocracia pretendía imponer
al país.

Finalmente, en la esencia del cambio del
sistema económico, se encuentra el superar
supuestas teorías que pretendieron incluso ser
el fin de la historia. El colapso de un sistema
basado en la codicia no solo es evidente, sino
que implica la propia destrucción del ser
humano, al haber pretendido elevar el egoísmo
como máxima virtud individual y social.
Propusimos en el cuarto eje de acción la
Revolución en las Políticas Sociales. Al contrario
de la política clientelar de los gobiernos
neoliberales, la Revolución Ciudadana optó por
políticas de inclusión social que han
comprendido, no una legión de espectadores
desesperados, práctica permanente de los
gobiernos de la oligarquía, sino los socios de un
país responsable, un país de seres humanos
solidarios.

Los programas en Salud, Educación, Vivienda,
Inclusión Social, inéditos en la historia
contemporánea, son vivo testimonio de un
ejercicio democrático participativo. Desde las
Escuelas del Milenio, las miles de partidas
nuevas para docentes, el ejemplar servicio y
ampliación del mismo en los hospitales públicos,
el espectacular programa de vivienda, donde
hemos construido más soluciones habitacionales
que todos los gobiernos de la historia del
Ecuador juntos, son solo algunos ejemplos de lo
que significan, en la realidad, la equidad y la
democracia. Esto ha permitido, después de años
de una tendencia en contrario, disminuir en el
país la brecha entre ricos y pobres y continuar
con la tendencia en cuanto a disminución de la
pobreza y la indigencia.

Quisiera, como siempre, mencionar en forma
especial a nuestros migrantes, aquellos
exiliados de la pobreza, que expulsados de su
propia tierra, debieron abrir horizontes y
espacios en otras latitudes. No olvidemos jamás
a los responsables de ese éxodo, hoy todos
juntos y revueltos contra la Revolución
Ciudadana. Nosotros dijimos, de manera
responsable, que los migrantes no son ilegales,
lo que existe son prácticas ilegales y aberrantes,
como el racismo, la xenofobia y el coyoterismo;
pero, atrás de todo está la irresponsabilidad e
insensibilidad de los gobiernos que jamás se
preocuparon por el destino de sus compatriotas,
seguramente porque la inmensa mayoría eran
pobres y marginados.

Hemos avanzado en el Plan Retorno, hemos
comenzado a construir el camino de vuelta de
nuestros compatriotas, pero, lo que es más,
hemos dignificado a los hermanos migrantes,
no solo defendiéndolos, como lo hicimos en
innumerables ocasiones en que se violaron sus
derechos en cualquier latitud del planeta, sino
en la conquista, a través de la nueva
Constitución, de una digna representación en la
Asamblea Constituyente y ahora en la Asamblea
Nacional.

Hermanos migrantes: Este compañero
Presidente jamás olvida ni olvidará que durante
la larga y triste noche neoliberal, mientras
congelaban la inversión pública y deprimían la
inversión social hasta el extremo de no reponer
ni las lámparas quemadas en los quirófanos, el
Ecuador fue mantenido por los pobres, por los
humildes, por aquellos que nunca recibieron en
su propia Patria ni siquiera el derecho a
trabajar, pero jamás la olvidaron, y no dejaron
de enviar sus remesas desde el exterior, ni
dejaron de querer a la Patria, ni de fecundarle
con su esfuerzo, con su esperanza. A nuestros
hermanos migrantes, muchas gracias, éste es
su gobierno.

Nuestro trabajo en la política social ha
comprendido un nuevo régimen carcelario, con
dignidad y verdaderas condiciones de
rehabilitación, y seguiremos profundizando esa
transformación. De hecho, aquí hay cosas
realmente hermosas. Fuimos el primer
gobierno en la historia del Ecuador en recordar
en el discurso inaugural a los ciudadanos en las
cárceles, privados con o sin razón de su
libertad, pero que jamás podían ser privados de
su dignidad como seres humanos.
Denunciamos la desproporción e injusticia de la
ley antidrogas, que ni siquiera diferencia entre
consumidor, transportador -las llamadas
“mulas”-, y los verdaderos narcotraficantes.
Por eso decíamos que nuestras cárceles estaban
repletas no necesariamente de delincuentes,
sino de madres solteras, padres desempleados,
trabajadores pauperizados, que buscando un
futuro mejor para ellos y sus familias,
cometieron el error de prestarse a transportar
droga. Con la Asamblea Nacional Constituyente
dimos una amnistía a todos estos condenados
por la pobreza, y el espectacular resultado es
que de 2221 amnistiado, solo tenemos 19
reincidencias, es decir, apenas el 0.86%, con lo
cual se ratificó nuestra convicción de que estos
compatriotas no eran delincuentes, sino tan solo
pobres.

