Richard Armitage comienza su recorrido político en Vietnam. Graduado en la US Naval Academy en 1967, para ser enviado poco después a este país asiático. En 1968, navega por las aguas territoriales vietnamitas cuando se produce la ofensiva del Tet, un revés particularmente violento para el ejército de los Estados Unidos.

Deseoso de participar en la guerra, solicita ser enviado al terreno de las operaciones y se convierte en consejero para los patrulleros de los ríos. Después de recibir una formación de cuatro semanas de vietnamés, se mete de lleno en el conflicto, presentándose voluntariamente numerosas veces para operaciones militares de las más secretas y peligrosas.

Especialista en operaciones secretas

Después de una primera estancia de un año, se convierte en instructor de contrainsurgencia en la base militar de Coronado, California, donde enseña técnicas de emboscada e interrogatorios de 1969 a 1970. En 1971, se presenta voluntariamente para un nuevo período de un año en Vietnam, donde sirve de consejero a un grupo situado cerca de la frontera de Camboya.

En cuanto regresa vuelve a partir, en 1972, como consejero de un equipo de emboscada que opera a lo largo de la costa. Según el testimonio de muchos de sus allegados, amigos y colaboradores, Armitage trabaja paralelamente para la CIA, y en particular para el programa Phoenix que permitirá la eliminación de más de 60,000 civiles sospechosos de ser agentes del Viet Cong.

Dos fotos más de Richard Armitage . Derecha con el canciller del Vietnam del Sur Dihn Nho Lem en 1982.

La participación de Armitage es confirmada por Larry Ropka, quien trabajaba con él en aquella época y más tarde en Irán; también por Ted Schakley, jefe de los servicios de la CIA en Saigón. Armitage desmiente en la actualidad haber participado directamente en la operación. En su opinión, su equipo de emboscada realizaría algunas transmisiones de informaciones decisivas a los responsables de la CIA en la región, pero nunca habría contribuido directamente con la agencia de espionaje estadounidense.

Como hablaba fluidamente el vietnamés, Richard Armitage se enamora del país, y sigue convencido de la necesidad de defenderlo hasta el final contra los bárbaros comunistas. La retirada en desbandada de las tropas de los Estados Unidos en 1973, después de la firma de los Acuerdos de París, es una inmensa desilusión: «En diciembre de 1972 me había dado cuenta [después de los bombardeos intensivos de Hanoi y Haiphong ordenados por Richar Nixon] de hasta qué punto estábamos cerca de la victoria. (...) Pienso que Henry Kissinger y el presidente perdieron la calma [1].

Algunos años más tarde, emplea una metáfora particularmente fuerte: «Me di cuenta de que [la retirada de las fuerzas de los Estados Unidos] era como embarazar a una mujer e inmediatamente salir de la ciudad. Esta no es una bella imagen, esta no es una buena imagen, pero pensé que actuábamos como un padre irresponsable».

Armitage decide permanecer en el país a pesar de la retirada. Pide que lo dejen formar parte de los 50 militares estadounidenses autorizados a quedarse en el país; después, ante la negativa del Estado Mayor de la Navy, asume el puesto de empleado civil ante del agregado militar en Saigón. Esta es la manera que permitió a Armitage seguir sirviendo como consejero y asesor militar a las fuerzas armadas de Vietnam del Sur, que continuaban la guerra contra los del Norte, todo esto gracias a la ayuda militar que Washington les envíaba.

«Padrinos» de la sombra

Richard Armitage sale de Saigón en 1974. Por un tiempo, intenta convencer al Congreso y a la administración de la necesidad de aumentar el apoyo a Vietnam del Sur, pero en Washington las prioridades han cambiado, y sus llamados se quedan sin respuesta. Felizmente, los vínculos que estableció en tiempos de guerra le serán favorables.

En abril de 1974, Erich von Marbod, alto responsable del Pentágono que conoció en Vietnam, lo llama a Washington. Von Marbod era responsable del envío de la logística, el dinero y las armas después de la retirada de los Estados Unidos.

La misión que desea confiar a Armitage consiste en recuperar el máximo posible de material militar de los Estados Unidos enviado a Vietnam, para evitar que caiga en manos de los Vietminh que se encontraban al borde de la victoria final. Esta operación, cuyo saldo es casi un fracaso, se convierte en el fin de un período para Armitage: esta vez, Vietnam está perdido definitivamente.

