Durante los últimos 10 años, el gobierno federal de Estados Unidos entregó a los países de América Latina y el Caribe un total de 7 mil 300 millones de dólares en ayuda militar y policíaca, con el objetivo de apoyar a las fuerzas castrenses de la región y afianzar con ello sus programas de seguridad hemisférica.

La cantidad de dinero reportado por EU como gasto militar para Latinoamérica, entre mediados de los años noventa y de 2003 a la fecha, creció en más de 200 por ciento, al pasar de 249.16 millones de dólares anuales a 800 y 900 millones. De acuerdo con la lógica del gobierno de George Bush, esta inversión se justifica como una lucha permanente contra el nuevo enemigo del mundo: el narcoterrorismo.

Las estimaciones de la ayuda militar estadunidense corresponde al informe de investigación denominado Por Debajo del Radar (Programas Militares de EUA con América Latina 1997-2007), elaborado en abril de 2007 por las organizaciones civiles: Centro para Política Internacional (CIP), Fundación para Educación y Grupo de Trabajo en Latinoamérica, LAWGEF, (por sus siglas en inglés) y la Oficina de Washington para Latinoamérica (WOLA).

Según el documento, la inversión estadunidense para Latinoamérica es suficiente para ubicar a cuatro países de la región (Colombia, Bolivia, Perú y México) con una ayuda de poco más de mil 680 millones de dólares, con lo cual integran la lista de los 12 países en todo el mundo con mayor recepción de ayuda militar y policial de los Estados Unidos durante 2005-2007.

De igual manera se detalla que la asistencia estadunidense para América Latina en 2007 correspondió a 899.34 millones de dólares, mientras que la solicitud económica de los gobiernos latinoamericanos en el mismo rubro para el 2008 es de 796.27 millones de dólares.

Nuevo control hemisférico

Informes oficiales del gobierno estadunidense citados en el reporte de los organismos civiles, describen cómo la ayuda militar y policial se divide en siete grupos: control internacional de narcóticos, antinarcóticos del Departamento de Defensa, financiación militar extranjera, transferencia de emergencia, educación y entrenamiento militar internacional, artículos excedentes de defensa y asistencia antiterrorista.

Las organizaciones civiles precisan cómo las descripciones hechas en el reporte marcan tendencias precisas sobre programas militares estadunidenses en la región continental, y respaldan sus aseveraciones con fuentes oficiales del gobierno de EU, que se encuentran disponibles en la página de Internet www.cipoline.org/facts.

En el reporte subrayan, los organismos civiles, cómo Estados Unidos además de financiar, entrena y equipa a ejércitos extranjeros, “juega un rol importante, para bien o para mal, en la creación de instituciones militares y en el papel que éstas desempeñan en sus sociedades”.

Sobre el ejército estadunidense, apunta que parte de su trabajo es mantener una colaboración con sus contrapartes en América Latina, situación que se modificó en los años 90 con el fin de la llamada guerra fría, en donde las drogas pasaron a ser la razón principal de la intervención del gobierno de EU. “Pero desde 2001, la guerra de las drogas ha cedido paso en parte a la guerra contra el terrorismo”.

El grupo civil de investigación retoma los datos de El Informe Reentrenamiento Militar Extranjero, de los Departamentos de Estado y de Defensa, de 2005, donde se indica que la mayoría de la ayuda militar en los pasados 10 años, se ha financiado con fondos destinados a programas de guerra contra las drogas.

La ayuda dio un salto en el año 2000 con el comienzo del multimillonario “Plan Colombia” y de la Iniciativa Andina Antinarcóticos. En 2005 el 70 por ciento del entrenamiento militar estadunidense, que suma 17 mil 8 personas, se hacía con fondos designados o usados principalmente para objetivos antinarcóticos.

Asegurar la paz, el argumento

Para la doctora en administración pública Elena Jeannetti Dávila, especialista en seguridad nacional e investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional, el terrorismo había sido tratado por México de manera tangencial, siempre en el marco de los meses posteriores al 11 de septiembre de 2001 y a iniciativa del gobierno de los Estados Unidos.