Seguimos brindando nuestro mayor apoyo a la
juventud ecuatoriana, hoy reivindicada en sus
derechos constitucionales, al punto que ha sido
integrada para participar en las elecciones,
porque no se puede continuar con slogans que
se convirtieron en fetiches, como decir que la
juventud es el futuro de la Patria, mientras se la
mantenía marginada de toda decisión. Estamos
con los jóvenes, el nuestro es un gobierno de
jóvenes, no necesariamente en edad
cronológica, pero sí en corazón, porque ser
joven, como sentenciaba Montalvo, es ser
revolucionario y germen de transformaciones.

Seguiremos con nuestros jóvenes, porque la
Patria requiere de ese talento y esfuerzo nuevo,
tantas veces incomprendido, sea en las artes,
en la algarabía y en el festejo, porque nuestra
revolución es optimista, alegre, y no trágica ni
marcial. Se nos ha tildado incluso de izquierda
trovadora, y nos alegramos de ello. Una canción
no hace una revolución, pero la inspira, porque
inspira alegría. Esta es una revolución alegre,
que la hacemos día a día, cantando. Dejémosle
la amargura a los que se sienten impotentes de
vencernos en las urnas.

Sabemos que no hay culturas sin memorias,
que no hay desarrollo sin pueblos
entusiasmados por sus identidades. Por eso,
ahora, inauguramos un país consolidado en
políticas culturales que favorecen el diálogo
entre los diversos, la creación intelectual y
artística. Para nosotros, la cultura no es un
hecho decorativo, es un bien social. Y no
escatimaremos ningún esfuerzo en este camino.
El quinto eje de acción de nuestra revolución
fue el rescate de la dignidad, soberanía y
búsqueda de la integración latinoamericana. En
este sentido, la Revolución Ciudadana seguirá
trabajando en el fortalecimiento del
multilateralismo y los espacios de integración
latinoamericanos, especialmente con los países
hermanos de UNASUR y del ALBA. De igual
forma, continuaremos trabajando sin desdén en
otros espacios multilaterales no estrictamente
de nuestro contexto regional, donde Ecuador ya
ha levantado la cabeza, asumiendo un papel
protagónico contra las ignominias del planeta,
como fue nuestro liderazgo en la 39 Sesión de
la Asamblea General de la OEA, con el fin de
derogar la vergonzosa resolución 662 que
excluyó al hermano pueblo de Cuba de dicha
organización en 1962.

Durante nuestro mandato, hago explícito mi
compromiso de que este gobierno seguirá
apostando por relaciones bilaterales soberanas,
basadas en el diálogo, la cooperación y el
desarrollo de agendas positivas con todos los
países del mundo, como hoy por hoy lo estamos
demostrando en las agendas bilaterales con
países como Perú, Chile, Estados Unidos y resto
de países hermanos del continente, siempre y
cuando dichas relaciones estén basadas en el
respeto mutuo y el respeto a nuestra soberanía.
Hacemos una apuesta por fortalecer las
relaciones Sur-Sur, y en este sentido desde la
“Mitad del Mundo” estamos estableciendo
relaciones diplomáticas y comerciales con países
que antes nuestra Patria ignoró por el vasallaje
de nuestros gobernantes y por tener la mirada
únicamente fijada en el Norte. En este sentido
se orientan las aperturas de nuevas embajadas
en países estratégicos en África, Medio Oriente
y Asia, esenciales para establecer relaciones con
otros países del Sur, así como para insertarnos
inteligente y soberanamente en el planeta.
No nos tembló la mano al denunciar estructuras
de sometimiento internacional que están al
servicio de las transnacionales y de las
instituciones financieras de Bretton Woods,
como ha sido la denuncia que recientemente
hicimos del CIADI. Tampoco nos tiembla la
mano para denunciar los Tratados Bilaterales de
Inversión, otra ignominia ejercida sobre nuestra
nación que solo beneficia a los intereses
extranjeros. En este mundo de locura, aunque
parezca inverosímil el capital tiene más derecho
que los seres humanos, y cualquier
transnacional puede llevar a un país soberano
aun arbitraje, sin siquiera tener que agotar las
instancias jurídicas internas.
Nuestra apuesta en política internacional es
clara, y está basada en unas relaciones
exteriores y diplomacia basada en el diálogo, la
promoción de los derechos de las y los
Ecuatorianos en cualquier parte del mundo, y en
la solidaridad internacional con los pueblos
oprimidos, y en este sentido quiero hacer
mención expresa a nuestro hermano pueblo de
Honduras. Nuestra consecuencia revolucionaria
es irrenunciable en la solidaridad con el
hermano pueblo de Honduras, nuestra exigencia
de que los usurpadores del poder popular sean
defenestrados y juzgados, que todas las
instancias nacionales, internacionales,
regionales y mundiales se levanten altivos para
que jamás, bajo ningún concepto, se mancille la
voluntad democrática de todo un pueblo. A Ud.,
Presidente Zelaya, nuestro abrazo solidario y
fraternal.

