En la Argentina de la dictadura, hubo médicos que apoyaron con todo fervor y ferocidad los métodos de eliminación de seres humanos, por racismo o por fines políticos. Culpables de los crímenes más aberrantes. El más célebre de esos criminales fue el médico policial Bergés, implicado en el robo de niños y en la desaparición de enfermeras y detenidos… pero no fue el único.

Durante el llamado “Proceso de Reorganización Nacional”, Néstor Ángel Siri se desempeñó como pediatra del Hospital de la Unidad Nº 8 del Penal de Olmos, donde funcionó un servicio médico clandestino. Allí eran trasladados los detenidos del campo de concentración conocido como “La Cacha”, para recibir atención médica en caso de una necesidad extrema. Gran cantidad de detenidas embarazadas (muchas de ellas se encuentran desaparecidas), eran atendidas por el “médico cómplice”, según testimonios de varios sobrevivientes. Tal es el caso de las ex presas políticas Belfa Suárez y Perla Diez, que en declaraciones a la Cámara Federal de La Plata en el marco de los Juicios por la Verdad, confirmaron la actividad delictiva del pediatra.

La Cacha fue un verdadero campo de exterminio ubicado a unos 300 metros de la Unidad Carcelaria. Funcionó entre los años 1976 y 1979 en lo que eran las instalaciones de L.S. Radio Provincia, en calle 195 entre 47 y 52 de la localidad de Olmos. Por este lugar pasaron alrededor de 3500 personas que permanecían secuestradas en condiciones infrahumanas, recibiendo el peor de los tormentos. Muchas de ellas forman parte de la lista de 30.000 desaparecidos.

Durante el período 1976-1978 el plantel médico que prestaba servicios en el área de maternidad, inaugurado en 1975, estaba integrado por los pediatras Néstor Ángel Siri, Esteban Alejandro Vera, los obstetras Rodolfo Enrique Tessari y Silvia Graciela Gorostieta, las parteras Elida Selva Acuña y María Hilda Delgadillo, y las enfermeras Alba Escamochero, María Luisa Ruiz y María Esther Alesio.

Como La Cacha no contaba con las instalaciones necesarias para realizar partos, las detenidas eran trasladadas para que se produjeran los nacimientos.

En cuanto al caso del parto de María Rosa Tolosa, el mismo fue atendido por Esteban Vera y Rodolfo Tessari. Néstor Ángel Siri fue quien revisó a los recién nacidos y realizó su historia clínica. Los mismos fueron apropiados por un miembro de la Policía Federal, el Subcomisario Samuel Miara, quien, según declaraciones de ex detenidos, fue visto varias veces en la Cárcel de Olmos.

Muchos de los médicos que por aquella época trabajaron con Siri, reconocieron al declarar en la “causa Miara”, haber visto y atendido a detenidas “especiales” que no tenían contacto con las demás presas y que provenían de un chalet cercano al Hospital del Penal de Olmos -lugar en el que funcionaba La Cacha-. El médico Vera, también afirmó que traían a mujeres detenidas clandestinas “a horas inhóspitas, de madrugada y de noche”. Además este médico aportó un dato de suma importancia, al relatar que en la misma Unidad recibió la visita de un oficial, que vestía de verde y a quien nunca había visto antes, que le pedía ir a ver a un enfermo, pero con la condición que debía ir encapuchado, a lo que el pediatra se negó.

Comunicada esta anomalía a sus autoridades, nuevamente no logró obtener una respuesta satisfactoria. El pediatra Néstor Siri al declarar en la misma causa dijo no saber nada del paso de detenidas ilegales por la cárcel de Olmos. Sin embargo, reconoció que había detenidas comunes y otras a disposición del PEN, aunque destacó que el único caso que le pareció anormal dentro de esa unidad carcelaria, fue el del nacimiento de los mellizos Reggiardo-Tolosa, quienes tuvieron que ser indicados como números 1 y 2 en la historia clínica, ya que desconocían no sólo sus nombres sino el de la madre. Según él esta “única situación irregular” la denunció ante las autoridades médicas y del Servicio, aunque sólo en forma verbal, obteniendo como respuesta que habían sido trasladados.

