Kiev dice haber emprendido una “contraofensiva” desde hace 2 semanas. Pero no es eso lo que se ve en el terreno. También dice haber recibido con esperanzas las dos misiones de buenos oficios iniciadas por China y por la Unión Africana. Pero el presidente ucraniano interrumpió las negociaciones que había abierto con Moscú al inicio del conflicto y ha promulgado una ley que prohíbe reanudarlas.
Las autoridades de Kiev afirman que el ejército ucraniano inició, desde el 8 de junio, «una vasta contraofensiva contra el agresor ruso».
Una contraofensiva inexistente
En la literatura militar se prefiere hablar de “contrataque” y no de “contraofensiva”. El contrataque consiste en aprovechar debilidades momentáneas del enemigo para lanzarse al asalto. Un ejemplo clásico es la batalla de Austerlitz, donde Napoleón ordenó la retirada a una parte de sus tropas e hizo caer así las fuerzas enemigas en una trampa que le dio la victoria.
El término «contraofensiva» no fue seleccionado al azar. Es un truco de comunicación tendiente a sembrar en las mentes del público la idea de que Moscú emprendió una «ofensiva» para apoderarse de Ucrania. Por cierto, no está de más recordar que los rusos llegaron a tomar el aeropuerto del norte de Kiev, de donde finalmente se retiraron por propia voluntad.
La realidad es que los rusos nunca trataron de “tomar” Kiev y que nunca pretendieron “invadir” Ucrania. El presidente ruso, Vladimir Putin, lo dijo claramente desde la primera semana de la «operación especial» rusa. Al tomar un aeropuerto militar, por demás situado al norte Kiev, las fuerzas rusas no tenían otra intención que garantizar su propia superioridad aérea desde el primer momento, sin que eso indicara que pretendían tomar la capital.
Del lado ruso, tampoco es casual el uso de la expresión «operación especial». Moscú subraya que no se trata de una guerra de invasión sino que está haciendo uso de su «responsabilidad de proteger» a los civiles de los oblast de Donetsk et de Lugansk, que estaban siendo oficialmente objeto de una operación punitiva emprendida por Kiev, desde 2014.
Poner en tela de juicio las razones de Moscú para iniciar su «operación especial» sería como cuestionar la operación del ejército de Francia que debía poner fin a las masacres en Ruanda. Por cierto, ambas operaciones especiales contaron con el aval de sendas resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU (la resolución 929 del 22 de junio de 1994, en el caso de Ruanda, y la resolución 2202 del 17 de febrero de 2015, en el caso de Ucrania). La única diferencia es que la resolución que Moscú invoca no se adoptó en medio de una situación de urgencia. En la resolución sobre Ucrania, el Consejo de Seguridad daba su aval a los Acuerdos de Minsk y otorgaba a Alemania, a Francia y a Rusia la posibilidad de intervenir para imponer su aplicación.
En el plano de la comunicación, el término «contraofensiva» tiene la ventaja de hacer olvidar que, durante 8 largos años, Kiev desató una guerra atroz contra sus conciudadanos de cultura rusa, una guerra en la que murieron entre 14 000 y 22 000 miembros de esas poblaciones.
Durante meses, Kiev pidió y obtuvo el envío de grandes volúmenes de armamento occidental. Occidente también se encargó de garantizar formación militar a miles de soldados ucranianos mientras que Rusia retiraba sus fuerzas hasta las posiciones aceptadas en las negociaciones que había iniciado con Ucrania, desarrolladas inicialmente en Bielorrusia y posteriormente en Turquía, negociaciones que acabaron siendo denunciadas por el parlamento ucraniano. Es importante saber que Washington instaló en la sede del parlamento de Kiev una oficina permanente de “consejeros” del Departamento de Estado y de la USAID.
Moscú hizo incluso más de lo previsto en las negociaciones ya que, en Jerson, las fuerzas rusas se retiraron de una parte de la ciudad, convirtiendo así el río Dniéper en la frontera natural entre Ucrania y la Novorossiya. Visto el hecho que la población de esa región había decidido, por vía de referéndum, unirse a la Federación Rusa, Moscú construyó allí dos líneas defensivas que van desde la desembocadura del Dniéper hasta el Donbass –Lugansk y Donetsk. Esas dos líneas defensivas incluyen los llamados “dientes de dragón” (estructuras piramidales de concreto que dificultan el paso de los blindados) y kilómetros de trincheras.
