Hace bastante tiempo, venimos trabajando sobre el rol creciente del llamado Tercer Mundo en la rearticulación de la economía mundial. No encaramos el llamado Tercer Mundo como una expresión de pobreza y atraso. Por el contrario, reafirmamos el sentido original de este término, creado por el importante demógrafo francés, Alfred Sauvy, que hacía un paralelo entre el Tercer Estado en la Francia absolutista - que asumió el liderazgo de la economía moderna capitalista - y el grupo de países que fueron objeto de la dominación colonialista y que se liberaban en la Post Guerra para ocupar un lugar fundamental en un nuevo orden económico mundial.
La Conferencia de Bamdung, en 1955, reunió los líderes de China, India, Egipto, Indonesia y Yugoslavia para reivindicar una política de no alineamiento, cuyos principios básicos anti guerra fría, se convirtieron progresivamente en los verdaderos ordenadores de la conciencia universal en el final del siglo XX. El crecimiento del Movimiento de los No-alineados, la creación de la OPEP, la expansión de las propuestas socialistas en las zonas post coloniales llevó a la reacción de los centros hegemónicos mundiales en torno a la Comisión Trilateral que reunió EE.UU., Europa y Japón para detener la ofensiva socialista y del llamado Tercer Mundo.
Uno de los productos más elaborados de esta contra-ofensiva ha sido la creación del Grupo de los Siete. Este articulaba lo que en su época eran considerados los mayores PBIs del mundo: EE.UU., Alemania, Francia, Japón, Inglaterra, Italia y Canadá. El Grupo de los Siete tuvo un rol esencial en el restablecimiento de la hegemonía mundial centrada en Europa y sus discípulos (entre los cuales se incluye el Japón a partir de la dinastía Meiji y, después de desviaciones antes y durante la Segunda Guerra Mundial, y finalmente bajo la ocupación estadounidense después de la Segunda Guerra). La Tríada asumía su rol central en la economía mundial
El gobierno Reagan modificó muy duramente esta realidad, restableciendo la hegemonía norte-americana sobre el grupo de los Siete o abandonándolo en varias ocasiones en nombre del poder incontratable de los EE.UU. Estratégicamente, la guerra de las estrellas y los programas de investigación de la Gran Ciencia pretendían asegurar el poder absoluto del hegemón. La caída de la URSS abrió el camino para la formación del Grupo de los Ocho, con la integración de Rusia al grupo gestor del mundo, recuperado en buena parte durante el período del gobierno Clinton.
Pero los hechos no confirmaron los planes de los centros hegemónicos mundiales. Durante estos años de fuerte imposición del programa económico neoliberal, los centros hegemónicos mundiales fueron perdiendo posición a cada día. La crisis de largo plazo iniciada en 1967, alcanzó su primero momento de auge en 1973, después de una recuperación económica altamente comprometedora, entre 1983 y 1987, se profundizaron las inestabilidades del sistema económico mundial y entre 1987 y 1994 la crisis retornó con enorme violencia generando las condiciones para una reactivación del desarrollo en escala mundial. Es decir, ingresamos en un nuevo ciclo largo a la manera que descubrió el economista ruso Kondratiev.
El nuevo ciclo largo de crecimiento, iniciado en 1994, mostró que los centros dinámicos de la acumulación internacional del capital generaban nuevos polos de crecimiento que operaban en una nueva realidad regional. Europa se fortaleció a costa de su unificación y en detrimento de la independencia de sus economías nacionales. Países como Inglaterra y en parte Alemania y más claramente Italia y Francia fueron perdiendo posición en la economía mundial abriendo espacio para la fuerte expansión del sudeste asiático. Ahí, Japón pierde posición con respecto a China que gana un enorme poder de articulación de una vasta y poderosa economía regional e inicia una carrera para una fuerte participación en la economía mundial. El refuerzo de India, cambia la inercia del Asia Central y refuerza un relación aún en marcha con el Oriente Medio, antes llamado el Oriente Próximo (de Europa...).
América Latina, absorbida en los ochenta y principio de los noventa por el pago de una deuda externa colosal y una sumisión extrema al FMI, se libera de gran parte de su deuda y restablece poco a poco las condiciones para una recuperación del crecimiento. Brasil asume el rol más activo en este proceso al buscar la confirmación de la experiencia del MERCOSUR, pasando del marco defensivo de una política de liberación de mercados hacia la idea de un bloque regional de toda América del Sur y hacia la conformación del Grupo de los 20.
En este nuevo contexto el Grupo de los Siete y aún el de los Ocho pierde totalmente su rol hegemónico. No hay ninguna posibilidad de generar un verdadero centro de decisiones significativas en el plano internacional en el presente momento si no se incluye a China, India, Brasil y también a África del Sur en este bloque de articulación mundial Por esto la propuesta de Blair en este sentido, además de otras propuestas que incluyen a México y Congo se van consolidando en el cuadro político internacional. Como fase de transición, en la presente reunión se incluye estos países en un reunión especial del Grupo de los Ocho.
Mucho más cambios vienen por ahí. La creciente eficacia del Grupo de los 20 que logró la aceptación de Europa de una rebaja de 50% en sus aranceles agrícolas indica que el llamado Tercer Mundo sale de la inercia a que llegó en los años 80s y 90s y vuelve a ejercer su papel en la economía mundial. Se habla de una reforma del FMI para aumentar la participación de sus miembros a partir de sus Productos Brutos Internos. Se dimensiona más seriamente el peso de las potencias demográficas y se siente cada vez más el peso de la articulación de las empresas productoras de energía y de materias primas claves del Tercer Mundo para enfrentar el período de relativa escasez de los mismos durante la expansión capitalista mundial aún en curso.
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter