El ex presidente de Bolivia, Evo Morales, regresó a su país después de haberse visto obligado a dejarlo durante el golpe de Estado orquestado hace un año por la CIA con la complicidad de la Organización de Estados Americanos (OEA) [1].
En el momento del golpe, posterior a su reelección como presidente, en octubre de 2019, la prensa internacional mintió descaradamente al afirmar que el primer presidente de Bolivia proveniente de un pueblo originario había sido expulsado del poder por la “cólera popular”.
Sin embargo, los golpistas –bajo la presión popular– se vieron obligados a realizar una nueva elección, que el candidato del partido de Evo Morales ganó en la primera vuelta, el 20 de octubre de 2020 [2].
El 9 de noviembre de 2020, después de haber cruzado a pie la frontera entre Argentina –país que le concedió el asilo político– y Bolivia, Evo Morales fue acompañado por una larga caravana popular en un trayecto de 1 000 kilómetros, recorridos en 48 horas y a través de 3 de los 9 departamentos bolivianos, hasta llegar –siempre por vía terrestre– a la región de Chapare, donde Morales fue recibido por una enorme multitud reunida en la pista del aeropuerto de Chimoré.
A poco menos de un año de las acusaciones de fraude emitidas contra el presidente derrocado, la cantidad de sufragios que garantizó ahora la victoria de Luis Arce –candidato del partido de Morales– vino a confirmar implícitamente la honestidad del escrutinio que había proclamado la reelección de Evo Morales en 2019.
[1] «Bolivia, laboratorio de una nueva estrategia de desestabilización», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 26 de noviembre de 2019.
[2] «Una sonora bofetada para la “coalición occidental”», por el general Dominique Delawarde, Red Voltaire, 22 de octubre de 2020.
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