La OTAN, que además de aportar armas y entrenamiento también pone “ideas”, ordenó emprender la «contraofensiva» a pesar de que Kiev no dispone de una cobertura aérea apropiada y cuenta con pocas municiones. Durante el año anterior, el ejército ucraniano todavía podía recurrir al uso de drones para vigilar los movimientos del adversario. Actualmente, ya no puede hacerlo porque las fuerzas rusas interfieren prácticamente todas las señales radioeléctricas en el territorio que controlan. Teóricamente, Kiev dispone de un enorme volumen de armamento. Pero en la práctica, gran parte del armamento enviado por Occidente ha sido desviado hacia otras latitudes, con o sin el consentimiento de los “generosos” donantes. En cuanto a las municiones, se ha hecho imposible almacenarlas en Ucrania sin que sean destruidas por los misiles hipersónicos rusos. Así que las municiones se almacenan en Polonia y Moldavia y sólo pasan la frontera ucraniana para ser enviadas directamente al frente.
Hace dos semanas que las fuerzas de Kiev tratan de romper las líneas defensivas rusas, sin lograrlo. Los atacantes y sus medios blindados se agolpan inútilmente ante las defensas rusas, donde se convierten en blanco fácil de la artillería rusa, y cuando se deciden a emprender la retirada, los rusos envían drones que siembran de minas su camino de regreso.
Lo único que han logrado las fuerzas de Kiev ha sido “tomar” poblados desiertos situados a algunos kilómetros de las líneas rusas. Mientras tanto, la aviación rusa bombardea sus arsenales, a menudo en la profundidad del territorio bajo control ucraniano. Los sistemas antiaéreos que la OTAN consideraba más sofisticados, los Patriot de fabricación estadounidense, han sido destruidos en cuanto fueron instalados. Ucrania ya no tiene gran cosa como defensa antiaérea, sólo con qué derribar algunos viejos misiles. El estado mayor ucraniano dice haber derribado 6 misiles hipersónicos Kinzhal, lo cual es simplemente imposible ya que esos misiles vuelan a Mach 10 (10 veces la velocidad del sonido). En un esfuerzo por sostener esas afirmaciones, el alcalde de Kiev, el ex boxeador Vitali Klitschko, ha divulgado fotos donde posa ante pedazos de algo que él identifica como restos de un Kinzhal, pero que no corresponden para nada con las dimensiones de ese misil ruso.
La moral de las tropas ucranianas está por el suelo. Desde Kiev, el ministerio de Defensa asegura que todavía hay muchos hombres en la retaguardia, pero el oblast de Ivano-Frankivsk ha decidido movilizar a todos los hombres de entre 18 y 60 años, lo cual parece indicar que ya no hay muchos dispuestos a ir al frente.
Por su parte, la OTAN ha desplegado todos sus aviones AWACS para tratar de saber lo que realmente sucede en el campo de batalla. A estas alturas, es imposible que la OTAN ignore la envergadura de la derrota… pero sigue empujando los ucranianos a continuar la guerra, o más bien sigue empujándolos a la muerte.
Kiev no está interesado en misiones de buenos oficios
En Washington todavía parecen abrigar la esperanza de que Kiev logre de alguna manera vencer a Moscú, ofreciendo así al presidente estadounidense Joe Biden una esplendorosa reelección. Algunos responsables estadounidenses, más realistas, podrían decidir dar marcha atrás y apoyarse en las misiones de buenos oficios enviadas por China y por la Unión Africana. Pero, hasta ahora, incitado por Washington, el parlamento ucraniano ha prohibido toda forma de negociación con el «invasor».
China ha publicado un documento donde expone 12 principios que, según su visión, deberían servir de base a todo acuerdo de paz. El enviado especial de Pekín, Li Hui, no tiene intenciones de conversar sobre la aplicación de esos principios hasta que ambas partes los hayan aceptado. Pero las potencias occidentales saben perfectamente que para fingir que comparten esos principios tendrían que seguir profiriendo las mismas mentiras que han venido repitiendo durante los últimos 30 años. Y, de no hacerlo, estarían reconociendo que la position rusa es correcta y tendrían que apostar por la derrota de Kiev.
