El cártel de Los Zetas forma parte de las organizaciones criminales trasnacionales que usan el terror como método para enfrentar al Estado, gobierno y grupos rivales, similares al de grupos terroristas de otras latitudes, consideran expertos
Los cárteles mexicanos –particularmente Los Zetas– usan tácticas terroristas semejantes a las de grupos extremistas de África, India y Colombia y representan una amenaza para la seguridad nacional, dañan la legitimidad del Estado y la gobernabilidad en México, asegura el capitán Martín Enrique Barney Montalvo.
En su análisis “Organizaciones criminales trasnacionales: causas de terror, diferencias y similitudes con grupos terroristas” –contenido en el libro El terrorismo global y sus implicaciones en el ámbito de la defensa y seguridad nacional de México–, refiere que “las organizaciones criminales trasnacionales, específicamente el cártel de los Zetas, afectan no sólo la seguridad interior sino que representan una amenaza a la seguridad nacional de México, al generar una ola de violencia cuya tendencia va en aumento mediante actos criminales brutales de carácter terrorista”.
Precisa que el cártel de Los Zetas utiliza el terror como método criminal, similar al de grupos terroristas como el Ejército de Resistencia del Señor, de Uganda, los Tigres de Liberación del Tamil Eelam, de la India (LRA y LTTE, por sus siglas en inglés), y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Establece que la similitud entre Los Zetas y estos grupos terroristas es el uso de extrema violencia de manera implícita como herramienta poderosa e intangible para causar miedo en la gente, ejercer control de la organización y disuadir tanto a rivales como a las autoridades renuentes a cooperar.
“Los Zetas y sus similares en otras latitudes buscan obtener el poder como objetivo; no entienden que el poder es un conjunto de medios y el terror un medio más, al tiempo que mientras generan terror o cometen terrorismo socavan la legitimidad del gobierno”, añade.
Para el exjefe de las subsecciones de Narcotráfico del Estado Mayor General, Los Zetas y estos grupos terroristas sostienen ideas y creencias religiosas similares que alimentan y dan identidad al grupo, que los vinculan, a través del espiritismo, la veneración o cultos caracterizados por el uso de violencia extrema.
Señala que la trasnacionalidad de Los Zetas se consolidó desde 2012, cuando se convirtió en una amenaza en Estados Unidos, donde se extendieron en más de 270 ciudades de manera directa y a través de pandillas locales. Para 2016 ya tenía presencia en 1 mil ciudades del vecino país y en 405 municipios de México.
Barney Montalvo indica que Los Zetas buscan obtener la mayor ganancia económica y no siguen ninguna ideología. Se enfocan en controlar el mercado de drogas a través de ganar y expandir su territorio, mantener el control de sus áreas de influencia y rutas de tráfico de drogas; atacar y eliminar a quienes obstaculizan la expansión de sus actividades ilícitas.
“Como grupo armado paramilitar y criminal que opera a través del uso de violencia, corrupción y terror, Los Zetas promueven ideas y creencias que exaltan el cumplimiento de su misión bajo el riesgo de perder la vida; inculcan el uso de la violencia como algo natural y como parte del negocio, por lo que nulifican sentimientos de compasión y misericordia; seducen a sus miembros con elegir un excéntrico estilo de vida; al tiempo que instigan al desorden civil como táctica para deslegitimar la autoridad del gobierno”, agrega.
En su análisis incluido en el libro El terrorismo global y sus implicaciones en el ámbito de la defensa y seguridad nacional de México, publicado por el Cesnav (enero de 2017), Barney Montalvo explica la estructura y forma de operar y uso del terror del cártel de Los Zetas.
Dice que a pesar de que en México existe una tendencia a evitar el uso del término terrorismo, desde 2006 la enorme cantidad de víctimas y la percepción de temor muestran claramente que los actos de terror han sido perpetrados por miembros de los cárteles mexicanos, generando miedo en el pensamiento colectivo de la población y en los adversarios.
El cártel de Los Zetas genera miedo potencialmente, primero a priori, a través de amenazas; segundo, de facto a través de tácticas terroristas como secuestros, detonación de explosivos, sabotajes, asesinatos selectivos o indiscriminados; y finalmente, a posteriori, cuando toman ventaja del crédito por haber atemorizado a un público objetivo.
Emplea tácticas terroristas a bajos niveles para evitar la atención no deseada; pero, una importante excepción de este fenómeno ocurre cuando la autoridad legítima se debilita a tal grado que la organización criminal trasnacional obtiene el control de un territorio específico o de todo un sector de la economía local. Es el caso del cártel de Los Zetas que usa métodos terroristas.