La carrera de Richard Armitage no se detiene ahí. Al contrario, sus contactos con von Marbod le permitirán, en septiembre de 1975, acompañar al vendedor de armas del Pentágono a Teherán. La misión que le confía el secretario de Defensa de esa época, Arthur Schlesinger, consiste en intentar que el programa de compra de armamentos que lleva a cabo el Shah de Irán se vuelva más coherente.

Esta política es la continuación de un proyecto creado por Nixon y Kissinger para hacer de Irán una potencia regional, prooccidental, superarmada y estabilizadora. Se conoce poco sobre lo que hizo Armitage, antiguo agente de la CIA, en una época en que Washington comienza a desconfiar de la voluntad de las ambiciones del Shah y a considerar su derrocamiento.

Después de la llegada al poder de Jimmy Carter, a principios de 1977, la nueva administración decide congelar los contratos en el gobierno. Erich von Marbod se ve en la imposibilidad de contratar a Armitage, que se encuentra sin empleo e intenta reciclar sus conocimientos sobre el sudeste asiático para montar un negocio en Bangkok con el brigadier general Harry C. Aderholt, figura legendaria de los comandos aerotransportados.

Este último estuvo implicado en numerosas operaciones secretas, de las cuales la mayoría era obra de la CIA. Fue lanzado en paracaídas detrás de las líneas enemigas durante la guerra de Corea y dirigió las operaciones de implantación de un puente aéreo durante la campaña de apoyo de la CIA en la revuelta de los tibetanos, a finales de los años 50.

A partir de 1976, monta en Bangkok una sociedad llamada la Southeast Asia Travel Agency, cuyo objetivo es obtener contratos que puedan ayudar a los dirigentes del ejército tailandés. Tailandia es entonces uno de los centros del tráfico de opio hacia los Estados Unidos, particularmente gracias al papel activo desempeñado por los militares tailandeses [2].

El cliente principal de Aderholt es Air Siam, una pequeña compañía de aviación que dispone sólo de un Boeing 747 que vuela Bangkok a Los Ángeles. En el marco de esas actividades recluta a Richard Armitage, antes de que la competencia de la Thai International provoque la ruina del negocio.

Ascenso al Pentágono

De regreso a Washington, Armitage está decidido a penetrar los arcanos del poder y del aparato diplomático en particular. Por sus contactos, el combatiente es presentado al senador Bob Dole quien aprecia mucho a los veteranos del US Army. Se convierte en su asistente administrativo hasta 1979, fecha en que se lanza a apoyar la candidatura presidencial de George H.W. Bush padre, que se opone en las elecciones primarias republicanas al actor anticomunista Ronald Reagan.

Después que este obtuvo la investidura, Armitage solicita a su director de campaña, Richard Allen, que le asigne diversas tareas administrativas y los contactos con la prensa. Su talento de organizador sin par seducen tanto a Allen como a Fred Iklé, que presionan, después de la llegada a la Casa Blanca de Reagan, para que Armitage integre la nueva administración.

Obtiene un puesto temporal junto a Casper Weinberger, el nuevo secretario de Defensa, a quien debe ayudar a componer su equipo. Para él es fácil solicitar, y obtener, el puesto de asistente del subsecretario de Defensa para Asia en el que no permanece por mucho tiempo. A principios de 1983 es promovido a subsecretario para los Asuntos de Seguridad Internacional, lo que le permite tener un peso predominante en la elaboración de la política del Pentágono.

Sólo se le escapan las relaciones con la Unión Soviética y Europa, que se le confían a Richard Perle, amigo de Paul Wolfowitz y feroz adversario de la «distensión» con la URSS.

img5248|left>La esfera de Armitage abarca el resto del mundo, incluso el Oriente Medio.
En esa época el veterano conoce a Colin Powell (foto izquierda), quien sirve a Casper Weinberger como primer asistente militar. Rápidamente, Powell y Armitage se convierten en un dúo indispensable en el Pentágono, unidos e intercambiables.