De igual manera, en esta nuestra segunda
independencia, nuestra Patria, mi gobierno y
yo, nos mantendremos altivos y soberanos en
nuestras relaciones comerciales con otros
países, haciendo una apuesta clara por Tratados
de Comercio para el Desarrollo justos y
solidarios, manteniendo nuestra firmeza y
claridad de palabra a la hora de decir “No a los
Tratados de Libre Comercio” que las grandes
potencias del norte han intentado imponernos
con la complicidad de nuestras corruptas
oligarquías durante años.

Es con ese sentido de justicia, soberanía y
creatividad, en donde se enmarcar iniciativas de
este gobierno como el proyecto Yasuní-ITT, por
el cual seguimos apostando y con el cual
pretendemos sentar un precedente que puede
cambiar la historia. Es a través de estas
iniciativas, donde la Revolución Ciudadana y
nuestra Patria demuestra que priorizamos los
valores sociales y ambientales, explorando otras
formas de beneficiar económicamente al país.
Hoy, al celebrar el Bicentenario de la Primera
Independencia, apostamos una vez más por esa
huella bolivariana, que se ha traducido en la
irrestricta defensa de nuestra soberanía, como
lo demostramos en la invasión y bombardeo
criminal de Angostura; como lo demostramos
con nuestra actuación en el Grupo de Río, en
Santo Domingo; como lo demostramos con la
vigilancia patriótica de nuestra frontera norte
ante cualquier intervención de fuerzas
irregulares; como lo demostramos, en especial,
con el proceso de integración que el Ecuador ha
llevado adelante a través de la creación de la
UNASUR y del Banco del Sur.

Enarbolamos todas las banderas libertarias de
nuestra América, porque una sola es la Patria
americana.

V.- COLOMBIA

Hace pocos días, el último soldado extranjero
que se encontraba en nuestro territorio regresó
a su país, y tuvimos la satisfacción de anunciar
a los ecuatorianos que de este modo habíamos
recuperado la soberanía territorial que en un
momento de entreguismo fue mutilada a favor
de otro gobierno, cuyos fines no son
necesariamente los que se pregonan en público.
Hoy, sin embargo, estamos asistiendo a la
configuración de otro escenario, una vez que el
Gobierno de Colombia ha anunciado que se
encuentra negociando la entrega, no ya de una,
sino de siete bases para la operación del
ejército de los Estados Unidos.

Ojalá la instalación de bases militares en
territorio colombiano, no proponga fortalecer la
política guerrerista del Gobierno de nuestro
vecino, y combatir, no al narcotráfico, sino a los
gobiernos insurgentes de nuestra América. Se
nos dice ahora que es un problema
estrictamente colombiano. ¡Cuánta doble
moral! ¿Por qué no se dice lo mismo de los
programas nucleares de países que se
consideran hostiles a ciertos centros de poder?
Sencillamente porque allí los amenazados son
ellos, mientras que en este caso, los
amenazados somos tan solo latinoamericanos.
La instalación de bases o utilización de las ya
existentes por parte de fuerzas extranjeras en
nuestra región, es un hecho que afecta a todo el
Continente.

Por eso, conscientes de nuestra responsabilidad
por el mantenimiento de la paz, y ratificando
nuestra decisión de no involucrarnos en el
interminable conflicto interno de Colombia,
levantamos claramente nuestra voz de protesta
por esta situación. Los hombres libres de
América Latina, venceremos a los agenciosos
recaderos del imperialismo.

