(Por Héctor Corti).- La problemática de la falta de agua potable en un futuro cercano es el eje temático elegido por el periodista, historiador y dramaturgo Jorge Gómez en “Memorias del agua”, su segundo obra teatral de la que el Premio Nóbel y dramaturgo italiano Darío Fó dijo que “es un cachetazo de humor hiriente donde más duele: la estupidez humana. Una obra tan sencilla como potente que denuncia la voracidad de un sistema que olvidó al hombre”.
La obra, que será estrenada el próximo viernes 3 de julio, a las 21:00, en el Teatro de la Fábula, Agüero 444, ciudad Autónoma de Buenos Aires, cuenta con el apoyo Proteatro y fue declarada de Interés Cultural por la Secretaría de Cultura de la Nación. La gráfica de difusión fue realizada por el dibujante Miguel Rep
“La trama se desarrolla en una ciudad futura, en un mundo que está en guerra y con el agua potable en extinción. En ese ámbito, el doctor Mestraler descubrió un novedoso método para desalinizar el agua: el cuerpo humano. De ésta manera, el ‘Consejo Mundial de Water Unidos’ controla un laboratorio-lagers donde hombres conectados a máquinas purifican éste recurso vital para la vida humana”, resumió el autor y director de la obra.
Durante una entrevista con la ANC, Gómez, cuya ópera prima es Biblioclastas, la destrucción de libros y el plan de censura cultural implementado por la última dictadura militar, reconoció que en esta oportunidad fue el estado del Riachuelo lo que actuó como disparador de la idea.
“Vivo en Avellaneda y no puedo comprender el grado de abandono y desidia que lo llevó al Riachuelo al estado actual. El tema me preocupó tanto que decidí ponerme a investigar. Allí dí con la excelente investigación de Elsa Bruzzone (“Las guerras por el agua”) que reconfiguró la idea que tenía. Debo mencionar también muy buen documental de Mausi Martínez (Invasión gota a gota)”.
– ¿Cómo fue la etapa de preparación?
– El desafío principal es hacer arte con todos esos datos. Allí surgió la idea un laboratorio futurista, instalado en América Latina, donde hombres conectados a máquinas purifican el agua con su sudoración. No es casual la región donde está ubicado el laboratorio que por otra parte está gerenciado por la empresa “Water Unidos”. Luego viene el entramado, la relación de los personajes y el sitio que ocupan en una estructura vertical. Está empresa propulsora de una política de súper eficiencia arrasó con todo tipo de derecho de sus empleados. Todo en pos del progreso.
– ¿De qué manera llegó el texto a Elsa Bruzzone y Darío Fo?
– Tengo la necesidad, no me preguntes por qué, de contrastar las cosas que hago con gente a la que admiro. En Biblioclastas habían sido Griselda Gambaro y Osvaldo Bayer. Y ahora, la especialista era Bruzzone así que busqué la forma de ponerme en contacto con ella y ver lo que ella opinaba. El caso de Darío Fo, es azaroso. Es alguien a quien admiro muchísimo y sabía que el tema del medioambiente es algo que lo inquietaba mucho. Un día, hablando por teléfono con una amigo uruguayo y me dice que viajaba a Italia para entrevistarse con Darío Fo. Se me afinó la voz y le tiré el pechazo. Meses después llega un correo de él. No lo podía creer. Me quedé mirando la pantalla hipnotizado.
– ¿Cuáles fueron sus opiniones?
A Elsa le gustó la ficcionalización del tema. Y está ansiosa por ver la puesta. Darío Fo, me escribió sobre la obra. “Es un cachetazo de humor hiriente donde más duele: la estupidez humana. Una obra tan sencilla como potente que denuncia la voracidad de un sistema que olvidó al hombre”.
– Además de libro y dirección, también actuás junto a Alejandro Robles, Julia Houllé, Patricio Bettini, ¿qué podés contar del elenco?
– El elenco muto varias veces. Hace más de un año que vengo trabajando sobre la puesta.
Para mí el teatro es una síntesis de la estética y la ética, por lo tanto ambas deben caminar juntas. Y a veces no es fácil encontrar el punto justo. De un actor medio se puede sacar un buen actor, creo que el teatro es deseo, es decir la ganas de hacerlo. Pero de un egoísta no se puede sacar una buena persona. Para mí la relación del grupo es fundamental para el trabajo. Y eso se logró, y también lo estético. Estoy muy conforme, tiene mucha potencia y versatilidad.
– El 3 de julio será el primero de muchos viernes en escena, ¿qué expectativas tenés a días del estreno?
– Ansiedad, ansiedad y más ansiedad. Estoy contento con las críticas que hemos recibido de quienes pudieron ver ensayos, pero ahora viene la hora de la verdad: el público. Son ellos los que juzgan. Espero poder repetir la experiencia de Biblioclastas. Por lo pronto, hay invitaciones de algunas ciudades del interior y Bolivia para ir con la obra.
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