Todas las cuestiones esenciales están relacionadas con uno u otro, por consiguiente con ambos, que diariamente intercambian notas, informaciones y anécdotas. Disgustarse con uno de ellos lleva a alejarse del otro. Ese funcionamiento en equipo asegurará una eficacia temible en la política de ambos militares, lo que provoca dentro del Pentágono una especie de hostilidad entre los que no pertenecen a su entorno más inmediato.

Provenientes de familias norteamericanas modestas, ambos comparten en gran medida su visión del mundo, caracterizada por la proximidad a las preocupaciones de la clase media. Los dos, por ejemplo, enviaron a sus hijos a escuelas públicas y se interesan en la lucha contra la discriminación racial. Desde su regreso de Vietnam, Richard Armitage y su esposa adoptaron seis hijos, de ellos tres afroamericanos, y son la familia de acogida de más de cuarenta niños.

La «doctrina Reagan»

Esas preocupaciones «sociales» no impiden que Armitage se empeñe a fondo en las operaciones secretas realizadas en esa época en nombre de la nueva «doctrina Reagan», elaborada en gran parte por William Casey, el nuevo director de la CIA.

La misma se basa en el apoyo financiero y militar a gran escala de guerrillas armadas contra los regímenes apoyados por la Unión Soviética: «El apoyo a los combatientes por la libertad es autodefensa», declara Reagan durante su discurso sobre el Estado de la Unión de 1985. Los terrenos de aplicación son fundamentalmente Afganistán, Camboya, Nicaragua y Angola.

Armitage recorre el mundo organizando el apoyo a la insurrección antisoviética o anticomunista. Cada tres meses, visita en Islamabad a los responsables de los servicios secretos pakistaníes del ISI, para conversar con ellos sobre la mejor manera de apoyar a los mujaidines afganos.

Se pone en contacto con diferentes jefes de las tropas, particularmente, Burhanuddin Rabbani, quien se convertirá en presidente de Afganistán a principios de los años 90 y jefe político de la Alianza del Norte después del asesinato de Massoud en septiembre de 2001.

Armitage no tiene tiempo de gestionar todos los conflictos: América Latina y particularmente Nicaragua y el Salvador se quedan en manos de su superior, Fred Iklé. Según Edward Luttwak, intelectual especialista en cuestiones militares que en esa época trabajaba en el Pentágono, el veterano de Vietnam consideraba los conflictos en América Central como guerras de guerrillas, que los Estados Unidos perderían fatalmente.

Para coordinar sus actividades en el Pentágono con el resto de la política exterior de la administración Reagan, Armitage participa en reuniones casi semanales con Paul Wolfowitz, del Departamento de Estado, y Gastón Sigur, del Consejo de Seguridad Nacional (NSC) aunque todo los oponía, entre otras cosas, sus carreras políticas, ideologías y maneras de hacer política.

Armitage y Wolfowitz (foto derecha) son en esa época bastante cercanos, proximidad que justificará una explicación durante la oposición entre el Pentágono y el Departamento de Estado durante el gobierno George W. Bush. Ante los ataques crecientes contra Colin Powell, Armitage dirá a Wolfowitz: «Si tu atacas a mis amigos, me atacas a mí» [3].

Sin embargo, en esa época, su trato es cordial, ambos hombres son autores del derrocamiento del dictador filipino Ferdinando Marcos, cuyo mantenimiento en el poder estaba provocando una oposición de izquierda [4].

Si Wolfowitz presenta esta política como una lucha en nombre de la democracia, Armitage la percibe claramente como un medio para evitar que los comunistas tomen el poder y se repita el escenario de Vietnam. Para resumir, se trata de intervenir de forma preventiva a nivel político para evitar una intervención posterior represiva por medio del envío de tropas.

Escándalos

Gracias a esta hiperactividad, que arroja muy buenos resultados a la diplomacia de los Estados Unidos, Richard Armitage hace su camino en la administración Reagan. Se mantiene en contacto diario con Paul Wolfowitz, en ese momento embajador en Indonesia.

En ese momento estalla el escándalo Irán-Contra, estamos en 1986. El Congreso decide investigar sobre la venta de armas por parte de la administración Reagan a Irán, cuyo producto debía servir para financiar la guerrilla de extrema derecha en Nicaragua, contra los sandinistas de izquierda.

