La fecha del 24 de abril que conlleva un significado particular para nuestros ciudadanos armenios al igual que todos los armenios alrededor del mundo, provee una valiosa oportunidad para compartir libremente opiniones sobre un hecho histórico.

Es indiscutible que los últimos años del Imperio Otomano fueron un periodo difícil, lleno de sufrimientos para millones de turcos, kurdos, árabes, armenios y demás ciudadanos otomanos, independientemente de su religión u origen étnico.

Una posición concienzuda, justa y humana requiere un entendimiento de todos los sufrimientos padecidos en ese periodo, sin discriminar respecto a religión o etnicidad.

Naturalmente, ni establecer jerarquías de dolor ni comparar y contrastar sufrimientos conlleva significado alguno para los que han padecido ellos mismos este dolor.

Como dice un proverbio turco, “el fuego quema el sitio donde cae”.

Es un deber de humanidad entender y compartir que los armenios también conmemoran los recuerdos de los sufrimientos padecidos en ese periodo al igual que los otros ciudadanos del Imperio Otomano.

En Turquía, la libre expresión de opiniones y pensamientos diferentes acerca de los acontecimientos de 1915 es un requerimiento de la pluralidad de los puntos de vista, de la cultura democrática y de la modernidad.

Algunos pueden percibir este clima de libertad en Turquía como una oportunidad para expresar afirmaciones y alegaciones acusatorias, ofensivas e incluso provocadoras.

Aun así, si esto nos va a permitir entender mejor los hechos históricos con sus aspectos legales y transformar otra vez el resentimiento en amistad, es natural que se acepten con empatía y tolerancia opiniones divergentes y que se espere una actitud similar de todas las partes.

La República de Turquía seguirá acercándose con madurez a todo pensamiento compatible con los valores universales del derecho.

Sin embargo, utilizar los acontecimientos de 1915 como una excusa para mostrar hostilidad en contra de Turquía y transformar este asunto en materia de conflicto político es igualmente inadmisible.

Los incidentes ocurridos durante la Primera Guerra Mundial son el dolor común de todos nosotros. Evaluar esta historia dolorosa a través de la perspectiva de memoria justa es una responsabilidad humana y científica.

El haber vivido durante la Primera Guerra Mundial, en la cual millones de personas de todas las religiones y nacionalidades perdieron la vida, acontecimientos que tuvieron consecuencias inhumanas tales como la recolocación no debe de impedir a los turcos y a los armenios establecer empatías y actitudes humanas entre ellos.

En el mundo de hoy, derivar enemistad de la historia y crear nuevos antagonismos no sólo es inaceptable sino que tampoco es útil de ningún modo para la construcción de nuestro futuro común.

El espíritu de esta época requiere poder hablar a pesar de las discrepancias, intentar entender al que está en frente escuchándolo, evaluar la búsqueda de caminos de compromiso, rechazar el odio y alabar el respeto y la tolerancia.

Con este entendimiento, nosotros, como República de Turquía, hemos hecho un llamamiento para el establecimiento de una comisión histórica conjunta para estudiar los acontecimientos de 1915 de una manera científica. Este llamamiento sigue valido. Una investigación científica llevada a cabo por historiadores turcos, armenios e internacionales jugará un papel importante en el esclarecimiento de los acontecimientos de 1915 y la comprensión correcta de la historia.

Dentro de este marco, hemos abierto nuestros archivos a todos los investigadores. Hoy en día, cientos de miles de documentos que se encuentran en nuestros archivos están a la disposición de todos los historiadores.

Turquía, siendo un país que mira al porvenir con confianza, también ha respaldado siempre los trabajos científicos y exhaustivos para una comprensión correcta de la historia. Independientemente de su origen étnico y religioso, los habitantes de Anatolia que han convivido durante cientos de años, que han creado valores comunes del arte a la diplomacia, de la administración del estado hasta el comercio, poseen hoy también la capacidad y la habilidad de construir un nuevo futuro.

Con la esperanza y el convencimiento de que los pueblos con tradiciones y costumbres parecidas de una área geográfica milenaria e incomparable del mundo, tendrán la madurez de poder hablar de su pasado y conmemorarán juntos y de una manera decente sus pérdidas, auguramos que los armenios que han perdido la vida en las condiciones del principio del siglo 20 descansen en paz y expresamos nuestras condolencias a sus nietos.

Recordamos también con compasión y respeto todos los ciudadanos otomanos que perdieron la vida en condiciones similares durante el mismo periodo, independientemente de su origen étnico y religioso.