Yo no sé que le ven de extraordinario a la realidad colombiana los colegas internacionales que hacen fila, como si fueran turistas parlamentarios, para venir al país en busca de acción. Si aquí todo es rutinario; cada semana sucede lo mismo de siempre, como diría Jaime Garzón, si no le hubiesen asesinado su cotidianidad.

No hay semana en la que no haya una marcha que bloquee la capital en protesta por las políticas oficiales, por los oficiales en la política, porque no hay política sino oficiales. No hay semana en la que el presidente Uribe no adhiera a quien pique un pleito internacional. Esta semana adhirió a Evo Morales contra el patrón de la Fifa por tratarnos a las patadas. A nadie le quedará duda de que esas también son razones de Estado.

No hay semana en la que el ELN y el Gobierno no se sienten a hablar sobre las condiciones necesarias para sentarse a conversar sobre los requisitos para sentarse a dialogar. A punta de ron y mojitos, el Comisionado de Paz ya puede decir que esos guerrilleros no tienen hígado. No hay semana en la que un jefe paramilitar no amenace con entregar parte de su inmensa fortuna y no prometa cantar toda la verdad. Salieron más incumplidos que Diomedes Díaz.

No hay semana en la que el Canciller Araújo no tenga que salir a dar explicaciones por lo que dijo o por lo que hizo. Cómo se va acordar ahora y después de tanto tiempo, que la nómina paralela que nombró en el Ministerio está conformada por gente que dice ser amiga suya. Es que no le tienen paciencia. No hay semana en la que un pueblito colombiano no desparezca por una inundación, por una toma violenta, por física hambre (como en el Chocó), por una falla geológica (como en el Putumayo), o por un error de cálculo en la Ley de Transferencias.

No hay semana en la que no mueran compatriotas por el fuego amigo, en la que alguien no pida el Acuerdo Humanitario (pero ya), en la que no caiga una ficha clave de la guerrilla, en la que el Presidente no intervenga en Política (mientras nombra Ministro del Interior), en la que no renuncien o pidan traslado los embajadores Jaime Bermúdez y Moreno de Caro, (porque dicen ser más útiles aquí que allá), o en la que los hinchas de Santa Fe no derramen una lágrima de frustración.

En fin, no hay semana en la que no se aparezca un colega extranjero sudoroso, jadeante y boquiabierto, diciendo lo mismo que todos, que éste es un país excepcional y que aquí pasan cosas extraordinarias. Que se queden un tiempo; ya verán: Pura rutina.