Colin Powell y Richard Armitage no son objetivo directo de las investigaciones, ya que en esa época eran conocidos por su oposición a las ventas de armas a Teherán, pero el hecho es que el haber conocido las manipulaciones los coloca en la mira.

La carrera de Armitage se ve comprometida por un tiempo. Hay que decir que sus relaciones juegan contra él, no sólo ha permanecido en Teherán en los años 70, sino que frecuentó al general Richard Secord, cuestionado en el escándalo. Además, Ted Schackley, uno de los primeros estadounidenses contactado por Irán en ese caso, era jefe de la estación de CIA en Vietnam en el momento en que Armitage sirvió en ella.

El veterano logra mantener su plaza dentro de la administración Reagan, aunque un nuevo escándalo lo pone fuera del juego definitivamente por largo tiempo.

Ross Perot

Richard Armitage fabricó una parte importante de su ascenso político sobre la base de su estatuto de veterano de Vietnam. Es paradójico que sea justamente sobre ese aspecto que su carrera haya sufrido el ataque más violento, llevado a cabo por el multimillonario Ross Perot, a partir de 1987.

Perot (foto izquierda) intentó sensibilizar a la administración Reagan sobre la suerte de los soldados prisioneros en Vietnam y mantenidos en prisión desde entonces. Primero se trataba de confiarle la presidencia de una comisión investigadora del Congreso al respecto. A principios de 1987, Perot parte solo hacia la región para entrevistarse con el gobierno de Vietnam.

De regreso a Washington, explica a los dirigentes de los Estados Unidos que Hanoi está dispuesto a liberar a los prisioneros a cambio de que mejoren las relaciones económicas con los Estados Unidos. Una posición inaceptable para la administración Reagan, que condiciona el retorno de una cooperación económica a la retirada de las tropas vietnamitas de Camboya.

La gestión unilateral de Perot, concebida como perturbadora de las negociaciones en curso, es mal vista por la Casa Blanca, que decide negar la existencia de esos prisioneros.

Richard Armitage torpedea la campaña de Perot, lo que le vale la enemistad del multimillonario. Este trata de poner al desnudo el pasado del veterano, exponiendo su libertinaje en Vietnam, en medio de prostitutas, bandidos y casas de juego.

Esta campaña de denigración no obtiene sus frutos inmediatamente. A pesar del escándalo, Armitage conserva su plaza en el Pentágono, pero cuando George W. Bush padre llega a la Casa Blanca, en enero de 1989, su nombramiento para el cargo de secretario del Ejército junto a Dick Cheney es sometido a la aprobación del Congreso y las cosas se complican.

Esta vez, Perot logra que lo escuchen en el Capitolio, particularmente gracias al apoyo del senador Jesse Helms, hostil a la política de acercamiento con Japón preconizada por Armitage. Ante el poco apoyo de Cheney, retira su candidatura.

Su separación duró poco. El 10 abril de 1990, el presidente George H. W. Bush lo llamó para que sirviera de negociador con Filipinas. Como en el tiempo del presidente Ferdinando Marcos, es encargado de obtener la autorización de Corazón Aquino para la presencia militar estadounidense en dos bases militares, la Subic Bay Naval Station y la Clark Air Force Base.

Después de conversar largamente sobre las modalidades financieras de ese acuerdo, Armitage debe ocuparse del caso de la erupción del volcán Pinatubo, en junio de 1991, que destruyó la base de Clark. Finalmente, obtuvo de las autoridades el derecho a mantener Subic Bay a cambio de 203 millones de dólares anuales, proposición que fue rechazada por el senado de Filipinas.

Enfrentado a tan grande oposición de la población y de una parte de la clase política filipina, Armitage debe capitular. Menos de un año después, el ejército de los Estados Unidos se retira totalmente del país y no regresará hasta 2002, producto de la nueva «guerra contra el terrorismo» decretada por Washington.

El fracaso de Armitage no le impide ser nombrado, en enero de 1992, coordinador del envío de ayuda a la URSS. En esa época, el tráfico de drogas hace estallido en Moscú, donde la guerra de bandas organizadas reina entre los clanes mafiosos rusos y chechenos [5].

Opuesto a la posición de Robert Zoellick, entonces subsecretario de Estado y consejero cercano de James Baker, Armitage logra mantenerse en su puesto durante la administración Clinton. Es uno de los pocos republicanos en ese caso, con Colin Powell.

