El 30 de septiembre de 2015, Rusia desplegó un grupo de bombarderos de combate en la base aérea [siria] de Hmeymim para iniciar la campaña de bombardeos contra los yihadistas en Siria.

El 23 de noviembre de 2015, el presidente ruso Vladimir Putin estuvo de visita en Irán. Se supone que fue en el marco de esa visita cuando solicitó la autorización para utilizar la base aérea [iraní] de Hamadan desplegando allí al menos una escuadrilla de bombarderos pesados Tu-22M3 que operarían en Siria. Las condiciones de entrega de los misiles antiaéreos rusos S-300 a Irán incluían la autorización [iraní] para la utilización de esa base aérea por parte de los rusos. Putin quería que esos sistemas S-300 garantizaran la protección de los bombarderos pesados rusos desplegados en Irán. Por otra parte, la versión de los S-300 entregada a Irán es la más poderosa (la S-300 PMU2), cuyas resultados están muy cerca de los resultados de los S-400.

Hasta el momento de la Revolución Islámica de 1979, Estados Unidos había creado en Irán infraestructuras de aeródromos ultramodernos dotadas de grupos técnicos protegidos en bunkers para garantizar el funcionamiento, así como armar y garantizar el mantenimiento técnico de sus bombarderos pesados B-52 y de sus bombarderos supersónicos B-58 en caso de conflicto con la URSS. Por consiguiente, los bombarderos pesados Tu-22M3, con alas de geometría variable, disponen en Irán de instalaciones muy superiores a las que existen en Siria, lo mismo sucede en materia de almacenamiento y manejo de las municiones, y Rusia posee más de 70 bombarderos de ese tipo. En la plataforma de la base aérea [siria] de Hmeymim es técnicamente posible ensamblar y verificar electrónicamente el funcionamiento de dos bombas instaladas en los bombarderos ligeros Su-24, Su-25 y Su-34. Pero cuando se trata de 40 o 90 bombas instaladas en la barriga de un bombardero Tu-22M3, hay que contar con la presencia de un grupo técnico especial, de numerosos especialistas en armamento y disponer de medios técnicos especializados.

A finales de julio de 2016, el Ejército Árabe Sirio logró cortar la carretera de acceso de Castello, que conecta Alepo con la provincia de Idlib, en el noroeste de Siria, territorio parcialmente ocupado por los yihadistas. Ese logro del Ejército Árabe Sirio dejó aislado a un grupo de 10 000 combatientes en el este de Alepo. En una noche, los mercenarios lograron trasladar a Idlib alrededor de otros 10 000 combatientes que iniciaron dos contraataques en el noroeste y el sur de Alepo, en un intento de romper el cerco [desde el exterior].

Aunque varios drones rusos de reconocimiento detectaron con mucha antelación la formación de varias columnas que transportaban grandes cantidades de hombres, municiones y blindados, los pocos bombarderos rusos [presentes en Siria] sólo podían actuar sobre una de aquellas columnas a la vez. Se inició entonces una carrera a lo largo de los 55 kilómetros que separan Idlib de Alepo, distancia que los camiones y blindados de los yihadistas podían recorrer en 1 hora y 15 minutos.

Los bombarderos rusos (Su-24 y Su-25) restantes en la base aérea de Hmeymim luego de que los rusos fracasaran en su intento de imponer un cese de las hostilidades –el 27 de febrero de 2015– pueden realizar 2 o 3 incursiones diarias ya que cada avión necesita un mínimo de 3 horas para realizar las operaciones de reabastecimiento y rearme y volver sobre el blanco que debe neutralizar. Estos aviones llevan cada uno entre 2 y 4 bombas inteligentes de gran precisión (KAB-250 S/LG de 250 kilogramos, KAB-500 L/Kr de 500 kilogramos y KAB-1500 L guiada esta última por un sistema de televisión). Cada avión puede ser equipado además con misiles aire-tierra teledirigidos del tipo Kh-29 L/T y T Kh-25 T (guiados por laser o por una cámara de televisión), que pueden ser lanzados a 10 o 12 kilómetros del blanco.

