Después del festival internacional de la historieta gráfica Lucca Comics, la ciudad italiana de Lucca acoge otro evento internacional igualmente vinculado al género de ficción: la reunión de los ministros de Relaciones Exteriores del G7.

Es este el más importante de los 11 encuentros –en Florencia, Roma, Lucca, Bari, Boloña, Cagliari, Turín, Bérgamo y Milán– con los que el gobierno del primer ministro italiano Paolo Gentiloni está preparando, sin reparar en gastos, la cumbre a celebrarse en Taormina, el 26 y el 27 de mayo, en el año en que Italia preside el G7.

El G7 se compone de los 6 principales miembros de la OTAN –Estados Unidos, Canadá, Alemania, Gran Bretaña, Francia e Italia– más Japón, el aliado más importante de Estados Unidos y socio de la OTAN en la región Asia/Pacífico, donde el Pentágono está desplegando cada vez más fuerzas, incluso nucleares, en contra de China.

Lo que suceda en Lucca bajo la sigla del G7, para examinar «los temas actuales de política exterior y seguridad internacional», será por tanto de hecho un encuentra Estados Unidos/OTAN. Y ese encuentro confirmará lo que ya han dicho los ministros de Exteriores de la alianza atlántica que se reuniron en Bruselas el 31 de marzo, que hay que garantizar la seguridad de Europa, actualmente puesta en peligro por «una Rusia que quiere imponerse cada vez más» y que, luego de la «ilegal anexión de Crimea», sigue «violando la soberanía y la integridad territorial de Ucrania con sus actos agresivos».

Bajo ese pretexto se decidió, en 2014, sacar a Rusia del G8, que no era más que el G7 ampliado en en 1997, cuando el exclusivo club admitió a ese país [1].

Lo que sucede es que la Rusia actual ya no es la Rusia en crisis de los años 1990, sometida –bajo la presidencia de Yeltsin– a los intereses de las potencias occidentales. Después de haber reconstruido su tejido político y económico interno y creado su propia esfera de relaciones internacionales –en particular con China– bajo la presidencia de Vladimir Putin, la Rusia actual ha recuperado su estatus de gran potencia. De ahí la decisión de Estados Unidos y la OTAN de provocar –mediante el putsch de la Plaza Maidan y la agresión contra los rusos de Ucrania por parte de las milicias neonazis entrenadas y armadas con ese objetivo– la reacción en cadena que ha hecho retroceder Europa a los tiempos de la guerra fría, ahora con un enfrentamiento mucho más peligroso, incluso en el sector nuclear.

El G7 “de Relaciones Exteriores” reafirmará al mismo tiempo que la seguridad de Europa peligra ante lo que la OTAN define como «turbulencia y violencia en el norte de África y el Medio Oriente, particularmente en Libia, Siria e Irak » y el «terrorismo en nuestras calles» que esto provoca. En eso consiste la ficción.

La realidad es que son precisamente las 6 potencias de la OTAN, representadas en la reunión de ministros de Exteriores del G7, las responsables de toda esa «turbulencia y violencia», resultante de la destrucción del Estado libio, y del intento de acabar también con el Estado sirio –intento frustrado por la intervención rusa en apoyo a las fuerzas gubernamentales sirias– así como por el reinicio de la guerra en Irak.

La realidad nos muestra también que lo anterior fue parte de una ofensiva planificada que –según ha quedado demostrado con pruebas concretas– utilizó el terrorismo de etiqueta islámica para agredir desde adentro a esos Estados –dirigidos por gobiernos laicos– y extender por Europa el miedo a los atentados. Este mismo miedo sirve ahora para justificar «la proyección de estabilidad más allá de nuestras fronteras», invocada en la reunión de la OTAN que se realizó el 31 de marzo, o sea el envío de nuevas fuerzas militares a las zonas de mayor importancia estratégica y política de África y el Medio Oriente.

Consecuencia de todo eso es el dramático éxodo de millones de personas que, arrancadas a su tierra, arriesgan sus vidas –y a menudo la pierden– tratando de llegar a Europa. Es este un éxodo no imprevisto sino, por el contrario, lúcidamente planificado como instrumento estratégico destinado a alimentar tensiones y conflictos [2].

Pero el G7 “de Exteriores” seguramente expresará preocupación y emoción ante el drama de los migrantes.

Fuente
Il Manifesto (Italia)

Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio.

[1«El G7, cumbre de la hipocresía occidental», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 30 de mayo de 2016.

[2«Cómo la Unión Europea manipula a los refugiados sirios», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 2 de mayo de 2016