Cerca de un millar de peregrinos murieron durante la desbandada que se produjo en un puente de Bagdad el 31 de agosto de 2005. El ministro del Interior, Bayan Baker Solagh, al intervenir en la televisión, declaró: «Había una enorme multitud en el puente y un terrorista difundió un rumor que provocó la desbandada (…). El terrorista señaló con el dedo a otra persona y dijo que llevaba explosivos… lo que hizo que cundiera el pánico». El consejero nacional de Seguridad, Mouwaffak Al-Roubaie precisó: «Los partidarios de Sadam y de Zarkaui son los que propagaron el rumor en el puente y por eso las personas se aterrorizaron».

Probablemente, al considerar que el gobierno iraquí es una fuente digna de crédito, una amplia parte de la prensa internacional retomó esas informaciones sin cotejarla con otras fuentes.

Así, varios periódicos anuncian en primera plana que el drama es imputable al rumor, lo que disculpa de antemano de toda responsabilidad a las fuerzas de ocupación y al gobierno. Sin embargo, varios elementos desmienten esta versión de los hechos:
 El recorrido de los peregrinos había sido señalizado por la policía y las calles adyacentes estaban bloqueadas, de suerte que la multitud no tenía ninguna salida. Poco después, los policías iraquíes presentes en el lugar durante el drama fueron acuartelados en el Ministerio del Interior de modo que no tuvieran ningún contacto con la prensa.
 Se dispararon obuses de mortero cerca de la mezquita a donde se dirigían los peregrinos, lo que podría provocar con más seguridad la confusión y el desorden de la multitud que el rumor, indican numerosos testigos, entre ellos, el corresponsal de Reuters. Esta versión fue retomada en el comunicado de la presidencia británica de la Unión Europea. Se ignora quién disparó y quién era el blanco.

Sobre la base del relato oficial, y sin ninguna reflexión crítica en cuanto a su incoherencia, los editorialistas critican la histeria colectiva que se apoderó de los iraquíes, víctimas de los «Sadamistas y Zarkauistas».