El viaje del presidente ucraniano Volodimir Zelenski a Estados Unidos aclaró las últimas ambigüedades sobre este personaje. Zelenski no parece interesado en preservar las vidas de sus compatriotas. De hecho, Zelenski está movilizando a todos los hombres del país y enviándolos a morir en el frente, a pesar de que no hay esperanzas de victoria. Ya se ve claramente que Zelenski no vacila en mentir ni en embaucar y que lo que le interesa es tratar por todos los medios de lograr que ciertos Estados sean expulsados de las organizaciones intergubernamentales. Todo eso trae a la mente el recuerdo del tristemente célebre Stepan Bandera, quien masacró a miles de sus compatriotas ucranianos durante los últimos días de la Segunda Guerra Mundial, o sea cuando ya se sabía que la derrota del III Reich era claramente inevitable.
El presidente ucraniano Volodimir Zelenski se presentó ante la Asamblea General de la ONU para recitar nuevamente su discurso habitual sobre el “terrorismo” ruso. Fue ese su debut desde esa tribuna.
Este año, China, Francia, Reino Unido y Rusia, cuatro de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, no estuvieron representados por sus jefes de Estado o de gobierno en la apertura del 78º periodo de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Es evidente que, a pesar de las bellas declaraciones, algo no funciona ya en esa organización internacional.
Veamos un breve resumen del discurso del presidente Zelenski:
«Rusia utiliza los alimentos como arma contra el resto del mundo y el “juego”, en su favor, de ciertos países europeos. También utiliza los reactores nucleares civiles como armas, como lo hace en Zaporijia. Ha secuestrado “cientos de miles” de niños ucranianos que son reeducados en suelo [ruso] en el odio a Ucrania, lo cual constituye un “genocidio”. Rusia provoca una guerra cada 10 años. Hoy amenaza a Kazajstán y los Estados bálticos. Numerosos escaños en este hemiciclo estarían vacíos si Rusia alcanzara sus objetivos con sus actos traicioneros. Gracias a Dios, nadie ha imaginado todavía cómo utilizar el clima como arma. Las catástrofes naturales matan. Suceden cuando en Moscú se ha decidido matar decenas de miles de personas. Debemos unirnos contra esos desafíos. Podemos dar vida otra vez al “orden mundial basado en reglas” apoyándonos en la fórmula de paz ucraniana que yo presentaré dentro de un momento al Consejo de Seguridad. Invito a todos ustedes a la Cumbre por la Paz que organizamos. No podemos contar con la palabra de Rusia. ¡Pregúntenle a Prigozhin si [Rusia] respeta sus promesas! ¡Slava Ukraini!»
Todas las delegaciones aliadas de Estados Unidos aplaudieron con entusiasmo ese discurso, mientras que las demás se hacían discretas.
Este discurso del presidente Zelenski merece algunos comentarios:
• El argumento sobre la utilización de los alimentos como arma recuerda los asedios impuestos para rendir por hambre a los asediados… como sucedió ayer con Corea del Norte y como hoy sigue sucediendo con Yemen. Eso no tiene absolutamente nada que ver con lo que hacen los rusos en Ucrania, donde sus acciones afectan las ganancias de las grandes transnacionales estadounidenses (Cargill, Dupont y Monsanto), propietarias de una tercera parte de todo lo que se cultiva en Ucrania.
• Sobre el uso de las centrales nucleares como arma de guerra, hay que recordar que los rusos ocupan la central nuclear de Zaporijia… y todos los soldados rusos allí desplegados morirían si hubiese fugas radioactivas en esa instalación. Así que son las fuerzas de Kiev quienes amenazan con provocar un incidente nuclear para obligar los soldados rusos a retirarse.
• Rusia no ha “secuestrado” niños ucranianos. Por el contrario, ha puesto a salvo los niños de las zonas de combates evacuándolos hacia el interior de su territorio. Las alegaciones antirrusas de la Corte Penal Internacional (CPI) se basan únicamente en la negativa de considerar como un acto legal la incorporación de Crimea, del Donbass y de una parte de la Novorossiya, solicitada mediante referéndum popular por las poblaciones de esos territorios, a la Federación Rusa.
• El argumento del “expansionismo ruso” –argumento que las poblaciones de Kazajstán y de los países bálticos pudieran recibir con temor– no pasa de ser una elucubración sobre supuestas intenciones de Rusia hacia esos Estados.