La autora del libro Institucionalización de un Nuevo Sistema de Inteligencia para la Seguridad Nacional en México, advierte que por lo menos desde 2002, se percibía una fuerte presión de la Casa Blanca, de una fracción del Congreso estadunidense y, por supuesto del Pentágono, para mantener una fuerte influencia y control en los temas de seguridad hemisférica.

La especialista describe cómo el antecedente más importante a nivel continental fue la reunión de seguridad hemisférica efectuada en la ciudad de México en octubre de 2003, en la que el discurso de gobierno de EU fue enfático al plantear ante embajadores, ministros y especialistas del continente, la urgencia de replantear tanto los esquemas de colaboración como las agendas de seguridad.

Jeannetti Dávila dice que en dicho encuentro, mientras los países latinoamericanos presentaban temas como las sequías, las inundaciones, los ciclones, la migración, las pandemias, el pandillerismo, la pobreza y asuntos de seguridad nacional, los enviados de Washington centraban su percepción en la necesidad de ubicar al terrorismo como la amenaza más importante y concreta.

Puntualiza la académica universitaria cómo del discurso de la seguridad nacional se pasó al de la seguridad humana y, en cuestión de meses, el concepto de remilitarización cobró auge entre los estrategas de la seguridad continental.

La también autora del libro Retos y Riesgos de la Seguridad Nacional en el Siglo XXI, afirma que el gobierno de Washington no tuvo el éxito esperado al principio, pero con el paso de los meses logró insertar su discurso en el ámbito de los apremios regionales, utilizado en un contexto irrefutable, el problema de las pandillas y la violencia juvenil, relacionándolos con amenazas de tipo terrorista.

El alegato, subraya Jeannetti, radicaba en los escasos o nulos controles de varios países, sobre todo centroamericanos, en sus fronteras. Los argumentos del Pentágono se reforzaban con datos confidenciales y estudios de seguridad que revelaban la presencia de grupos musulmanes en la llamada triple frontera entre Paraguay, Argentina y Brasil.

“El gran hermano”

El doctor en relaciones internacionales José Luis Orozco afirma que la ayuda militar estratégica se organizó desde los tiempos de la guerra fría, en los años 50 del siglo pasado, pues se comprendió que EU debería tener un especie de sistema complementario para asegurar la supuesta paz hemisférica, entendida como anticomunismo que funcionó por muchos años.

De acuerdo con el fundador del Centro de Investigaciones Sobre América del Norte, CISAN, de la UNAM, la Escuela de las Américas, hoy Instituto de Cooperación para la Seguridad Hemisférica, formó a varias generaciones de militares, que incluyen a altos mandos de países de Latinoamérica que tuvieron regímenes militares como Paraguay, Brasil, Chile Argentina, Uruguay, Haití y Guatemala.

El doctor en ciencia política Eduardo Ruiz Contardo señala que el historial intervencionista de los gobiernos estadunidenses es muy largo y en este aspecto resulta muy importante la desclasificación de documentos de la CIA a partir de los años 60, ya que esto pueden ser un parteaguas para comprender y entender una serie de procesos políticos del orbe, donde el gobierno de Estados Unidos metió las manos de acuerdo con sus intereses.

El también investigador y coordinador de Análisis Político del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, resalta que hay una perspectiva muy interesante sobre los tipos de intervención como hoy se ha demostrado en el caso de Cuba, en donde los documentos de la CIA ilustran cómo el Departamento de Estado se alió con las grandes mafias italo-americanas para intentar el derrocamiento y asesinato de Fidel Castro.

Ruiz Contardo sentencia cómo en EU desde que se creó la Organización de Seguridad Social, organismo que es el origen de la CIA, existe una tendencia del gobierno de Washington a operar como una especie de organización de inteligencia que desarrolla el trabajo sucio, en este caso espías y funcionarios de diversos gobiernos que participan en operaciones de inteligencia.

En el caso de la Escuela de las Américas, explica José Luis Orozco, el proceso de espionaje y entrenamiento se institucionalizó y su historia tiene una serie de remanentes que van de Cuba hacia todos los países latinoamericanos, apoyando dictaduras buenas desde su punto de vista.