El cártel envía mensajes y articula el terror que genera, mediante el uso de narco-mantas, clasificando el contenido del mensaje: de reclutamiento de personal militar; de amenazas en contra de autoridades, militares o policiales y dirigidos a la población con el fin de ganar su apoyo y respaldo, y para justificar sus acciones criminales y confrontar a ese sector con el cártel rival.
Además, dependiendo si el mensaje se relaciona con un crimen, existen tres niveles en la modalidad del uso del terror: el primero, cuando el mensaje es solo amenaza de uso de violencia; el segundo cuando es acompañado de un crimen; y por último, cuando el crimen es cometido usando violencia extrema que genera terror.
En efecto, coincide Martín Barrón Cruz, maestro en ciencias penales por el Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe), quien afirma que las tácticas de operación que usan los grupos del narcotráfico en México como Los Zetas, como las ejecuciones, son similares a las que usan los terroristas de otras latitudes.
“Entre los cárteles mexicanos podría haber una similitud con estas operaciones de terror y precisamente los primeros que las utilizaron fueron Los Zetas que contaban con entrenamiento militar, quienes revisaron muchos materiales de cuáles eran las prácticas de grupos terroristas en otros países de donde tomaron esas ideas para sus operaciones criminales”, enfatiza.
Doctorante en ciencias penales y política criminal por el Inacipe, Martín Barrón asegura que Los Zetas copiaron ejercicios de terror del exterior para aplicarlos desde 2001 en México, como degollar, desmembrar, grabar las ejecuciones y aplicar una violencia brutal que ha saturado las redes sociales.
El especialista distingue tres grandes escenarios que explican esas prácticas de terror de Los Zetas: “delincuentes contra delincuentes por la lucha de plazas del mercado de drogas a quienes traicionan o a sus enemigos; segundo, delincuentes contra autoridades a las que matan por vínculos con grupos rivales o por realizar su trabajo y tercero, desde el 2011, el de autoridades contra delincuentes y de éstos contra la sociedad en general, lo cual sí es preocupante porque estamos viendo ataques en forma discriminada que causa terror entre la población”.
Ejemplo claro de esto último, dice, fue el ataque con granada que hicieron estallar en Morelia, Michoacán, durante los festejos patrios de 2008 sin que hubiera un destinatario específico, sino contra la sociedad en general.
Precisa sin embargo que no es que hayan escalado hacia tácticas terroristas, pues hay que diferenciar ya que hay más de cien definiciones de lo que es el terror, sino que son prácticas de terror, no de terrorismo, en el sentido de generar terror, pues basta ver el informe 2016 sobre terrorismo en México y no hubo un sólo acto con esa connotación en 2015.
Estructura del cártel
Barney Montalvo indica por su parte que el cártel posee una estructura jerárquica en la que los capos y jefes de plazas definen territorios de control, y los líderes tienen su propia seguridad, policías, abogados y empresarios a sueldo y bajo su influencia. Cuenta con células para búsqueda y eliminación de rivales, así como de quienes han robado, perdido o apropiado de dinero o cargamentos del cártel, Secuestran a quienes no pagan o adeudan al cártel o a personas con fines de extorsión.
Otro elemento clave del cártel, dice, son las células de recolección de información –halcones– de operativos y movimientos de las autoridades y de cárteles rivales. “Esta estructura de inteligencia criminal incluye miles de individuos que actúan como espías, la mayoría son taxistas, prostitutas, desempleados que se turnan a las afueras de establecimientos militares y policíacos, terminales de autobuses y aeropuertos, barrios y villas; y personal de la policía o militares”.
También cuenta con red de comunicaciones, armamento de largo y corto alcance, automático de asalto, vehículos blindados, camionetas todo terreno, de trasporte de carga y vehículos similares a los de cuerpos policiales y de unidades militares. Emplea el culto religioso para ejercer control social y económico, a través de reglas y conductas basadas en la criminalidad y la veneración, la violencia simbólica e instrumental; los narcocorridos y operaciones sicológicas; la corrupción y cooptación de autoridades, y una estructura jerárquica, estilo de vida, estatus y bandolerismo social.
Los Zetas veneran a la Santa Muerte –similar al Cártel del Golfo y a la Mara Salvatrucha, de El Salvador–, a la que invocan en situaciones de desesperación; la veneran como justificación espiritual de las culpas y el temor de perder la vida; de hecho, le ruegan para tener una buena muerte. Sin embargo, de manera similar usa al terror para controlar autoridades y población, y la violencia simbólica a través de formas brutales de matar.