Se sabe que si los yihadistas siguen oponiendo feroz resistencia a las fuerzas terrestres sirias es gracias a la protección que les ofrecen los túneles subterráneos que ya habían cavado anteriormente, gracias a la fragmentación del territorio en el noroeste de Siria y al moderno armamento antitanque estadounidense con el cual se entrenaron. En un análisis publicado el 2 de diciembre de 2015 en el sitio web Réseau International, nosotros señalábamos que Rusia había cometido un gran error al vacilar en desplegar al menos 30 bombarderos pesados Tu-22M3, Tu-95MS e incluso Tu-160 en un país vecino, desde donde esos aviones podrían ejecutar vuelos cotidianos, con 3 incursiones cada uno. La acción de los bombarderos consiste en garantizar la destrucción de las infraestructuras de los yihadistas, incluyendo los alijos de armas y municiones en la provincia de Idlib y en el norte de la provincia de Alepo, al igual que la destrucción de los yihadistas. Los objetivos de los bombarderos pesados rusos se hallan en una franja de 20 a 30 kilómetros de ancho y de 70 a 80 kilómetros de largo, a lo largo de la frontera, entre las gobernaciones de Alepo, Idlib y Latakia.

Sólo después de haberse limpiado mediante bombardeos esa banda fronteriza, el Ejército Árabe Sirio podrá garantizar el control de esa franja de territorio y la aviación rusa podrá extender sus bombardeos a otras regiones. A diferencia de los bombarderos tácticos Su-24, Su-25 y Su-34 que los rusos utilizan en Siria, un bombardero pesado Tu-22M3 cubre con sus bombas un área equivalente a varios terrenos de futbol en una sola misión. Por ejemplo, durante la invasión de Irak, en 2003, la coalición encabezada por Estados Unidos utilizó alrededor de 1 400 aviones de combate y, en los primeros días de la operación, utilizó más de 100 bombarderos pesados estadounidenses B-2, B-52 y B-1B.

El 15 de agosto de 2016, Al-Masdar News publicó fotos de los 3 primeros bombarderos pesados rusos Tu-22M3 desplegados en la base aérea de Hamadan, en el oeste de Irán. Al día siguiente, varios Tu-22M3 y 4 bombarderos ligeros Su-34 bombardearos objetivos del Estado Islámico [Daesh] y del Frente al-Nusra [ahora rebautizado como Frente Fatah al-Sham] en Seraquib (5 kilómetros al este de Idlib), en al-Bab (noreste de la gobernación de Alepo) y en Deir ezz-Zor.

Anteriormente, formaciones de aviones rusos Tu-22M3 (con un alcance de 2 500 kilómetros a plena capacidad de carga) habían realizado varios golpes aéreos en Siria, despegando desde la base aérea de Mozdok (en Osetia del Norte) y sobrevolando el Mar Caspio, Irán e Irak. Por tener que operar muy cerca del límite de su alcance táctico, fue necesario reducir la cantidad de bombas (entre 9 000 y 12 000 kilogramos) a la tercera parte de ese volumen para poder embarcar una reserva más importante de combustible. Los blancos bombardeados en Siria se hallan a más de 2 300 kilómetros de la base aérea de Mozdok y esa distancia se recorre en cerca de 3 horas. Con el uso de la base aérea de Hamadan, la distancia se reduce a la tercera parte, o sea a 700 kilómetros. Al despegar desde Rusia, el trayecto de los aviones era frecuentemente descubierto por los satélites de una gran potencia mundial que avisaba a los grupos yihadistas sobre la inminencia de un ataque aéreo ruso, dándoles así tiempo a meterse en sus túneles subterráneos.

El 23 de noviembre de 2015, un bombardero ruso Su-34 efectuaba fácilmente un aterrizaje en la base aérea [iraní] de Hamadan. Aquel avión, muy probablemente en camino hacia Siria, tuvo al parecer un fallo técnico y prefirió aterrizar en Hamadan. Allí esperó al equipo técnico, que llegó al día siguiente en un avión de transporte IL-76 para reparar el fallo. Los dos aviones abandonaron de inmediato la base aérea de Hamadan.

Posiblemente, el despliegue de los bombarderos pesados rusos en la base aérea de Hamadan se pospuso en espera de que los 5 batallones de misiles antiaéreos rusos de largo alcance, entregados a Irán a partir del 15 de abril de 2015, estuviesen en disposición combativa y de que sus operadores terminaran su entrenamiento en condiciones de tiro real.

Uno de los 5 batallones de S-300 fue instalado al sur de Teherán, o sea a menos de 100 kilómetros de la base aérea de Hamadan. Los bombarderos allí desplegados se hallan por tanto bajo la protección de los misiles S-300 vendidos a Irán. El sistema antiaéreo ruso S-300 se compone de 8 lanzadores montados en el chasis de un vehículo de transporte, cada uno con 4 misiles sobre la rampa. Es capaz de seguir simultáneamente 100 objetivos aéreos y de disparar contra 12 o 36 de esos objetivos a una distancia de más de 200 kilómetros.