En una de las últimas reuniones dijiste que la FELAP tiene que darse un nuevo impulso y al hablar de cuestiones estratégicas sobre la realidad de Latinoamérica, alentaste a que la juventud juegue un rol más enérgico.

 Me refiero a un nuevo impulso partiendo de una caracterización atenta al estado de situación regional y al papel actual de los medios, de los periodistas y también de las organizaciones de los trabajadores de la prensa.

 También dijiste que se hacía necesario analizar las conductas de los que, dentro de la FELAP, se oponen a gobiernos que han abierto un fuerte debate en defensa de la democracia informativa y comunicacional.

 Ustedes lo tienen todo grabado. Sí, lo dije, respondiendo al planteo de una compañera que reclamaba sancionar a periodistas y organizaciones que cuestionan a esos gobiernos. Ella decía que había que suspender o expulsar de la FELAP a los opositores de los gobiernos que pretenden ampliar el marco democrático de la comunicación. Y yo sostuve que la FELAP nunca dejó de dar respuesta contra la concentración económica, informativa y comunicacional. Y si hay que repensar la FELAP y analizar conductas, lo haremos sin ingenuidad.

 ¿Qué quiere decir sin ingenuidad?

 Creo que por lo complejo del debate, más lo delicada de la situación de nuestros países frente a la ofensiva política de la derecha, hay que actuar sin ingenuidad y seguir buscando consensos. No prestarse a provocaciones, ni hacerle de felpudo a quienes nos quieren dividir.

 Pero ante grandes diferencias no va a ser fácil el consenso…

 No hay que apresurarse, ni dejar de tener en claro que la FELAP no será entregada a las concepciones reaccionarias, pro-patronales, a quienes puedan estar vinculados con el crimen organizado, a los democratistas, o a los que creen que la revolución está a la vuelta de la esquina. Hay que analizar muy bien cómo seguir y con quiénes.

 Nosotros creemos que se requiere precisar un poco más cómo seguir y con quiénes.

 Hoy se libra en casi toda América Latina una extraordinaria lucha a favor de democratizar la información-comunicación, y en esa lucha está muy claro el papel de los dueños del dinero: nada de democracia, a no ser la que ellos se permiten entre pares. La que se permiten hasta cierto punto, porque como a lo largo de la historia del capitalismo el pez más grande se come al chico, hablo, en este caso, de monopolios, oligopolios, de la carnicería entre monopolios y del canibalismo a través de fusiones entre los propios pulpos de la globalización. Una competencia que no en pocos casos incorpora procedimientos mafiosos; a mafias larvadas que atacan también a las organizaciones y para eso cuentan con idiotas útiles que les hacen el juego.

 ¿Cómo sigue la FELAP y con quiénes en una lucha tan compleja?

 El Comité Ejecutivo deberá analizar los variados elementos dinamizados en la disputa regional, y más que decidir medidas drásticas habrá que fijar prioridades de debate, ahí aparecerán tensiones, acuerdos y desacuerdos y algunos de esos desacuerdos puede que lleguen a ser irremediables. Hay que estar tranquilos, contra los principios de la FELAP no cabe ni la cabeza de un alfiler. En la FELAP hay organizaciones que han dado probadas muestras de su capacidad de resistencia y que hoy no tienen ninguna confusión ante el escenario de disputa.

 ¿Puede haber rupturas en la Federación?

 Yo confío en que hoy, en un marco de tensión muy alta en torno al papel de los medios de comunicación, cada quien pueda explicar qué entiende por democracia informativa, monopolios, el rol del Estado, la lucha de intereses económicos, políticos, profesionales
y gremiales. El debate no será eterno, sus límites serán determinados por los principios de la FELAP.

 ¿Esos principios pueden dar lugar a más de una interpretación?

 No. Podrá haber diferencias, pero esas diferencias deben permitirnos convivir con dignidad, sin trampear la lucha, ni la historia de la FELAP. Y los que no acuerden deberán irse, como
antes lo hicieron aquellos que creyeron en el fin de la historia y de las ideologías y nos hablaban de “modernizarnos”. La historia continuó y quedó demostrado que teníamos razón. Las puertas están abiertas para irse y también para ingresar, como lo están solicitando nuevas organizaciones. En la FELAP el periodismo, a secas, por si mismo, no está por encima de la identidad de clase y de las definiciones antiimperialistas. La FELAP cree decididamente en una integración liberadora y no para la sumisión a un modelo de sociedad y de periodismo, a la medida de los poderes de dominación. En la FELAP no es nada difícil entender dónde están los límites.

 Ahora los que insistimos somos nosotros ¿habrá renuncias en la FELAP?

 Entiendo que deberán hacerse esfuerzos por la unidad, aunque siempre sostuve, y sostengo, que la unidad en si misma no quiere decir nada. Digo: si hay quienes en la FELAP atacan
a los gobiernos identificados con los derechos e intereses más elementales de las grandes mayorías sociales, la FELAP en su conjunto no va a renunciar a su historia. Por eso repito
que contra los principios de la FELAP no cabe ni la cabeza de un alfiler.