El Jurado Nacional de Elecciones ya resolvió sobre la tacha domiciliaria contra el señor Alexander Kouri y la declaró fundada. ¿Qué espera el Jurado Electoral Especial de Lima Centro, JEELC, para pronunciarse en torno a la segunda tacha, la más copiosa, robusta y plena presentada por el doctor Guillermo Olivera Díaz y que tiene este colectivo electoral de 3 miembros desde el lunes 16 de los corrientes?

Los cálculos apuntan a una “salomónica” perspectiva: el JNE sacrificó a Kouri y se hace de la vista gorda el JEELC para permitir que las listas del vientre de alquiler, Cambio Radical, impugnado por múltiples fraudes y defectos, sí compitan en el resto de distritos de la capital. En buen romance y como en el ajedrez: se regala una pieza pero se mantiene la estructura aspirante y bajo el dintel de sospechas de corrupción.

¿Podría declarar el JEELC que la segunda tacha “carece de objeto”? Sin duda que sí, pero la connivencia, el conchabo, el maniqueísmo, aparecería nítido, descarado, firme en sus lodos para seguir manchando el proceso electoral municipal.

No faltará el inadvertido o el necio científico que proclame la suficiencia de la quemazón singular de Kouri.

Las mafias y sus comparsas en los miedos de comunicación han vendido, con alguna eficacia, la idea que al ser todos culpables entonces nadie es responsable de la comisión de crímenes. Nos envuelven en el mismo lodo y las culpas son -o deben ser, según ellos- cargadas por todos. En consecuencia, en lugar de castigarse el robo, la monra, el crimen, se comienza a predicar la aptitud del delincuente a ser considerado como parte de la "sociedad". Cierto, si la sociedad concede, bajo la premisa que "la política es sucia" que todo funcione como está, entonces, no hay remedio.

¿Es todo esto normal? Me atrevo a decir que no. No lo es desde que hay diferencias en el proceder limpio y generoso, patriótico y decoroso, que se asienta en las leyes y en la buena relación entre los ciudadanos y el resto que bordea o se inscribe en la acción delincuencial que aquí o en la Cochinchina merece el repudio de las sociedades.

¡He allí la diferencia y la enorme lejanía entre mirar la corrupción y no hacer nada y verla para combatirla y pulverizarla!

Es decir que en el resto del país ocurran todas las irregularidades de orfandad de carencia democrática para elegir a los postulantes a municipios y gobiernos regionales, no me releva, no me inhibe, no me impide, no me ciega, para ejercer el derecho ciudadanos a impugnar, protestar, detestar y generar acción jurídica y política contra sus vectores.

La posibilidad de reacción limpia y de dignidad ya está dada. Entonces el ejemplo debe cundir colectiva y copiosamente en el país. Sí es una buena chance golpear a las instituciones cuando flaquean y muestran sus lados comprables.

Ninguna de las notas jurídicas y periodísticas ha sido respondida por Kouri, Barba o cualquiera de Cambio Radical. Ni por nadie. En buena cuenta, salvo mejor opinión, se ha sentado el precedente de cómo batirse con denuedo, valentía, bizarra decisión y cómo es hora de limpiar la política peruana regenerándola y haciéndola creativa y patriótica. Hemos llegado al fondo por la simple razón que los malos han ganado la batalla de inoculación de "conceptos" en que se ha difundido la especie errónea que lo malo también tiene igualdad de derechos. ¡Pamplinas! A los ladrones y estafadores hay que extirparlos a patada limpia si fuera necesario de la vida cotidiana peruana. Y entre esos ladrones y estafadores hay un alto, altísimo porcentaje de políticos.

El camino está trazado, el paradigma se ha sembrado, sólo queda liberarse del yugo de cadenas conceptuales que no se analizan debidamente. ¡A proclamar la profilaxia nacional que sí es posible!