A diferencia de Los Zetas, el Cártel de Sinaloa venera a Jesús Malverde, los Caballeros Templarios es un cártel seudoreligioso narco-evangélica. Los cárteles del Golfo y de Sinaloa usan la violencia simbólica pero no frecuentemente. Estos prefieren la violencia instrumental, que incluye ataques a periodistas, policías, militares y autoridades.
A diferencia de otros cárteles, Los Zetas tienen una estructura jerárquica, doctrina y entrenamiento paramilitar, mientras que los cárteles de Sinaloa y Cártel del Golfo esperan alcanzar el estilo de vida del capo, Los Zetas buscan aventura, acción, prestigio y gloria dentro de la organización para ser promovidos, por lo que toman en cuenta los rangos y antigüedad.
El capitán Barney Montalvo señala que los líderes de los cárteles aprovechan las creencias supernaturales ante la necesidad de mantener la cohesión del grupo, justificar el uso de la violencia, manipular a sus miembros y adquirir legitimidad, ya que “cuando el líder gana legitimidad también obtiene la voluntad de los miembros del grupo”.
Imposible, acabar con el narcotráfico
Experto en narcotráfico, José Ignacio Montero Vieira coincide con Barney Montalvo en que el narcotráfico es un problema trasnacional, por lo cual asegura que “México nunca podrá acabar con él por sí mismo”. Hoy más que nunca, dice, se echa de menos una estrategia transnacional, que implique a todos los países afectados. Se requiere de políticas coordinadas, mayor colaboración e intercambio de información entre estados.
Asimismo, considera que la estructura financiera de los cárteles sigue intacta. “Es un error pensar en estos grupos solo como cárteles del narcotráfico, dado que se asemejan más a multinacionales del crimen. Por ende, se requiere atacar sus finanzas, más que a sus líderes, ya que el despliegue que realiza día a día el crimen organizado se financia de otras fuentes”.
El investigador del Instituto de Estudios Estratégicos de España considera que la estrategia de descabezar a las organizaciones ha provocado una tendencia a su fragmentación. Lejos de ser una ventaja, ahora las fuerzas de seguridad tienen que estar pendientes de un mayor número de grupos, pero a la vez más pequeños, más difícil de investigar.
Refiere que esta tendencia de los cárteles conlleva que apenas haya lealtad en las alianzas que se van estableciendo, produciéndose traiciones entre grupos aliados y en el seno de los mismos; degenerando la situación cada día más y llevando al país a una espiral sin fin de violencia.
Y ejemplifica que en estados como Guerrero, Sinaloa y Tamaulipas cuentan con una presencia muy activa de organizaciones criminales, disparándose los homicidios y de violencia a niveles récord, igual que la corrupción institucional y el grado de impunidad, donde las investigaciones fracasan y la justicia no juzga de manera correcta los casos.
Montero Vieira destaca un factor básico que no se está atendiendo correctamente en el país: la precaria situación socioeconómica de millones de mexicanos, que, ante la falta de oportunidades para salir adelante, muchas personas ven como atractiva o única opción el narcotráfico.
Evolución de los cárteles
Por su parte, Enrique Barney Montalvo refiere cómo los cárteles en México han roto y traspasado la barrera entre la noción del terrorismo y la delincuencia organizada. “Cuando los cárteles en el país acumularon suficiente poder para confrontar directamente a las instituciones del Estado, también vieron la oportunidad de convertirse en un actor político-social dentro de un enclave”.
Así, la debilidad institucional que ya existía en algunas áreas del país, principalmente aquellas fronterizas con los Estados Unidos, se debilitaron aún más por la corrupción e impunidad de los gobiernos locales y se creó un vacío de poder en los que éstos intrínsecamente cedieron parte del poder del Estado a las organizaciones criminales.
En ese sentido, los capos y sus lugartenientes –jefes de plaza– llegan a tener niveles de dominio político, económico, social y coercitivo que socavan la autoridad de los gobiernos y se convierten en un actor político real con capacidad de influir en el sector económico y social.
En este caso el capo socava la legitimidad del Estado al mismo tiempo que gana impunidad para imponer su propia autoridad para influir en la vida de los ciudadanos quienes perciben la debilidad y la pérdida de legitimidad de un gobierno corrupto e injusto.
La raíz del problema llega a ser aún más profunda, cuando los cárteles buscan influir en campañas políticas electorales al proveer de recursos económicos a algún candidato y su campaña; en consecuencia, el capo se convierte en líder político de facto con la capacidad de presionar a las autoridades.
La consecuencia más desafortunada es que la gobernabilidad es debilitada, y la capacidad del Estado para proteger a la gente y desarrollar prosperidad es obstruida. El resultado es la más seria amenaza interna para el gobierno mexicano, su debilitamiento y daño a su legitimidad.
