El ministro de Relaciones Exteriores de los Emiratos Árabes Unidos, Cheikh Abdallah Bin Zayed Al Nahyan, visita el portaviones francés Charles De Gaulle.

¡Por fin! En Italia, «la crisis ha quedado atrás». Eso anunció –no en Roma sino en Abu Dabi– el primer ministro italiano Enrico Letta, durante la gira que lo llevó, desde el 1º hasta el 4 de febrero de 2014, a los Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Kuwait.

Letta viajó a esos países para invitar las monarquías del Golfo a invertir en Italia, que tiene «un ambicioso plan de privatizaciones». Después de vender la «compagnia di bandiera» (Alitalia, la compañía aérea italiana ampliamente subvencionada por el Estado), otras “joyas de la familia” están en liquidación, como Fincantieri, los correos de Italia y Sace (el grupo que «asegura tu business en el mundo»).

Los trabajadores italianos que temen futuras olas de despidos y recortes de sus derechos labores ya pueden vivir tranquilos porque estarán bajo la protección de los inversionistas de las monarquías del Golfo, donde reyes y emires ejercen el poder legislativo, el poder ejecutivo y el poder judicial –a través de los gobiernos que ellos mismos nombran– y los partidos políticos y organizaciones sindicales son considerados ilegales.

Paralelamente, anunció Letta, «Italia, que dispone de alta tecnología, está dispuesta a invertir en el Golfo». Es por eso que, en diciembre de 2013, una feria flotante del armamento italiano estuvo de gira por las monarquías del Golfo, a bordo del portaaviones Cavour. Junto a los cañones, misiles, aviones y helicópteros de guerra expuestos a bordo del portaviones italiano, los visitantes pudieron ver también lujosos autos Ferrari, Lamborghini, Maserati y otros excelentes productos italianos al alcance de los bolsillos de los emires del Golfo y de las élites africanas.

La misión «Sistema País en movimiento» que efectúan el Cavour y otros tres navíos de guerra italianos fue organizada a toda prisa para anticiparse a la misión francesa que le hace la competencia, en la que participa el portaviones Charles De Gaulle escoltado por otros cuatro navíos de guerra franceses, entre ellos un submarino nuclear de combate. Pero aunque levó anclas 2 semanas después que la de Italia, la misión naval francesa parece mejor organizada.

En Abu Dabi, donde el Cavour se limitó a la realización de una maniobra conjunta con una corbeta de la marina de guerra local, el Charles De Gaulle participó en enero en una gran maniobra con las fuerzas navales y aéreas de los Emiratos Árabes Unidos. En esa maniobra participaron los aviones de combate Rafale que Francia está tratando de venderle a los Emiratos desde que estos rechazaron la venta –por 6 000 millones de dólares– de 60 Eurofighter Typhoon, fabricados por un consorcio en el que participan Alemania, Gran Bretaña, Italia y España.

Pero, ya se sabe que tra i due litiganti il terzo gode (Donde hay dos competidores, el tercero es el que gana. NdT.) y lo más probable es que sea el constructor estadounidense Lockheed Martin quien acabe vendiendo a los Emiratos unos 60 aviones de combate F-16.

Estados Unidos dispone en el emirato de Abu Dabi de la base aérea de Al-Dhafra, que ya utilizó en las guerras contra Irak y Afganistán. Y Francia también tiene allí una base, el Camp de la Paix o «Campamento de la Paz» (sic)], desde 2009. Ambas bases están situadas justo en la embocadura del Golfo Pérsico, frente a la costa de Irán. Seguramente hay en Roma gente que piensa que Italia también debería instalarse militarmente en esa estratégica zona, como ya hizo en Yibuti, en la embocadura del Mar Rojo.

Mientras tanto, el grupo naval italiano encabezado por el portaviones Cavour prosigue su misión que, después de la gira promocional por el Golfo, ha emprendido otra gira similar por África con escalas en Yibuti, Kenya, Madagascar y Mozambique. Mañana anclará en Sudáfrica y remontará luego a lo largo de la costa occidental de África para regresar a Italia en abril, después de un viaje de 5 meses.

No se sabe qué cantidad de armamento ni de Ferraris se venderá al cabo de esa gira. Lo que sí sabe desde ya es que el costo de esa misión ya pasó, de los 22 millones de euros previstos, a 33 millones, a los que hay que agregar los costos de estancia en los diferentes puertos.

Pero la misión incluye muchas obras de beneficencia, como la subasta de objetos de valor de Versace y Maserati realizada por el fin de año a bordo del Cavour o «las consultas oftalmológicas de ayuda a los niños africanos pobres», antes de que sus ojos se cierren definitivamente por causa del hambre o de las guerras de agresión que la misión Cavour ayuda a provocar.

Fuente
Il Manifesto (Italia)

Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la traducción al francés de Marie-Ange Patrizio