Apunta el investigador universitario que hoy día la llamada estrategia antiterrorista del gobierno de Washington está basada en las llamadas leyes patrióticas Uno y Dos, que funcionan de manera arbitraria como lo fue en su momento la Doctrina Monroe, éstas se abrogan el papel de guardianes de la seguridad nacional, en el sentido de que EU vigila las fronteras de otros países.

El Mercado de la Muerte

José Luis Orozco, también fundador de Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, explica que el principal apoyo de Estados Unidos a México es a través del mercado de las armas. Los mexicanos como sociedad no recibimos prácticamente otro apoyo del gobierno federal estadunidense y los acuerdos bilaterales son propiamente del consumo de las armas hechas en el vecino país del norte y con ello se descuidan otros problemas de interés común, como es el marco de la migración ilegal, desastres naturales, narcotráfico y terrorismo.

Ruiz Contardo y José Luis Orozco coinciden en que Estados Unidos vende armas en el mercado libre de su frontera sur que, a nivel mundial, representa el segundo lugar de los negocios de ese país. En América Latina y el Caribe la venta de armamento de Estados Unidos se ha mantenido en unos mil 200 millones de dólares por año.

Existen dos programas del gobierno de Washington que son ventas militares extranjeras o ventas de gobierno a gobierno, y ventas comerciales directas, en la que un país le compra armas o equipos a una compañía estadunidense con licencia del gobierno de Washington.

El Pentágono es considerado el supermercado de armas desde hace 56 años, es el principal surtidor, el que autoriza y distribuye armamento y define programas de entrenamiento, además financia las mejoras de los ejércitos latinoamericanos. La industria militar de Estados Unidos representa desde la primera guerra mundial a los mercaderes de la muerte en el mundo.

Seguridad Industrial

Para la doctora Elena Jeannetti la seguridad nacional es un concepto genérico, el gobierno de George W. Bush entiende al respecto que lo propio es su seguridad industrial y bélica, entonces la producción, distribución y circulación de su armamento en todo el mundo es su prioridad, si no fuera así no tendrían en sus políticas tanta importancia las guerras que ellos mismos han desarrollado a nivel mundial en los últimos 40 años.

Sobre México la profesora universitaria indica que resulta preocupante que este país se haya quedado como un sándwich: por un lado ni somos parte de los países del norte de América y por otro lado hemos perdido los contactos y la imagen como parte de Latinoamérica.

Considera que nuestra seguridad nacional requiere de ideas claras sobre las carencias que enfrenta el país, como son la falta de alimentos, vivienda, salud, trabajo, agua, desastres naturales, pobreza extrema y narcotráfico, problemas que han trascendido a nivel internacional. Esto debe ser considerado como prioridad dentro de un programa nacional, ya que nuestras necesidades y nuestra visión son distintas.

Apoyo a la baja

En el informe de investigación denominado “Por Debajo del Radar” (Programas Militares de EUA con América Latina 1997-2007, se explica que al menos durante la última década, las relaciones de la Casa Blanca con América Latina están volando por debajo del radar. La razón más obvia es que desde los ataques del 11 de septiembre y las guerras en Afganistán e Irak, Latinoamérica y el Caribe han salido del mapa que usan los gestores de las políticas en EU.

De acuerdo con la visión de organismos civiles estadunidenses autores del estudio mencionado, es en Medio Oriente donde se mueren soldados estadunidenses, en donde se podrían desarrollar armas nucleares y en donde se encuentran los grupos terroristas que podrían conspirar en contra de la población de EU. Ninguna de las condiciones señaladas aplica para América Latina.

El reporte de los organismos civiles detalla que la tendencia creciente de la asistencia militar y entrenamiento de EU a las fuerzas de seguridad de América Latina, llegó a un tope hacia 2003. Muchos de los grandes receptores de ayuda policial y militar de la región contarán probablemente con menos ayuda en 2007-2008 que la obtenida en 2005-2006.

Fecha de publicación: Julio 2a quincena de 2007