Además de los testimonios de los ex detenidos-desaparecidos, existe un legajo de la CONADEP (Nº 1835) donde se corrobora que Siri, no sólo era el encargado de constatar la situación de las parturientas y de sus chicos dentro del Hospital de Olmos, sino que también ingresaba a las instalaciones de La Cacha.

Cómo Néstor Siri llega al Hospital de Niños

Néstor Ángel Siri trabaja en el Hospital de Niños de La Plata desde hace más de treinta años. Durante los primeros años de servicio, desde 1970, fue concurrente; luego se presentó a concursar en 1974 y comenzó a desempeñarse como médico de guardia, llegando a la Jefatura de esa área en el año 1980, cargo en el que se mantuvo durante 20 años. Desde el año 2000 hasta los primeros meses del 2006 se desempeñó como Jefe del Servicio de Emergencias, y como tal fue el que dirigió y tomó las decisiones en cada una de las guardias. Hasta el año 2000 quien ocupaba ese cargo era el otro pediatra que trabajaba en el Penal de Olmos, Esteban Alejandro Vera, quien se jubiló ese mismo año.

Su “historia negra” comenzó a correr por los pasillos de la gobernación provincial y las repercusiones no tardaron en llegar.

Emiliano Hueravillo -integrante de la agrupación HIJOS y enfermero del Hospital de Niños desde noviembre de 1997- relata que “desde que estoy trabajando aquí se vienen comentando por los pasillos muchas historias sobre él. Sé que fue puesto en evidencia gracias a la denuncia de una señora que había ingresado a la guardia del hospital llevando a su chiquito”. Efectivamente, se trata de Perla Diez, una ex presa política, que tuvo a su hija en cautiverio en la cárcel de Olmos, la cual tuvo que soportar un ataque de nervios hace 12 años atrás cuando se cruzó al doctor en el servicio de pediatría. “Ahora algunos colegas lo repudian, los trabajadores del hospital no lo pueden ni ver y hasta varios padres se niegan a que atienda a sus hijos. Es una victoria mínima pero necesaria”, concluyó Hueravillo.

En una resolución oficial fechada el 1º de marzo del corriente año, el Ministro de Salud bonaerense, Claudio Mate, limitó las funciones del médico expulsándolo de su cargo pero no del sistema de salud pública como exigía la gravedad del caso.

Ya en el mes de enero el sindicato de ATE-CTA junto a organismos de derechos humanos había logrado comprometer al funcionario de salud a efectivizar la suspensión de Siri mientras se investigaban las denuncias. Esta acción nunca se concretó y así los niños bonaerenses deberán seguir siendo atendidos por esta persona de conducta y ética inmorales.

La Asociación de profesionales del Hospital de Niños emitió un comunicado de prensa el 23 de marzo pasado, en Asamblea, declarando persona no grata al doctor Siri por “la actitud asumida durante su actividad en el Servicio Penitenciario-Unidad Penal Nº 8 de Olmos, durante la última dictadura militar, y por la falta de colaboración en el esclarecimiento posterior, de las apropiaciones de identidad ocurridas en el mismo periodo”.

Este personaje siniestro pudo ocultar su pasado macabro, reinsertarse en la sociedad y ejercer su profesión. ¿Hasta cuando seguirá apoyando su mano manchada de sangre en la piel inocente de un niño? ¿Qué esperan los gobiernos Nacional y Provincial, el Ministerio de Salud para dar una resolución inmediata al caso?

Aunque todavía la justicia no actúe, la condena social, la del pueblo, ya viene asomando; Hijos, Madres, familiares y otros organismos de derechos humanos ya señalaron su pasado. Estas movilizaciones ponen en alerta a la ciudadanía, para no dejar impune este capítulo horroroso de los médicos represores en la Argentina.

Pero esta condena no es la única; seguramente cuando el represor intente dormir, se escucharan voces, susurros que preferirá no oír: ¡Asesino! ¡Asesino! Son los gritos de esas heroicas mujeres que estuvieron secuestradas y fueron asesinadas en los campos de concentración. Que pensó que desaparecerían para siempre. Son los gritos de la resistencia que perseguirán eternamente al verdugo.