Si, Vladimiro Ilich Roca ya está de nuevo en su residencia de las Alturas del Vedado -la casa que era de su señor padre el dirigente del Partido Comunista cubano, Blas Roca Calderio- de quien se pueden decir cosas buenas o cosas malas, pero a quien se debe respetar no sólo porque esté muerto sino porque nunca se cambió de casaca, siempre fue leal a sus principios comunistas. Lo que va de padre a hijo.

Del viejo Blas Roca queda muy poco en la triste figura de este otro Roca, que tampoco tiene nada de Vladimir ni de Ilich, nombres que le puso Blas soñando quizás en que su heredero sería por siempre un fiel seguidor del marxismo-leninismo.

Pero no. El Vladimir Ilich cubano, tan pronto dejó de existir Moscú, farol que alumbraba el camino de los comunistas de librito se "rajó como la caña brava" y se puso en onda con Washington la capital donde está la plata, donde no hay rublos soviéticos podridos, donde están los dólares que nada tienen que ver con el otro Capital, el de Carlos Marx, el libro de cabecera del viejo Blas y que el jóven Vladimir leía con tanto entusiasmo en sus tiempos felices de aprendiz de piloto de Mig en las academias militares de Moscú.

Tengo que decir que gracias a mi profundo respeto por los muertos y por los que no pueden defenderse, como es el caso de los que están presos, nunca escribí o dije nada sobre el señor Roca. Pero como ya está libre, y tiene aquí en Miami periódicos y emisoras de radio y de televisión que le aplauden como nuevo "héroe nacional cubano", voy decir a fuerza de sincero que es mucho lo que me separa de este Vladimiro Roca. Pero algo tengo que decir de este personaje que se cambió de casaca para ponerse al servicio de quienes en el fondo le desprecian.

Por negro le desprecian, como despreciaban a su padre. Y porque como dicen en privado: "Lleva en sus venas la sangre de un comunista como Blas Roca, el que nunca dejó de serlo". Y eso basta para que lo miren con sospecha. Y por mucho que lo aplaudan ahora, que le colmen de elogios hipócritas, nunca jamás lo tendrán como a uno de los de ellos. Porque no es de su clase, porque no es de fiar, y porque como la vieja Roma Imperial, Washington paga a los traidores que le sirven pero a la vez los desprecia.

Y para la derecha cubana de Miami, si acaso, Vladimiro Roca es "material gastable". Algo así como una ficha en el tablero de ajedrez de la cual se puede prescindir en el momento oportuno, cuando ya no haga falta para el juego sucio del suelo de la restauración del pasado. Por lo pronto Roca ha salido de la cárcel hablando de Dialogo. Y eso es bueno, aunque no faltarán en Miami quienes lo acusen de "dialoguero".

Pero lo más probable es que Vadimiro no esté consciente de esta realidad y llegue a creerse que los que hoy le saludan desde de Miami lo van a aplaudir mañana como líder del pueblo cubano. ¡Pobre Roca!

De todas formas, por abogar por el diálogo entre cubanos y si es sincero, por dejar atrás el odio ¡Bienvenido ex-tovarich Vladimir! Bienvenido al ruedo, Mr. Roca!