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Comunicación

La naturaleza de la comunicación política, también designada positivamente como «arte de la persuasión» o negativamente como «propaganda», ha cambiado mucho a través de dos guerras mundiales. Los británicos (Lord Baeverbrook y Lord Northcliffe) fueron los primeros en crear un ministerio de Información y en elevar la mentira a la categoría de estrategia militar. Estados Unidos fue el primer país en seguir ese ejemplo. Después lo hicieron Alemania (con Goebbels) y la URSS (con Chajotin).
Lo que parecía aceptable en tiempos de guerra, no era en principio admitido en tiempos de paz. Sin embargo, como la guerra fría era un estado intermedio, ambos bloques desarrollaron en sus zonas de influencia sistemas de propaganda que competían entre sí. En los años 1970, el Movimiento de Países No Alineados trató de liberar la información sacudiendo el yugo de las agencias de prensa monopolísticas. Aquella rebelión terminó cuando Estados Unidos y el Reino Unido abandonaron la UNESCO.
A fines de los años 1980, Estados Unidos aprovechó el debilitamiento de la URSS para extender su hegemonía mediática a escala global. Estados Unidos creó entonces un nuevo patrón de consumo, la información audiovisual continua, y lo inundaron con sus propios contenidos. La inmediatez de las transmisiones le permitió soslayar el trabajo de verificación periodística de la información e imponer su propia narración de la actualidad.
A principios del siglo XXI, los gobiernos anglosajones crearon herramientas comunes de «comunicación global» buscando asociar la narración de la actualidad con emociones y acciones colectivas de condicionamiento. Por ejemplo, en ocasión del advenimiento del año 2000, la Casa Blanca manipuló los temores milenaristas mediante el anuncio de un gigantesco error informático. Aquel engaño vino acompañado de todo tipo de historias falsas sobre las posibles consecuencias del error informático y de instrucciones supuestamente destinadas a salvar las instalaciones informáticas. Todo aquel montaje contó incluso con el apoyo de una agencia temporal de la ONU, el International Y2K Cooperation Center (IY2KCC) y permitió a Estados Unidos vender programas informáticos por un monto total superior a los 200 000 millones, convirtiendo así a Bill Gates en el hombre más rico del mundo.

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