La semana pasada los principales dueños de los monopolios informativos, la mayoría agrupados en la asociación patronal SIP, anunciaban como preocupaciones centrales la falta de libertades y “las condiciones poco propicias para ejercer la labor profesional” en países como Venezuela, Cuba, Ecuador, Nicaragua y también agregaban al gobierno argentino. De Posadas Carriles: silencio estratégico.

Que la SIP - quien promovió, difundió y brindó los espacios de sus medios asociados a las dictaduras más sangrientas de América Latina-, halla puesto su maquinaria de señalamientos sobre quiénes violan y quiénes no las libertades, no es nuevo.

Sin embargo, hay un coro de predicadores del silencio selectivo, que se autodenominan “periodistas independientes, objetivos y neutrales”, y que se sumaron al coro de difamaciones contra países que, con sus autonomías y formas de accionar políticamente independientes, van siendo el motor de un cambio de paradigmas en el continente, donde el neoliberalismo y su padre, el Capitalismo, están puestos en cuestionamiento.

Llamativamente (o no) la liberación del Terrorista Posada Carrilles, autor de innumerables atentados y participante del “Plan Cóndor”, les produjo mudez informativa.

¿Cómo, no hay nada para opinar de alguien que se confesó públicamente ser el autor de la voladura del avión de Cubana (1976), y de centenares de atentados, que dejaron sangre de inocentes en el camino?

¿No cuentan con información los “periodistas independientes, neutrales y objetivos” sobre las nuevas matanzas en Irak y Afganistán y que nuevos centros de torturas-promovidos por el gobierno de Bush- se van diseminando en escala ascendente por la vieja Europa, Asia y África?

¿No les llega la información relacionada al accionar de los embajadores itinerantes del Gobierno norteamericano, quienes van pidiendo a sus aliados que apuren su paso en unificar criterios para defender “las democracias distorsionadas”?

En la nota de la periodista argentina Matilde Sosa, aparecida esta semana en varios medios de la región, el Ministro de Información del Gobierno Venezolano, Wiliam Lara, anuncia y denuncia que “una ofensiva mediática contra ése país se esta gestando.

La excusa: ejercer (el Estado Bolivariano) su derecho de hacer cumplir la ley y no renovar la licencia del grupo BC1,conocido como RCTV, grupo mediático que promovió y participó del golpe contra el gobierno democrático del presidente, Hugo Chávez Frías.

Lara hace un llamado a ponerse en “alerta” ante un ataque combinado mediático en contra de su país, en donde estarían involucrados los Estados Unidos, La SIP, y numerosos grupos monopólicos, al tiempo que señaló a AMARC (Asociación Mundial de Radios Comunitarias de América Latina y el Caribe), como un sector que opinó sin tener información de lo que verdaderamente sucedía.

Respecto a la ofensiva mediática da un ejemplo al informar sobre la constitución del GDA, grupo o pool de medios que va preparando el camino de la mentira organizada, antes lo hacían entre bambalinas hoy directamente se presentan con un sitio en la WEB, dicen quiénes son y anuncian lo que van hacer: todo un avance en la “transparencia informativa”.

El GDA, nuclea a once periódicos de igual cantidad de países, y utiliza una sola fuente: su propio sitio de Internet. Esta integrado por los diarios La Nación (Argentina), O Globo (Brasil), El Mercurio (Chile), El Tiempo (Colombia), La Nación (Costa Rica), El Comercio (Ecuador), El Universal (México), El Comercio (Perú), El Nuevo Día (Puerto Rico), El País (Uruguay) y El Nacional (Venezuela).

El nuevo grupo baja línea a sus soldados mediáticos: “Cada uno de nuestros diarios juega un papel clave al informar e influir en la opinión pública en sus respectivos mercados. Sus lectores son individuos altamente educados, con recursos financieros y alto poder de decisión”.

A confesión de parte, relevo de pruebas.

Nos cabe a los miles de comunicadores sociales, trabajadores de los medios alternativos audiovisuales, gráficos y que circulan por Internet; y a la principal organización de los trabajadores de prensa en la región, la Federación Latinoamericana de Periodistas, fortalecer nuestra prensa propia y combatir en el campo de las ideas y de las informaciones a la mentira organizada, al terrorismo mediático.

Quedarnos parados nos convertirá en cómplices de una acción política que el Imperio puso en marcha contra gobiernos y medios cuyos periodistas optaron por el compromiso social y no ser las chusmas del sistema.