Pero sus posiciones sobre Rusia provocan rápidamente su salida: a mediados de febrero de 1993, declara en la Vanderbilt University que el presidente Boris Yeltsin no tiene «una gran visión», y que sus días «están contados... Pienso que ya no es tan útil y que otra persona debería ocupar el estrado».

De nuevo en la vida civil, Armitage crea su propia sociedad consultora: Armitage Associates, donde emplea a varios de sus antiguos asistentes en el gobierno de los Estados Unidos. Elizabeth Cheney, la hija del ex secretario de Defensa trabaja un tiempo para él.

Sus clientes principales son empresas de armamentos y sociedades petroleras, fundamentalmente las que tienen intereses en Asia Oriental, en el Oriente Medio, o en la antigua Unión Soviética. La asesoría brindada implica a varios sectores geopolíticos, como el derecho al agua en el Oriente Medio o los contratos de armamentos.

En diciembre de 1993, Armitage escribe al embajador de los Estados Unidos en Georgia a nombre de una compañía de los Estados Unidos que intenta instalar allí líneas telefónicas. Posteriormente visita a Heydar Aliyev, presidente de Azerbaiyán, para defender los intereses de la Texaco.

Trabaja también para varias grandes empresas de Estados Unidos como Boeing, Goldman Sachs, Unocal y Brown & Root (Halliburton), empresas de armamentos tales como SAIC y MPRI, y algunas empresas extranjeras como Toshiba, Mitsubishi, la Japan National Oil Corporation e incluso... la embajada de Japón.

Armitage mantiene sus contactos políticos y recibe regularmente a representantes de gobiernos extranjeros ávidos de su asesoría sobre la manera de discutir con la administración Clinton, el Congreso, los jefes de estación de la CIA y los periodistas. Incluso es allegado a muchos demócratas, como Kurt Campbell, responsable de Asia en el Pentágono y amigo cercano de Armitage.

Como para muchos de sus amigos, los finales del decenio 1990 es un período de hibernación política para Richard Armitage. Da pruebas de su adhesión al proyecto encarnado en la candidatura de George W. Bush hijo al firmar, desde 1998, el llamamiento del Proyecto para un Nuevo Siglo Americano que exige el derrocamiento de Sadam Husein.

Su nombre se menciona junto a las principales figuras de la futura administración Bush como Donald Rumsfeld, Paul Wolfowitz, Zalmay Khalilzad, Elliott Abrams, John Bolton, Paula Dobrianski o también Robert Zoellick. Armitage no pertenece al clan de los halcones: al igual que Colin Powell, es mantenido alejado de las reuniones del Congressional Policy Advisory Board, donde se reúnen para las cuestiones diplomáticas Donald Rumsfeld, Dick Cheney y Paul Wolfowitz, entre otros.

Entre 1998 y 2000, son estos hombres los que elaboran la política exterior de la futura administración republicana. Sin embargo, a principios de 1999, Armitage es reclutado por Condoleezza Rice y Paul Wolfowitz para participar en el equipo de los Vulcains, encargado de formar al candidato Bush en los asuntos internacionales, lo que demuestra que el combatiente de Vietnam no está tan excluido como parece, ya que su nombre figura al lado de Wolfowitz y Rice, pero también de Richard Perle y Dov Zakheim, poco conocidos por la moderación de sus opiniones geoestratégicas.

[1White Christmas in April, de J. Edward Lee y Toby Haynsworth , Peter Land Publishing, 1995, p. 84.

[2La politique de l’héroïne - L’implication de la CIA dans le trafic des drogues, (La política de la heroína, la implicación de la CIA en el tráfico de drogas) de Alfred W. McCoy, Editorial Lézard, 1999 (1a ed. 1972, 2a éd. 1991), p. 433-434.

[3Entrevista de James Mann avec Richard Armitage, in The Rise of the Vulcans - The History of Bush’s War Cabinet, de James Mann, Viking, 2004.

[4Ver: «Paul Wolfowitz, el alma del Pentágono», por Paul Labarique, Voltaire, 24 de febrero 2005.

[5«Boris Berezovski, el encubridor», Voltaire, 15 de enero de 2005.