La gran cuestión de la geopolítica en este momento reside en saber si nos dirigimos hacia un mundo unipolar totalmente dominado por Estados Unidos (lo que los estadounidenses llaman, con la mayor arrogancia, «Full Spectrum Dominance») o si, por el contrario, marchamos hacia un mundo multipolar donde deberían coexistir varios centros de poder.

Desde un punto de vista económico, el mundo ya es multipolar: Estados Unidos sólo representa alrededor de un 18% del Producto Bruto Mundial, según los datos de 2013, y esa contribución estadounidense se mantiene en constante descenso.

¿Cómo es posible entonces que Estados Unidos siga ejerciendo un nivel tan alto de dominación global? Su gigantesco presupuesto militar no basta para explicar tan alto grado de predominio. Es evidente que nadie puede pasarse la vida bombardeando a todo el mundo…

La primera herramienta mágica de Estados Unidos para garantizar su predominio mundial es el dólar. Y el uso del término «mágica» no obedece aquí a la búsqueda de un simple efecto de estilo. El dólar es, efectivamente, una obra de magia ya que la Reserva Federal puede fabricarlo en cantidades ilimitadas y el mundo entero considera esos dólares como un valor real, aunque lo que en realidad tiene en mente son los petrodólares. Gracias a eso Estados Unidos puede darse el lujo de dedicarse a financiar «revoluciones de colores» y otras operaciones subversivas en todo el mundo. El hecho es que, fundamentalmente, eso no le cuesta nada. Ese es uno de los problemas que habrá que tener en cuenta para lograr que exista un mundo multipolar.

La otra súper arma de Estados Unidos es su predominio en el plano mediático, donde ejerce una hegemonía casi absoluta, cuya verdadera dimensión escapa a la mayoría de los analistas.

Hollywood es la máquina propagandística más fantástica del mundo. Exporta e incrusta en miles de millones de cerebros los estándares hollywoodenses de interpretación de la realidad. Estos estándares incluyen la manera de pensar, de vestirse, lo que debemos comer y beber y… cómo expresar la disidencia.

En efecto, Hollywood nos impone incluso –¡y con extrema precisión!– su propia manera de expresar nuestra oposición al «American Way of Life». Para mencionar un solo ejemplo –aunque son innumerables–, cuando hacen referencia a una red invisible que controla nuestras vidas los disidentes hablan principalmente de la película The Matrix. Pero hasta esa película forma parte de la matriz, por decirlo de manera un poco cómica. Se trata, efectivamente, de la manera hollywoodense de condicionar nuestra comprensión del hecho que vivimos en un mundo engañoso. Al utilizar las alegorías Made in USA así como sus símbolos y metáforas, usted se convierte en parte del sistema estadounidense y contribuye así a darle más cuerpo.

Gracias a la penetración de la CIA en la mayoría de las redes informativas realmente importantes, Estados Unidos también controla los grandes medios de prensa del mundo entero. En su libro Gekaufte Journalisten (En español “Periodistas vendidos”), el periodista Udo Ulfkotte, quien trabajó durante 17 años para el Frankfurter Allgemeine Zeitung, uno de los más importantes diarios de Alemania, confesó recientemente que la CIA le pagó para que manipulara las noticias y que eso es bastante frecuente en los diarios alemanes. Podemos estar seguros de que lo mismo sucede en otros países.

El control global sobre los medios de prensa permite a Estados Unidos presentar lo blanco como negro a los ojos del público. Es particularmente impresionante como los medios europeos bajo control estadounidense han deformado completamente los hechos de la crisis en Ucrania, donde la junta de Kiev –infestada de nazis– que llegó al poder gracias a un golpe de Estado ha estado bombardeando y matando a sus conciudadanos durante meses mientras que los medios occidentales insisten en presentarla como “los buenos” y califican a Putin de «nuevo Hitler», sin que los hechos justifiquen ese calificativo.

Para comprender hasta qué punto el control sobre la información permite modificar la percepción de la realidad y de los hechos, hay que recordar la frase de Karl Rove –en 2004– cuando era consejero de seguridad del entonces presidente George W. Bush:

«Ahora somos un imperio y cuando actuamos creamos nuestra propia realidad. Y mientras ustedes estudian esa realidad, juiciosamente, como ustedes quieren, nosotros actuamos nuevamente y creamos otras realidades nuevas, que ustedes pueden estudiar igualmente, y así suceden las cosas. Nosotros somos los actores de la Historia (…) Y ustedes, todos ustedes, sólo pueden estudiar lo que nosotros hacemos.»

