Desde el inicio de las negociaciones de Astaná, Turquía está tratando de salvar a los yihadistas que operan en Siria. Por eso puede verse como se disuelven toda una serie de grupos de mercenarios extranjeros y pasan a integrar una nueva estructura identificada como Hayat Tahrir al-Cham (Asamblea para la Liberación del Levante).

Aunque se halla bajo control de al-Qaeda, esta estructura difiere de las anteriores en que está bajo las órdenes de un sirio: Abu Jaber Hashem Al-Cheikh (en la foto). Este individuo fue condenado en 2005, en Siria, por ser miembro de la Hermandad Musulmana y fue liberado en virtud de una amnistía presidencial y bajo control de la Misión de Observación de la Liga Árabe, a finales de 2011.

En la foto que ilustra esta información puede verse una banderola que está apareciendo desde hace varios días en las concentraciones que se realizan en territorios ocupados por los yihadistas. En ella aparecen el propio Abu Jaber Hashem Al-Cheikh y Mohammed Aloushe, el jefe de la delegación de la oposición que participa en las negociaciones de Astaná.

Al mismo tiempo, la Katiba al-Imam Bukhari (ex Movimiento Islámico de Uzbekistán), el Partido Islámico de Turquestán y la Katiba al-Tawhid wal Jihad (que se componen de yihadistas provenientes de Uzbekistán y Kirguistán) se unieron a esa nueva bandera. En un video donde anuncian su unión, estos yihadistas proclaman que su primer objetivo es derrocar al «carnicero», léase el presidente sirio Bachar al-Assad.

Todos esos hechos y declaraciones muestran el verdadero rostro de estos mercenarios. Esos grupos de yihadistas originarios del valle de Ferghana –que abarca el este de Uzbekistán, el sur de Kirguistán y el norte Tayikistán– hasta ahora decían luchar por la independencia de su propia comunidad en Asia Central o por su incorporación a Turquía.