• Las palabras de Zelenski sobre el uso del clima como arma de guerra, demuestran la ignorancia de este individuo. Estados Unidos ya usó esa forma de guerra contra el pueblo de Vietnam, provocando durante meses lluvias incesantes sobre la “Ruta Ho Chi Min” –el corredor de aprovisionamiento de las fuerzas vietnamitas que luchaban simultáneamente contra el régimen de Vietnam del Sur y contra los soldados estadounidenses. Sólo después de haber utilizado esa forma de guerra contra Vietnam, en lo que el Pentágono designó como “Operación Popeye”, Estados Unidos firmó la Convención sobre la Prohibición de Utilizar Técnicas de Modificación Ambiental con Fines Militares u Otros Fines Hostiles (ENMOD).
• Afirmar, sin nombrarlas, que Polonia, Hungría y Eslovaquia «hacen el juego a los rusos» cuando prohíben la importación de cereales ucranianos a bajo precio es un insulto hacia esos países. Olvidando que durante la Segunda Guerra Mundial los nacionalistas integristas ucranianos masacraron a más de 100 000 polacos, Polonia acogió en su suelo 1,5 millones de refugiados ucranianos desde el inicio de esta guerra… así que los polacos seguramente no verán con agrado las palabras de Zelenski.
• El llamado a defender «el orden mundial basado en reglas» sólo puede interpretarse como un desafío a la mayoría de los miembros de la ONU, que hoy luchan por un regreso al respeto del Derecho Internacional, y el «plan de paz» ucraniano sólo concierne al bando occidental y en realidad apunta a extender la guerra.
• La conclusión del discurso de Zelenski viene de un poema de Taras Shevchenko (1814-1861).
• La divisa «¡Slava Ukraini!», utilizada por Zelenski al final de su discurso, era el grito de guerra de los nacionalistas integristas ucranianos de Dimitro Dontsov y de Simon Petliura en su cruzada contra la revolución soviética, conflicto durante el cual masacraron a los judíos y los anarquistas de la Novorossiya. «¡Slava Ukraini!» se convirtió después en el grito de victoria que lanzaban los nacionalistas integristas ucranianos de Dimitro Dontsov y de Stepan Bandera cuando masacraban a judíos, gitanos y miembros de la resistencia. A partir de 1941, «¡Slava Ukraini!» acabó convirtiéndose en el equivalente del «¡Heil Hitler!» de los nazis. Utilizada hoy, precisamente desde la tribuna de la Asamblea General de la ONU, esa consigna contradice las resoluciones contra la propaganda nazi adoptadas después de la Segunda Guerra Mundial, resoluciones a las que Ucrania se opone hoy.
La posterior reunión del Consejo de Seguridad estaba prevista para dos días de debates. Además de los miembros del Consejo, otros 45 países habían solicitado hacer uso de la palabra.
Albania, país que ocupa la presidencia rotatoria del Consejo de Seguridad, decidió dar la palabra al presidente ucraniano inmediatamente después de la intervención del secretario general de la ONU y antes de que intervinieran los Estados miembros del Consejo, en violación del reglamento interno. Y también incluyó a la OSCE entre los oradores.
Desde el inicio del debate, el ministro de Exteriores de la Federación Rusa, Serguei Lavrov, solicitó la palabra para una cuestión de orden, denunció el privilegio concedido al presidente ucraniano en violación del reglamento interno del Consejo y exigió que el representante de Macedonia del Norte –que intervendría como presidente en funciones de la OSCE– se limitara a abordar el tema sobre el cual esa organización le había concedido un mandato. Como presidente de la sesión, el representante de Albania, Edi Rama, se burló abiertamente de la cuestión de orden presentada por el ministro ruso y respondió que ya existían precedentes de oradores que habían hecho uso de la palabra antes que los miembros del Consejo… pero no dijo que esas excepciones siempre se habían sometido a la aprobación previa de los miembros del Consejo y aceptado por unanimidad. El representante de Albania concluyó afirmando que para evitar que el presidente ucraniano fuese el primero en hacer uso de la palabra, Rusia podía simplemente retirarse de Ucrania. Y luego invocó el artículo 33 del reglamento interno para relegar la cuestión de orden a una discusión posterior.
