Hace apenas pocos días, el sacrosanto Fondo Monetario Internacional (FMI) vaticinó que también para el año 2011 las naciones industrializadas deberán enfrentar elevado desempleo, aún cuando puede avizorarse cierta mejora en los índices macroeconómicos, lo cual a estas alturas tampoco puede predecirse con la más absoluta seguridad.

Según el FMI, maestro universal en programas de recortes y ajustes con violentos lastres sociales “en vista de la lenta recuperación y de los efectos aún latentes de la crisis financiera, la tasa media de desempleo continuará siendo elevada en 2011” para los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). En pocas palabras, para las naciones desarrolladas.

Los cálculos de los expertos fondo monetaristas hablan de una media del nueve por ciento de brazos caídos y establecen, no sin alarma, que “la lucha contra el desempleo es, por ello, uno de los más importantes retos políticos en los países industrializados”.

En ese empeño, y aquí está una de las grandes paradojas en las recomendaciones del mayor ente privatizador del planeta, el FMI destaca la necesidad de “medidas estatales” para hacer frente a la carencia de trabajo, a partir de la crisis originada por la impunidad e irresponsabilidad en torno a la actuación de los mercados financieros y bursátiles, esencialmente los norteamericanos.

Desde luego, a estas consideraciones hay que añadir el actual caso surgido en Europa a partir de las elevadas deudas de varias naciones como Grecia, y los planes de ajuste ya anunciados por Atenas junto a otros gobiernos del área, donde la reducción de puestos de trabajo, salarios y pensiones es parte del trato para acceder a préstamos de dudoso rescate.

En consonancia, organismos especializados como la consultora Eurostat, indicaron hace unos días que durante el primer trimestre de 2010 la tasa de paro entre los países miembros de la zona euro sumó 9,6 por ciento de la población activa, frente al 9,7 en los Estados Unidos.

Esto, desde luego, pone en entredicho en primer lugar, el desleal manejo de los datos económicos que siguen haciendo los tahúres de los mercados para mover a su conveniencia los precios en las bolsas.

Con mucha frecuencia se citan —entre los elementos para la subida o descenso de los valores—, reportes de menores solicitudes de ayuda para desempleo en los Estados Unidos que las esperadas durante una u otra semana, elemento netamente manipulado para sembrar la imagen de la posible recuperación.

Sin embargo, es evidente que las oscilaciones de las cifras en uno u otro sentido no han puesto fin al hecho cierto de que, tanto en la primera potencia del orbe como entre sus socios del Viejo Continente, los índices de desocupación no ceden ni tendrán leve mejoría en buen tiempo. En pocas palabras, la crisis sigue a todo galope.

Agencia Cubana de Noticias