Actualmente los gobiernos están lidiando no solo con las enormes capacidades económicas de las organizaciones criminales trasnacionales, sino también contra las condiciones creadas por la falta de confianza y autoridad.
Al usar la violencia brutal para generar terror al corromper autoridades para ganar impunidad, las organizaciones criminales trasnacionales afectan la seguridad de los ciudadanos, usurpan funciones exclusivas del Estado, y terminan por socavar la legitimidad del Estado, por lo que se consideran un problema de seguridad nacional.
Terror de las organizaciones criminales trasnacionales
Las organizaciones criminales trasnacionales (OCT) hacen uso del terror limitado para mantener poder económico a través de ganancias de actividades ilícitas. Utilizan la violencia de forma más selectiva que los insurgentes. Usan el terror ocasionalmente para doblegar a rivales de otras OCT o escarmentar a traidores de su organización. Por lo tanto, emplean tácticas terroristas a bajos niveles para evitar la atención no deseada. Una importante excepción de este fenómeno ocurre cuando la autoridad legítima se debilita a tal grado que la OCT obtiene el control de un territorio específico o de todo un sector de la economía local.
Los terroristas y cárteles envían mensajes y articulan el terror que generan. Los cárteles usan narcomantas, clasificando el contenido del mensaje: de reclutamiento de personal militar; de amenazas en contra de autoridades o comandantes militares o policiales (requiriendo que no se proteja a un cártel en específico incluso delatando a criminales rivales), y dirigidos a la población con el fin de ganar su apoyo y respaldo, comunicando la justificación de sus acciones criminales y para confrontar a ese sector con el cártel rival.
Además, dependiendo si el mensaje se relaciona con un crimen, se puede catalogar en tres niveles diferentes la modalidad del uso del terror: el primero, cuando el mensaje es solo amenaza de uso de violencia; el segundo cuando es acompañado de un crimen; y por último, cuando el crimen es cometido usando violencia extrema que genera terror.
Fuente: Barney Montalvo, El terrorismo global y sus implicaciones en el ámbito de la defensa y seguridad nacional de México, Cesnav, enero de 2017
Otros terroristas
El Ejército de Resistencia del Señor nació en el Norte de Uganda en 1986 e inicialmente estaba formado mayoritariamente por miembros del grupo étnico acholi, el cual siempre se había sentido discriminado por el gobierno de Kampala. Desde un principio contó con el apoyo, la financiación y la protección del gobierno de Sudán donde durante años estuvieron sus principales bases. Una vez que el grupo rebelde, tras años de destrucción, matanzas y secuestros, fue expulsado de la zona, hace más de una década, ha estado desplazándose por República Democrática del Congo, República Centroafricana y Sudán. Esta milicia se ha caracterizado desde sus inicios, además de por las matanzas y la destrucción, por el continuo secuestro de personas, especialmente niños y niñas para ser utilizados como soldados y esclavas sexuales (El País, 1 de febrero de 2016).
Los Tigres de Liberación del Eelam Tamil, también conocidos como Tigres Tamiles, era una organización fundada en 1976 en Sri Lanka (antigua Ceilán). Hasta 2009 se constituyó en el principal grupo separatista tamil pues luchó contra el gobierno en una guerra civil que duró 26 años (1983-2009). Además de la lucha de guerrillas, los Tigres Tamiles cometieron varios atentados desde su creación, algunos de ellos especialmente sangrientos, como el del 31 de enero de 1996, cuando la explosión de un camión bomba en Colombo acabó con la vida de más de 200 civiles y provocó heridas a 1400. La guerrilla tamil perfeccionó y aplicó en masa el terrorismo suicida, utilizando a más de 160 fanáticos, entre ellos numerosas mujeres que se inmolaban bajo las órdenes directas de Prabhakaran. En una de estas acciones, una militante suicida del LTTE asesinó en 1991 a Rajiv Gandhi, exprimer ministro de la India y cabeza del Partido del Congreso (Wikipedia).
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo o FARC-EP fue un grupo guerrillero de extrema izquierda que se autoproclamó marxista-leninista. Fueron consideradas un grupo terrorista tanto en Colombia como en otras naciones. Participó en el conflicto armado colombiano desde su conformación oficial en 1964 y eran dirigidas por un secretariado de siete miembros hasta el 26 de septiembre de 2016, día de la firma de los Acuerdos de La Habana, que buscó terminar el conflicto de esta guerrilla con el Estado colombiano y que esperaba fuesen ratificados por el pueblo colombiano mediante un plebiscito que se celebró el 2 de octubre de 2016. El grupo está involucrado en negocios considerados ilegales como el robo, la extorsión, el secuestro y tráfico de armas y droga (Wikipedia).
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