A pesar de la actitud parcializada del embajador de Albania, el ministro Lavrov no se retiró de la reunión –recordando probablemente que, durante la guerra de Corea, cuando la URSS abandonó el debate para protestar contra la presencia de los representantes de Chiang Kai-chek en lugar de los representantes de la República Popular China, Estados Unidos aprovechó la ausencia de la delegación soviética para lograr que la ONU votara la ayuda de la comunidad internacional a Corea del Sur contra Corea del Norte.
En todo caso, lo sucedido esta vez demuestra la parcialidad de la presidencia albanesa del Consejo y seguramente tendrá consecuencias. Albania está en su derecho de ser un adversario declarado de Rusia –de hecho, ya organizó un debate según la fórmula Aria sobre los presuntos secuestros de niños por parte de Rusia. Pero no tiene derecho a violar el reglamento interno cada vez que preside el Consejo de Seguridad. Así lo hacía ya, el 28 de junio de 2022, cuando convocó por su cuenta una reunión sobre la situación en Ucrania, sin avisar a los demás miembros del Consejo. E invitó entonces al presidente Zelenski, autorizándolo «excepcionalmente» a intervenir ante el Consejo por videoconferencia, con lo cual violó el reglamento interno. También hizo observar un minuto de silencio, igualmente sin avisar a los demás miembros del Consejo. Y, al día siguiente, el 29 de junio de 2022, presidió una sesión sobre la situación en Siria, invitando al debate, otra vez sin prevenir a los demás miembros del Consejo, una asociación estadounidense que se hace llamar Syrian Emergency Task Force y que se expresó de manera abiertamente grosera e insultando a varios miembros del Consejo.
Esta vez, el debate sobre Ucrania prosiguió con la intervención del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, quien recordó inicialmente que algunas reuniones multilaterales se desarrollan de manera eficaz, como la realizada sobre el plan de salvaguarda de los objetivos del desarrollo durable. Guterres calificó después la intervención rusa en Ucrania de violación flagrante de la Carta de la ONU y del derecho internacional. Seguidamente anunció que los equipos de investigadores siguen recogiendo evidencia sobre violaciones chocantes y generalizadas de los derechos humanos «que son principalmente actos de la Federación Rusa», incluyendo los traslados forzosos de niños. Finalmente, deploró que Rusia no prolongara el acuerdo sobre los cereales.
La posición del secretario general expresa sólo su opinión personal. En este caso, no se basa en ninguna decisión de justicia y no tiene en cuenta la posición rusa. El proceso en marcha ante la Corte Internacional de Justicia –el tribunal interno de la ONU– debe permitir que se escuchen las posiciones de las dos partes. Sólo esa Corte tiene derecho a juzgar si hubo o no una violación de la Carta de la ONU, teniendo en cuenta que Rusia declara que inició su operación militar especial de conformidad con la resolución 2202 del Consejo de Seguridad de la ONU, que hizo suyos los Acuerdos de Minsk. En todo caso, la decisión de la Corte Internacional de Justicia responderá sólo sobre la cuestión de saber si el régimen de Kiev estaba masacrando a sus propios conciudadanos antes de la operación especial rusa. Se habla de 20 000 civiles masacrados.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, intervino después de las palabras del secretario general de la ONU. Inició su discurso preguntando cómo podía un Estado que viola la Carta de la ONU ocupar un escaño en el Consejo de Seguridad. Resaltó que la Asamblea General reconoció a Rusia –no a Ucrania– como responsable de la guerra y presentó entonces su plan de paz de 10 puntos. Ese plan, ya presentado en el G20 de Bali, no tiene en cuenta los reclamos de Rusia. Por consiguiente, no es propiamente un plan de paz sino más bien una presentación de las exigencias de Ucrania. Zelenski, exigió de paso que la Asamblea General de la ONU modifique sus estatutos para despojar a Rusia de su derecho al veto en el Consejo de Seguridad. Y terminó llamando todos los Estados representados en el debate a participar en la «conferencia de paz» que organiza su país.
El presidente de la sesión, el albanés Edi Rama, se interrogó después sobre la actual situación. ¡Un miembro del Consejo de Seguridad viola el documento constitutivo de la ONU! Felizmente, según Rama, a pesar de que ese miembro abusa de su derecho al veto, la mayoría de los miembros del Consejo de Seguridad vela por el respeto de sus valores. Rama dio después la palabra a los miembros del Consejo según su orden de inscripción.
