No se puede pedir a los palestinos que lloren a Ariel Sharon. Representó y representa todavía el símbolo de todo lo que sufren. Mi primer recuerdo político es una manifestación de protesta por la incursión contra Qibya en 1953. Ya entonces era una acción de Ariel Sharon. Para los palestinos, existe una forma de continuidad entre esa acción, Sabra y Shatila, y Jenin. Para los palestinos, no puede haber nada peor que Sharon. Por consiguiente, hoy tienen la esperanza, muy leve, de que su sustituto, sea quien sea, sea menos duro. Confiemos en que esa esperanza sea una posibilidad para Al Fatah frente a un Hamas que se alimenta de la desesperanza.
Ariel Sharon cambió al paso del tiempo, pero su evolución se produjo a partir de nuestros errores. Cuando Sharon quiso eliminar la legitimidad de Yasser Arafat, lo ayudamos con nuestros atentados suicidas y la militarización de la Intifada que justificó el unilateralismo. Toda la habilidad de Sharon consistió en convencer a la opinión pública internacional de que el mayor obstáculo para la paz no es la ocupación, sino que el problema principal reside en los ataques palestinos. La imagen de Sharon no ha cambiado para los palestinos ya que siempre dijo que evacuaba Gaza para conservar Cisjordania. La opinión pública internacional no quiso verlo, pero los nuevos proyectos israelíes, sobre todo en Jerusalén, y las anexiones permitidas por la continuación de la edificación del «muro» no escaparon, en cambio, a los palestinos. El primer ministro israelí sólo se pronunció a favor de un Estado Palestino para complacer a George W. Bush pero nunca hizo posible que el Estado Palestino en cuestión tuviese los atributos de un Estado.
Arafat no comprendió que Ariel Sharon ganaría las elecciones y, cuando tomó el poder, era demasiado tarde; pudo llevar a cabo el combate como lo entendía. Hoy día, los dos patriarcas han desaparecido. Es difícil decir cómo evolucionará Israel después de esto.

Fuente
Le Monde (Francia)

«Sharon a avancé grâce à nos erreurs», por Yasser Abed Rabbo, Le Monde, 10 de enero de 2006. Texto adaptado a partir de una entrevista.