Antes de entrar en materia quiero señalar que la biografía de Libardo es la de un intelectual comprometido con lo que investiga y escribe. Lo conocí años atrás como técnico brillante en el Dane y en Colciencias. He seguido su trayectoria como intelectual independiente, con una serie de publicaciones sobre pobreza y distribución del ingreso, en particular su estudio sobre el trabajo de las mujeres en Colombia en coautoría con Hernán Vargas del 2002. Investigador vinculado a Ong’s independientes, ha sabido seguir un camino crítico en sus diferentes trabajos.
Este libro Sistema mundo capitalista constituye un esfuerzo por producir un manual de combate pedagógico para los militantes altermundialistas, de especial utilidad por las temáticas y el soporte estadístico actualizado de cada una de ellas con sus representaciones gráficas y cartográficas que retoma de otros estudios.
El texto maneja un excelente uso de los recuadros o viñetas con textos de autores como Eric Hobsbawn sobre las tendencias del imperio americano, Olivier Boiral sobre la Comisión Trilateral, de Ibrahim Warde sobre el capitalismo amiguista y la guerra de Irak, entre otros, los cuales le permiten profundizar aspectos conceptuales en las diferentes temáticas y referencias empíricas de las mismas.
El capítulo mejor logrado a mi gusto es el III. “Monopolios y estrategia de dominación”, en el cual se describen los procesos de la mundialización contemporánea.
Se trata de un texto en el que la utopía revolucionaria del autogobierno comunitario en una sociedad de bienestar, bajo el principio distributivo de “cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades” guía la crítica social a lo largo de él. Por ello, es un texto rico en contenidos sobre la mundialización contemporánea que se mueve en la línea de la esperanza por una nueva sociedad que alcance a la mayor parte de la gente, de los países, si es que no a todos.
Me llama la atención que es un texto que presenta también un eje discursivo alrededor de la no violencia (varias alusiones en el texto a la obra de Gandhi) y la desobediencia frente a las reglas del sistema capitalista, por ejemplo, en el campo del consumo. Retoma la consigna de “socialismo o barbarie”, que me recuerda la famosa revista de Cornelius Castoriadis y Claude Lefort de los años 50 en Francia, pero intentando aplicarla a los resultados perversos de la mundialización capitalista contemporánea.
Libardo utiliza la categoría “sistema mundo capitalista” muy en la onda de Toni Negri y Michel Hardt, en su obra Imperio, de gran capacidad heurística para intentar globalizar en un gran modelo analítico sistémico el régimen capitalista mundial; no obstante, corre el riesgo de convertir el análisis en un modelo, a mi modo de ver, excesivamente generalizante, como varios autores - entre ellos Michel Wieviorka - se lo han reprochado a Negri y Hardt, que pierden las particularidades de los procesos históricos de las mismas sociedades capitalistas y del propio proceso de mundialización capitalista. En este sentido, la tesis del Estado global es central en el libro de Libardo Sarmiento, constituyendo en mi opinión un supuesto demasiado problemático. Que existan una serie de organizaciones internacionales en diferentes campos de los dominios sociales y políticos como lo describe muy bien Libardo Sarmiento, no significa en términos analíticos que exista un orden estatal en forma equivalente a los Estados nacionales. Por supuesto, este es un punto para un debate más amplio que desborda estos comentarios.
También señalaría otros desacuerdos importantes, como por ejemplo, una visión omnipresente de las clases sociales como parte del andamiaje económico capitalista, siguiendo en este punto cierta tradición marxista, en desmedro de una perspectiva más compleja. Al leer el texto encuentro una reducción de las otras esferas del conflicto social y sus interacciones con el propio sistema capitalista - en especial las esferas de género o división sexual del orden social y las de tipo étnico-racial, las cuales señala como una estrategia cultural de ocultamiento ideológico de la lucha de clases (esto puede leerse en la página 136). Hubiese preferido una referencia al sistema de dominación masculina y la división sexual de las diferentes esferas de la vida en el capitalismo contemporáneo, al igual que las formas de discriminación étnico-racial en interacción con las clases sociales y otras formas de dominación sociohistóricas que no se reducen a la lucha de clases.
Quizás hubiese sido también útil introducir más matices en el texto señalando la enorme importancia de las luchas sociales de los trabajadores y sus conquistas en los países capitalistas más desarrollados o centrales y periféricos, las que han permitido diferentes tipos de desarrollo del capitalismo en el marco de un proceso de mundialización, lo cual ayuda a entender mejor la oposición de los modelos anglosajón versus el socialdemócrata europeo en sus diversas variantes por países y el japonés, al igual que en las sociedades latinoamericanas.
Finalmente, a pesar de las múltiples referencias, creo que falta una mirada más crítica frente al fenómeno del capitalismo chino y de otros países “socialistas”. En el proceso de mundialización que se vive son fundamentales los “socialismos” bajo sus formas burocráticas y cuasitotalitarias de dominación en articulación con el orden capitalista como el caso chino o vietnamita. No es casual que hoy en día la China “comunista” se convierta en la fábrica del mundo a partir del uso generalizado de mano de obra con precios de los más bajos del planeta y bajo un control disciplinado del partido comunista con reducidas condiciones de resistencia por parte de los trabajadores chinos. En última instancia, se trata del paraíso para los capitalistas de todos los países.
Independiente a estas observaciones críticas, el libro de Libardo es una herramienta de gran ayuda para sindicalistas, trabajadores de Ong’s y de organizaciones de base, estudiantes, profesores y también investigadores. Su cobertura, además de ser pedagógica tiene un carácter propositivo en el debate amplio de la izquierda democrática no autoritaria o mejor, libertaria colombiana y latinoamericana. Frente a las prácticas y discursos militaristas perversos de los sectores que se abrogan la crítica del sistema, que recuerdan las peores tradiciones monstruosas del régimen “comunista” del Pol Pot camboyano, cuando en realidad lo que terminan haciendo es un juego a la extrema derecha y sus representantes en el Estado colombiano, este tipo de producción es refrescante. ¡Bienvenida sea esta producción para nutrir el debate teórico y los análisis empíricos sobre las sociedades capitalistas contemporáneas!
Cali, Febrero 22 de 2005
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