Pero los discursos de estos no aportaron nada nuevo. Ninguno se atrevió a hacerse eco del llamado de Ucrania a privar a Rusia de su derecho al veto.
En este punto, es necesario hacer un poco de historia. Durante la creación de la ONU, el estadounidense Franklin D. Roosevelt y el británico Winston Churchill se opusieron al soviético Josef Stalin. Estados Unidos y Reino Unido querían crear una organización que gobernara el mundo en función de las concepciones de Washington y Londres mientras que la URSS estimaba que la nueva organización internacional debeía establecer el Derecho Internacional y evitar las guerras. Finalmente triunfó la visión soviética. El derecho al veto tiene en cuenta la realidad militar de aquella época. No existe un derecho al veto legítimo y otro abusivo. Simplemente, no es posible que todos respeten el Derecho Internacional si este contradice intereses de uno de los miembros más poderosos del Consejo. La idea de despojar a Rusia de su derecho al veto nunca se había mencionado antes en público. Pero el año pasado el Departamento de Estado estadounidense tanteó esa posibilidad interrogando a todos los Estados Miembros sobre el asunto… y resultó que era imposible reunir la mayoría de dos tercios.
Después de haber pronunciado su discurso, el presidente Zelenski abandonó la sala del Consejo de Seguridad –no tenía tiempo que perder escuchando a los demás oradores– y partió inmediatamente para Washington, con intenciones de pronunciar otro discurso ante el Congreso de Estados Unidos reunido en sesión plenaria, como ya lo había hecho en diciembre de 2022. Pero cuando llegó al Capitolio, el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, le espetó que esta vez no habría reunión plenaria del Congreso debido a la cargada agenda de los congresistas. El decepcionado presidente ucraniano tuvo entonces que conformarse con una reunión con los presidentes de las dos cámaras en presencia de algunos senadores demócratas.
Conclusión: se acabaron los tiempos del apoyo incondicional a Kiev. Al igual que todos sus homólogos occidentales, los parlamentarios estadounidenses se han dado cuenta de que:
– hay escasez de municiones y la industria armamentista de Occidente no puede rivalizar con la de Rusia, ni a corto ni a mediano plazo;
– la rebelión del propietario del grupo Wagner, Evgueni Prigozhin, contra el Kremlin fue un fracaso;
– la contraofensiva de Kiev está resultando extremadamente mortífera –para los ucranianos– entre cuyas filas se cuentan más de un millar de muertos diarios, desde hace al menos 2 semanas y sin alcanzar resultados significativos.
Así que muchos quisieran negociar una salida para la crisis ucraniana o al menos poner fin a unos gastos astronómicos que están resultando claramente inútiles. Congresistas republicanos han escrito a la administración Biden exigiéndole que rinda cuentas, con la mayor precisión, del uso que se ha dado a los fondos estadounidenses ya entregados. Y, en espera de respuesta, no asignarán ni un dólar más. El Pentágono ya está elucubrando cómo desviar medios para mantener el apoyo material de Estados Unidos a Kiev. Eso es lo que se esconde tras el posible bloqueo del presupuesto federal, que puede concretarse en caso de desacuerdo entre el Capitolio y la Casa Blanca.
En aras de hacer un poco menos dolorosa la afrenta de los congresistas, el secretario de Defensa y el presidente Joe Biden concedieron juntos una entrevista al presidente ucraniano. Zelenski visitó además una universidad, la sede de la Fundación Clinton y la del Atlantic Council y pudo conversar con los jefes de firmas financieras.
Pero, a pesar de todo, ahí están los hechos. Todos han podido comprobar el extremismo del presidente Zelenski y su incapacidad para ganar esta guerra. Para todos ha quedado demostrado que Volodimir Zelenski no está tratando de defender su país. Al contrario, sigue enviando sus hombres a morir inútilmente ante las líneas defensivas rusas. Y actúa como siempre lo han hecho los nacionalistas integristas y los nazis: no vacila en mentirle a los suyos, en recurrir a triquiñuelas y está tratando por todos los medios de provocar un enfrentamiento general… aunque el precio consista en sacrificar a su propio pueblo.
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