Sin invitación de nadie, una delegación estadounidense viajó a Puerto Príncipe en marzo de ese año para imponerle al gobierno haitiano el control de las aduanas, pero la gestión fracasó en su propósito.

A pesar de todo, regresó con otro proyecto atentatorio a la soberanía nacional que buscaba la conversión de Haití en un feudo que sustituiría al colonialismo francés, reivindicaría la política de la diplomacia del dólar y el autopretendido destino manifiesto de EE.UU. en su dominio de América Latina.

Tropas norteamericanas desembarcaron en la principal ciudad haitiana el 28 de julio de 1915 y, aunque fuerzas locales trataron de organizar la resistencia, el ejército de ocupación designó presidente de la República al senador Philippe Sudre Dartiguenave, quien se mantuvo en el poder hasta 1922.

Entonces, el líder de la resistencia, Charlemagne Peralte, llamó al pueblo a la lucha armada y en 1918, al frente de miles de campesinos, nombrados cacos, como sus hermanos del siglo XIX, se hizo fuerte en las montañas del norte.

Con viejos fusiles y machetes combatieron hasta octubre del año siguiente, cuando Peralte cayó víctima de una emboscada y lo crucificaron. Tras su asesinato y pese a que muchos corrieron igual suerte, los cacos continuaron su combate.

Durante los 19 años que duró la ocupación, los soldados yanquis sembraron el terror en el país, exterminaron a los campesinos rebeldes del norte y el seis de diciembre de 1929 cometieron la matanza en el sur que ni siquiera respetó a mujeres y niños, solo por participar en una marcha contra el hambre.

En 1934, el presidente Franklin D. Roosevelt ordenó el retiro de sus efectivos, en decisión que obedecía a la implantación de la llamada “política de buena vecindad”, sin renunciar al control de la economía nacional y de los asuntos internos.

Lo cierto es que todas las tiranías posteriores que padeció Haití contaron con la anuencia de las sucesivas administraciones estadounidenses. Para colmo, patrocinaron una nueva aventura imperial después del devastador terremoto del 12 de enero último.

En esa operación "humanitaria" desplegaron 10 mil soldados, un buque de asalto anfibio, naves de desembarco, un portaaviones, un buque hospital, helicópteros de los Guardacostas y otros navíos.

Entre las personalidades que criticaron la invasión Evo Morales, presidente de Bolivia, definió el rol de los belicosos vecinos del norte, cuando calificó de "injusta, inhumana y oportunista" la ocupación militar de Estados Unidos en Haití bajo el pretexto de asistir a los damnificados del sismo.

Agencia Cubana de Noticias