Tengo el honor de escribir a usted en relación con la carta del 27 de junio de 2019 dirigida al ‎secretario general de la ONU por el encargado de negocios interino de la Misión Permanente de ‎los Estados Unidos de América (S/2019/536), en la cual la República ‎Islámica de Irán se ve cuestionada, sin base alguna, por los incidentes del 12 de mayo de 2019 ‎relacionados con 4 tanqueros y con los incidentes del 13 de junio de 2019, relacionados con ‎otros 2 tanqueros. ‎

Teniendo en cuenta la omnipresencia de las fuerzas extranjeras en el Golfo Pérsico y en el Mar de ‎Omán, es evidente que operaciones tan sofisticadas no hubiesen podido llevarse a cabo sin que ‎esas fuerzas tuviesen conocimiento previo de su realización. También hay que tener en cuenta ‎que cierto número de esas fuerzas han realizado en el pasado numerosas operaciones bajo ‎bandera falsa y que es de público conocimiento que disponen de los medios técnicos necesarios ‎para planificar y ejecutar por sí solas complejas operaciones, sobre todo en esta región donde ‎cuentan con gran presencia militar y realizan intensas actividades de inteligencia. ‎

Es infundado afirmar, como hace Estados Unidos, que varias lanchas de ataque iraníes penetraron ‎en las aguas territoriales de Emiratos Árabes Unidos antes de los incidentes del 12 de mayo ‎de 2019. Las fuerzas iraníes presentes en el Golfo Pérsico y en el Mar de Omán –en el marco de ‎sus misiones de rutina, que consisten en preservar la seguridad e impedir actividades ilegales– ‎operan en las aguas territoriales de la República Islámica de Irán y en aguas internacionales. ‎En ese sentido, es conveniente tener en mente las siguientes palabras, pronunciadas un ‎responsable de Emiratos Árabes Unidos: ‎

‎«Honestamente, no podemos acusar a ningún país porque no tenemos pruebas.»‎

Las afirmaciones sobre los incidentes del 13 junio de 2019 con otros tanqueros son igualmente ‎infundadas y las informaciones proporcionadas son igualmente deformadas. ‎

En lo tocante al tanquero Front Altair, los barcos de búsqueda y salvamento de la República ‎Islámica de Irán fueron enviados a los lugares en cuanto se recibió la llamada de auxilio. ‎Ayudaron a los 23 miembros de la tripulación, que ya habían recibido ayuda de un navío con ‎bandera de Islas Marshall, a llegar al lugar de refugio designado por la Organización Portuaria y ‎Marítima de Irán en el puerto iraní de Jask. La tripulación abordó después un vuelo hacia Dubai, ‎en coordinación con el agente marítimo. Las unidades de salvamento iraníes cooperaron también ‎con el propietario del barco durante las operaciones realizadas para controlar el incendio a bordo ‎del tanquero. Todas las medidas que los barcos iraníes adoptaron en el caso del tanquero Front ‎Altair lo fueron de conformidad con el derecho internacional en vigor y con las obligaciones de ‎la República Islámica de Irán estipuladas en los instrumentos internacionales de obligatorio ‎cumplimiento aplicables al caso. El informe de las autoridades iraníes competentes fue ‎presentado posteriormente a la Organización Marítima Internacional a través de la embajada de ‎la República Islámica de Irán en Londres. ‎

Lo mismo se hizo después del incidente en el que estuvo implicado el tanquero ‎Kokuka Courageous. Inmediatamente después de haber recibido el llamado de auxilio, el Centro ‎de Coordinación de Operaciones de Salvamento Marítimo de Irán se concertó con el navío más ‎próximo –el remolcador neerlandés Coastal Ace– para socorrer a los 21 miembros de la ‎tripulación en peligro. Dado el hecho que el incidente se produjo en las aguas contiguas a Irán, la ‎Organización Portuaria y Marítima iraní envió un equipo encargado de investigar los hechos, ‎conforme a lo que establece la reglamentación internacional. Sin embargo, las fuerzas ‎estadounidenses presentes en la zona impidieron que el equipo investigador iraní tuviese acceso al ‎barco, impidiendo así que la República Islámica de Irán cumpliera con las obligaciones que le ‎imponen los convenios marítimos internacionales, en particular el Convenio Internacional para la ‎Seguridad de la Vida Humana en el Mar, el Convenio Internacional sobre la Búsqueda y ‎Salvamento Marítimos y el Código de Normas Internacionales y Prácticas Recomendadas ‎aplicables a una investigación de seguridad sobre un accidente o un incidente marítimos. Como ‎consecuencia de ello, la República Islámica de Irán protestó enérgicamente ante la Organización ‎Marítima Internacional contra las acciones ilegales de las fuerzas estadounidenses, que pusieron ‎en peligro la seguridad de la navegación en la región y obstaculizaron los esfuerzos ‎investigativos realizados por la administración marítima iraní y por el equipo de búsqueda y ‎salvamento. ‎