Mientras tanto, existe una nueva arremetida
mediática a nivel internacional para esta vez
hacernos pasar como hostiles hacia Colombia.
Cuánta hipocresía. ¿Es que el mundo ha
olvidado los 7 años de bombardeo con glifosato
en la frontera norte, pisoteando cualquier
sentido de buena vecindad? ¿Es que ya nos
olvidamos del bombardeo del 1ro. De Marzo del
2008, atentando contra todo derecho
internacional? ¿Es que olvidamos que mientras
Colombia tiene apenas 3000 hombres algo cerca
de su frontera sur, teniendo el segundo ejército
más grande de Latinoamérica, nosotros
tenemos cerca de 10000? ¿Es que el mundo ha
olvidado las decenas de millones de dólares que
gastamos por cuidar una frontera que Colombia
deliberadamente ha descuidado? ¿Es que hemos
olvidado las decenas de miles de refugiados y
desplazados colombianos que acoge el Ecuador?
No esperamos palmas por aquello, pero
tampoco tanta ingratitud y cinismo. ¿Es que el
mundo ha olvidado nuestros soldados, policías y
civiles muertos, mutilados, heridos, por una
guerra que no es nuestra? Pues bien, nosotros
no los hemos olvidado. Que el mundo entero
entienda: los problemas de guerrilla, de
paramilitarismo, de narcotráfico, de cultivos de
coca, de incapacidad de control del territorio
nacional, de narcopolítica, de parapolítica, no
están en Ecuador, están en Colombia.
Lamentablemente la amoralidad de los poderes
mundiales no buscan la verdad, sino tan solo
juegos de geopolítica donde a los obsecuentes
tratan de convertirlos en héroes y a los que
rechazamos el vasallaje tratan de convertirnos
en villanos. Les aseguro que si aceptara bases
militares en el país o involucrarnos en el Plan
Colombia, mañana mismo pasaría de ser el
amigo de las FARC a ser un estadista y
demócrata insigne. Pero aquello nunca va a
pasar. Prefiero el riesgo de ser libre a la
nefasta solvencia del servil.

LA PRENSA

Compañeras, compañeros:

No nos dejemos engañar: hemos vencido a
quienes han detentado el poder para ejercerlo a
favor de los privilegiados, pero no al poder en sí
mismo. Todavía hay poderes fácticos. Sobre
todo ese terrible poder, que es el poder
informativo.

Las empresas que controlan los medios de
comunicación han creído que por la simple
circunstancia de hacerlo, tienen ya la calidad
moral para constituirse en censoras de todos los
pasos, y aun de las intenciones del Gobierno.
Pretenden así ganarnos la batalla moral, privar
de legitimidad a nuestras acciones, minimizar el
sentido transformador de nuestras políticas,
desvalorizar nuestros esfuerzos.

Coincido plenamente con quienes sostienen que
la vigencia de la democracia exige medios de
comunicación libres, independientes y críticos.
Pero, una cosa es la existencia de medios
dotados de esas características y, otra, muy
distinta, la suplantación de la opinión pública
por los intereses privados y hasta caprichos de
estas empresas. Mientras que una prensa libre e
independiente es vital para una democracia, la
prensa irresponsable y prisionera de sus propios
intereses es nefasta para esa misma
democracia.

El mayor adversario que hemos tenido en estos
31 meses de gobierno ha sido una prensa con
un claro rol político aunque sin ninguna
legitimidad democrática. Ellos manifiestan que
estamos contra la prensa crítica. Se equivocan:
estamos contra la prensa mediocre y corrupta.
Antes negaban que existiera esta clase de
prensa, así como malos periodistas. Se
ubicaban por encima del bien y del mal. Ahora
resulta que sí puede existir mala prensa y malos
periodistas, pero todos están en los medios
públicos.

Debemos perder el miedo, y a nivel de países
plantearnos formas de controlar los excesos de
la prensa. En países desarrollados, jamás se
atreverían a hacer lo que aquí hacen a
mansalva: mentir, mentir y mentir. Existe una
contradicción en su propia naturaleza: negocios
privados suministrando un bien público: la
comunicación social. ¿Cuál es la alternativa? No
lo sé, tal vez la situación actual sea el mal
menor, pero reconocer aquello ya sería un
inmenso avance: desmitificar a la prensa,
bajarla del pedestal de infalibilidad y
supremacía moral que ella misma ha construido,
y reconocer a los negocios privados dedicados a
la información como precisamente aquello:
negocios que someterán el interés público al
privado cuando el primero se contraponga al
interés de su empresa.

