"Lo sentimos, pero este servicio no está disponible para su país", reza un cartel en inglés cuando desde territorio cubano se "pinchan" facilidades del megabuscador tan utilizadas en el mundo como Google Earth, Google Destktop Search, Google Code o Google Toolbar.

De tal manera, por ejemplo, el Google Herat, utilizado por docentes y estudiantes para ver mapas y fotos aéreas, está vedado para los cubanos, al igual que otras facilidades de Google, lo cual convierte a la red de redes en otro escenario del cerco a la mayor de las Antillas, una política que no tiene nada de virtual.

Esa práctica unilateral y extraterritorial del gobierno de Estados Unidos no solo obstruye el acceso de Cuba a las tecnologías de la información y las comunicaciones, sino que constituye una flagrante violación a los objetivos y acuerdos adoptados en la Cumbre de la Sociedad de la Información, organizada por la ONU y la Unión Internacional de Telecomunicaciones.

La Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), del Departamento del Tesoro norteamericano, encargada de implementar y vigilar el cumplimiento de las prohibiciones y castigos del bloqueo, ejecuta toda una cacería en Internet para impedir cualquier transacción electrónica con entidades y ciudadanos cubanos.

Que lo diga la sucursal de American Express en México, aunque no es la única de las empresas que funcionan en la red multadas por realizar operaciones con el destino turístico Cuba.

No se puede menospreciar el impacto en este ámbito de la persecución estadounidense, con implicaciones negativas en todos los ámbitos de una sociedad como la cubana, que también se informatiza.

Pese a los caminos que se abren por la vía del software libre, muchas de las aplicaciones, herramientas y licencias más utilizadas en el país antillano y el mundo están basadas en programas que precisan la licencia del propietario, y que para el caso del acceso de Cuba es vetado por Washington. Tal es el ejemplo de compañías informáticas predominantes como Microsoft, Adobe, Borland y el propio Google.

Esto obliga a pagar precios superiores a compañías intermediarias, pero implica además la negación a las empresas cubanas cuyo dominio "cu", código del país, basta para identificarlas en la red y vetarla de servicios y productos solicitados.

La telefonía, vinculada estrechamente a la navegación en el ciberespacio, es otro terreno de ataque. La Empresa Cubana de Telecomunicaciones (ETECSA) se ve obligada a recurrir a terceros para las reparaciones de tarjetas y equipos y la compra de repuestos imprescindibles para el mantenimiento y operaciones de la red telefónica internacional.

Lo anterior provocó en el último año pérdidas superiores a los 100 mil dólares. El bloqueo, como en cualquier otro ámbito, se mueve por Internet cual virus genocida, que busca aislar a todo un pueblo, en el mismo objetivo de rendirlo por hambre y enfermedades.

Agencia Cubana de Noticias