Tampoco hay bases concretas para afirmar que las fuerzas iraníes trataron de recuperar una mina ‎que no había explotado después de los ataques. Las fotos y video nebulosos exhibidas para ‎apoyar esa afirmación no constituyen pruebas aceptables ni concluyentes. Desde un punto ‎de vista técnico, la recuperación de una mina que no ha estallado exige el uso de dispositivos ‎especiales y no puede en ningún caso realizarse a mano limpia. Igualmente, afirmar, como hace ‎Estados Unidos, que son de origen iraní las minas que se adhieren a una superficie es algo que ‎tampoco se sostiene. Numerosos países fabrican ese tipo de mina, que además comparten ‎muchas características comunes. ‎

Habida cuenta de las anteriores consideraciones, rechazo las alegaciones formuladas en la carta ‎de Estados Unidos, que desvían de su función un mecanismo establecido de la Organización de las ‎Naciones Unidas para propalar mentiras y lanzar contra mi país acusaciones infundadas. Esta ‎campaña iranofóbica apunta principalmente a incrementar las presiones políticas y económicas ‎sobre Irán después de la retirada ilegal de Estados Unidos del Plan de Acción Global Conjunto y de ‎la imposición de sanciones unilaterales ilegales contra Irán en violación de la resolución 2231 ‎‎(2015) del Consejo de Seguridad. El principal objetivo de la política de máxima presión y de los ‎actos de terrorismo económico de Estados Unidos contra el pueblo iraní, así como de la escalada ‎y la desestabilización de la seguridad regional –incluyendo la formación de coaliciones bajo el ‎pretexto de aportar seguridad a la navegación internacional en el Estrecho de Ormuz– es ‎principalmente justificar el despliegue de más fuerzas extranjeras en esa región ya explosiva. La ‎República Islámica de Irán condena firmemente esa política peligrosa y destructiva que constituye ‎una grave amenaza para la paz y la seguridad de toda la región. ‎

Por mucho que Estados Unidos trate de presentarse como uno de los principales defensores de la ‎seguridad marítima, es en violación de las disposiciones previstas en los instrumentos ‎internacionales de obligatorio cumplimiento –principalmente en el Convenio sobre la creación de ‎la Organización Marítima Internacional y en el Convenio Internacional para la Seguridad de la ‎Vida Humana en el Mar– que ese país impone sus sanciones unilaterales ilegales e impide la ‎prestación de servicios satelitales a los barcos iraníes. Por consiguiente, además de violar los ‎derechos personales de la gente del mar, Estados Unidos ha puesto en peligro la seguridad ‎marítima y ha perturbado la protección del medio marino en el Golfo Pérsico y en el Mar ‎de Omán. Las protestas de Irán contra esas medidas ilegales de Estados Unidos ya han sido ‎presentadas a la Organización Marítima Internacional. ‎

Teniendo en mente los actos de coerción, de intimidación y mala fe que Estados Unidos sigue ‎cometiendo en el Golfo Pérsico y en el Mar de Omán, la República Islámica de Irán reafirma que la ‎presencia masiva de fuerzas estadounidenses en la región no sólo ha sido y sigue siendo la ‎principal fuente de inseguridad y de inestabilidad en toda la región del Golfo Pérsico sino que ‎además constituye la más importante amenaza para su paz y su seguridad. Es perfectamente ‎evidente que la seguridad del Golfo Pérsico debe ser protegida sólo por los Estados con costas en ‎sus aguas. Dicho esto, el principal obstáculo para la formación de un dispositivo de seguridad en el ‎Golfo Pérsico es la presencia de fuerzas extranjeras, en particular estadounidenses, en la región. ‎

La República Islámica de Irán, que posee la costa más larga en el Estrecho de Ormuz, ha asumido ‎siempre la responsabilidad de proteger el tráfico y de garantizar la seguridad de la navegación en ‎ese sector, tarea que realiza exitosamente, manteniendo el más alto nivel de seguridad desde ‎hace décadas. Irán asume esa responsabilidad con seriedad y, conforme a sus obligaciones y en el ‎ejercicio de sus derechos, está decidido a seguir manteniendo la seguridad de la navegación ‎internacional y a impedir toda actividad ilícita ‎en esa zona. ‎

Agradeceré a usted que tenga a bien distribuir el texto de la presente carta como documento del ‎Consejo de Seguridad. ‎

Fuente: S/2019/667