Desde África, la Unión Africana y la Fundación Brazzaville han enviado 4 jefes de Estado: el presidente de la Unión de las Comoras, Azali Assoumani, presidente en funciones de la Unión Africana; el presidente de Senegal, Macky Sall; el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, y el presidente de Zambia, Hakainde Hichilema. Todos los demás prefirieron enviar a alguien en su lugar: el presidente de Egipto, Abdelfatah al–Sisi, envió a su primer ministro, Mustafá Madboulu; el presidente de Uganda, Yoweri Museveni, contagiado de Covid-19, delegó en un ex ministro de Exteriores, Ruhakana Rugunda, y el presidente de la República del Congo, Denis Sassou-Nguesso, envió al ministro de Estado de la presidencia, Florent Ntsiba.
En cuanto llegó a Kiev, toda la delegación de la Unión Africana fue invitada a visitar la localidad de Bucha, donde les hablaron de las atrocidades supuestamente cometidas allí por los ocupantes rusos. Pero los africanos no pudieron reunirse con los investigadores internacionales que demostraron, al contrario, que las “víctimas de los rusos” murieron al ser alcanzadas por un tipo de munición antipersonal que fue muy utilizado en la Primera Guerra Mundial y que no existe en los arsenales rusos. Tampoco les dijeron a los africanos lo más importante: los rusos se retiraron de Bucha el 30 de marzo de 2022, sin que el alcalde de la localidad encontrara nada anormal. Al día siguiente, entraron en Bucha los nacionalistas integristas del batallón Azov… y los cuerpos aparecieron el 4 de abril. Es evidente que los nacionalistas integristas del batallón Azov procedieron a la ejecución de personas que según ellos habían colaborado con los rusos y utilizaron los cadáveres para montar el escenario de la “masacre rusa”. Pero, no debemos olvidar que los africanos conocen de sobra ese tipo de situaciones y que no es fácil engañarlos.
Cuando la delegación africana llegó a Kiev, las sirenas comenzaron a sonar, anunciando un ataque aéreo. Pero los africanos no se dejaron impresionar y rápidamente comprobaron que la capital no fue bombardeada. Los misiles rusos golpearon exclusivamente varios objetivos militares.
En el encuentro de la delegación africano con la prensa, al final de la visita, el presidente de las Comoras, Azali Assoumani, declaró:
«La vía de la paz debe pasar por el respeto de la Carta de las Naciones Unidas y África está dispuesta a seguir trabajando con ustedes en la búsqueda de una paz duradera (…) Aunque el camino hacia la paz puede ser largo, la esperanza está presente porque existe la posibilidad de conversar.»
¿Cuál fue la respuesta del presidente ucraniano Volodimir Zelenski?
«Hoy dije claramente durante nuestro encuentro que permitir cualquier negociación con Rusia ahora, cuando el ocupante está en nuestra tierra, significa congelar la guerra, congelar el dolor y el sufrimiento.»
Después de haber oído la respuesta del presidente ucraniano, la delegación africana viajó a San Petersburgo para reunirse con el presidente ruso… quien se mostró mucho más abierto. Lo más importante, es que el presidente ruso expuso ante la delegación africana un argumento aplastante. Putin presentó a la delegación africana de buenos oficios los textos del proyecto de tratado de paz y del addendum que los ucranianos negociaron con los rusos en marzo de 2022… textos que portan la firma del jefe de los negociadores ucranianos.
Putin explicó seguidamente que, en aplicación de ese proyecto, las tropas rusas se retiraron de los oblast de Kiev y de Chernihiv (o Chernigov), pero que Kiev no sólo se negó después a ratificar los textos ya firmados sino que además adoptó una ley que prohíbe toda negociación de paz.
La próxima cumbre África-Rusia, que tendrá lugar del 26 al 29 de julio, permitirá saber cuál de los dos presidentes pareció realmente sincero a la delegación de buenos oficios de la Unión Africana. Pero ya está claro que el interés de Kiev por las misiones de buenos oficios es tan falso como su contraofensiva.
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter