Un grupo de pandillas unidas en una especie “federación” denominada G9 y encabezada por Jimmy Chérizier, alias “Barbecue”, atacó las dos principales cárceles de Haití –la penitenciaría nacional de Puerto Príncipe y la prisión civil de la Croix des Bouquets. Unos 3 700 presos escaparon durante los ataques y asaltaron después varios puestos de la policía e incluso la Academia de Policía. Las pandillas unidas en alianza trataron además de secuestrar al jefe de la policía y ahora exigen la renuncia del primer ministro, Ariel Henry.

Precisamente, el primer ministro Ariel Henry viajó a Kenia en un esfuerzo por convencer al gobierno de ese país africano para que participe en una “Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad”, en aplicación de un plan que Estados Unidos presentó al Consejo de Seguridad de la ONU.

Respondiendo a un recurso presentado por el líder opositor kenyano Ekuru Aukot, el Alto Tribunal de Nairobi decidió que morir en Haití no es parte de las misiones constitucionales de los agentes de la policía kenyana. Así que el primer ministro haitiano tuvo que conformarse con la firma de un acuerdo que precisa cuáles serían las tareas asignadas a la “Misión Multinacional”, si finalmente llegase a desplegarse esa fuerza.

Ariel Henry fue aupado e instalado como jefe del gobierno haitiano en julio de 2021, luego del asesinato –aún por aclarar– del presidente Jovenel Moise. Por esa razón, la legitimidad de Henry a la cabeza del gobierno, nunca confirmada mediante elecciones, se ha vista fuertemente cuestionada desde que ocupó el cargo.

Daniel Foote, el enviado especial del presidente estadounidense Joe Biden para Haití, ha declarado: «Pienso que no habrá estabilidad en Haití mientras sus ciudadanos no sean considerados dignos de escoger sus propios dirigentes (…) Uno no puede menos que sorprenderse ante esta ilusión de poderío que nos lleva a creer que nos corresponde a nosotros, una vez más, designar al vencedor.»

☞ Entre 1957 y 2005, Estados Unidos ha intervenido constantemente en Haití, siempre echando por tierra todo gobierno democrático formado en ese país. La operación más reciente contra la democracia haitiana fue el derrocamiento, en 2004, del presidente haitiano constitucionalmente electo Jean-Bertrand Aristide [1].

El derrocamiento del presidente Aristide fue orquestado por Washington con ayuda del gobierno de Francia, específicamente a través de Régis Debray [2].

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[1«Golpe de Estado en Haití», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 3 de marzo de 2004.