El norteamericano Roderic Camp.

La izquierda latinoamericana se reclama de la socialdemocracia a falta de un proyecto de izquierda más radical y por la ausencia de un movimiento obrero suficientemente fuerte para transformar a sus organizaciones sindicales en componentes de la democracia activa. No es posible, para los latinoamericanos por el momento, reproducir la experiencia de la democracia española, basada en la alternancia política y fincada en organizaciones clasistas, léase sindicatos socialistas y comunistas por un lado, y un sector empresarial conciente de su papel expansionista en la arena internacional, por otro.

La aspiración popular más cargada de ánimo en la esfera latinoamericana es la que clama por un estado liberal y por el restablecimiento del estado social de derecho basado en el empantanado proyecto de John F. Kennedy. A esa aspiración salieron al paso las fuerzas tradicionales y opresoras, carentes de un mínimo de imaginación y de fuerza creativa. Con esas fuerzas eminentemente civiles hay un espectro de intereses sectoriales militares y clericales católicos, todos, estos y aquellos, estudiados detalladamente, con una visión simplemente objetiva, en México, por el ensayista norteamericano Roderic Ai Camp.

La objetividad de que los estudios de Camp hacen gala confirma el peso de un concepto supremo que confiere seriedad y es garantía de saber profundo, confrontado a la subjetividad, su opuesto natural y recurso de quienes no muestran ningún pudor para aparecer como parciales, entre quienes destacan los portadores de ideas y, Dios no lo quiera, de ciertas ideologías. Esos dos conceptos fueron pedidos prestados a la filosofía materialista por las llamadas ciencias de la información.

La obra de Camp en español e inglés son verdaderos monumentos a «su objetividad» muy particular. El estudio del sector militar mexicano no queda atrás en el campo de sus investigaciones. Sus reflexiones las ha compartido nuestro autor con el semanario mexicano Proceso, al cual le ha confiado unas reflexiones pueriles, de las cuales no valdría la pena ocuparse si no creyéramos que tienen un sentido.

Dice Camp "que no hay una relación obvia entre los candidatos (a la presidencia de la república, en una justa que se decidirá en julio próximo) y las fuerzas armadas"... "Ninguno es más influyente que otro, porque el político y el militar han sido mundos separados en México". Agrega el investigador norteamericano, que según informa Proceso, "es responsable adjunto del Programa México, del Centro de Estudios Estratégicos internacionales (CSIS), y asesor en asuntos mexicanos del Centro Woodrow Wilson, que los tres principales contendientes (PRI, PAN y PRD) no han presentado propuestas para corregir los rezagos el área" La pregunta salta de imnmediato: ¿Cómo van a presentar propuestas para corregir algo que no conocen? La tesis de Camp radica en el supuesto de que militares y civiles se miran con desconfianza.

Una desconfianza que no llega demasiado lejos en un país donde la criminalización de las esferas públicas es un hecho notorio desde 1938, creando un escenario en el que militares y civiles comparten responsabilidades muy a gusto.

Sin embargo, Camp informa a Proceso la conveniencia de que las fuerzas armadas, fuerza aérea, armada y ejército de tierra convengan en formar un estado mayor conjunto, para que haya un mando unificado por primera vez en México. Esta iniciativa resultante de sus reflexiones va acompañada con la de que desaparezca la resistencia a que las fuerzas armadas mexicanas participen en misiones de paz. Esta insinuación causa verdadero terror y es ahora que conviene analizar las sugestiones del nuevo «Indiana Jones», quien dice en su entrevista que muchos militares han sido formados en centros militares de Estados Unidos en el área de inteligencia.

La ausencia de estos especialistas en las áreas decisivas del Estado mexicano es notoria toda vez que la presidencia de la república hace caso omiso de la inteligencia estatal; su comportamiento ha sido tan errático en el México del presidente Vicente Fox que ha caído en el peor de los ridículos.

El verdadero escenario al que conducen las sugestiones del nuevo «Indiana Jones» es el del sistema de seguridad cuya vigilancia corre a cargo del comando norte, un organismo decisorio en materia de "seguridad continental", en el que los militares mexicanos están destinados a cumplir funciones secundarias o de subalternos.

La Red Voltaire ha informado que Grupo de Trabajo sobre la Alianza de Seguridad y Prosperidad para América del Norte ha hecho un análisis del texto del TLC que fusiona la estrategia de desarrollo y prosperidad de los tres países norteamericanos sobre una economía unificada. Los objetivos definidos en el artículo 102 del TLC dice que su propósito es el de "eliminar los obstáculos al comercio de productos y servicios sobre los territorios de las partes para crear el marco de cooperación trilateral, regional y multilateral más estrecha y aumentar y expandir las ventajas que se desprenden..."

Para ello se decidió crear, dice la Red Voltaire, a más tardar en 2010 una comunidad económica y de seguridad de América del norte. Estas afirmaciones experimentan un nuevo impulso por el trabajo del Council on forign relations, en asociación con el Canadian Council of Chief Executives y el Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales.

Richard N. Hass, presidente del CFR dice que el Grupo de Trabajo ofrece una serie de propuestas detalladas y ambiciosas que se añaden a las recomendaciones adoptadas por los tres gobiernos durante la Cumbre de Texas de marzo de 2005. La recomendación central del Grupo de Trabajo, integrado por neoliberales a ultranza, es establecer una comunidad de seguridad y económica para regir al área.

En materia de seguridad, el Grupo propone el establecimiento de un perímetro de seguridad común para América del Norte. Poner en vigor u pase fronterizo para los ciudadanos del área. El documento contendría indicadores biométricos apoyándose en el modelo de las tarjetas "inteligentes" elaborado por los programas Nexus de Estados Unidos y Canadá y el Sentri de México y será aplicado a las personas "que no representan ningún riesgo". Se trata ahora de determinar quienes no son esas personas.

En materia de seguridad se aplicará una ley de cooperación militar en relación al terrorismo y a la aplicación de la ley. Este trabajo conduce al establecimiento de un centro tripartito de inteligencia contra amenazas, el desarrollo de un registro tripartito de balística y explosivos y el adiestramiento conjunto de oficiales encargados de aplicar la ley. Los militares mexicanos asistirán a las reuniones correspondientes en calidad de oyentes.

El objetivo de Camp es ni más ni menos que el de legitimar la presencia de militares mexicanos en los proyectos "antiterroristas" del «emperador» George W. Bush, donde ocuparán funciones secundarias.

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