TRANSICION

En esta fecha magna de América, cuando todo
el continente celebra la constitución del primer
gobierno soberano de la Patria mestiza, hemos
concluido la primera etapa de nuestra
revolución ciudadana, y la hemos concluido en
paz, en medio de la mayoritaria aprobación de
nuestro pueblo, cuya sagacidad siempre es
mayor que la de los sesudos politólogos de
ocasión.

Grande es la experiencia que hemos adquirido
en estos dos años y medio de trabajo. Hemos
saboreado ya las amarguras y los desengaños
que trae siempre el poder, y ya no somos tan
ingenuos como el 15 de enero de 2007. De igual
forma, hemos recibido duros golpes del destino.

El más fuerte de ellos, sin duda, apenas 9 días
después de iniciado el Gobierno, la pérdida de la
primera ministra de defensa de la historia del
país, nuestra querida compañera Guadalupe
Larriva, su joven hija Claudia y 5 valerosos
soldados ecuatorianos. Jamás los olvidaremos.
Sabemos que nuestras convicciones se
encontraban desde el principio en la ruta
correcta, y que el manejo del Estado no es un
simple asunto de buena voluntad, ni se reduce a
la aplicación de un conocimiento abstracto, ni
depende de la simple habilidad política.
Cuando veo gente que ha entregado toda su
vida a estas luchas, debatiéndose en la soledad
de sus propias fuerzas, no puedo dejar de sentir
una enorme admiración; pero he aprendido ya
que la lucha solitaria a favor de individuos
concretos, sin cambios en las estructuras de
poder, si bien es meritoria para quienes la
realizan, no ataca las causas que hacen posible
la existencia de las injusticias y las
desigualdades.

Quiero decir, compañeros, que la lucha que
debemos realizar, la campaña que vamos a
continuar en los próximos cuatro años, no está
destinada solamente a aliviar los dolores
individuales, sino a extirpar las causas del
dolor; no está dirigida exclusivamente a ayudar
a los pobres, sino a extirpar para siempre las
causas estructurales que hacen posible la
pobreza; no se propone simplemente castigar a
los corruptos, sino eliminar las condiciones que
hacen posible la corrupción.

Es una lucha gigantesca, ya lo sé. Y sé también
que el objetivo final no será alcanzado en el
breve lapso de cuatro años. Pero es una lucha
que hemos empezado ya, y que nadie la va a
detener.

La nuestra es la Revolución de los oprimidos. De
aquellos que fueron silenciados y entristecidos
por élites perversas. Es la revolución de los
marginados de toda la vida. De los indígenas,
de los afro ecuatorianos, de los panaderos y las
maestras; de los estudiantes que anhelan un
futuro y un lugar en la historia; de los
campesinos, cholos, chazos y montubios que
saben que la tierra es para quien la trabaja; de
los alfareros alfaristas de cualquier rincón del
país; de las trabajadoras remuneradas del
hogar, que demandan no salarios mínimos, sino
de dignidad; a las amas de casa, por siglos
ignoradas pese a su sacrificio y su devoción
familiar; de quienes jamás tuvieron protección y
seguro social; de los artistas e intelectuales
patriotas, de los profesionales dedicados con
vehemencia a la ciencia y la tecnología; de
quienes se han consagrado a hacer del
pensamiento una trinchera de solidaridad que
destierre el egoísmo, en definitiva, de quienes
son el motor de la historia: los seres humanos,
que jamás volverán a ser víctimas de la
maquinaria neoliberal y del capitalismo salvaje.

AGRADECIMIENTOS

Permítanme en estos momentos agradecer a
aquellas personas a las que les debo tanto. A
esos militantes y dirigentes de Alianza País,
centenas de miles de manos y corazones
anónimos que han construido victoria tras
victoria y que desinteresadamente trabajan por
la Patria Nueva. Uds., compañeros, son los
soldados indispensables de la revolución
ciudadana. De Uds., compañeros, es este
triunfo.

Gracias a las compañeras, amigos del despacho
presidencial, del Palacio y residencia de
Carondelet. A esos leales soldados y policías
que con tanta dedicación nos dan seguridad día
a día, muchos de ellos ya verdaderos amigos,
porque son las personas con las que
compartimos prácticamente todas las vicisitudes
diarias. Ellos son testigos fieles de nuestra
entrega por la Patria, y así como hemos tenido
que pasar momentos muy duros e ingratos,
también han podido sentir junto a nosotros el
cariño y la esperanza de todo un pueblo, lo cual
permite vencer cualquier obstáculo y fatiga.

