Según un estudio de la OMS (Organización Mundial de la Salud) 3 de cada 10 mujeres adolescentes en el mundo sufre violencia durante el noviazgo. Al mismo tiempo que un cuarto de los feminicidios en nuestro país son a mujeres entre los 14 a los 25 años.

“Vivir sin violencia” es un Centro para la Mujeres en Situación de Violencia conyugal que depende del Municipio de Morón. Este espacio contiene y ofrece asesoramiento jurídico y asistencia psicológica a las mujeres mayores de 14 años mediante grupos denominados “socioeducativos”, ya que no se limitan a lo estrictamente terapéutico.

Una de las campañas que motorizan desde el centro es la de “Noviazgo sin Violencia”, destinada a la prevención de la violencia y sensibilización de los jóvenes, específicamente a adolescentes desde los 14 años que sufran algún tipo de violencia en sus relaciones de pareja.

Estadísticas, estudios e investigaciones marcan la problemática de la violencia física y psicológica que sufren las jóvenes por parte de sus parejas, sin embargo, Mónica Borra, coordinadora de “Vivir sin Violencia” afirma que su mayor preocupación “es el por qué no genera demanda desde las jóvenes desde los 14 años para asistirse cuando hay algún problema de este tipo”. Todo indica que para ese sector la violencia no es un problema ni una preocupación”, a pesar que se demostró que el 78% de los varones violentos empiezan a tener este tipo de conductas antes de los 20 años.

La violencia existe pero no se pide ayuda, la demanda no está. Las preguntas que no paran de surgir en Mónica son si es por miedo o por la naturalización de la misma; en cualquiera de los dos casos la estrategia es sensibilizar a los jóvenes con charlas y actividades en las escuelas.

Son pocos los casos de chicas que llegan al Centro, pero lo hacen, en su mayoría, a través de los padres con actitudes muy agresivas hacia las adolescentes “que, en definitiva, están doblemente violentadas, porque las traen a la fuerza”, dice Mónica.

Uno de los primeros problemas que se detectó en la campaña fue que no había demanda de asistencia de ese sector desde los 14 años, sino desde los 18 años en adelante. Mónica nos aclara: “cuando empezamos a conformar el primer grupo yo me pregunté si las chicas eran adolescentes, ya que tenían desde 20 años en adelante. Se intentó integrarlas al grupo de adultas pero ellas se sienten muy incómodas cuando hay alguien con una figura materna, porque se sienten controladas”.

En este trabajo cotidiano de contención y búsqueda permanente de estrategias, Mónica analiza: “el grupo que está conformado con chicas desde los 18 años tiene una actitud muy adolescente, dependiente, algunas puede tener un hijo pero que sigue en la casa materna y cuidado y criados por las abuelas y abuelos y esto produce una profunda descalificación de esta joven mamá. La violencia va creciendo en la medida que pierde la autoridad de educar a su bebé. Es una situación que se complica muchísimo.”

La no participación es un problema, el tener conocimiento que los casos existen por doquier y la denuncia no se hace efectiva plantea una problemática muy compleja, una campaña que no tiene antecedentes, que no tiene comparación con otras experiencias anteriores y por ello “Es difícil determinar el problema. Creemos que está híper naturalizada la violencia y tiene que ver con la forma de conducirse los jóvenes sobre esta habilitación para el maltrato constante entre ellos”, esboza Mónica.

Pero hablar de Noviazgos parece algo que no está constituido entre los jóvenes, “por eso desde el equipo de Vivir sin Violencia nos estamos replanteando este concepto porque los jóvenes no se definen como novios porque es otra jerarquía. Las relaciones cambian, son rápidas y sin compromisos”, sin embargo pueden existir hijos, convivencia y violencia desde muy corta edad.

En primer lugar, tanto para las adolescentes y las mujeres adultas, identifican al varón violento cuando este ejerce la violencia física, aunque mediante el tratamiento, toman conciencia de los daños psíquicos, los celos y las manipulaciones constantes que sufrieron durante la relación.

El pedir ayuda a tiempo, los grupos socioeducativos y el reconocimiento que a otras mujeres y chicas les pasa lo mismo, trae aparejado “resultados a corto plazo que son muy buenos, el mayor giro se da en lo estético y el ánimo”, luego viene lo más difícil que es el separarse, retomar los estudios, buscar trabajo e independizarse.

 Fuente: www.revistafurias.com.ar.