Y como si no bastara son eso, la mayoría de las noticias que circulan actualmente se redactan en computadoras que funcionan con sistemas de explotación estadounidenses (Microsoft y Apple) y la gente –incluyendo a los que se oponen a Estados Unidos– se comunica entre sí a través de herramientas y redes bajo control de la CIA, como Facebook, Gmail, etc.

Es precisamente en ese sistema, que constituye prácticamente un monopolio sobre la información, que reside la verdadera diferencia. Y, por consiguiente, aunque la importancia económica de Estados Unidos se ha reducido considerablemente durante los últimos decenios, los países que tratan de abrir paso a un mundo multipolar deberían revisar sus prioridades y, en vez de concentrarse únicamente en sus problemas económicos, comenzar a competir seriamente con Estados Unidos en el sector de los medios de información teniendo en cuenta que hoy en día el poder es fundamentalmente una cuestión de percepción y que Estados Unidos sigue disponiendo de un predominio indiscutible en la materia. Y no habrá mundo multipolar mientras no aparezcan en escena capacidades y medios comparables a los de Estados Unidos en materia de información.

Ya existen algunos medios no alineados de prensa de excelente calidad y que apuntan a una audiencia. Los más conocidos son Russia Today y PressTV. Pero eso no es nada en comparación con el permanente tsunami audiovisual de medios alineados que inunda el mundo durante las 24 horas del día. Russia Today tiene previsto abrir nuevos canales en francés y alemán, lo cual constituye un progreso pero está lejos de ser suficiente.

Que los países hagan negocios sin contar con Estados Unidos es algo que no molesta realmente a Washington. Cuando el poder estadounidense comienza a inquietarse es cuando esos países negocian entre sí utilizando alguna moneda que no sea el dólar.

Pero cuando Washington se vuelve verdaderamente loco de rabia es cuando aparecen redes informativas no alineadas realmente importantes, lo cual es bastante paradójico dado que la libertad de prensa es un elemento central de la mitología moderna estadounidense.

El problema es que toda fuente de información no alineada sobre Estados Unidos representa una amenaza para el monopolio que ese país ejerce sobre la realidad. Y es por eso que Estados Unidos tiene que demonizar a sus competidores por todos los medios a su alcance y presentarlos como «antiamericanos» o como algo mucho peor.

El hecho es que los periodistas y redes no alineadas de información no son a menudo otra cosa que una interpretación no estadounidense de la realidad, y no necesariamente una interpretación «antiamericana». Sin embargo, desde el punto de vista de los hegemonistas estadounidenses, toda información no estadounidense es por definición «antiamericana» ya que la preservación del imperio estadounidense se basa esencialmente en el monopolio de la forma de interpretar la realidad. Basta con recordar la ya mencionada frase de Karl Rove.

Es por eso que los países que no se alinean tras la política de Estados Unidos, los países que realmente desean el surgimiento de un mundo multipolar, no tienen más opción que analizar el ejemplo de su adversario y actuar en respuesta.

Más allá de proceder a la creación de su propia red de medios de prensa, esos países deben comenzar por aportar el mayor respaldo a la información independiente en los países donde la información se halla actualmente bajo la dominación de Estados Unidos. Numerosos periodistas, escritores e investigadores independientes trabajan fundamentalmente movidos por la pasión cívica, y a menudo sin ningún tipo de remuneración, mientras tienen que enfrentar –en la mayoría de los casos– el escarnio público, se ven marginados de la sociedad y tienen que vivir en situación de dificultad económica.

Ante su precaria situación, viéndolos difamados y calumniados en sus propias países y sin ningún tipo de ayuda de parte los países que presuntamente desean escapar a la dominación estadounidense, no podemos hablar de un inicio brillante para quienes luchan por poner fin a la Full Spectrum Dominance estadounidense.

No existe ni podrá existir un mundo verdaderamente multipolar sin el surgimiento de una considerable gama de puntos de vista también multipolares. El imperio postmoderno es ante todo un estado de ánimo. Si nuestro estado de ánimo sigue siendo unipolar, el mundo también seguirá siéndolo.