Como dice el lema de los granaderos de Tarqui,
demuestran a cada instante lealtad hasta el
sacrificio.

A mi equipo de trabajo, a esos ministros,
secretarios de Estado, altos funcionarios que sin
descanso trabajan día a día por el Ecuador que
soñamos. Uds. que conocen mis muchos
abismos y mis escasas cumbres doradas,
muchas gracias por su amistad, entrega,
lealtad, compañerismo. A sus familias, infinitas
gracias por el apoyo a esta misión que nos ha
encomendado el pueblo ecuatoriano. De todas
formas recuerden que las prioridades son claras
y no deben descuidar a sus seres queridos. Si
alguna vez por esa pasión por la Patria exijo
demasiado y no me doy cuenta de aquello, no
duden en hacérmelo ver.

A ese compañero y amigo Lenín Moreno,
Vicepresidente de la República, sinónimo de
lealtad y solidaridad. Gracias Lenín, por dar
tanto ejemplo de coraje y valentía, con una
mezcla de amor y alegría que antes de
conocerte creía imposible.

A mi madre, que antes con su sacrificio y ahora
con sus oraciones me cuida día a día.
Y por supuesto, gracias a Uds. Anne, Sofía,
Ninike, Miguelito. Tengo los mejores hijos y
esposa que la vida puede dar. Sé que estos
años han sido injusta y extremadamente duros
para Uds., y no tengo derecho a hacer eso.
Siempre llevaré en lo más profundo de mi alma,
querida Anne, tu locura de haber dejado
padres, hermanos, amigos, para venir a un país
desconocido que con el tiempo también has
hecho suyo, solo por amor, y sé bien que estos
años he estado prácticamente ausente. Las
cosas van a cambiar, sé que el pueblo
ecuatoriano lo entenderá.

LLAMADO A LA UNIDAD

Finalmente reiteramos nuestra disposición de
dialogar con todos por el país. Con la gente de
manos limpias, corazones ardientes y mentes
lúcidas por la Patria, siempre será infinitamente
más lo que nos una que lo que nos separe. Sin
embargo, no claudicaremos ante poderes
fácticos ni las imposiciones de siempre. Con
nosotros, por el diálogo todo, por la fuerza,
nada. Aquí estamos dispuestos a jugarnos la
vida por el cambio.

Sabemos bien que somos el gobierno de todas y
de todos los ecuatorianos, pero que a nadie le
quede la menor duda que nuestras opciones
preferenciales son por los pobres, los jóvenes y
nuestros pueblos ancestrales.

EPILOGO

Es nuestra vocación cumplir con el Viejo
Luchador Don Eloy Alfaro, y en cualquier rincón
del país repetir, hasta grabar en la conciencia y
en el corazón, sus palabras: Nada para
nosotros, todo para la Patria, para el pueblo que
se ha hecho digno de ser libre.

Para terminar, quisiera tan solo citar el bellísimo
preámbulo de nuestra constitución, y que éste
sea nuestro mensaje final al mundo:
Nosotras y nosotros, el pueblo soberano del
Ecuador, reconociendo nuestras raíces
milenarias, forjadas por mujeres y hombres de
distintos pueblos, celebrando la naturaleza, la
Pacha Mama, de la que somos parte y que es
vital para nuestra existencia; invocando el
nombre de Dios y reconociendo nuestras
diversas formas de religiosidad y espiritualidad;
apelando a la sabiduría de todas las culturas
que nos enriquecen como sociedad; como
herederos de las luchas sociales de liberación
frente a todas las formas de dominación y
colonialismo; y con un profundo compromiso
con el presente y el futuro, decidimos construir
una nueva forma de convivencia ciudadana, en
diversidad y armonía con la naturaleza, para
alcanzar el buen vivir, el sumak kawsay; una
sociedad que respeta en todas sus dimensiones,
la dignidad de las personas y las colectividades;
un país democrático, comprometido con la
integración latinoamericana –sueño de Bolívar y
Alfaro-, la paz y la solidaridad con todos los
pueblos de la tierra.

Por la Patria, Tierra sagrada

¡Hasta la victoria siempre!